Partida Rol por web

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

Dejo mi gran hacha en el suelo para desenfundar mis dos hachas de mano mientras me disculpo.

 - "No tengo dos espadas pero creo que con estas servirá para mostrarte como se hace."

Volteo las hachas en mis manos para soltar las muñecas, un movimiento muy utilizado en este estilo y casi nada en el que yo acostumbro para luchar. Me pongo en posición de defensa antes de hablar por última vez:

 - "Muéstrame lo que sabes hacer"

Me quedo listo, esperando si movimiento para bloquearlo y contraatacar, enseñándole como se encadenan golpes, el fundamento básico del combate con dos armas.

Giro las espadas en sus manos con un golpe de muñeca, probando el peso en sus manos. Estaba acostumbrada a usar una sola espada, y en ese caso sabia como enlazar un golpe tras otro. Pero ahora que tenia dos...

- Veamos que tal se me da esto... dijo colocándose con la pierna izquierda adelantada y la rodilla flexionada, el brazo derecho elevado con la espada apuntando a su adversario y dejando la otra en posición baja ligeramente hacia atrás y la pierna derecha atrasada también. 

Acto seguido, dio un paso, avanzando hacia el, elevando la espada que sujetaba con la diestra para para asestarle un golpe desde arriba. La espada que portaba en la siniestra seguía en su posición baja y atrasada y ella esperaba a ver lo que hacia su oponente para ver si intentaba romper su defensa con la ayuda de la espada en la mano izquierda, atacaba con ella o trataba de defenderse ella.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

Eldrid comienza su ataque con un golpe descendente de la mano diestra mientras mantiene la izquierda a la espera, lo que me brinda la oportunidad de quebrar su ataque, tal como me enseñaron en las Legiones Imperiales. Levanto mi hacha izquierda para bloquear su golpe y, sin esperar siquiera a recibir el ataque, lanzo un corte horizontal desde mi derecha a mi izquierda, cortando el avance de la mujer para no recibir un golpe que le rasgaría el vientre.

Acto seguido, continúo el movimiento de mi brazo derecho al levantar el hacha y lanzar un golpe descendente en diagonal que busca impactar en su clavícula derecha y salir por su cadera izquierda. Antes de que el movimiento termine, con mi brazo izquierdo, lanzo un golpe ascendente con el hacha, también en diagonal, buscando realizar el camino inverso de mi golpe anterior después de dar un paso hacia delante.

 - "Siempre busca encadenar tus ataques. El estilo con dos armas es un estilo agresivo, que busca vencer por daño y no por aguante. El beneficio que te brinda es poder atacar más rápido, por lo que debes usar esa ventaja."

Al terminar mi movimiento, quedo con ambos brazos abiertos y los filos de las hachas apuntando hacia el suelo, ofreciendo mi torso como blanco para un un ataque, mientras sonrío un poco y mis biceps se tensan, preparados para el rápido movimiento que seguirá a la trampa que ofrezco.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

- Oh, osea que se trata mas de saturar al enemigo para que no pueda hacer mucho ¿no? Se quedo pensativa un momento mientras le observaba ¿Pero eso no implicaría que el atacante tendría un mayor desgaste y que eso le dejaría en una posición bastante vulnerable?

Girando las muñecas y con ello haciendo girar las dos armas, se preparo para volver a atacar. Que se hubiera quedado tan descubierto no le decía nada, al fin y al cabo estaban entrenando y ella prácticamente aprendiendo a usar dos a la vez. 

Ataco rápidamente primero con la derecha con un golpe en diagonal de arriba abajo para a continuar el ataque con la mano izquierda, también en diagonal pero desde el lado contrario, haciendo una "X" en conjunto.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

El avance de Eldrid es rápido, pero busca el punto contrario, muy lejano, a la posición de sus brazos para comenzar sus golpes, lo que retrasa su maniobra. Cierro los brazos de golpe en dos golpes horizontales desde los costados. Eldrid es muy rápida y solo por sus grandes reflejos consigue abortar su ataque para no ver sus costillas cortadas antes de hacer descender el filo de su espada.

Avanzo mientras separo mis hachas a la altura de los tobillos, como para derribar a la chica, pero fácil de esquivar. Contesto entonces a su pregunta:

 - "Se trata de matar al enemigo antes de que pueda matarte él a ti. Si el enemigo está muerto, ya no tienes qué temer."

Luego contesto la segunda pregunta:

 - "Por eso se debe entrenar a diario, para ser capaz de mantener el ritmo del combate sin decaer. Independiente el tipo de armas, si te cansas estás muerto. Por eso las armas dobles son más livianas que un arma para ambas manos, para no cansarse antes."

Lanzo un golpe horizontal con mi hacha derecha desde el costado hacia el centro, seguido de un giro completo en el mismo sentido que continúa con un golpe en diagonal descendente con el brazo izquierdo.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

Durante un buen rato, todo consistió en que el le mostraba como se movía y peleaba con dos armas y ella repetía o trataba de golpear o defenderse. Era de esperar que empezase a notar el agotamiento en los brazos, entre otras cosas porque era bastante diferente el luchar con una sola arma a hacerlo con dos. Y al cabo de un par de horas de aquel ejercicio constante, tuvo que parar un poco.

- Vale, tiempo muerto, no se tu, pero yo empiezo a estar cansada. Contesto un poco con la respiración un tanto agitada mientras se dejaba caer al suelo de culo y se quedaba sentada con las espadas a ambos costados. Levanto los brazos y los movió cruzándolos un par de veces por delante del pecho, notando la tensión que iba acumulándose de tener que parar y golpear. Ains... Mañana tendré algo de agujetas. La verdad, no creí que esto fuera tan diferente, el modo de moverse, el peso de las dos armas. No me esperaba tanta diferencia. Cruzó las piernas para estar más cómoda mientras le miraba desde aquella posición.

4 de Helada, mediodía.

El silbido del metal al atravesar el vacío atravesó el aire frío de aquel día soleado. La daga giró sobre si misma, varias veces, hasta impactar, justo en el centro de su objetivo bajo la atenta mirada de la joven nórdica, restañando sobre la madera del árbol viejo, reverberando, vibrando al clavarse profundamente en la misma. 

Unos aplausos entusiastas llenaron el aire. Y si bien hasta hacía un momento no parecía haber habido nadie en el claro, pronto una voz conocida demostró que Eldrid había tenido un espectador, o más bien espectadora inadvertida, quién sabe durante cuánto tiempo- Nada mal, nada mal. -expresó, con una sonrisa, dando un par de últimas palmadas, recostada como se encontraba contra el árbol más cercano, con el báculo tendido junto a ella, al alcance de su mano- ¿Practicando? ¿No te habré asustado,  no?- preguntó, con malicia, esbozando una sonrisa cordial- No te vi esta mañana en la barra. Supuse que estarías... Hablando con ese muchacho con el que te he visto últimamente. Pero veo que andabas ocupada con otros asuntos. -levantó entonces las manos, en un gesto inocente- Juro que no te he seguido. Yo también tenía mis razones para venir aquí, al bosque. 

4 de Helada, mediodía.

Una nueva marca en la madera del tronco del árbol, algo más profunda que las anteriores. Sin duda había lanzado con más fuerza de la necesaria. Estaba a punto de recoger las dos dagas que se hallaban clavadas en la madera cuando los aplausos y la voz de Seretide, hicieron que se girase hacia el lugar del que provenían. No la había oído llegar, pero tampoco la había asustado. “¿Tan concentrada estaba?” Encogió los hombros ante su propio pensamiento y no le dio más importancia.

- Hey, hola Seretide, no me asustaste, así que tranquila saludo con una mano y una sonrisa para luego torcer el gesto ligeramente ¿Con Aren? Que va, me he pasado casi todo el turno metida en la cocina Se volvió hacia el árbol y camino hasta el para recoger las dos pequeñas dagas, desincrustándolas de la madera con algo de mala leche. Seguramente estará por ahí haciendo de las suyas aclaro colocándose de nuevo alejada del árbol, dispuesta a lanzar otra vez. Había un cierto deje de enfado en su respuesta. Reafirmando el agarre  en el arma volvió a lanzar.

La daga cruzo el aire y se estampo en la madera con un “crack” que llego a soltar pequeñas astillas.

4 de Helada, mediodía.

- Oh...-expresó, fijándose en el tono y la expresión corporal de la muchacha, cuidándose de esbozar cualquier sonrisa maliciosa, aunque tuviese unas ganas irrefrenables- ¿Problemas en el paraíso?- preguntó, cuando terminó de lanzar una vez más, ensañándose con el pobre árbol.- ¿Tengo que atizar a alguien?- añadió, dedicándole un guiño- ¿Qué te ha hecho ese granuja, eh? 

4 de Helada, mediodía.

Preparó la segunda daga mientras escuchaba y dejo escapar una carcajada que no llego a serlo del todo y se quedaba en un ruido extraño.

- ¿Paraíso? Te aseguro que si estuviera en el no habríamos llegado ni a conocernos Comentó con cierta acidez para luego llevarse las manos a cabeza, con cuidado de no cortarse accidentalmente con el filo del arma y se masajeó las sienes. Aquello había salido demasiado borde y estaba siendo demasiado literal con respecto al tema, pero es que sin todos ellos allí, ¿cómo iba a ser aquel lugar un paraíso? A pesar de que sus palabras no iban por ese lado. Relajó los hombros, se había tensado por nada y soltó el aire en un suspiro. Acabo volviéndose a medias para mirarla Ni siquiera merece la pena, no es más que un cretino.

Y de nuevo se volvió para lanzar la segunda daga, con un poco menos de fuerza que antes.

4 de Helada, mediodía.

- Vaya, se nota que te gusta mucho.-respondió, ahora sí, maliciosa, mientras contemplaba cómo la emprendía contra el árbol, riendo- Lo siento. No debería haber dicho eso. En el fondo tengo un tanto de vieja alcahueta metido en la sangre. La experiencia de los años, que vuelve la lengua indomable y sibilina, supongo.-se encogió de hombros- Pero, te gusta, ¿verdad?- sonrió, apoyando los brazos sobre la hierba, acomodándose- Si te marchas enfadada, estarás faltando el respeto a una anciana y me estarás respondiendo sin palabras. -añadió, con un tono conciliador, palmeando la hierba a su lado, indicándole que se sentase- Relájate un poco y cuéntale a esta dunmer metomentodo lo que te ocurre con ese muchacho de buen ver. 

4 de Helada, mediodía.

Se giró bruscamente a mirar a la elfa de nuevo, dispuesta a negar aquella afirmación, con un leve rubor en las mejillas, pero no tuvo tiempo de que corregirla cuando siguió hablando y de nuevo volvió a decir aquello. Abrió y cerró la boca un par de veces, faltándole las palabras y de nuevo no teniendo tiempo de decir nada.

“¡Que no me gusta! Maldita sea” Se volvió para recoger las dagas del tronco del árbol discutiendo consigo misma cuando una vocecita asomo para rebatirle aquel pensamiento, haciendo que se le coloreasen más los mofletes.

Volvió junto a Seretide mientras guardaba las dagas, con aire entre avergonzada y molesta y se sentó a lo indio frente a ella, con los brazos cruzados frente al pecho y evitando mirarla.

- Que no me pasa nada jolines. Murmuró poco dispuesta a admitir nada de aquello. 

4 de Helada, mediodía.

Volvió a reír, negando con el rostro, observando a Eldrid en silencio unos segundos mientras tomaba una larga bocanada de aire- Ay vosotros, humanos... Tan breves y tan tercos. Deberíais disfrutar más de esa vida corta que os dan. Pasáis demasiado tiempo preocupados por asuntos a los que no deberíais dar tantas vueltas. Y para cuando os dais cuenta, tenéis canas, arrugas, y un arrepentimiento brutal. -dijo, con un tono a medio camino entre la hilaridad y la nostalgia, mirando ahora hacia el claro, recostándose finalmente sobre la hierba- Ese chico te gusta. No tiene nada de malo. Es normal, eres una mujer, joven y con encantos. Y él es un hombretón, en la flor de la vida, con sus propios encantos también.-explicó- Puedes decirme que no, si quieres. -se encogió de hombros- Pero yo ya he sacado mis propias conclusiones. 

4 de Helada, mediodía.

Un millar de expresiones surcaron su rostro mientras escuchaba hablar a la elfa, para al final soltar un suspiro y relajar los hombros.

- Vale, vale concedió mostrando las palmas de las manos mirándola con el ceño medio fruncido y aun colorada. Puede que me guste… titubeo un momento, pero solo un poquito añadió al final acompañando sus palabras con un gesto de la mano mostrando la medida de “un poquito”, no queriendo reconocer la verdad verdadera.

4 de Helada, mediodía.

- El primer paso es admitirlo.-apuntó, sentándose tras estirar la espalda, con las piernas dobladas hacia un lado. Agarró la bota que colgaba de su cintura y echó un buen trago, suspirando, complacida, sacando a continuación un trapo de lino de su faltriquera, desdoblándolo para dejar a la vista unas nueces de buen tamaño- ¿Quieres?- le dijo, llevándose una a la boca, masticando, pensativa- Lo que no termino de comprender, es... Por qué te avergüenzas tanto de admitirlo. O bueno... Sí que se me ocurre un motivo.-meditó, en voz alta, antes de volver a mirarla- A juzgar por tu edad y por cómo te tomas todo esto... Es... Sería... Tu primera vez. En todo. ¿No?- preguntó, sin, aparentemente, darle importancia. 

4 de Helada, mediodía.

- Gracias Se estiró, colocándose sobre las rodillas para coger un par de nueces y volver a su posición, mientras escuchaba a Seretide, se comió una que degusto con calma. Muy a pesar de lo que pudiera parecer, las palabras de la dunmer no la conmocionaron tanto ni consiguieron que se pusiera más colorada. No es tanto que sea la primera vez la verdad, contesto tras tragar lo masticado y dejar escapar el aire con pesadez. Supongo que es más el hecho de que es algo que no concibo, es decir, jamás les he dado más de una mirada o me he fijado más de la cuenta, siempre tenía cosas mejores que hacer, lugares que explorar, líos en los que meterme…. Encogió los hombros Que sí, que tengo ojos y soy capaz de ver el atractivo que puedan tener, pero mi atención no dura lo suficiente. 

4 de Helada, mediodía.

- Así que te habías ahorrado semejante problema gracias a tu falta de atención hacia estos temas... Hasta ahora.-dijo, sonriendo, negando con el rostro- Para volverse una loca, sin duda. - concedió- Pero, ¿qué te puedo decir? Estos asuntos llegan. Tarde o temprano. - se encogió de hombros- Y comenzar una sus propias andanzas en ellos es toda una aventura. - añadió, con auténtica nostalgia- Si no fuera porque valoro enormemente mi experiencia, te diría que te tengo hasta envidia. Mis primeros escarceos sucedieron hace tanto tiempo que ya casi ni me acuerdo de la cara del muchacho que se me declaró por primera vez. 

4 de Helada, mediodía.

Apoyó el codo del brazo derecho en la rodilla y dejó reposar su cabeza contra el puño, el otro brazo estirado, rozando la hierba con los dedos y en su cara se notaba claramente que le irritaba el asunto.

- Y llegan con el don de la oportunidad se ve dejó caer chasqueando la lengua. Ya tengo suficientes cosas en la cabeza como para añadir una más. No añadió más y se quedó observándola mientras la mujer entraba en aquel mundo que eran los recuerdos. Vivir tanto tiempo a pesar de tener su atractivo debía de tener también sus desventajas.

4 de Helada, mediodía.

- Bueno, debo decir... Que puede ser un problema si lo quieres considerar un problema. Si por el contrario no te complicas con el asunto y decides dejarte llevar...-se encogió de hombros, esbozando una sonrisa ladeada- Quizá la solución sea simplemente esa. Dejar de pensar. Actuar. Fluir con la corriente para no sentirte atrapada entre los remolinos que se forman en ese río turbulento de los sentimientos y... La atracción física.

4 de Helada, mediodía.

Para ella lo era, sobre todo si pensaba en ello.

Dejo caer los hombros encogiéndose mas sobre sí misma, soltando el aire en un suspiro resignado, antes de volver a fijar la mirada en la dunmer. Si bien tuvo en consideración las palabras que le brindaba, tampoco les dio demasiada importancia.

- ¿Y qué te trae a ti por esta zona? Pregunto cambiando de tema radicalmente. ¿Practicando tu magia? Le pareció lógico que si ella estaba allí para pulir su habilidad con sus armas, Seretide estuviera haciendo algo similar.