Partida Rol por web

En la sala común de la tropa se encuentran ahora mismo media docena de marines coloniales sentados a la mesa, echándose una partida a las cartas. Parece poker, estilo Texas hold 'em.

Y en ese momento entran la guapa secretaria de la consejera Wray y uno de esos científicos del laboratorio, el Dr. McKay, charlando animadamente y dirigiéndose directamente al dispensador de alimentos para tomar un café...

El camino hacia el comedor fue rápido. Había memorizado los planos de la nave en el día que me asignaron a esta misión. Nunca se sabia lo que podía suceder y lo mejor era saber el entorno en el que me movería.

La conversación con Mckay fue breve por que estábamos cerca pero era amena y cordial. Aunque tal vez algo protocolaria. Al llegar vi que el comedor era bastante amplio y bien iluminado un agradable cambio con respecto a los pasillos. Al llegar vi a varios Marines ociosos, jugando a las cartas o tomando algo.

-Caballeros. Salude de forma educada. Y volví mi atención a McKay e hice caso omiso a las miradas que sin duda me dedicaron. ¿Como tomas el café Rodney? Me pare en seco y abrí los ojos. Perdón, si puedo llamarle Rodney. ¿Verdad? Comente mientras llenaba una taza de café solo, caliente y sin azúcar, para mi.

-El café solo se disfruta al natural. Pensé al olerlo. Por fortuna el café era bueno.

El sargento observa a sus hombres jugando a las cartas, sin intervenir ni desaprobar el juego. En ese momento ve entrar a la mujer de la que algunos han hablado con anterioridad... y fija la mirada en todos ellos, procurando que mantengan la atención en la mesa. Cuando la cosa esté lo bastante interesante os enseñaré como se juega de verdad al poker-afirma, sonriendo a sus marines, mientras se cruje los dedos.

Fue superior a él. Crichton se giró e hizo a Vickers un repaso de arriba a abajo cual scanner corporal.

-Señorita, respondió con voz melosa al educado saludo de Vickers.

-Pero la mirada del Sargento le hizo volverse hacia la mesa. Estos son capaces de haber cambiado una carta...

Llegué a aquella cantina, acompañado de Venus. Desde luego, había acabado aceptando mi invitación. ¿Qué otra cosa podría hacer sino invitarla, después de todos aquellos favores que había profesado conmigo? Le debía ese café, estaba claro.

-Desde luego que puedes llamarme Rodney, Meredith. - dije, tuteándola también, mirándola por el rabillo del ojo con una media sonrisa que desprendía cierta dosis de arrogancia innata- Exactamente igual que el tuyo: solo, seria un terrible crimen adulterar un café de esa forma. Y sin azúcar: siempre he pensado que si necesitas edulcorar un café es porque no te gusta realmente, ¿no crees? - le pregunté entonces, mientras echaba un vistazo a mi alrededor, reparando en todo aquel pequeño grupo de primates disfrazados de seres humanos, seguramente emparentados con el Rey Mono, el tipejo insufrible que solía acompañar a Wray.

-Señores. - saludé entonces, mientras me percataba de la mirada que uno de aquellos eslabones perdidos repasaba el cuerpo de mi Venus con su poco evolucionada mirada. Una media sonrisa se dibujo en mis labios. Menudo iluso. Pensar que su mediocre músculo podría competir con mi inigualable cerebro.

Me apoyé de medio lado en la pared, con aire interesante, mientras Venus terminaba de coger aquel café, dispuesto a hacer lo propio con el mío- Parece que admiradores no te faltan... dije entonces, cabeceando en direccion al grupo, mientras la observaba, con una media sonrisa- Claro que no me extraña... - añadi aquellas dos últimas frases en petit comité, mientras terminábamos de conseguir nuestra bebidas.

-Gracias. Dije a poder utilizar su nombre y no su apellido. Sonreí impresionada al tomar el café igual que yo. Tenia mas pinta de ristretto con leche la verdad. Muy cierto , para disfrutar algo tienes que verlo en toda su... naturalidad.

Si me vieras en toda mi naturalidad te cagarías de miedo. Pensé divertida.

Prepare el café para Rodney y se lo lleve a la mesa para sentarme con el.

Vi como un soldado me miraba con especial ahincó aunque rápidamente volvió a lo suyo.

- Gracias eres muy amable. Supongo que sera por que son militares y estarán acostumbrados a no ver muchas mujeres. Comente encogiéndome de hombros.

La verdad es que no me sorprendía que me miraran, me había diseñado así.

- Y bien cuéntame algo de ti. Algo mas personal, no el frio informe que he leído. Dije con una cálida sonrisa. Y di un trago al café saboreando cada nota de sabor.

-Gracias. Dije a poder utilizar su nombre y no su apellido. Sonreí impresionada, al descubrir que tomaba el café igual que yo. Tenia mas pinta de ristretto con leche, la verdad. Muy cierto, para disfrutar algo tienes que verlo en toda su... naturalidad.

Preparé el café para Rodney y se lo lleve a la mesa para sentarme con el. Y vi como un soldado me miraba con especial ahincó, aunque rápidamente volvió a lo suyo.

- Gracias eres muy amable. Supongo que sera por que son militares y estarán acostumbrados a no ver muchas mujeres. Comenté en un susurro, encogiéndome de hombros.

- Y bien, cuéntame algo de ti. Algo mas personal, no el frio informe que he leído. Dije ahora en voz alta, con una cálida sonrisa. Y di un trago al café, saboreando cada nota de sabor.

-No podria estar más de acuerdo contigo. - dije, con una media sonrisa con cierto aire interesante, mientras cabeceaba en direccion a la rubia, al recibir mi cafe- Gracias. - le dije, usando la paletilla para mover aquel cafe, mas por vicio que por necesidad.

Entonces negué, cuando hizo referencia a los soldados, señalandola con mi café- Yo sí estoy acostumbrado a ver mujeres. - dije entonces, dando a entender que no sólo habia conseguido llamar la atencion de aquel tipo, como el que no quería la cosa, antes de continuar, contestando a su pregunta- ¿Sobre mi? Bueno... Mi primer nombre es Meredith y, en ocasiones suelo soñar que me devora una ballena... - dije, observándola, a la espera de su reacción, alzando un dedo, para añadir algo mas- Oh, y soy alergico a los cítricos, aunque eso es posible que ya lo sepa - añadi, señalandola de nuevo, con una media sonrisa- Te toca.

Escuche como decía que su nombre de pila era Meredith. Al escucharlo sonreí.

- Vaya asi que compartimos el nombre de pila. Somos tocayos. Pero cuando dijo que a veces soñaba con que era devorado por una ballena ,me hizo atragantarme por la risa mientras veía café. Cof cof jajaj cof cof jjajaja cof cof perdón cof cof. Dije entre tosidos y perdones.¿En serio? ¿Una ballena? Si llevan muertas siglos. La verdad es que me había hecho reír de verdad algo bastante difícil de conseguir. ¿Alérgico a los cítricos? Es una pena preparo un Gin tonic de muerte, aunque si tienen pepino algo podre hacer. Dije sonriendo. No me moleste en bajar el tono a uno mas privado si los marines lo escuchaban me era indiferente.

Entonces me pregunto por mi.

¿Yo? Me crearon en un laboratorio secreto de marte. Soy una especia de espía asesina multifuncional, fría y sin escrúpulos... y tengo un chip de anulación mental el cual mi creador activaba para violarme, a veces solo y a veces en grupos grandes... ¿Te parece suficiente? No se, soy una asistenta de alta ejecutivo. Nací en Marte, tuve una infancia acomodada y estudie en Harvard. Al terminar, la Weltherrschaft me hizo una oferta irrechazable. No se, me gusta la musica clasica, en especial Beethoven, me gusta leer libros antiguos de finales del XX y principios del XXI... y me gusta hacer ejercicio fisico.

Escuche como decía que su nombre de pila era Meredith. Al escucharlo sonreí.

- Vaya asi que compartimos el nombre de pila. Somos tocayos. Pero cuando dijo que a veces soñaba con que era devorado por una ballena ,me hizo atragantarme por la risa mientras veía café. Cof cof jajaj cof cof jjajaja cof cof perdón cof cof. Dije entre tosidos y perdones.¿En serio? ¿Una ballena? Si llevan muertas siglos. La verdad es que me había hecho reír de verdad, algo bastante difícil de conseguir. ¿Alérgico a los cítricos? Es una pena, preparo un Gin Tonic de muerte, aunque si tienen pepino algo podre hacer. Dije sonriendo. No me moleste en bajar el tono a uno mas privado si los marines lo escuchaban me era indiferente.

Entonces me pregunto por mi.

- ¿Yo?  No se, soy una asistenta de alta ejecutivo. Nací en Marte, tuve una infancia acomodada y estudie en Harvard. Al terminar, la Weltherrschaft me hizo una oferta irrechazable. Me gusta la musica clasica, en especial Beethoven, leer libros antiguos de finales del XX y principios del XXI. Y tambien me gusta hacer ejercicio fisico. Pocas veces me preguntaban por lo que me gustaba. Era un cambio... agradable.

En ese momento el piloto del exoesqueleto de combate y su técnico de mantenimiento, Quaritch y Sysko, entran en el comedor de la tropa charlando entre ellos. Aquí van a encontrar a los marines sentados a una mesa, junto a su sargento, echándose una buena timpa de poker... mientras en otro rincón, están disfrutando un café y un rato de charla uno de los científicos, el Dr. McKay, con Meredith Vickers, la guapa secretaria de esa ejecutiva de la WK que parece estar al mando de todo el personal civil.

Uno de los marines coloniales tiene el detalle de invitar a los recién llegados a unirse al grupo, a fin de cuentas si van a compartir barracón, iría bien que empezasen a conocerse... y cuanto antes mejor. Pues si llegan a intervenir en combate, es mejor saber qué tipo de persona tienes al lado.

- ¡Hey, vosotros, si queréis invertir unos cuantos créditos en mi jubilación, podéis sumaros a la mesa! - bromea dirigiéndose a Quaritch y Sysko - Apenas hemos empezado y estos de aquí todavía creen tener una oportunidad...

Miles se acerca, pocas opciones más habían tras el cierre del gimnasio, el no hacer nada terminaría volviéndolo loco. Se acerca una de las sillas, dándole media vuelta, para tomar asiento cruzando los brazos sobre el respaldo.

- ¿Para tu jubilación, no? - mirando a Agathon - pues vamos allá - el tono quedaba lejos de ser desafiante o competitivo.

Dedicó una breve mirada a los presentes en la mesa, aunque Meredith Vickers no se libró de un "pequeño" vistazo más prolongado de lo estrictamente necesario. Si no estuviera con ese McKay, cuyos aires de grandeza terminarían por provocarlo... no, no era momento de un expediente. 

Benjamin Sysko tampoco se hace de rogar demasiado...

- Bueno, ante tan amable invitación no puedo sino tomar asiento con ustedes, caballeros - sigue la broma, para luego añadir el clásico de los clásicos - Bueno, señores... ¿cómo se llama esté juego?

Y tomando la baraja del centro de la mesa, empieza a hacer florituras con las cartas como un auténtico tahur... corte simple con una mano, con las dos manos, múltiples cortes, fanning, springs, drops, arm-spreads, shuffles, deck flips, twirls, spins...

La sonrisa de Crichton al sentarse a la mesa la pareja va desapareciendo a medida que Sysko hace florituras con las cartas.

-Bien, parece que sabes hacer trucos de manos... pero esto no vale para nada si no tienes cabeza... le dijo como quien toca madera en cabeza propia... ya veremos ya, dijo de nuevo sonriendo...

Crichton no es el único que ha perdido la sonrisa viendo a quién acaban de invitar a la mesa... pero esas palabras parecen levantar el ánimo entre sus compañeros:

- Bien dicho, John - le secunda Aiden Ford - Esto no es un concurso de talentos, aquí lo que cuenta es la sangre fría... y saber aguartar el tipo.

Entonces interviene el sargento Stacker Pentecost, por cierto uno de los dos únicos que se limitaban a mirar, sin poner sus créditos encima de la mesa...

- Venga, chicos - se burla de sus caras - No me negaréis que el tipo es bueno... ¡pero si es todo un fenómeno!

Claro, desde su perspectiva las cosas se ven de otra manera...

El otro marine que no participaba en la partida, aunque en su caso sea por principios religiosos, se sonríe como si viera en la aparición de Sysko la mano divina que viene a castigar a sus irredentos camaradas de armas... tarde o temprano tenía que pasar, siempre les predica que el juego y las apuestas sólo son el camino hacia la ruina. Él lo sabe mejor que nadie, pues antes de ver la salvación en la Iglesia Renovada era un pecador más, puede que el peor de todos...

Sin embargo David Telford Ochoa no es un puritano palizas, siempre ha odiado eso. Simplemente, se preocupa de no volver a perder nunca la senda correcta y si de paso puede ayudar a alguien que necesite una mano, sin duda lo hará... pero sólo cuando lo pida.

- Un verdadero fenómeno, si señor - comenta con una amplia sonrisa, saliendo de uno de sus largos silencios - Me recuerda a un "cartomante" que ví en New Vegas, en la colonia lunar, era un auténtico tahúr que podía desplumarte en una hora...

Pero como Dios aprieta pero no ahoga, deja de martirizarlos (total, ya lo hará el instrumento del señor que acaban de sentar a la mesa, con la candidez del cordero del sacrificio) y cambia de tema para relatarles una de sus historias:

- Hablando de fenómenos... ¿os he explicado lo que me contó mi primo Ramirez en el último permiso? - si algo caracteriza a Ochoa es que tiene cientos de "primos" repartidos por todas partes - El tipo está también en la marina, destinado a los guardafronteras del ONUG, ya sabéis, los que controlan el contrabando con el Cinturón Orbital Terrestre... pero la cosa es que los llamaron para un tabajito especial allí abajo, en la vieja Tierra - todo el mundo la llama así ahora, como si fuera un vestigio del pasado, del que apenas quieres acordarte - Por lo visto necesitaban gente entrenada en combate con traje de vacío, por no se qué riesgo de contaminación biológica... y les ordenaron atacar una base terrorista de unos radicales del Tamil Eelam, o como se diga, que estaban en las montañas de Sri Lanka, allá por el sur de la India o así...

Sus batallitas siempre son largas, pero la gente suele prestarles atención, el tipo sabe hacerlas entretenidas.

- Bueno, la cuestión es que el tema estaba chungo, aquellos locos amenazaban con soltar algo que no debían tener si no se cumplían sus condiciones, lo de siempre... y por eso hacía falta entrar, cascarla y salir en plan quirúrgico - resume con su inigualable estilo - Y para eso les pusieron como refuerzo a un tipo muy especial - ahora llega el meollo de la historia - Tíos, mi primo juraba que aquello era algo sobrehumano, uno de esos de los que hablan en la Umbra, un tipo que saltó sin impulsores una valla de más de cinco metros, se coló dentro y eliminó a seis guardias armados sin dar un sólo tiro - asegura con toda convicción - Luego les abrió la puerta por dentro y se metieron hasta la cocina sin dar la alarma... aquello acabó antes de que ninguno de aquellos pobres diablos supiera que estaban siendo atacados.

Una historia difícil de creer. E imposible de demostrar, claro...

- Pero lo mejor de todo es que mi primo asegura que al final el tipo, el supersoldado, se tomó una copa con ellos en la lanzadera y hasta se hizo fotos - entonces su tono se apaga - Aunque luego el sargento les requisó todos los documentos de la misión y no pudo conservar nada... ¡salvo el recuerdo de esa experiencia!

En ese momento se oye un mensaje por megafonía, con la conocida voz del teniente Gaeta:

- Soldado de primera Agathon, preséntese en el puente.
 

Agathon alza las manos con fingido fastidio al oír que debe personarse de inmediato en el puente:

- ¡Vaya, qué mala suerte! - exclama con evidente cinismo, mientras retira sus créditos de la mesa - Pero bueno, muchachos, si los mandos me reclaman tendré que hacer el sacrificio de retirarme ahora que iba ganando...

Y antes de tener que vérselas con el tahur que él mismo ha invitado a la partida.