Partida Rol por web

Al saltar de la pared levanto mi bastón por lo alto, y los desciendo con fuerza sobre la cabeza de la primera de las criaturas, apoyandome en el golpe y levantando mi cuerpo. Elevo mi cuerpo, giro como un mono en el aire y con una amplio giro de bastón descargo un segundo golpe en el hocico de la segunda criatura.

Como Lee no le da tiempo a contestarle, se ve en la obligación de rescatar a la gente que no ha podido huir... prepara su bastón para cualquier inconveniente que pueda aparecer y se acerca a las personas que aun pueden huir por su propio pie... las heridas por quemadura se podrían tratar luego cuando todo eso pase.

-Aprovechen ahora que mi compañero los distrae! Por aquí!

Les indica el camino de salida que se ve libre de obstáculos.

Las personas apiñadas en el centro de la placita apenas podían dar crédito a lo que veían. ¡Un monje vestido a la manera china había saltado sobre una de esas bestias! Titubearon un momento, pero después se levantaron a toda prisa y corrieron hacia los árboles de los que habían venido Akari y Lee, gritando de terror.

Los seres sisearon de sorpresa y rabia. El que Lee había golpeado parecía algo aturdido, pero dos de ellos se encararon a Akari, y un cuarto corrió a perseguir a los lugareños, con pasos desgarbados y grotescos. Los que amenazaban a Akari rugieron, y la onmyoji pudo ver que su garganta se iluminaba y despedía un calor casi insoportable.

-Lee!! El otro!!!

Lee es más rápido que ella y seguramente conseguirá adelantarse a ese ser escupefuego... y a parte de proteger a las personas, también protegerá al bosque de ser incinerado hasta las raíces. Encara a los dos que se atreven a enfrentarse a ella. 

Del bolsillo interior de su quimono saca un papel alargado, el que utilizaría para sellar cualquier lugar maldito.

-Dios del Agua, préstame tu fuerza!! - Lo lanza contra las criaturas esas y se queda tieso junto a ellas.

Seguramente ese ataque las debilitará.

Me apoyo rápidamente en el cuerpo del primero de los monstruos y arrojo con fuerza mi bastón hacía la criatura que persigue a los pueblerinos; veo como alcanza al monstruo mientras mi cuerpo cae sobre el aturdido. Giro en el aire para intentar golpear a la criatura, más mi cuerpo falla y termino en tierra.

Cuando Juzoh llegó al pueblo, se encontró con un espectáculo dantesco.

Su hermana y el monje peleaban en medio de las llamas con unos enormes monstruos de fuego. Como su padre había enseñado a la muchacha, eran Goukagamis, espíritus de fuego infernal que se deleitaban con la destrucción y el sufrimiento humano. Según las leyendas, hacía milenios que no se veía ninguno en el mundo de los vivos. Lo que estaba ocurriendo aquella noche debía ser mucho más grave de lo que parecía. Lee se encaraba y pateaba ya a uno de ellos, mientras que Akari se enfrentaba a dos invocando al Dios del Agua para que la ayudase.

Los golpes de Lee habían hecho retroceder a la bestia, pero en cuanto se recompuso miró al monje con furia asesina en sus ojos enloquecidos. Retrocedió un par de pasos y abrió mucho la enorme boca, que se iluminó con un resplandor. El monstruo estaba a punto de lanzar una llamarada o algo peor... Lee tendría que actuar rápido.

Por su parte, Akari se enfrentaba a dos de esas cosas, con la esperanza de que su invocación surtiera efecto. Los dos seres se detuvieron cuando la escucharon exclamar aquellas palabras, como si dudaran, pero después volvieron a rugir y a reír descontroladamente, aproximándose con sus movimientos bamboleantes.

En ese momento, el bastón de onmyoji de Akari brilló con una luz azulada. Pequeñas gotitas etéreas brotaban de él como una cascada y se desvanecían antes de tocar el suelo. El Dios del Agua había oído su súplica, ahora quizá sería más efectivo contra aquellos dos seres.

Por un momento, parece que no ha surtido efecto su invocación al dios del agua, pero tras unos instantes parece que su bastón comienza a humedecerse con las gotas del dios.

Sonríe mirando a esas criaturas infernales. Se lanza a por las dos y salta para golpear con el baston a una de ellas en la cabeza y mientras cae al suelo para golpear al otro ser en el corazón, con uno de los extremos del bastón.

El bastonazo en la cabeza parece hacer mella al engendro, que se echa las manos al cráneo dolorido y se aparta aullando. El otro ser se queda sorprendido del poder del bastón de Akari, mientras la chica se revuelve para atacarle.

Los dragones en mi antebrazo arden al rojo vivo por las llamas del Ashura.  Se que va atacarme, que va calcinarme. Tengo que cerrarle la boca de alguna forma. Entonces, recuerdo aquel extraño golpe que me enseño un extranjero durante un combate.

Concentro toda la potencia de mis piernas y salto hacia la barbilla de monstruo con un giro,  mientras  estiro mi puño con fuerza mientras grito el nombre de la extraña técnica ¡Shouryuu-ken!. Mi puño se prende en llamas y dibuja una estela al levantar la barbilla y el cráneo de la criatura con mi golpe.

Caigo hacia la tierra y ejecuto un giro para cobrar fuerza. Mi objetivo, el vientre del monstruo. Pateo con fuerza, aplastando su vientre mientra caigo como una flecha celeste que golpea rápida y repetidamente.

De repente, mientras Akari lucha con ambos engendros, imbuída con el poder de los dioses, un aullido lejano retumba en el escenario, un aullido familiar para la sacerdotisa. Con un estruendo y un temblor, su hermano mayor cae del cielo balanceando su formidable garrote contra uno de los Goukagamis.

- Kongo Rakan Explosive Attack!! - grita con todas sus fuerzas, para luego girarse a Akari, sudoroso por la carrera - ¡Tranquila hermanita, he venido a ayudarte!

La lucha continuó durante un buen rato, mientras Lee, Juzoh y Akari daban todo de sí mismos para defenderse de aquellas criaturas infernales.

El golpe de Lee no surtió demasiado efecto, ya que estaba basado en el fuego y aquello no parecía preocupar a los Goukagamis. Después de todo eran de fuego también. Los ataques de Akari con su bastón imbuido de poder acuático eran más dañinos, y sus dos oponentes retrocedían alarmados, sin atreverse a atacarla a ella.

Su hermano Juzoh había llegado justo a tiempo, y el ataque con su porra fue demoledor. El Goukagami cayó redondo al suelo, y sus llamas perdieron intensidad, quedándose el espíritu como una especie de brasa de superficie craquelada en la que brillaba el fuego del infierno.

Cuando vio aquello, uno de los monstruos que se encaraban a Akari rugió con rabia y emitió un brillo cegador. Sus compañeros lo imitaron y en un momento, todos desaparecieron, salvo el que Juzoh había dejado inconsciente. La aldea seguía ardiendo sin remedio, pero al menos aquellos engendros habían sido vencidos.

-Muy interesantes movimientos joven sacerdotisa, y joven guerrero. Tal vez... deberiamos separarnos para investigar este pueblo, y ver si la gente se encuentra bien.

Juzoh tocó con el extremo de su divina porra el cuerpo aún humeante del Goukagami con gesto ceñudo. No habían sido rivales para sus habilidades, pero la devastación que habían provocado le preocupaba. ¿Qué habría sido de aquella zona si ellos no intervenían? Dedicando una mirada significativa a Lee, respondió.

- No creo que debamos separarnos. Al menos no voy a separarme de Akari - dijo, apoyando su arma contra el suelo - Pero debemos avisar a los viajeros. No me quedo tranquilo sabiendo que hay criaturas como estás sueltas por ahí.

-Puedo quedarme con tu hermana si gustas.

Respira agitada tras la lucha. Esos enemigos eran difíciles, pero los ha mantenido a ralla y les ha cantado las cuarenta gracias a su poder y a la ayuda del Dios de Agua.

-Habría que investigar la aldea y hablar con los viajeros... no sabemos a donde ha ido el otro que ha escapado. Y hay que encontrar a los aldeanos.

La pregunta de Lee eran tan absurda que le había pillado completamente desprevenido.

- Ehr... esto... no, gracias - dijo, posando la manaza sobre el hombro (y parte de la espalda) de Akari - Si alguien se queda cuidando de Akari, seré yo. Sigamos juntos... monje. Será mejor no separarnos por si esas criaturas vuelven a atacar.

-Pues bien que me has dejado venir sola a comprobar el fuego.

Cruza los brazos refunfuñando. Si es que se ve que para lo que le interesa si que la deja sola... como limpiar el templo, mirar que ha causado un enorme fuego en una aldea... y esas cosas.

- Pe-pe-pe-pero Akari... - dijo, gimoteando Juzoh cuando su hermana rompió su pose de hermano mayor responsable - ¡Había que cuidar a esa gente!

Luego se agachó hacia su hermana, susurrándole al oído, aunque no controló su voz y Lee pudo oírle.

- Además, nuestros asuntos los resolvemos en privado... este extranjero aún no me da buena espina...