Partida Rol por web

(Música)

Las balas, silenciosas, acribillan a la pareja de guardias, sin que puedan hacer más que gemir en el suelo antes de que les rematen con un golpe de culata. Como mucho, alguna de las balas ha alcanzado la persiana, pero con el ruido que tienen dentro, nadie se habrá dado cuenta.

Empiezan los preparativos: Cambios de armas, recarga de cargadores, mentalizarse para el momento.
Lázaro coge sus dos explosivos, unos paquetes especialmente preparados para hacer saltar por los aires esas persianas. El artificiero adviente: Uno de ellos va a dar una explosión más que considerable, así que el grupo tendrá que cubrirse tras la pick up. 
Tecnovirus y Katia hacen unos gestos asomando por la esquina: también están preparados. Pueden disparar a las cristaleras y entrar empujando las maderas que las tapian, o pueden acribillar la cerradura y entrar por la puerta.

Lázaro termina de preparar los explosivos, extiende el cable y todos se colocan tras la pick up: 

 Cinco, cuatro...

 Pétalo ya. Esa cabrona me debe una persiana. Y un taller.

 Pues cero.

BOOM-BOOM.

Dos explosiones simultáneas hacen volar las persianas, que saltan hacia alante y atrás, con un boquete de varios metros, y con algunas partes ardiendo. La pick up pierde los cristales y se le ennegrece un lado, moviéndose de lado, empujando al grupo, que por un instante teme que se vaya a volcar sobre ellos. El calor de la explosión y el ruido de las llamas y algunos cascotes no es más que el comienzo. El grupo se acerca a través del polvo y las persianas, para descubrir un taller bastante bien montado.

En la primera persiana, pueden ver unos bancos de trabajo alineados para ir desguazando coches. Desde el fondo a la entrada, hay un coche descapotable medio desguazado, otro azul en el que estaban trabajando dos tipos: Uno grande, enorme, con pelanas y barba, y otro son barba, nervudo y moreno. Ambos están aún tratando de imaginar lo que ha pasado.

A continuación, un gran coche de lujo azul oscuro que ha sufrido algunos daños, la furgoneta con la que roban las motos, y un coche tipo utilitario, naranja, que está ardiendo en este momento. Enmedio, tres grandes motos deportivas, una BMW roja, una Hayabusa blanca tuneada, y una moto Kawasaki del mismo modelo que la de Katia, pero en verde.

Por la otra persiana se adivina la parte 'moto' del taller, donde un puñado de motos están amontonadas, con una de ellas ardiendo. En el montón está la Ducati roja que había señalado el coche de Francisco durante la trampa. Dos tipos trabajaban en sendas motos, una tipo custom y otra BMW blanca, son un chaval con pintas de ser poco más que un tirillas, y uno con pintas de 'Ángel del Infierno', con la cabeza afeitada y las gafas de sol en la calva, que de algún modo ha conseguido que no se le caigan.

¡La poli!!! Grita el más joven, que desguazaba la BMW.
¡Una mierda la poli! Grita el Ángel del Infierno de las gafas, más veterano. La policía no entra haciendo explotar persianas.

Marc se movió rápidamente al lado derecho de lo que quedaba de la persiana derecha con el AK en ristre, encendió la luz estroboscópica y soltó una ráfaga muy bien apuntada contra el cretino de la cabeza rapada. Como de momento tenían el factor sorpresa, no se molestó en ponerse o mantenerse a cubierto, ya que eso también mermaría su capacidad de disparo.

Chúpate esa.

Los gritos del macarra se unen al alboroto general y el ratatá de los disparos.

Lazaro aun tiene la sonrisa en la boca, se mezcla la felicidad de hacer dos buenas bombas junto con las risas con Marc antes de la detonación, así si que da gusto ir al trabajo.

Asoma apenas la cabeza y prepara su armamento, apunta con sumo cuidado a los ladrones que se encuentran en el local, carga su fusil de asalto y  se concentra, pone toda su alma en ese momento y lanza una ráfaga de izquierda a derecha a la altura de la cabeza de sus enemigos intentando llevarse los que mas pueda por delante, si erra el tiro tiene sus compañeros que le dan cobertura pero si acierta con un solo disparo puede quitarse a uno de en medio. 

Xavier, acostumbrado a aprovechar en los tiroteos los segundos vitales en que el enemigo está sorprendido, corre velozmente separándose de Lázaro y Francisco. Pasa por delante de la primera persiana y, cubriéndose con la columna de cemento que la separa de la siguiente, decide disparar una ráfaga para inutilizar al que ya ha herido Marc y de paso alcanzar al cabeza rapada.

Una vez más, el policía comprueba con satisfacción como las horas pasadas en la galería de tiro se demuestran bien empleadas...

"¡¡Debemos entrar en las oficinas, al menos dos o tres de nosotros!! ¡¡Es el punto más elevado, y desde aquí somos blanco fácil!!" le grita a sus compañeros.

¡Entendido! ¡Yo despejo esta salita!

Francisco no quería dejar cabos sueltos, o una pequeña sala donde podría haber algún enemigo oculto, así que entró y se puso frente a la puerta de los vestuarios y disparó contra la cerradura. La posta de la escopeta destruyó la madera lo suficiente como para que con un empujón de Francisco, la puerta se abriese.

Lazaro se cubre con el hueco de la puerta, apunta al fondo encendiendo la luz de su MP9, apunta alto a la cabeza de los dos del fondo (recuadros azules) y dispara sin piedad, aprieta el gatillo con fuerza de izquierda a derecha,  mira después a Xabier esperando la orden tactica.

Los disparos empiezan a sonar en el taller principal.

- Como siempre, una entrada sutil - le comento a Tecnovirus en un susurro. - Teníamos que haber escogido un ariete en vez de un as de picas como símbolo del grupo.

Desde nuestra posición no podemos ver qué está ocurriendo, así que doy un golpe a uno de los cristales para despejar la línea de tiro al interior. - Encárgate de la puerta - le pido a mi compañero - mientras yo cubro la zona de la escalera. - Apunto con la pistola a ese lateral, esperando que alguien aparezca por allí para apretar el gatillo.

- Marc, aseguraos de inutilizar la moto de Gaga.* - A pesar de los cables, es preferible que no pueda salir del taller.

Lazaro apunta a los dos del fondo, ambos individuos están junto al coche azul, alimenta su arma, pone el seguro en modo automático y lanza una ráfaga apuntando a sus cabezas, Lazaro se cubre con los restos de la persiana para tener un mínimo de cobertura, aun así tiene buena visión para poder acertar en sus objetivos.

Paz, amor y armas de repetición!

-¡Dios, cómo me duelen los oídos! Ese mamón de Lázaro se ha pasado con la potencia de los petardos. Por poco tenemos que rascar a Gaga de la cara de la luna... Y nosotros no somos tortitas de milagro.

Pero al menos la pirotecnia ha hecho su efecto, y contamos con el factor sorpresa. Mis compañeros llenan de balas el taller, pero entre el tiroteo oigo la voz de mi compañero Xavier. Tiene razón: Debemos tomar posiciones. Sus refuerzos pueden llegar en cualquier momento, y quedarse como un a piña de groupies en un concierto es llamar a la muerte por su nombre y apellidos.

De paso, mientras corro a cubierto, le dejo caer una ráfaga al tipejo que está al lado del cabeza rapada.

Con el comienzo del tiroteo, ráfagas y ráfagas por aquí y por allá, el efecto sorpresa termina de perderse, si es que alguien aún daba crédito a la posibilidad que las explosiones fuesen cosa del taller, y no de explosivos.

Javier pega un tiro a la cerradura y al entrar encuentra que el espacio que originalmente era para mostrario y exposición ha sido convertido en una especie de espacio donde almacenar piezas,¹ y en unas estanterías metálicas tienen bien ordenados materiales en cajas o en montones, con etiquetas y todo. En el pequeño almacén, un tipo grande, de entre metro 85 y metro 90, musculado y con la cabeza afeitada, acaba de terminar de quitarle el seguro a su subfusil y mira a Tecnovirus con el ceño fruncido. El más rápido disparará primero.

En el espacio grande, varias ráfagas de los compañeros terminan con los dos mecánicos de motos, mientras que los dos de coches reciben heridas serias mientras tratan de ponerse a cubierto. Al tener algunos segundos más para mirar lo que les rodea, descubren las mismas estanterías² en la nave principal, con más material ordenado en estanterías de tres metros. Al coche azul que estaban desguazando³ estaban cortándole el chasis y las planchas. Posiblemente les salga más a cuenta vender el metal como chatarra que almacenarlo.

Francisco constata que en la salita⁴ solamente hay unas taquillas y un vestuario con un importante olor a tigre, pero nadie a la vista.

En el segundo piso, un tipo con el pelo cano y pinta de veterano tipo de mala vida rompe un cristal de una ventana mientras se mantiene a cubierto. Posiblemente se ponga a disparar desde ahí, de manera que quien no esté a cubierto tras vehículos o estanterías será blanco fácil.

Pensando que entre Lázaro, Francisco y Marc pueden acabar con la oposición en el taller, Xavier corre rápidamente hacia la puerta de las oficinas. Tras hacer un gesto a Ángel para coordinarse, le pega una patada a la puerta para abrirla y despejar el camino a sus compañeros...

No, la puerta no estaba cerrada con llave. Ahora puedes ver al tipo del subfusil.