Partida Rol por web

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Salón principal

¿Pregunta? ¿Qué pregunta? la miró de soslayo o haciéndose el tonto o habiéndose olvidado genuinamente de la misma. Pero antes de que respondiera, la puerta del reservado se abrió haciendo aparecer a Korgoth y al posadero.

Ahí está Korgoth. anunció salvándose de responder con una sonrisa de circunstancias.

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Antes de que la joven camarera respondiera a Hati, la puerta del reservado se abrió dando paso a un enorme orsimer con la cara marcada de cicatrices y aspecto fiero. El orco se detuvo mirando con suspicacia y esa mirada furibunda a la pelirroja y a Kaeso, como si los midiera, casi parecía que había una tensión a punto de estallar. Entonces asintió formal con la cabeza, y dibujó una leve sonrisa que, acompañada de las cicatrices de la cara, parecía del todo grotesca.

Buenos días. saludó mientras se dirigía hacia Aren y Eldrid. Detrás de él apareció el dueño de la posada, Rodegar, con el gesto fruncido que al ver a la pareja con el cachorro mestizo se mostró algo perplejo preguntando a su hija si no los había atendido ya.

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La preocupación de la joven Dorna era patente, pues haber mencionado a su hermano y que Hati prefería que su padre estuviera presente no parecía augurar nada bueno. Rodegar miró a Hati y a Kaeso frunciendo aun más el ceño.

Está bien, tranquila cariño. habló con su hija mientras escrutaba a los que tenía delante. ¿Qué ocurre con mi hijo, mujer? preguntó tratando de mantener firmeza, aunque con la mirada preocupada al fin y al cabo.

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Fruncí el ceño ante la presencia del orsimer. No es que tuviera nada en contra de los suyos, pero había visto muy pocos orcos en mi vida. Sus cicatrices le daban un aspecto fiero y cuando sonrió, arqueé una ceja ante la extraña mueca que se dibujó en su rostro. Asentí con la cabeza ante su saludo y me centré en el hombre que apareció tras él. Llené de aire mis pulmones y lo solté muy despacio.

-Saludos buen hombre. Mi nombre es Hati Garra Roja, y os traigo un mensaje de Farral- dije, intentando buscar las palabras apropiadas. Me mordí el labio y miré a Kaeso, buscando su apoyo. La sutileza, salvo en la caza, no era mi fuerte y debía decirle a ese hombre que nunca más volvería a ver a su hijo. Suspiré y saqué el colgante, mas no lo mostré abiertamente, sino que lo guardé en mi puño, dejando la cadena colgar entre mis dedos, y lo extendí hacia el posadero -. Vuestro hijo ahora se encuentra en Sovngarde, bebiendo aguamiel y narrando cómo mientras la vida se escapaba de sus manos, se puso en pie una vez y alzó su espada contra sus enemigos para hallar una muerte digna. Me enorgullece decir que luché junto a él y fui testigo de su valor, mas con su último aliento me pidió que viajara hasta aquí y os entregara ésto:- dije, todo lo solemne que pude, dejando caer el amuleto de Akatosh en la mano del posadero -. Lamento vuestra pérdida, mas permitidme decir que fue un honor combatir al lado de vuestro hijo.

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Entrecerró los ojos mirándole mal y gruñendo por lo bajo. No se creía en absoluto que no supiera a que pregunta se refería, pues no había pasado tanto tiempo desde que la hizo y la interrupción del animal. Dejó la jarra en la mesa cruzándose de brazos enfurruñada con la aparición del orsimer de nuevo.

"Maldita sea, está visto que me voy a quedar sin mi respuesta"

Alzo de nuevo la vista hacia el orco cuando se acercó a la mesa, aun de morros y con el gesto enfurruñado.

- ¿Qué hablasteis? 

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La nueva cayó con un jarro de agua fría sobre la muchacha, la mirada vidriosa a punto de romper en llanto, mas Rodegar se mantuvo firme como roca ante la tempestad. El posadero se mostró firme, casi inflexible, mientras escuchaba las terribles nuevas sobre su vástago. Al lado de Hati, Kaeso se mostró cercano, como un puntal en el que ella pudiera apoyarse.

En ese caso.. te agradezco lo que has hecho por él y que me hayas traído su amuleto. respondió mientras tomaba el medallón en la mano. Si dices que murió luchando, al menos habrá tenido una buena muerte. era extraño, o quizá no tanto, pero Rodegar se mostraba bastante duro a pesar de haber perdido a un hijo. Por contra Dorna empezó a sollozar abiertamente, el nórdico se volvió hacia su hija conminándola que fuera a ver su madre. Su atención enseguida volvió a Hati. Gracias, Hati Garra Roja, mi familia te lo agradece. era un agradecimiento sincero, pero o bien Rodegar era un tipo muy duro, o no estaba sintiendo especialmente la muerte de su hijo Farral.

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El orsimer se acercó a Eldrid y Aren, se movía con agilidad a pesar de su tamaño, antes de responder se sentó en la mesa donde estaba la pareja de jóvenes.

Tendremos un lugar para dormir aquí. anunció breve, sin añadir mucho más. Esperaremos a tener noticias. comentó Korgoth mientras miraba de soslayo como Hati daba la terrible nueva a Rodegar, el orco sintió un nudo de pena en el estómago, pero no lo reflejó en su rostro marcado.

Hasta que sepamos algo de Dunyn o Karliah, tendremos que ser pacientes. dijo con sencillez mientras suspiraba con gravedad. ¿Qué tal vosotros aquí fuera?

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La impasibilidad del posadero ante la noticia, no hizo sino incrementar mi respeto hacia él. No es que uno no tuviera que llorar la muerte de un ser querido. Los nórdicos muchas veces preferíamos pensar que nuestros familiares estaban en un lugar mejor, y si ese lugar era Sovngarde, significaba que el fallecido se rodearía de los grandes héroes de antaño.

-No debéis agradecerme nada, buen hombre- dije, solemne -. Le di mi palabra a vuestro hijo de que cumpliría su última voluntad y eso he hecho. Él combatió a mi lado y lo menos que podía hacer era cumplir mi promesa.

Dicho esto, asentí con la cabeza y me giré para mirar a Kaeso -¿Quieres dormir bajo techo o al raso?- le pregunté, pues ya que estábamos en la posada, podíamos pedir una habitación, aunque yo siempre preferiría la naturaleza.

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A ella si le molestaron las noticias que aquella pelirroja le estaba dando al posadero, no porque le afectasen directamente de alguna manera, pues no conocía a ninguno de ellos, pero si que le traían a la mente su propia y reciente perdida. Trataba de no escuchar, de centrarse solo en Korgoth, en lo que decía. 
No es que ayudase mucho el hecho de tener que esperar, ¿quedarse allí sin hacer nada? Solo de pensarlo se agobiaba ¿Y si nunca volvían a tener noticias? Se mordió el labio, no quería pensar en que algo les pasara.
Se encogió de hombros ante la pregunta, y trató de sonreirle al contestar, a pesar de que fue una bastante apagada.

- Bien, sin mucha novedad

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Mientras Rodegar asumía en grave silencio la funesta noticia, Kaeso mantenía una actitud grave y solemne respetando la pérdida del posadero. El imperial volvió la mirada hacia Hati, se quedó unos instantes pensativo antes de responder.

Preferiría bajo techo. dijo sin tapujos, aunque sabía que la cazadora prefería los espacios abiertos. Nunca está de más estar a cubierto cuando llueve. trató de ser suave, la noticia reciente del difunto no acompañaba ningún buen humor. Kaeso miró al posadero. ¿Cuánto es la estancia? preguntó.

Rodegar respondió raudo, aun serio, pero metido dentro de su trabajo. Os comentó que podía alquilar una de sus habitaciones a 5 monedas de plata al día, con las comidas incluidas, pero si querían una habitación compartida sería una moneda de oro con el mismo régimen.

Yo tengo cinco monedas de oro, no sé cuánto tendrás tú, pero vamos a tener que buscar trabajo creo. comentó en voz baja a la nórdica.

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El orsimer pareció oler que lo que Hati había contado al posadero había afectado a Eldrid, puso la manaza sobre su hombro apretando con suavidad. Incluso Aren se mostró más suave con ella. Korgoth miró a Eldrid y tuvo para ella esa sonrisa grotesca, pero llena de calidez que se escondía tras las cicatrices de la cara.

Confía en mi, ¿de acuerdo? le dijo con gravedad mientras suspiraba. Podremos quedarnos un tiempo aquí, Rodegar ha aceptado acogernos.. pero no será una estancia gratuita. miró a Aren. Tú vas a hacer de vigilante en la posada, y tú, Eldrid, camarera. las inevitables quejas de Aren iban a llegar, puede que tú las tuyas. ¿Por qué me miras así? Vais a tener que pagar vuestra estancia aquí.. salvo que tengáis otra idea..

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Miró al orco, devolviendole la sonrisa con una suya pequeña de agradecimiento, mientras posaba su pequeña (en comparación) mano sobre la de Korgoth y le daba un pequeño apretón.
Escuchó con atención lo que les contaba, arrugando el gesto cuando les dijo la función de cada uno. No es que esperase que les dejasen quedarse por la cara, y de hecho era un trato justo, comida y un techo a cambio de trabajar. Pero eso no quería decir que le gustase. Y por lo que veía la chico tampoco le hacía mucha gracia el asunto.

- Es justo... al menos hasta que encontremos otras cosas que hacer... Supongo.

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Mientras escuchaba a Korgoth hablar de sus nuevos oficios, Aren no pudo evitar alzar una ceja ante su nuevo papel como vigilante de la posada, más sabiendo a qué se dedicaba antes.

¿Estás de broma, no? espetó sin pensarlo mucho, luego se quedó pensativo y carraspeó. Es decir.. ¿yo vigilante? ¿guardia? la mirada del orsimer había la inequívoca certeza de que no estaba de broma. Está bien.. está bien.. suspiró mientras miraba de soslayo a Eldrid.

Bueno.. al menos espero tener barra libre con las camareras.. soltó con ánimo de espolear un cabreo de Eldrid que le quitara la nube negra que se había alojado en su mirada. 

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- ¡Ja! exclamó tras lograr no atragantarse con la bebida al escuchar lo último dicho por el rubio Tendrás que ganarte las bebidas terminó diciendo sacándole la lengua. No era el cabreo que él esparaba, ya que ni siquiera sus palabras eran lo suficiente provocadoras como para conseguirlo, pero si que había conseguido que dejara de pensar en aquel tema precisamente. Lo único que la consolaba era que a él tampoco le hacía gracia aquella situación. ¿Qué vas a hacer tu Korgoth? Terminó por preguntar, ya que había omitido cual sería su función

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La respuesta de Eldrid a Aren se solventó con una mirada suspicaz por parte del joven y una sutil sonrisa en los labios del orsimer. Cuando le preguntó acerca de lo que haría él, su rostro se endureció un tanto.

Trataré de encontrar a Karliah y saber qué ha sucedido. dijo sin tapujos, aunque bajando un poco la voz. Confía en mi, pequeña. Llegaremos al final de este asunto.. pagarán por lo que han hecho. asintió con convicción. 

En ese instante, Aren miró de soslayo a Eldrid y con un gesto que pretendía ser sutil, terminó con la mano en el hombro de la muchacha y apretó con suavidad en señal de apoyo.

Mi padre. añadió Aren. También ayudará.. estoy seguro.

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Sintió una nueva opresión en el pecho que la dejaba sin aire. Un nuevo miedo y más pánico. Tembló ligeramente bajo la gran mano del orsimer. No era ese tipo de decisión la que esperaba oir. Confiaba en el, eso no tenia ni que dudarlo, pero desgraciadamente para ella con los recientes acontecimientos, no eran precisamente cosas bonitas las que se le venían a la cabeza.

Tragó con dificultad, tratando de mantener el tipo y la compostura, pero no pudo evitar que los ojos se le humedecieran. Desvió su mirada unos instantes hacía el rubio al notar su mano en el hombro, para luego volverla de nuevo al orco. Tomo aire profundamente y luego lo soltó lentamente apaciguando sus nervios. Se llevo las manos a los ojos, pasándolas por estos para limpiarlos de las lágrimas que amenazaban con caer. 

Les miró de nuevo antes de asentir con la cabeza, aun con aquella opresión en el pecho.

- Gracias, a los dos, de verdad. A pesar de que habían bajado el tono de voz, podía apreciarse lo quebrada que salia la de ella. Tendrás cuidado ¿verdad? Como había pronunciado aquellas ultimas palabras, la preocupación que destilaban, el temor que había en ellas; no hacían mas que dejar entre ver lo que realmente significaban, pues no era mas que un "no te mueras" desesperado.

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Aunque fue un gesto casi imperceptible, Kaeso pudo ver cómo se me inflaban ligeramente los mofletes. Sacudí la cabeza, resignándome a que me cortaran las alas, lo cual no significaba que pasara toda la noche entre cuatro paredes...

-Está bien- dije, haciendo una sutil mueca -. Tengo algunas monedas de oro. Alquila la habitación mientras yo voy a darme una vuelta por los alrededores- lo único que se me daba bien era cazar y rastrear... esperaba que mis habilidades fueran del interés de alguien -. Con algo de suerte, habrá quien precise de buena caza, sea carne o pieles.

Miré a Botitas y entrecerré los ojos. Una vana amenaza de que no hiciera de las suyas. Entonces me dirigí hacia el exterior, chasqueando la lengua para que el cachorro me siguiera.

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El imperial asintió lentamente según Hati le comentaba aquello, tomó la mano de la nórdica y la acercó a él un tanto para darle un fugaz beso en los labios.

Nos veremos en un rato entonces. entonces, tras despedirse, se dirigió a Rodegar para negociar el alquiler de las habitaciones que iban a necesitar.

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El orsimer mostró una sonrisa amplia y firme, como si solo con ella fuera capaz de ahuyentar cualquier pesar. Terminó por abrazar a Eldrid y estrechó la mano a Aren, con una mirada de determinación dijo al joven.

Cuídala. fue escueto, pero tampoco era necesario más. Korgoth se marchó de la posada ciñéndose el equipo, había mucho que recorrer de vuelta a Riften.

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Estaba dispuesta a irme, cuando Kaeso me tomó de la mano y me besó fugazmente en los labios. Abrí los ojos como platos, ya que no esperaba ese gesto... menos delante de todos los presentes. Mis mejillas se pusieron casi del color de mis cabellos y carraspeé cuando el imperial se apartó de mí. Desvié la mirada y salí, abochornada, de la posada.