Partida Rol por web

El camarote que te han asignado tiene un diseño sencillo pero elegante. No es una suite de lujo, pero resulta agradable. Toda una suerte, teniendo en cuenta la cantidad de quiempo que tendrás que pasar aquí... gracias a Boris Ivanov y su Directorio Especial.

Y cuanto menos disfrutas de un camarote individual, te consta que tan sólo el comandante Adama, el médico de a bordo, ese dichoso Mr. Smith y tú misma disfrutáis de un lujo semejante en el AURORA.

La consejera Wray os recibe en su camarote personal, para lo que evidentemente será una entrevista privada:

- Damas y caballeros - comenta mientras se sujeta a la única silla de la estancia, que se mantiene unida al suelo por unas ruedecillas magnéticas... los demás no tendréis tanta suerte y vais flotanto por ahi agarrándoos donde podéis - Como podrán imaginar, les he hecho venir para tratar temas de cierto interés...

Pero en lugar de explicarse de inmediato, guarda silencio y os contempla con sus inquietantes ojos rasgados...

Gaius entró en el camarote de la consejera después de que lo hicieran el resto de sus… colegas. No es que compartiesen funciones; de hecho ni siquiera compartían líneas de investigación en común. Pero eran gente afín a su “perfil”.

En fin, veamos que quiere la consejera, se dijo tomando aire y posicionándose en un rincón del camarote. La estancia era estrecha y bastante espartana, aunque con un diseño elegante. No era una suite de lujo, pero resultaba bastante agradable. Y en comparación con su dormitorio comunal masificado, esto era todo un lujo.

Lo que daría por un poco de intimidad…

La consejera inició la conversación. Iniciar era la palabra adecuada porque justo cuando parecía que iba al grano hizo una pausa y se dedicó a estudiar a todos y cada uno de los presentes. Gaius se cruzó de brazos y aguardó a que la consejera continuara. 

- Lamento mucho no tener ninguna intención de perder el tiempo con charlas de motivación para llenarles de orgullo por su trabajo, como el señor Smith. Pero tenemos trabajo.

Su mirada se posó en Baltar de forma más prolongada que en los demás, recordando su expediente y sin duda pensando en como ponerle al día: sería breve.

- Sus compañeros - hablando directamente con él - tuvieron una reunión previa conmigo antes de llegar al Aurora. En ella hice especial hincapié en la posibilidad de que deba hacerles peticiones - evitando el término "dar órdenes" - que no tienen porque comprender y que les parecerán posiblemente absurdas, pero en las que debido a clausulas de confidencialidad no podré profundizar. Por este motivo les ruego a todos que ante la negativa de respuesta por mi parte, dejen de insistir. Parte de la información confidencial, decidí compartirla con sus compañeros para que comprendieran la gravedad del asunto que nos ocupa y lo importante de que sean extremadamente exhaustivos con las tareas encomendadas: es muy probable que estemos bajo amenaza terrorista y que se espere que el Aurora sufra algún contratiempo en un claro intento de evitar que su misión llegue a buen puerto. Por supuesto esta información confidencial no debe salir de esta sala, bajo ningún concepto. Estoy segura de que nadie estaría cómodo trabajando bajo el protocolo anti-terrorista que instaurarían los militares en caso de que esta información les fuera "confirmada". Dicho esto... - habiendo terminado con el resumen de la reunión - podemos empezar a trabajar.

Primero señaló a McKay y Kavanagh

- A ustedes dos les necesito para escanear la nave y asegurarse de que no hay nada indebido a bordo, cuenten con la colaboración del Cabo Mayor Miles Quaritch para el registro general si lo creen necesario - dejando para el militar cualquier tipo de esfuerzo físico que pudiera ser requerido - pero unas mentes privilegiadas como las suyas seguro que considerarán detalles en los que un militar no repararía. Tras ello, podrán trasladarse al laboratorio y empezar a trabajar en los cálculos que nos permitan localizar al convoy minero desaparecido.

Luego señaló al Dr. Kern, Dra. Roslin y Wallace

- A excepción de los aquí presentes, mi secretaria la srta. Vickers y Miles Quaritch, necesito que del resto de la tripulación, bajo algún pretexto creíble en nada relacionado a esto, descarten la presencia de especímenes genéticamente modificados. Es posible que fuera de los mencionados, que son de total confianza y personalmente seleccionados por mi, tengamos algún infiltrado. Si encuentran problemas o resistencia, no duden en comunicármelo, pero debo imaginar que con un protocolario chequeo médico podrán conseguir llevar a cabo el examen. 

Finalmente miro a Baltar

- En cuanto a usted, es primordial que descarte la presencia de protocolos informáticos secretos a la mayor brevedad posible. El Oficial Técnico Everett Young sería el más apropiado para darle apoyo si fuera menester, aunque confio en que con su expediente no necesite ayuda para esta tarea.

Hizo una breve pausa volviendo a recorrer vuestros rostros en busca de alguna expresión reveladora.

- ¿Alguna duda? - remató

Y alli estaba de nuevo, aquella experimentada Dominatrix, dispuesta a sacar su fusta para azotarnos a todos.

Se nota que disfruta con esto.

Por un instante, mi mente la imaginó embutida en un mono de cuero negro, a juego con sus tacones de aguja, equipada con aquel látigo que gustaba de chasquear en nuestra presencia... y una diminuta media sonrisa apareció en mis labios, mientras la escuchaba, de brazos cruzados.

Esta vez, por suerte, nuestra bieamada "ama" tuvo a bien ser algo más explícita que en la reunión anterior, aunque una parte de mí seguía teniendo claro que aquello no era todo, que aún había mucho que desconocíamos. Aunque claro, reconocer que aquello no iba a ser un sencillo paseo por el espacio para recoger a aquellas ovejitas extraviadas ya era todo un paso, viniendo de ella.

La escuché, hasta que terminó de hablar, con aquel deje de cinismo dibujado en mi rostro, mientras por mi mente seguían pululando decenas de ideas, algunas más cómicas y con más látigos de por medio que otras. Finalmente, cuando terminó su discurso asentí, aún de brazos cruzados.

-En resumen... Nuestra misión es tan inocente que seguramente alguien intente boikotearla. Y necesita nuestra inestimable colaboración para que no acabemos todos volando por los aires... ¿He entendido bien? - dije entonces, deliberadamente cínico, manteniendo aquel amago de irritante sonrisa y aquella expresión escéptica en mi rostro- No se preocupe consejera Wray. Pondré mi inigualable intelecto a su servicio para... "pasear" por la nave, en busca de "cables y tornillos" fuera de su sitio. - añadi, igual de cínico, con un claro doble sentido. - Y luego me volveré a mi laboratorio a trabajar de verdad. - concluí, ensanchando ligeramente mi sonrisa.

Yo también disfrutaba con aquello.

La verdad es que la perspectiva de entrar ahora en un juego del gato y el ratón para intentar identificar a un saboteador infiltrado no me hace la menor gracia, pero claro, peor sería que realmente exista y le permitamos obrar libremente...

Aunque estoy empezando a arrepentirme de haber aceptado esta "fabulosa oferta de trabajo" para dejar atras el Boston Memorial y mejorar mis expectativas profesionales. 

- Supongo que yo podría solicitar al comandante Adama que me enviase a todos los miembros de la tripulación para hacer un chequeo de salud inicial, a fin de descartar cualquier posible patologia en el momento del embarque y empezar a hacer un seguimiento de sus historiales médicos - propone con una sonrisa que intenta relajar los ánimos - No es el protocolo habitual, pero supongo que si se lo argumento bien no se negará, los militares suelen apreciar las muestras de celo en el trabajo...

Guarda silencio un momento, y enseguida añade:

- Eso sí, tendría que ser un chequeo universal, sin excepciones... o despertará suspicacias.

Interesante, desde luego. Así que no sólo se habían embarcado en un viaje de sólo ida, sino que además tenían la alarmante posibilidad de sufrir todo tipo de sabotajes abordo. Maravilloso, hice bien en dejarme convencer por el dichoso Mr. Smith.

—Supongo que sí, que podría informarla si detecto algún protocolo informático inquietante o sospechoso, consejera. Suponiendo, claro, que algún espécimen modificado genéticamente o que algún terrorista que ande colocando explosivos por la nave no traten de impedírmelo —río adoptando un semblante inocente.

Esperó entonces a que el camarote se despejara

—¿Tiene un momento, Consejera? —le preguntó una vez se hubieron retirado la mayoría de los presentes, acomodándose en uno de los asientos libres (ocupando, de hecho, el único asiento disponible).

—He de suponer que no termina de fiarse de personal militar a bordo —dijo—, y no es para menos dados… sus antecedentes. No obstante hay algo que me preocupa y me preguntaba si usted, en su calidad de directiva y responsable de RRHH, podría hacer algo por mí. Verá usted, resulta que por algún error me han colocado junto al resto del personal civil, en lugar de en los dormitorios que hay algo más alejados del laboratorio —mucho menos masificados y, por tanto, confortables, se dijo—. El caso es que si consiguiese mover los hilos para moverme hasta allí arriba, le estaría enormemente agradecido. Tanto que podría poner a su servicio algún otro de mis talentos —hizo una pausa, y adivinando la expresión de la consejera a su comentario rápidamente continuó—… informáticos. 

Asintió a la Dra Roslin

- Claro, puede solicitarlo para todos, con no realizar el examen correspondiente a los incluidos en la excepción será suficiente. Estoy segura de que no le supondrá un problema firmar un par de formularios de más durante la jornada - sugiriendo claramente que falsifique la documentación de los examenes que le ha pedido que no realice - Sobrará decir que lo extraoficial no debe quedar documentado en absoluto.

Acompañó a la puerta a los que abandonaba su camarote.

- Por supuesto señor Baltar, ¿en que puedo ayudarle? 

Permaneció en pie para escuchar la petición, su expresión se mantuvo neutra como lo haría durante cualquier otra negociación o reunión.

- ¿Debo recordarle que está aquí para permitirnos disfrutar de todos sus talentos? No me gustaría pensar que no hace todo lo que esta en su mano por colaborar. No obstante, despreocúpese, siempre hago todo lo posible para que "mi" personal pueda trabajar lo más cómodo posible. Recuerde reportarme a mí y a nadie más - por las miradas que habían cruzado en la presentación, quizá estuviera excluyendo especialmente a Mr. Smith

La voz de tu IA resuena con divertida malicia en tu cerebro:

- He accedido a la PDA de pulsera de Camile Wray, es una abogada corporativa muy activa, todo un ejemplo de la política agresiva de la Weltherrschaft Korporatsiya en los tribunales - te comenta con tono juguetón - Aunque aqui sólo hay datos de su apretada agenda. Tal vez te interese saber que aparece remarcada como de máxima prioridad una reunión en la mega-urbe de Berín-Mandeburg-Frankfurt con un tal Boris Ivanov, del Directorio Especial de la WK.

Hace un alto y luego añade:

- Tambien consta aquí una reunión para conocer a Meredith Vickers en el espaciopuerto Boston-Providence-Hartford, que llegaba con un vuelo regular de Indonesia Planelines... de lo que se deduce que no lleva mucho tiempo siendo su secretaria personal - interesante dato - Allí se encontró también con el resto del personal civil a su cargo, los doctores McKay, Kern y Kavanagh, la Doctora Roslin y el ATS Wallace.

—Ahora que lo menciona, y por lo que a mí respecta, el único motivo por el que me encuentro aquí es porque un directivo de la Weyland se presentó en mi casa a recordarme lo poderosa que era su corporación y lo beneficioso que sería colaborar en este proyecto en lugar de continuar con los míos, donde sin duda mis esfuerzos serían mucho más provechosos—respondió agitando despectivamente la mano—. Hasta ahora nadie ha tenido el detalle ni la cortesía de decirme cuáles serían mis funciones en el interior de este claustrofóbico armatoste. ¿Para qué necesitan un experto en informática si ya tienen un oficial a bordo que se encarga de la seguridad de los sistemas?

Se incorporó de su asiento y comenzó a andar de un lado a otro, como ordenando sus ideas. La consejera lo contemplaba impertérrita, aparentemente sin inmutarse ante sus palabras.

—No me malinterprete, consejera. Le estoy diciendo que no guardo ningún aprecio hacia a la Weyland-Yuntai. O bueno, ningún aprecio que vaya más allá de los generosos honorarios que me ha prometido por mis servicios. Y  estoy dispuesto a facilitarte a usted, a título meramente personal, la consecución de sus objetivos si usted es capaz de hacer mi estancia en la nave algo más agradable —una amplia sonrisa se dibujó entonces en el rostro del doctor Baltar—. Porque soy una persona… obstinada, sí. Digamos que me gusta informarme muy bien de aquellos proyectos que voy a emprender y creo que la información que quiere recopilar a través de la colaboración de la doctora Roslin, el doctor Kern y los demás… es información que de un modo u otro está relacionada con la Weyland. Quizás Mr Smith esté tratando de introducir personal modificado genéticamente en la nave. O tal vez quiera encontrar al saboteador para ganar algo más de prestigio y reconocimiento... o desacreditarla a bordo, quién sabe. O puede que haya un terrorista entre los miembros de la tripulación.

Gaius se encogió de hombros.  

—Se cómo sea creo que estaré mucho más a satisfecho y motivado (¿son esas las palabras que se utilizan en recursos humanos?) si puede hacer mi estancia más cómoda —el doctor Baltar se detuvo y observó fijamente a la consejera Wray a los ojos—. Y quién sabe, quizás en mi exceso de celo encuentre algún tipo de información sensible sobre la Weyland-Yuntai mientras compruebo los protocolos de seguridad de la nave. Información sensible que quizás me sienta más inclinado a compartir... si estoy a gusto y motivado. 

—Gracias Seis, te has lucido con esta maniobra.

Y más sin que te la haya pedido, se dijo preocupado. Fuera como fuese no tenía tiempo para repasar las implicaciones de las nuevas acciones de Seis, cada vez más atrevida. No hasta que zanjase aquella cuestión con la consejera.

Quizás se había mostrado demasiado trasparente. Pero no le importaba, si tenía ocasión de devolvérsela a Smith sin involucrarse activamente, no lo dudaría. Al fin y al cabo fue él quien le impidió estrenar su regalo de cumpleaños. Algo que ahora no podía hacer en la nave, pese a haberse traído el holo-proyector.  

La Consejera Wray sonríe cálida, acentuando el rasgado de sus ojos

- Resultados señor Baltar, tengo claras sus preferencias, muy claras. Tráigame resultados y me aseguraré de poder ofrecerle alguna compensación a la altura. En cuanto a la remuneración económica, no subestime nuestra capacidad para mejorarla si demuestra ser de utilidad. Quiero creer que lo que he leído sobre usted es cierto, cuando demuestre del lado de quién prefiere trabajar... quizá pueda tener acceso a cierta información que le ayude a comprender lo que ocurre aquí. 

No parecía que fuera a abandonar este camarote con esa demanda de ser reubicado satisfecha, pero al menos tampoco había sido una negativa.

No parecía que la consejera fuese a acceder a sus demandas sin que le ofreciera nada concreto. Una lástima, se dijo. Al menos lo había intentado.

—Muy bien, Consejera —dijo—. Me pondré con ello en cuanto pueda. Si me disculpa…

Se dirigió entonces hacia la puerta, dando la conversación por concluida. De repente Gaius dio media vuelta y abrió y cerró varias veces la boca, buscando sin duda las palabras adecuadas para lo que quería decirle a la directiva.

—Tendrá noticias mías pronto.

Quizás demasiado pronto. Gaius sonrió para sus adentros y abandonó el camarote de la Weltherrschaft Korporatsiya.

La puerta del camarote privado de la Consejera Wray sonó de improvisto y de forma repetida. Era como si alguien tuviese prisa por que le abrieran. Como si no quisiera que le viesen allí.

Y en cuanto la puerta del camarote se abriera, la consejera descubriría que ese alguien no era otro que el doctor Baltar.  

Wray llevó la rasgada mirada a la puerta, se levantó a regañadientes como si aquello fuera una pesada tarea y finalmente se acercó a abrir. Podría decirse sin miedo a equivocarse que no esperaba a Baltar, pero tampoco hizo ninguna pregunta al respecto cuando lo vio allí. Se limitó a hacerse a un lado para dejarle paso y cerrar cuando hubiera pasado, dejando que él mismo tomara la iniciativa en aquella conversación.

Gaius dio un paso al frente y se internó en el camarote de la Consejera.

—Consejera —le dijo el científico a modo de saludo. Se quedó entonces unos tensos instantes en silencio, mirando fijamente a los ojos asiáticos de su interlocutora.

Definitivamente Mckay acertó de lleno con el apodo que le puso, pensó mientras esbozaba una leve sonrisilla y se alejaba de la puerta.

Ahora que estaba frente a la mujer le asaltaron de repente las dudas. Quizás no fuera tan buena idea tratar de sacar provecho de las tensiones existentes entre las dos corporaciones a bordo del AURORA. De hecho, tal vez lo sensato sería tratar de ganarse la confianza del hombre que le trajo a bordo en lugar de su feroz enemiga.

Pero el doctor Baltar no estaba dispuesto a ceder. Mr Smith le había traído a la fuerza a aquel proyecto y éste era el momento de devolverle el golpe. Desconocía cuáles eran sus intenciones, pero confiaba en que poner al corriente a la consejera sobre algunos de sus movimientos le reportaría algunos beneficios a corto y medio plazo. Qué diantres, si hasta era posible que obtuviese algo de información por el camino.

Allá vamos.

—Espero no venir en mal momento, Consejera. Dijo que quería resultados y creo que tengo algo que puede interesarle. 

- Le escucho - breve, manteniéndose en todo momento neutra

Un gesto de mano acompañó sus palabras, ofreciéndote tomar asiento en la única silla del camarote, aunque la experiencia le decía que no necesitaba de invitación para ello. 

—Gracias Consejera, pero no es necesario —le dijo rechazando su ofrecimiento—. Verá, he realizado un análisis preliminar de los protocolos de seguridad de la nave y me temo que está todo en orden. No habría mucho que contar al respecto… —hizo una pausa y sostuvo la mirada de la Consejera—, si obviamos, claro, el incidente de la cuenta atrás. Desde mi punto de vista, hay tan sólo dos posibles explicaciones que den cuenta de este suceso: o bien se trató de un fallo aislado del sistema, o bien de un ataque informático que consiguió burlar la seguridad. Una tarea nada sencilla, si quiere mi opinión.

— Sea como sea, cuando llegué al laboratorio y me puse a investigar el incidente no encontré rastro de ningún ataque ni tampoco de ningún fallo. Aun así, tengo que decirle, Consejera, que el oficial Young ya estaba allí revisando también la seguridad, por lo que tuvo acceso antes que yo a los posibles datos que quedasen almacenados en el sistema. Pero no es por eso por lo que he venido a verla.

Gaius tragó saliva.

 —Cuando hablamos la última vez dijo que quería resultados. Pues bien, he estado realizando también una pequeña investigación online sobre el oficial Young y tengo que advertirla de que actualmente mantiene una relación sentimental con Shelly Godfrey, una científica e importante directiva de la Weyland-Yutani.

Esperaba que aquella revelación le hiciera desconfiar a la Consejera de la imparcialidad de Young en aquella nave, tanto como recelaba del técnico de la Armada Estelar el propio doctor Baltar.  

—¡Ah, y hay algo más! —justo cuando parecía que la impertérrita Consejera iba a responderle, fue entonces cuando Gaius continuó—. No puedo revelarle exactamente cómo he conseguido esta información, pero el caso es que he tenido acceso a ciertos… datos confidenciales de la Weyland-Yuntai que a buen seguro le interesarán. Se trata del infiltrado modificado genéticamente, un asunto que si mal no recuerdo dejó en manos de la doctora Roslin. Pues verá, parece que ninguno de los pasajeros que embarcamos en la AURORA en la Estación Nostromo reunidos por la ONUG o por Mr Smith es un espécimen modificado. Eso reduce considerablemente el número de sospechosos, ¿no cree?