Partida Rol por web

Friedrich se incorporó cuan largo era, con la mirada fija en el lugar donde se había estrellado el helicóptero. No era una rata de biblioteca acostumbrada a los archivos y los despachos y había visto bastante más mundo del que muchos historiadores cabrían esperar, pero aun así sentía que aquella situación le había superado. No sabía de dónde había sacado fuerzas el capitán Mayers, pero había conseguido arrojarle a él, a la arqueóloga y al último de los soldados, salvándoles la vida, aunque no había conseguido saltar a tiempo.

-Estoy bien -le dijo el historiador a Ford, en tono serio, haciendo un gesto de negación con la mano-. Sobreviviré.

Friedrich miró los llameantes restos del helicóptero una vez más y declaró, en tono solemne, hablando en la lengua de sus padres:

-Ruhe in Frieden, Kapitän*.

El hombretón advirtió que, de todos los presentes, él y la pelirroja eran los que parecían hallarse en mejor estado después de la aparatosa caída. Podía darse por satisfecho de que solo tuviera contusiones.

-Doctor, atienda a los más heridos -dijo, dirigiéndose a Brochard y señalando con la cabeza al ingeniero y la piloto. Se volvió hacia McQueen y añadió, en tono solemne-: Creo que acaba usted de quedar al mando, sargento.

El médico dirá. Los que hacéis una mierda de tiradas sois vosotros jajajaja

Muy graciosa....la botella se quedó en el helicóptero así que te quedaste sin whisky de malta xD

Venga señor médico que es un maestro de la medicina. Seguro que nos remienda y nos deja a todos como nuevos ¿Verdad?

....

Verdad no?

A pesar de haber sido empujada, Thalassa logró aterrizar indemne, rodando por el hielo y llevándose solo una pequeña contusión por la dureza de la superficie. Mientras se ponía en pie, contempló como el helicóptero se estrellaba y una gigantesca bola de fuego aparecía en donde había caído. Por lo que había podido ver, el capitán no había saltado.

Le había salvado la vida.

A continuación, miró a su alrededor. todos estaban desperdigados a lo largo de varias decenas de metros, junto con el equipo. El alemán y la joven piloto parecían doloridas, pero todavía era mucho peor para el copiloto, que yacía tumbado no muy lejos de ella, con la cabeza en una posición antinatural.

Thalassa apartó la vista y se acercó al alemán.

-¿Se encuentra bien? -le preguntó

Se llevó la mano a la cara, tratando de tapar la enorme bola de fuego sobre la que instantes antes charlaban distendidamente. El resplandor le cegó, haciéndole apretar los dientes y entrecerrar los ojos. El que no hubiese saltado... no habría tenido ninguna posibilidad.

Por fortuna, momentos antes del impacto algunas figuras salieron disparadas del vehículo, cayendo si pudiera ser con una mayor violencia que ellos. Pronto todos empezaron a congregarse, comprobando que piernas y brazos estaban en su sitio. No era ningún meteorólogo, pero la dureza del viento y las extremadamente bajas temperaturas no auguraban un buen pronóstico en el caso de haber algún herido de gravedad. Tomó una bocanada de aire helado, se ajustó la capucha de su traje, y comenzó a avanzar a zancadas contra el viento, para comprobar el estado del resto del equipo.

Al llegar dónde ellos, dejó del lado el cinismo. La situación era grave, y no iban sobrados de tiempo para andarse con tonterías. Echó una visual rápida, comprobando que Hasan, Kleist y Bright apenas habían sido magullados. Sin embargo, la historia parecía ser otra para Ford y Langley, los cuáles parecían ciertamente doloridos. Asintió a las palabras de Kleist, en un gesto cómplice.

- Voy a ello. No mováis ni un músculo. Dadme un segundo.

Fue rápido a la fuente del dolor, sin medias tintas. Apretaba sin cuidado, en una búsqueda rápida de la lesión y su alcance. Primero le tocó a Langley. Luego a Ford, al que apretó un poco más. Suspiró, pasándose el dorso de la mano por la nariz para limpiar la escarcha.

- Sólo son torceduras en los tobillos, por suerte... Ningún ligamento ni hueso roto. Vivireis para contarlo.

"O no, porque si no nos movemos estamos jodidos"

Se incorporó con algo de dificultad, cada vez más a merced del helador frío. Con una rápida visual se percató de que Mayers no estaba. También vió como el copiloto descansaba sobre el hielo en una postura imposible, claramente muerto, y cómo cerca uno de los soldados agarraba con fuerza su pierna. Aquello si parecía grave.

- Si alguien de aquí sabe dónde se encuentra el maldito asentamiento, será mejor que nos pongamos en marcha. Porque si pasamos unos minutos más aguantando este temporal, las torceduras serán el último de nuestros problemas.

Dicho esto, emprendió la marcha hacia el soldado herido, a ver que podía hacer con su pierna. Estaba rota, lo que los dejaba en una complicada situación. No estaba seguro de que pudiera aguantar.

Dios te bendiga!! Te regalaré una caja entera de whisky para tí solito Doc si es que volvemos claro ;)

Luego de unos instantes un dolor inmenso invadió mi ser, me tire de lleno en el gélido suelo, mientras fruncía el ceño por el dolor, -mierda, mierda, ¡MIERDA!- me lamentaba, al poco tiempo se acercó el Doctor, para inspeccionar y por suerte nos indica a mí y a Ford que solo son torceduras.

Trato de ponerme de pie, aunque no aguanto el dolor, trato de sostener mi peso en un solo pie, -Creo que voy a necesitar ayuda para caminar- observo a mi alrededor, buscando la silueta que había visto antes, a lo mejor fuera una parte de la montaña en la que pudiéramos encontrar una abertura en la que podamos refugiarnos.

-Tenemos que buscar una apertura en la montaña, o algo en donde nos podamos refugiar, así como estamos no llegaremos muy lejos… o al menos eso creo-.

Observó como Ford corría como un velocirraptor hacia el helicóptero.

-¡PERO QUÉ HACES IMBÉCIL! 

No lo va a lograr, no es Supermán... no puede volar y no tiene un prepulsor por muy ingeniero que sea.

Sin embargo, observaba el panorama en silencio. Ford cojeaba un poco, al igual que la piloto. Tras el chequeo del médico -siempre era bueno llevar uno por ''si las moscas, ya que eran como unos amuletos de la suerte''-, Victoria suspiró un poco aliviada al escuchar que ''sólo'' eran torceduras.

-Yo cargaré con la chica -sentencié caminando hacia ellos. La ventisca era patente, por lo que me dificultaba el andar.- Langey, ¿te subes a cuestas?

Después de la maldita y absurda carrera, me dí cuenta de que el tobillo me dolía horrores y comencé a cojear, supuse que debido a la adrenalina no había sentido el dolor-Argg ¡joder!-gruñí sentándome unos instantes en el suelo mientras Brochard nos chequeaba con rapidez y cuando llegó a mi tobillo y apretó con fuerza puse un gesto de dolor más que evidente-Gracias Doc, me tranquliza saber que no tendré que usar una pata de palo toda mi vida-dije con una pequeña mueca intentando imitar una sonrisa momento en el que miré a Victoria.

-¿Me ha llamado imbécil?-puse un gesto de sorpresa-Y yo que creía que habíamos empezado con buen pié-la broma no venía a cuento, pero había que decir que la ocasión me lo dejaba a huevo. Observé más allá y ví como reposaba inerte el cuerpo del copiloto en el helado suelo, no había que perder tiempo-Venga, ayudadme a levantar el culo que se me está helando el esfinter-me hubiera gustado decir más ojete, pero eso sólo lo apreciaría alguien con gusto. Cuando me puse de pié miré al grupo-Ahora dejad que haga mi magia-dije apoyando mi peso en el pié bueno-Hasan por favor, abra la cremallera de mi mochila verá una tablet con una funda negra-esperé a que la sacase, la tapa que cubría la pantalla tenía una pegatina que rezaba "el puto amo"-Tengo enlace vía satélite y guardadas las coordenadas exactas del asentamiento, siguiendo esa dirección-indiqué la misma con la barbilla-En 8 minutos y 33 segundos deberíamos de dar con él.-sentencié.

Estaba preocupado, muy preocupado, el frío era gélido y si no nos dábamos prisa, moriríamos congelados y como mínimo perderíamos algún dedo sin la protección debida, así que comencé a caminar lo más rápido que podía apoyando lo máximo posible el pié dolorido.

Los soldados que estaban en pie no tardaron en ir a auxiliar a su compañero. Su diagnóstico no necesitó de la opinión médica de Brochard. Tenía la pierna rota. Rápidamente, colocaron un fusil en la pierna, la enrollaron con cinta americana y se dirigieron hacia el sargento.

-Sargento, Henricks tiene la pierna rota pero nosotros dos estamos bien. ¿Cómo está usted?

Ford se muestra como alguien con recursos, de eso no hay duda, y no tarda absolutamente nada en sacar de su mochila lo que puede ser su salvación. Rápidamente indica en donde está el asentamiento y cuanto resta. Por desgracia, la misma ventisca que acabó con vosotros la tenéis ahora encima vuestra, así que iba a ser ocho minutos laaaaargos, muy largos.

Por un momento me siento incomoda con la propuesta de Victoria, no quería ser carga para ninguno, pero viendo la situación era mejor apresurarse. -Agradezco tu ayuda, si no te importa me cae de lujo una mano-.