Partida Rol por web

El encargado de mantenimiento contempla a Adama sin saber muy bien cómo reaccionar...

- S-si, claro que puede llamarme Joe - titubea, aunque nunca ha sido un hombre que le dé muchos rodeos a las cosas - Lo que pasa es que nunca me había pensao que me echaría un trago con el mandamás... señor - se corrige - Ya sé que lo dijo cuando pillé a esa rata de laboratorio por los pasillos, pero es que se dicen muchas cosas...

Echa mano de una de las copas y casi se la bebe de un trago, desde luego no hace gala de una gran etiqueta pero de beber, sabe lo suyo. No es de extrañar, con ese corpachón debe tener mucho aguante.

- Y muchas gracias por lo que ha dicho, jefe - sin duda no sigue el protocolo adecuado, pero su expresión es sincera - Yo también pienso que esta nave es algo grande... pero no sólo por sus chismes de última tecnología, sino más bien por las cosas que la gente de carne y hueso ha traído a bordo - te sorprende con su razonamiento - Unos huesos viejos y cansados, los suyos y los míos... pero también una forma de hacer las cosas diferente a lo que ahora se lleva, señor.

Y brida contigo con el escaso contenido que le queda en la copa.

- Veo que no me equivocado con usted, Joe. Es una alegría poder compartir conversación con personas que piensan igual que uno -le respondo sin poder evitar que en mi rostro se asome una sonrisa sincera- Sin embargo el deber me llama y no puedo dedicar más tiempo a disfrutar de una charla con usted. Espero poder sacar más tiempo durante la misión para que nos contemos viejas historias. Por cierto, puede llevarse el resto de la botella como obsequio por su servicio. Eso si, recuerde que en horas de servicio no se puede consumir alcohol. El sargento Pentecost es muy duro en cuanto a ello... y por mucho enchufe que usted tenga con el comandante de esta nave, no se libraría de sus iras -le digo bromeando y entregándole la botella empezada.

Una sonrisa de oreja a oreja aparece en el rostro de Parker cuando echa mano de la botella:

- Muchas gracias, jefe - continúa haciendo un uso inadecuado del protocolo pero hablando de corazón - No sabe la alegría que me está dando, porque voy a necesitar alguna prueba para que Brett me crea cuando se lo cuente...

Y con una inclinación de cabeza a modo de despedida, recupera su carrito de limpieza y marcha sin perder la sonrisa.

William Adama abre paso a su camarote con un cordial gesto de la mano hacia Steve Rogers. Puede que esto se salga un poco de las ordenanzas, pero sin duda no hay mejor lugar en la nave para mantener una conversación privada:

- Usted dirá, brigada - comenta con una cálida sonrisa que hace resaltar aún más sus muchas arrugas - Le escucho...

Agradezco al comandante su tiempo con una inclinación de cabeza mientras paso a su camarote. El lugar se corresponde bastante a la idea que me había formado de Adama. No puedo evitar notar cierta incomodidad en el comandante al mantener la reunión aquí, pero después de todo sigo siendo un oficial desplazado desde otra unidad (incluso otras fuerzas armadas) diferentes, así que la regulación al respecto probablemente sea tan poco clara en la ONUG como en WY.

- Señor, gracias por  atenderme - digo cuadrándome con las manos detrás de la espalda. - Desconozco hasta qué punto esta información es de dominio público, pero dado que puede estar relacionada con la misión, prefiero decirle lo poco que sé y que usted sea quien decida en quién puede confiar para compartirla. - Como oficial de mayor rango al mío, estoy seguro de que la mejor forma de que realice sus funciones es conociendo todos los datos posibles, a pesar de que a gente como Smith le cueste compartirlos. Además, dado que él ha confiado en mí pidiendo mi apoyo en el puente de mando, lo menos que puedo hacer es corresponderle de la misma manera.

- Varios sabotajes realizados contra el proyecto Tau-Ceti tienen un elemento en común, un código recurrente en la red de comunicaciones que identifica a un grupo que se hace llamar Cerberus - informo recordando la conversación con el director. - Las corporaciones a cargo del proyecto han decidido responder con la creación de una nueva organización, Mantycora. Al parecer es ese grupo el que ha presionado para la creación del Proyecto Salvaguarda.

Observo atentamente al comandante, pues no sé hasta qué punto él está al corriente de esta infromación. Es bastante probable que la conozca incluso mejor que yo, pero estoy moralmente obligado a tratar con él este tema.

- El mero concepto de este Proyecto, de alguien con capacidad para actuar sin restricciones de forma preventiva y cuyas acciones sean legitimizadas a posteriori es algo completamente opuesto a mis principios, comandante - explico sin tapujos. Es una de las razones por las que prefería hablar con él completamente en privado. - De alguna forma es un alivio ver que es un hombre con principios quien está al mando del crucero Aurora, pero me preocupa lo que el resto de los directivos de esta nave pueda hacer al respecto. - Evito mencionar a Smith, pero la aberración que hemos visto en la prisión de Júpiter es suficientemente reciente como para estar seguro de que Adama sabrá a qué me refiero sin necesidad de que especifique ningún nombre.

Relajo mi posición, ligeramente incómodo ante mi siguiente comentario.

- Por lo demás, comandante, hay un pequeño favor personal que me gustaría pedirle... Necesitaría que alguien de sus laboratorios analizase un complejo vitamínico para conocer su contenido exacto - le digo titubeando ligeramente por primera vez desde que me conoce. - Por supuesto, no es nada prioritario, supongo que con todos los problemas que ha habido en la nave su personal tendrá cosas más importantes de las que preocuparse, pero si disponen de algo de tiempo... - Dejo la frase inconclusa, esperando su respuesta. Dado que es un favor personal, no puedo esperar que el comandante quiera hacer algo al respecto.

Las palabras del brigada Rogers me dejan sin habla. Desde el comienzo de la misión he pedido y presionado a los agentes de las corporaciones para que me den toda la información posible, para tratar de llevar la misión a buen puerto. La revelación de Steve deja claro que mis peticiones no han sido escuchadas.

- Rogers, es usted una persona leal, sincera y con un código moral envidiable. Sus palabras me hacen pensar que Smith y Wray son todo lo contrario. Me temo que esta es la primera información que tengo sobre el tema, pese a mis constantes peticiones -me llevo una mano a la frente, tratando de reflexionar unos segundos- Bien, vamos a hacer dos cosas. Usted me dice que es eso de la vitamina, pues necesito toda la información posible, y yo haré todo cuanto esté en mi mano para que se analice con la máxima prioridad. A cambio, quiero que usted me informe y me apoye durante toda la misión. Esa organización Cerberus puede ser la incógnita a una de nuestras preguntas principales, tema que las corporaciones han olvidado mencionar... poniendo en riesgo la misión y a la tripulación.

Asiento agradeciendo sus palabras. Por lo que conozco a Smith, estoy de acuerdo en que él y yo somos completamente diferentes. Sin embargo, fruzo el ceño ligeramente ante su petición.

- Señor, con todos mis respetos, me pide algo imposible - explico. - Me han transferido a su unidad, por lo que acataré sus órdenes, pero no puedo asegurarle mi apoyo incondicional sin saber cómo va a actuar. - Hasta el momento he estado bastante de acuerdo con las decisiones del comandante, y nada indica que eso vaya a cambiar, pero no le cozco tanto como para poder anticipar sus reacciones ni, por tanto, asegurarle mi apoyo más allá de lo que la cadena de mando me pueda obligar. - Si, como hasta ahora, demuestra ser un hombre íntegro con un gran sentido ético, puede estar seguro de contar conmigo, pero si en algún momento estoy en desacuerdo con sus métodos, será mi obligación hacérselo saber. - En privado, por supuesto. No se discuten las órdenes de un superior delante de sus subordinados, pero he visto a demasiados oficiales ordenar atrocidades a sus hombres como para no poder estar seguro de que en ningún momento Adama vaya a decidir dejar a un lado su código ético. Después de todo, en mitad de un combate la mayor prioridad de la mayoría de los seres vivos es su propia supervivencia y el olor de la sangre ha vuelto loco a más de un hombre justo. - Por supuesto, si no me he equivocado al juzgarle, tendrá mi apoyo y la información que pueda obtener, tal y como estoy diciéndole ahora todo lo que he averiguado - añado, esperando que eso sea suficiente por el momento.

- Sobre ese complejo vitamínico, como le dije antes, no es nada prioritario... - explico. - Es un complemento a mi alimentación proporcionado por la Weyland-Yutani... Pero después de haber visto el comportamiento habitual del señor Smith, preferiría saber exactamente qué contiene cualquier cosa que tenga que administrarme...

Estoy ligeramente incómodo al pedirle un favor de aspecto personal, eso resulta evidente. Y más aún cuando es probable que se trate exclusivamente de una paranoia mía, pero después de tratar con Smith, haber escuchado su conversación con Riddick y haber visto su gesto de crueldad ante el control que le proporciona el Reobox sobre el prisionero, estoy bastante convencido de que puede ser tanto o más peligroso como el terrorista que está esposado en la bodega.

Al menos el director Pierce era un hombre inteligente, con suficiente visión estratégica como para reconocer a un oficial motivado, pero Smith es un tipo mezquino, que parece disfrutar con los secretos y el poder personal... lo que le convierte en una persona mucho menos fiable.

Sonrío ante la respuesta del Brigada, unas palabras que no encajan con el modelo de soldado que habita en las mentes de la sociedad -No podía esperar una respuesta mejor. Bien, me encargaré del complejo vitamínico. Ahora debemos irnos a interrogar al prisionero y, posteriormente, aclarar ciertas cosas sobre el rumbo de esta misión. Vamos.

El Doctor Baltar esperaba cruzado de brazos sobre el marco de la puerta que separaba el camarote del Comandante del resto de la nave, repiqueteando con los dedos sobre su chaqueta y mirando distraído la amalgama de cables y tubos que recorría los pasillos de la nave. 

El doctor Baltar comenzaba a impacientarse. Se incorporó casi de un salto de la pared y empezó a dar vueltas de un lado a otro del pasillo. Había muchas cosas que el comandante Adama podría querer tratar con él, lo que el informático no sabía era por cuál de ella optaría finalmente el oficial.

Pero también existían otros asuntos que Baltar quería tratar con Adama que por un motivo u otro había ido demorando. Asuntos que a buen seguro resultarían de interés para el comandante y, por qué no decirlo, vitales para el doctor Baltar.

Si el comandante acudía finalmente a la cita, claro…

Los acontecimientos se sucedían uno tras otro y apenas he logrado salir del puesto de mando para reunirme con Baltar. Allí me encontré al científico, claramente impaciente.

Siento la demora, Dr. Baltar, estaba tratando asuntos urgentes -me disculpo cuando estoy a su lado antes de abrir la puerta a mi camarote- Pase.

Y al fin llegó el comandante.

—Comandante —le saludó con una leve inclinación de cabeza mientras esperaba a que abriese la puerta del camarote. No se lo pensó dos veces cuando Adama le invitó a entrar. No pudo contener una pequeña punzada de envidia al ver aquel cómodo nicho y la decoración de la habitación. Aunque austera, el comandante había conseguido imprimir su “toque” al camarote.

Cómo echo de menos Elyssium, pensaba con amargura.

—Si le soy sincero, comandante —dijo una vez el oficial hubo entrado—, me ha sorprendido gratamente su llamada. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle? 

Si, creo que usted es la persona más indicada para ayudarme en estos momentos -respondí al científico mientras le hago un gesto para que se siente -pero tal vez me equivoque ¿puede recordarme cual es su especialidad?

El doctor Baltar arqueó una ceja, visiblemente sorprendido. Aquella pregunta fue un duro golpe para su orgullo después de pasarse parte de los últimos cinco años en programas de tertulias científicas defendiendo sus ideas. Pero Giaus no se dejó amilanar –pensando que tal vez todo fuera un truco del comandante para pillarle con la guardia baja- y se dispuso a hacer una breve explicación de su trayectoria académica y personal.

—Pues verá, comandante… —el científico miró un momento hacia el fon de la sala, como si algo hubiese llamado su atención. Y tras unos segundos comenzó: —, empecé mis andaduras en el mundo de la informática como hacker. La Weyland-Yuntai me reclutó cuando conseguí colarme en sus servidores cuando no era más que un mocoso, y me formaron en todo aquello que tiene que ver con la seguridad informática. Pero, cosas de la vida, al final me fui por otros derroteros: optimización de códigos y programas. Y de ahí acabé estudiando programas capaces de autorregularse y autodesarrollarse, lo que la opinión pública llama comúnmente Inteligencias Artificiales. Dejé la Weyland cuando ya no tenía nada que aportarme y me marché a la ONUG; no por las subvenciones científicas (que palidecen con los que puede ofrecer una mergacorporación), sino por el tratamiento que el gobierno le daba a este tema, muy en boga por aquella época.

El informático hizo una pausa, se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared del camarote. No le habían ofrecido asiento y no tenía intención de contrariar a Adama.

—¿Le inquieta algo sobre las IA, comandante? —preguntó, más por curiosidad que por otra cosa— ¿O tiene que ver con la seguridad informática de la nave? 

Observo a Gaius sin decir nada mientras me relata su experiencia laboral y académica. Su historial es realmente bueno y una clara explicación de su presencia en la misión. Solo falta que de verdad sea tan bueno.

Me inquieta la seguridad de la nave, señor Baltar -respondo directo al grano -el alferez Young ha informado de interruptores que no responden, problemas en la apertura de puertas, en el vaciado a presión de las duchas, tuberías y retretes... así como otros incidentes de bajo riesgo que se suceden al azar por toda la nave, averiándose y corrigiéndose en lapsos variables de tiempo. Si no me equivoco, eso debe ser algún tipo de intrusión informática, no se exactamente en qué forma. Y podría explicar el incidente en el que se vio envuelto el doctor Kern. Me gustaría que usted investigase, junto al Alferez Young, lo que está ocurriendo. ¿Cree que alguien puede estar introduciéndose en los sistemas de la nave?

Gaius escuchó atentamente las palabras del comandante. A judgar por la expresión severa del oficial el tema le preocupaba. ¡Y no era para menos! Al menos había acudido a la persona indicada, de no ser por un nimio detalle…

—El alférez Young… —repitió Baltar entornando los ojos—. Permítame preguntarle algo, Comandante. No he podido evitar fijarme en los estrechos lazos de camaradería que tiene con otros miembros de la dotación militar, como si hubiesen servido anteriormente juntos —resultaba evidente que se estaba yendo por las ramas—. Y es todo un alivio para los civiles inexpertos como yo en estos temas, tener gente experimentada y que han funcionado bien como equipo en anterioridad. Pero el alférez Young… le veo algo más distanciado del resto. ¿Había coincidido con él antes? 

La pregunta de Gaius debería sorprenderme pero no lo hace. En mi mente se habían dibujado dos posibles respuestas para los ataques que estaba recibiendo la nave. La primera era que alguien de fuera con un poder increíble estaba manipulando nuestros sistemas. Por contra la segunda era que alguien de dentro debía ser el autor y aquellos que más encajaban en el perfil eran, sin duda alguna, Young y Baltar.

Si, hemos trabajado juntos durante un gran número de años. Él es una persona muy seria y vinculada al trabajo, razón por la que puede no encajar con otros de los tripulantes o pasajeros de la nave. Pero me fío de él, al menos tanto como puedo fiarme de los que viajan conmigo -respondo, guardándome para mí el hecho de que cada vez desconfío más de todo lo que me rodea y, especialmente, de lo que está relacionado con la misión -pero si usted ha preguntado debe ser por una buena razón, soy todo oídos.

Gaius suspiró sin saber muy bien si hacer o no al Comandante partícipe de sus cuitas. Estaba claro que había algo en el oficial de seguridad informática que le inquietaba, de ahí su interés.  El problema era que sus inquietudes podían no ser más que meras conjeturas, y ponerlas en común con Adama podría resultar más problemático que útil en aquel momento. Así que tras tomarse unos segundos de silenciosa reflexión, el doctor Baltar optó por una solución intermedia.

—Eso está…—titubeó, rompiendo al fin el silencio—, está muy bien, Comandante. Me tranquiliza saber que confía en su juicio. No obstante, he ido conociendo algunos aspectos de la vida personal del señor Young que… bueno, si bien no son nada serio, podrían resultar problemáticos durante el transcurso de esta delicada misión, ya me entiende. Si quiere, puedo ponerle el corriente al respecto —sus ojos brillaron maliciosos durante un instante—, si tiene tiempo para invitarme a una buena copa de vino, claro.  

La propuesta de Gaius me sorprende pero, a la par, se agradece. El puesto de comandante ya es bastante complicado por sí solo como para tener que investigar uno mismo en la vida y situaciones de cada uno de los tripulantes o pasajeros de la nave. Cualquier ayuda puede servirme y, quizás, mitigará el enorme peso que cae sobre mis hombros.

Sin responder en un primer momento me acerco a uno de los muebles y saco un par de copas y una botella de un vino tinto, de olor afrutado y dulce. Tras llenar las copas frente a nosotros me siento y me permito, por primera vez en varias horas, relajarme -Soy todo oídos Gaius.

La voz de Tricia resuena en tu cabeza, aunque la percibes como si la tuvieras justo a tu lado, susurrándote juguetona al oído:

- Tenías razón, Gaius, cariño... este Adama es un nostálgico, guarda en su PDA un montón de mensajes antiguos que intercambió con su esposa hace décadas, antes de que falleciese... o con sus dos hijos -susurra con un tono cotilla- Probablemente no ha hecho nunca una limpieza de la memoria, qué descuidado... aquí hay todo tipo de asuntillos familiares...

Se diría que disfruta fisgando en la intimidad ajena, sin el menor pudor. Claro que tal vez sea precisamente eso lo que le has enseñado con tus contínuas demandas de invadir la privacidad de otros. Ahora mismo Tricia es como una niña que aprende por imitación... y tú eres su único modelo.

- ¿Sabes que se discutió con su único hijo vivo, Lee Adama, y no se hablan desde hace meses?