Partida Rol por web

-Ya estáis aquí...

Midna gira la cabeza para mirarles y se pone en pie para acercarse.

-Temía que no pudieseis llegar... 

La princesa es una mujer alta y esbelta... más alta que cualquier otra mujer que ellos hayan conocido, incluso algo más alta que Kururu.

-Soy Midna, princesa del Crepúsculo... y lo que habéis venido a buscar está a buen recaudo.

Cuando la princesa se puso en pie y pudieron contemplarla en toda su magnificencia Kururu quedó sorprendido no soolo por su belleza, sino también por su gran tamaño. En la aldea era uno de los más grandes hylian, lo que se veía enfatizado por su delgadez. Pero junto a ella empequeñecía. Solo en la aldea el gigantesco herrero lo superaba en altura y aún así creía que ella lo superaba.
El muchacho quedó petrificado, en silencio, sin saber qué decir. ¿Qué era aquello que buscaban?
Habían dado tantas vueltas que ya ni siquiera recordaba por qué habían entrado allí.

No pude evitar sentirme tremendamente pequeña ante la mirada y el increíble porte de la Princesa. Su altura y su deslumbrante belleza me dejaron obnuvilada durante un momento, aunque no por ello dejase de prestar atención a sus palabras.

Al mencionar "lo que habíamos ido a buscar" una sonrisa apareció en mi rostro. No estaba del todo segura de que realmente tuviera en su poder una de esas 3 llaves que abren la Puerta de los Cielos, que creo recordar era lo que la Princesa Zelda nos había encomendado encontrar, pero me adelanto unos pasos hacia Midna para hablar ante el silencio del resto:
- Es un placer conoceros, Midna. Mi nombre es Falare y pertenezco a la raza de los kokiri. Me alegra saber que aquello que debemos encontrar está a buen recaudo a pesar de las trabas que se nos han puesto por el camino para llegar hasta aquí.

Yard suspiró en aquél momento de calma. El respeto que imponía la Princesa del Crepúsculo era grande, pero no pudo evitar alegrarse ante una buena noticia. Al menos el camino hasta allí había merecido la pena.

- ¿A dónde deberemos dirigirnos una vez que tengamos en nuestras manos ese precioso objeto? -preguntó, consciente de que aún les quedaba por delante mucho camino que recorrer.

Luego guardó silencio. La Princesa sin duda tendría mucho que decirles.

-Debéis volver a Hyrule. Debéis seguir las instrucciones de Zelda para conseguir vuestro objetivo.

Sonríe enigmáticamente mientras se aleja un poco de ellos y coloca las manos sobre su corazón. Cierra los ojos y la habitación parece oscurecerse pero no es más que una ilusión óptica pues la luz es la misma, salvo que del pecho de la princesa surge una pequeña luz que atrae sus miradas.

Tras varios segundos, Midna abre los ojos y muestra a los que le acompañan una pequeña llave. Se acerca a ellos.

-Las diosas no te han premiado como a los demás, pero bien seguro que eres de confianza... por eso te entrego esta llave... protégela con tu vida.

Le entrega la pequeña llave a Kururu.

-Ahora debéis marcharos... antes de que vengan y os encuentren... si cierran el portal, será el fin.

Resoplé sin darme cuenta al escuchar que debíamos regresar al Palacio de Hyrule, junto a Zelda. Solo de recordar el camino de ida que habíamos pasado, se me ponía la piel de gallina al pensar en cómo podría ser la vuelta.
- Espero que haya algún atajo... - comenté con tono cansado, pero sin querer interrumpir a la Princesa.

Después, atónita y muda observo cómo la llave que buscábamos aparece mágicamente en el pecho de Midna. La llave que debíamos salvaguardar. Por la cual habíamos hecho todo aquel viaje que había dejado atrás a Linnet, Eldar y Maron. Recordé sus rostros con pena, deseaba volver a verlos algún día, a todos sin excepción. Deseé que estuvieran bien, se hallasen donde se hallasen en ese momento.

Sonreí al ver cómo la llave le era entregada a Kururu. Seguro que al salir de allí se quejaría porque esperaba montones de rupias o algún arma legendaria y mágica, casi me estaba pareciendo oírle...

El joven Hylian pudo sentir como su corazón caía hasta los tobillos (efectivamente, una aurícula y un ventrículo para cada uno) cuando supo que habían de volver por donde habían llegado. Tan solo la sorpresa devolvió el color a su tez cenicienta. Con una mueca observó el espectáculo con que la princesa reveló la llave oculta. El muchacho respiró aliviado sabiendo que al menos no habían viajado hasta allí en vano.

Petrificado ante la presencia de la mujer, Kururu no supo articular palabra acertando solo a extender las manos cuando le fue entregado el obsequio.
La llave no parecía realmente especial. Era pequeña y sencilla. Solo le hubiera faltado estar echa de madera.Mientras la estudiaba su mente vibró con la fugaz idea sobre las posibilidades que tendría aquella cosa en el mercado.

Yard se sintió igualmente desanimado al oír que tendrían que regresar atravesando el camino que ya habían recorrido. Era largo y lleno de peligros. Al menos, habían encontrado lo que iban a buscar...

- Bueno, si no hay más remedio, será mejor ponerse en camino -dijo-. A no ser que exista un medio más rápido de volver...

Aunque por lo último que había dicho la Princesa, aquello era más que dudoso.

Sonríe ante las cara de los jóvenes que temen volver por el mismo camino por el cual han llegado a ese lugar, pero no es algo por lo que deban temer.

-El camino para regresar será más fácil, pero debéis daros prisa. Kaon os guiará y os ocultará cuando salgáis al exterior hasta que lleguéis al espejo. Tras eso, nunca más podréis regresar pues con el poder que pueda reunir, sellaré este mundo para que la oscuridad que se ha instaurado, no regrese a vuestro mundo.

Se aleja de ellos mientras les mira con una sonrisa enigmática. Con un elegante gesto de la mano, les indica que continúen su camino hacia su mundo de origen.

-Al guardiana del espejo os mantendrá protegidos hasta que abandonéis sus dominios... tras eso, la oscuridad os perseguirá. No dejéis escapar la llave o todos estaremos perdidos.

Kaon vuelve a separar el tapiz que cubre la entrada.

-Suerte.

Miré, entre inquieta y apenada, a la Princesa mientras se despedía amablemente de nosotros, respondiendo a su manera a nuestras dudas. Mi mirada se posó en la llave que ahora Kururu portaba y miraba con curiosidad.

Tantos peligros por algo tan pequeño...

- No nos demoremos más entonces. Os deseo suerte en lo que estará por venir, Princesa. Y ojaá que podamos volver a vernos en mejores momentos. - comenté, mirando sus profundos ojos llameantes.
Dicho esto, dí la espalda a la ventana de la habitación decidida a internarme de nuevo en los laberínticos pasillos en pos de nuestra vuelta a Hyrule.

Vaya, otra buena noticia. Dudaba mucho que aquello se convirtiera en una costumbre. Kururu permaneció en silencio, mirando fijamente la pequeña llave que sostenía entre sus manos.

Cuando se pusieron en marcha fue el último en retirarse de la estancia, mirando inexpresivo a la dama que se sacrificaba a sí misma y a su mundo para evitar que la oscuridad infectase otros... Tras unos instantes se dio la vuelta sin mediar palabra y se marchó.

Mientras caminaba a la retaguardia del grupo no dejaba de meditar si la mujer sabía lo que hacía cuando le entregó algo supuestamente tan importante. No sabía como reaccionaría cuando se encontrasen frente al enemigo pero nunca había destacado por su valentía y arrojo.

Yard se fijó en que Kururu parecía atribulado debido a la responsabilidad que se había dejado sobre él. La Princesa sin duda sabía lo que hacía... pero algo así parecía haber sorpendido incluso al propio interesado.

- Parece que hay alguien que confía mucho en tí, ¿eh, Kururu?

Sonreía al decirlo, y le alegraba que todos tuvieran ahora un propósito. Tal vez les quedaba aún mucho camino por recorrer, pero al menos iban avanzando y superando los escollos. Ahora debían encontrar de nuevo a Kaon para poder seguir adelante.

Kururu miró a Yard con una mueca tensa que trataba de parecerse a una de sus mordaces sonrisas... pero a duras penas lo conseguía. Ni siquiera pudo soltar una de sus insidiosas risillas y eso que ya llevaba mucho sin hacerlo, creía que iba a explotar en cualquier momento...
Su mente en esos instantes estaba abstraída.  
 

Volver a la entrada del Reino de Crepúsculo es mucho más fácil que el haber llegado ante la princesa para recibir esa llave, que les llevaría al mundo de las Diosas para vencer al mal que atenta contra la vida de cientos de personas que habitan el Reino de Hyrule y el Reino del Crepúsculo.

Kaon sigue protegiéndolos hasta que la luz del espejo les rodea y se abre el portal de vuelta al lugar al que pertenecen. Kaon se despide de ellos con la mano y hasta pueden imaginar que tras la máscara les está sonriendo y dándoles fuerzas para que continúen a pesar de las adversidades.

Un momento después, el reino entre sombras y la luz del ocaso desparece, para mostrarles el blanco inmaculado de la nieve del patio de la mansión de Aura. No hay nadie para recibirles, pero no parece que haya ningún peligro... quizá Aura no sepa que iban a volver.

Sonrío a Kaon mientras nos despide con un gesto de la mano. Sigo sin verle el rostro pero quiero creer que nos sonríe él también tras esa oscuridad que se lo oculta, que nos sonríe porque está poniendo en nosotros toda su esperanza, al igual que la Princesa del Crepúsculo.

Cuando traspasamos el espejo tengo que taparme los ojos. El repentino haz de luz me hace daño hasta que logro acostumbrarme a la luminosidad del mundo de Hyrule.
Nos encontramos en el patio de Aura, con la nieve casi en los tobillos, pero no hay ninguna muestra de que la dama esté cerca. Ando un poco por el patio mirando aquí y allá, antes de volver junto a mis compañeros:
- ¿Buscamos a Aura o creéis que no hace falta avisarla de que hemos regresado?

A pesar de la nieve, el corazón de Yard se alegró cuando se encontraron de vuelta en Hyrule. Algo dentro de él se encontraba en casa, y fue un cambio agradable.

- Yo la avisaría -dijo, respondiendo a Falare-. No tenemos tanta prisa como para no poder hacerlo y sería lo mínimo...

Ya habría tiempo después de ponerse en marcha con el resto de sus cometidos, pero de entrada lo mejor sería tomarse unos minutos para pensar. Se aseguró de que aún llevaba el regalo de la Princesa del Crepúsculo (no le habría gustado perderlo al atravesar el espejo), y observó la imponente mansión.

Al fin en "casa". No es que esa sea su casa, pero si que es su mundo... aunque hace bastante frío... la nieve no debe de ser lo suyo.

-Lo mejor será avisarla... al fin y al cabo es su casa, ¿no?

Sonríe mientras se coge del brazo de Kururu para tirar de él. Parece que toda esa aventura le ha afectado y ya no es el mismo... quizá la responsabilidad de portar una de las llaves que abre las puertas del reino divino sea demasiado grande para él, pero confía en el criterio de la Princesa.

-¿Estás bien? - le susurra, inclinándose un poco hacia delante para mirarle.

Asiento ante las respuestas de mis compañeros y comienzo a andar en dirección a la casa.
Una vez cerca de la puerta llamo a nuestra anfitriona esperando no perturbar su descanso o algo similar.
- ¡¡Aura!! ¡Aura! ¡Ya hemos vuelto! - grito antes de dar un par de toques a la puerta mientras observo los ventanales cercanos en busca de algún indicio de que la dama se encuentra allí y bien.