Partida Rol por web

Hieronymous, Dalia y su escuadrón llevaban tiempo acampados a las afueras de los suburbios. Era responsabilidad del grupo de Atlas patrullar los suburbios por el interior para comprobar cualquier actividad sospechosa, mientras que Will y su grupo se encargaban de vigilar el cargamento lejos de las miradas indiscretas de la gente de allí (Dalia y los demás ya estaban completamente armados y con provisiones de sobra). Debido al tiempo que llevaban en esa situación, el grupo de Leonard se cansó y se dedicó a patrullar los alrededores de la supuesta entrada a la base. 

Las indicaciones habían sido claras por parte del informador que les esperaba en los suburbios. Les dio unas coordenadas y ellos fueron a parar a un lugar donde la única estructura que había era un túnel corto sin salida que se adentraba dentro de una duna. Estaba claro que aquello no era un simple túnel, seguramente hubiera una entrada oculta, pero debido al trato que habían hecho con el informador de los suburbios tenían que esperar a que un grupo de gente saliera de allí para atacar el lugar. La descripción del grupo era sencilla, aunque a algunos soldados les costaba de creer aquello por lo excéntrico que sonaba, pero tenían que esperar a que un chico con tupé montado en moto y tres niños salieran del lugar antes de atacar. 

El calor era sofocante a pesar de que a veces les diera de lleno la sombra de la ciudad monstruosa. El silencio y la incertidumbre no era algo con lo que poder pasar el rato. 

Dalia había estado ayudando a montar el campamento y había tomado parte en las guardias. En un par de ocasiones se puso ropa de paisano y se adentró en los suburbios, aprovechando para hacer algo de reconocimiento y acostumbrarse al lugar, pero la vaguedad de la hora y fecha del encuentro la obligaban a quedarse en el campamento la mayor parte del tiempo. Ahora que ya se habían asentado y no tenía nada en lo que ayudar, Dalia decidió hacerle una visita a Fred Gomez. Lo había estado aplazando porque no sabía cómo excusar su incompetencia, que había causa la perdida de la oreja de Fred, pero tenía que hacerlo ya o no se sentiría bien consigo misma.

Dalia esperó a que el médico militar saliera de la tienda en la cual estaba Fred y se deslizó al interior. En la tienda parecía hacer más calor que en el exterior, pues no corría ni una ligera brisa, pero al menos la luz solar no te caía directamente encima. Dalia vió a Gomez justo al entrar y le saludó con una mano mientras le dijo:

- Hey, ¿cómo estás? He oído que te estabas recuperando - después de escuchar la respuesta de Fred, Dalia se queda sentada sin saber qué decir por un momento, así que rompe el silencio diciendo lo que había venido a decir -. Escucha... de veras, siento mucho lo de... - le señaló vagamente a la cabeza -

Fred pareció algo más animado tras recibir la visita de Dalia. No tenía buen estado corporal dado que había comido poco, pero lo de la oreja que no parecía algo que fuese a hundirle por completo. De hecho acepto un par de bromas de Dalia sobre el tema e incluso hizo él alguna del estilo "Me siento mejor, aunque solo por una oreja". De vez en cuando aparecía un silencio incómodo en la conversación y al final Dalia optó por salir de allí y rezar por que el día que tuvieran que salir de aquel infierno de arena llegara rápido. 

Durante su viaje a los suburbios Dalia pudo ver más o menos una idea general de la gente que vivía allí. La primera idea que se le podía pasar a uno por la cabeza era el caos que presentaba aquel lugar. De vez en cuando había zonas definidas como el mercado, o los territorios de las bandas, pero mayormente allí construían las cosas donde más les hacía falta. Otro detalle importante era la pobreza, quizás los efectos de la guerra hubiera provocado pobreza en Coenn, pero los suburbios no gozaban de ningún beneficio extra por estar debajo de Cele e incluso parecían mucho más pobres. Otro detalle que se le pasó por la cabeza a Dalia, y este de verás le sorprendió, fue la escasez de carteristas. No era raro ver en zonas pobres a niños o jovenes escondidos en sus callejones con el objetivo de robar un par de carteras, pero en aquel lugar, salvó alguno que iba acompañado por sus padres, no había niños. Finalmente en su paseo, Dalia pudo ver uno de los muros que rodeaban el acceso por tierra a Cele y su foso de agua. Y encima de aquel gran muro había uno de esos robots diabólicos que había visto ya en documentos o fotografías sobre la guerra. Tenía el tamaño de seis hombres, y su mirada solo expresaba frialdad y el terror en el corazón de la mayoría de los soldados. 

Fue una semana después de haber acampado en aquel cuando por fin vieron a su objetivo. Ya habían visto a otros entrar y salir de vez en cuando, entre ellos, el más asiduo era un hombre flacucho con gafas y con un traje bastante distinguido. De forma casi sistemática entraba por la mañana y se iba antes del anochecer. Pero por fin vieron al salir al grupo que encajaba con la descripción de su informador, un joven con un gran tupé y ropa de calle. Una chica con trenzas y gafas y dos niños pequeños. Todos se subieron a la moto del joven del tupé y cuando estuvieron lo suficiente lejos Hieronymous se levantó y sentenció:

- Comenzaremos la incursión cuando regrese el grupo de Leonard.

Leonard y su grupo no tardaron en volver y Hieronymous volvió a hablar. Hizo un pequeño resumen sobre lo que tenían planeado. Fuera cual fuera el mecanismo de entrada de aquel túnel, no sería algo que pudiera resistir una de las bombas importadas ilegalmente de Sweet Lust. Dalia y su equipo bajarían primero, Hieronymous detrás y Leonard y su escuadrón se quedarían a la retaguardia. Hieroymous acabó diciendo: 

- Recordad, procurad el mínimo número de víctimas mortales, queremos información y rehenes, no una matanza. - Miró hacía la entrada del túnel, dándole la espalda a todos. - En marcha. 

Rápidamente Hieronymous, Dalia y su grupo se adentraron en el túnel y solo uno de los soldados se acercó hasta la pared del fondo. Llevaba unas gafas preparadas para detectar cualquier tipo de trampa. Al comprobar que no había ninguna colocó los explosivos en la pared y salió corriendo. La pared y parte del techo del túnel se derrumbaron y el hueco dejó a la vista un profundo agujero del que no se veía fondo alguno. Si se agudizaba el oído se podía sentir el eco de algunas voces en el fondo. 

Notó que Gregory mucho no le creía, pero bueno, tampoco le importa tanto levantar o no sospechas. Es solo cuestión de tiempo hasta que la verdad salga a la luz.

De camino hacia la salida, Richard tenía colgada su mochila, avanzando con tranquilidad... Está relajado, pensando y calculando algunos planes y proyectos que debería comenzar. Iba a ir a su despacho a revisar que no haya faltado nada por recoger... Y entonces escuchó una explosión. No es que se sobresalte demasiado (sus sentidos no funcionan exactamente igual que los de un humano), pero sí se sorprende y levanta la mirada.

Analiza la dirección del sonido y la gravedad del daño estructural en base a los escombros que caen y la fuerza del sonido. Determina el tipo de explosivo utilizado mientras abre un poco su chaqueta y mete una mano dentro... Sería ilógico asumir que el bando que intenta entrar por la fuerza no lo consideraría a él como un enemigo más, así que sus unicas opciones son escapar y abandonar a todos a su suerte, o quedarse y protegerlos como puede. Saca su pistola de dentro, un arma de aspecto avanzado, desarrollado por manos expertas; da la señal a los demás que está de su lado, posicionandose tras cobertura y apuntando hacia la puerta con ella, sus ojos calculando las distancias y analizando posibles objetivos y entradas.

Mentaliza el disparar a manos o armas de quienes entren, piernas en caso de estos últimos ser objetivos pequeños y en gran movimiento: No quiere matar a nadie.

-Debora: Proteja a los indefensos. Ayudaré cuanto pueda aquí.-, responde a la mujer que le habló.

Dalia agarró una cuerda y la ató para poder deslizarse por el hueco en el suelo del túnel. Después se colgó otra cuerda al hombro y se colocó el rifle de asalto a la espalda. Llevaba una pistola en un arnés cinturón y el cuchillo en la parte exterior del pantalón.

- Vosotros - señaló a 4 soldados -, cargad un trozo de cuerda cada uno. Bajamos. Aseguramos la entrada e inmovilizamos a los que podamos. Tratad de ser sigilosos, no disparéis si podéis evitarlo.

Agarró la cuerda y, dirigiéndose a los 4 soldados que la acompañaban, les dijo:

- Cuando notéis un tirón en la cuerda, cerrad bien fuerte los ojos y tapaos los oídos. - ahora se dirigió al resto del grupo - Que nadie más baje hasta que veáis el flash. Si bajamos todos de golpe haremos mucho ruido.

Y saltó por el agujero.

Dalia fue deslizándose silenciosamente por la cuerda y, en cuanto vió que estaba cerca del suelo. Se agarró fuerte con las manos y se giró para ponerse boca abajo. Entonces asomó la cabeza para echar un vistazo a la sala, pues no veía ninguna luz en ella y el ruido de las voces aún estaba lejos.

Al comprobar que no había nadie, se descolgó hasta tocar el suelo y se apretó contra la pared, al lado de la puerta. Señaló a los soldados que se pegaran a la pared, a ambos lados de la puerta. Dalia podía escuchar unas voces y pasos que se alejaban. Entre las voces, la voz de una mujer se distinguía más alta que las demás y parecía dar órdenes. Dalia preparó una granada cegadora y, ayudándose de la oscuridad para no ser detectada, se asomó por la puerta rápidamente para ver la sala contígua.

En el rápido vistazo sólo pudo ver una gran sala con un montón de cajas. Al fondo, las paredes parecían tener puertas metálicas. Las voces se escuchaban hacia la derecha de la sala.

Dalia echó un rápido vistazo en la sala contigua a la que estaba. Era mucho más grande y estaba mejor iluminada, seguramente por focos. La sala estaba llena de cajas viejas y polvorientas y puertas cerradas sin luz en el interior. Había pilares en puntos estratégicos aguantando el techo y una pasarela mecánica que conducía a otra hilera de habitaciones superiores. A la pasarela se podía subir por unas escaleras situadas en un extremo de la sala. La sala estaba en silencio pero Dalia pudo sentir el sonido de voces en el extremo derecho de sala, donde había otra puerta. La voces se fueron atenuando con el tiempo junto con pasos que se alejaban. Había una voz de mujer que hablaba más fuerte que parecía estar dando ordenes y Dalia pudo escuchar incluso la voz de un niño o el llanto apagado de un bebe. Cuando Dalia se puso a cubierto en la pared solo quedó el silencio en el lugar, perturbado por el sonido de sus compañeros bajando por la cuerda lentamente. 

El caos se fue atenuando, Debora se llevó a la gente hasta otra sala inferior para ponerlos a salvó. Richard se ocultó entre un montón de cajas y pudo ver a Thale hacer lo mismo. Theo estaba con el rifle preparado en la barandilla de metal semioculto tras una columna de la sala. A Gregory no lo veía por ninguna parte. 

Paso un tiempo sin que se pudiera escuchar ninguno sonido salvó el viento y el débil susurro de unas voces. De pronto se escuchó a alguien pisar el suelo en la sala que servía de entrada. 

Richard asume que las intenciones son hostiles, pero aún así configura la Pistola Eléctrica para que la descarga no sea letal para un humano común. Calcula distancias y comienza a prepararse: Está listo para disparar y paralizar a quien está entrando, pero solo lo hará si ve que la figura porta algún tipo de arma. Siente que los humanos que se encuentran aquí son su responsabilidad, y por lo tanto está decidido a asistirles, cueste lo que cueste.

Dalia esperó a que el resto de su equipo bajara y se situara a lado y lado de la puerta, y entonces quitó el seguro de la granada y la lanzó a la sala grande. Entonces cerró los ojos fuertemente y se tapó los oídos. La granada robotó en el suelo y detonó un segundo después del impacto, produciendo un fogonazo de luz cegador y un ruido increíblemente fuerte. Después de esto, Dalia entró a la sala con el rifle en alto, preparándose para disparar si veía a alguien armado.

Tras la explosión de la granada se escuchó un grito que procedía de la barandilla de metal, un hombre dijo: 

- ¡Hijos de puta! ¡Mis ojos! - (Richard puede saber que se trata de Theo)

Se escuchó como se arrastraba por la pasarela, aunque aún así era complicado verlo estando detrás de una columna. Dalia no percibió ningún movimiento más en la sala por el momento. Otros cuatro soldados comenzaron a entrar en la sala al poco tiempo cargados con cuerdas y con un arma cada uno. 

El claramente perceptible sonido de pasos, la distracción de una voz gritar: Es el momento adecuado, el único que tendrá. Se asoma por el borde de su escondite, arma siendo sostenida por una mano y tan solo revelando el perfil de su rostro para poder ver y el brazo para poder apuntar. En cuanto ve a una figura no duda en abrir fuego, su tiempo de reacción siendo muy elevado, casi como si hubiese sabido desde un comienzo la posición de su objetivo.

Vuela una descarga luminosa.

Dalia vió al hombre que le disparó y se tiró rodando a un lado. Se levantó ayudándose de la propia inercia del movimiento y, mientras corría a ocultarse detrás de una columna, pudo ver a un francotirador en una pasarela de metal y a un hombre con una pistola detrás de una columna. Señaló al resto de soldados el francotirador y el pistolero, se preparó para disparar al tirador que parecía no haber sido afectado por la explosión y, aún con su posición en la cabeza, asomó la cabeza y el arma para dispararle un par de ráfagas de tres balas.

Sus ojos se fijan en la mujer, observando el arma y reconociendo la dirección y trayectoria posible del ataque. No pierde el tiempo: No puede moverse más rápido que una bala, pero sí puede alejarse antes de que dispare para incrementar las chances de que falle.

Está consciente de la presencia de otros cuatro soldados armados, y sabe que el haber fallado el ataque sorpresa pone todo en su contra... Ha de encontrar un mejor punto defensivo. Apunta con la mano libre hacia una columna cercana, disparando lo que parece una cuerda con algo en la punta, lo cual se encastra al objeto. Utiliza el aparato para cobrar impulso y moverse un poco más rápido, intentando evadir cuantos disparos pueda y comenzar su carrera hacia un lugar más seguro.

Richard corre por la sala en dirección a las escaleras con el gancho en la columna, pero Dalia no lo pierde de vista en ningún momento y dos de sus disparos aciertan de lleno a Richard en el hombro. Este se tambalea y parece que va a caer a un lado pero logra sujetarse a si mismo gracias al gancho que ha lanzado contra la columna. En ese momento Dalia se da cuenta de que Richard no esta sangrando por sus heridas. Richard se queda medio colgando y dos soldados ya le están apuntando más de cerca. 

En otro punto de la sala los otros dos soldados parece que han sido atacados por una especie de vagabundo (O al menos lo parece por el aspecto que tiene). Había conseguido herir a uno de los soldados en la pierna con un cuchillo y había empujado al otro hacía un lado contra la pared. En esos momentos estaban mirando a Dalia, desafiante y comenzaba a describir un circulo al alrededor. Dijo algo en un idioma que Dalia no entendió.

Gregory ya no estaba a la vista y Theo se estaba arrastrando por la pasarela hacía una de las puertas. 

(Richard sabe que se trata de Thale. Va vestido con ropa que parecen pieles de animales cazados, tiene el pelo largo como si se tratara de una melena de león y barba desaliñada. Parece bastante joven pero tiene una constitución muy fuerte) 

-Kjjk...!-, es más o menos el sonido que sale de sus labios cuando es impactado por las balas. Por poco cae al suelo, pero el tiempo e impulso que le hizo perder el ser disparado permitió que los soldados le estén alcanzando. Intenta moverse alrededor de la columna, para usarla de protección de momento, por si deciden abrir fuego los soldados.

-¿¡Que significa esto!?-, bramaría él desde el otro lado si es que llega. Es un poco tarde para presentaciones, saludos y pedir motivaciones, realmente está bastante claro que sean quienes sean sus oponentes se tratan de personas con intenciones hostiles, y también que los habitantes de esa base no están dispuestos a caer sin una pelea.

Dalia grita órdenes mientras vuelve a ponerse tras la columna, encarando al vagabundo con cuchillo.

- Encargáos de ese. - grita señalando al tirador al que acababa de dar -

Dalia toma una posición defensiva, preparándose para saltar a un lado o cubrirse con su arma si el tipo del cuchillo saltaba sobre ella, mientras lo apunta con el rifle. Antes de darle mucho tiempo para pensárseo, dispara una ráfaga hacia el vagabundo.

Richard consigue ponerse a cubierto pero los soldados que le persiguen no tardan en darle caza hasta detrás de la columna y una grita:

- ¡Quieto o disparo! 

Mientras tanto Theo ha conseguido ponerse a cubierto por completo y se ha encerrado en un cuarto por el momento. De Gregory aún no se sabe nada. 

Dalia dispara al vagabundo pero este es mucho más rápido de lo que parecía y consigue hacer una finta y situarse muy cerca de Dalia. Se lanza hacía ella con el cuchillo en la mano. Paralelamente el soldado al que había apuñalado estaba en el suelo retorciéndose de dolor, el que había lanzado contra la pared estaba posicionándose con su arma lo más rápido que puede. 

Dalia puede escuchar ya a lo lejos a otros soldados en la superficie. 

Dalia trata de echarse a un lado mientras, con su arma, intenta desviar el cuchillo del atacante para, después, golpear al vagabundo en la cabeza con la culata del arma.

Richard baja lentamente la pistola. Tuvo unos segundos sin que lo vieran, algo se tiene entre manos... Pero por ahora se mantiene quieto. Les hace caso, mirandoles a ambos alternativamente, uno y otro...

-... No poséo ningún instrumento letal...-, baja un poco la cabeza, parece que se da por rendido y baja la guardia. Cierra los ojos incluso, aparentando estar indefenso. Los guardias están cerca, pero... Él no tiene otra opción. Ha de defenderse como pueda, o sino no podrá ayudar a los demás. Necesita hacer tiempo para los niños... No puede defraudarlos. Toma aire, cargandose de valentía, y en un instante alza ambos brazos a los costados, tirando de un gatillo y presionando un botón en algo que sostenía en su otra mano. Una vara se extiende liberando un sonido electrificante a la vez que un resplandor lumínico ilumina la zona de detrás de la columna. Todo o nada... Pero lo hace por los demas, no debe defraudarlos.