Partida Rol por web

El sargento Pentecost sonríe ante la jugada del soldado Greer -Vaya, me has sorprendido hasta a mí chico. Estoy ansioso por ver que sorpresas puedes darnos en el campo de batalla pues para eso nos han contratado-concluye dándole la mano a su hombre.

Todo el mundo está a sus asuntos cuando aparece Karl Agathon, que por lo visto ya ha regresado de su pequeña misión pilotando la lanzadera auxiliar para otra de las caprichosas excursiones del tipo de la corporación.

Aunque no viene solo. Le acompaña un tipo rubio, alto y fornido con pinta de militar.

El soldado Greer fue con todo con al parecer con tanto ímpetu que se llevo la mano.

Escuche el comentario del soldado sobre el amor y los juego y vi como se giro un poco para mirarme.

- Ese refrán es una mierda. Ni era afortunada en los juegos ni en los amores...

Le sonrei de una forma neutra y me gire hacia McKay para seguir la conversación con el.

Entonces regresó el marine que había sacado de paseo a Smith. Y lo hizo acompañado...

Regrese a aquel mismo Comedor del que me habia marchado hacia un tiempo que ni siquiera sabia determinar. ¿Un par de horas? ¿Algo mas? Dificil decirlo.

En cualquier caso, cuando regresé, lo hice acompañado por aquel tipo alto y fornido al que me habia ofrecido a guiar y a presentar al resto.

-Sigue soñando, Greer -dije, cruzandome con mi compañero cuando salia de alli, despues de haber ganado- ¿Y usted? ¿Como se deja ganar? - añadi, bromeando claramente, dirigiendome a Sysko- La proxima vez despéllejelo vivo y ya vera como no cacarea tanto... - cabecee en direccion a la salida, para despues hacerme a un lado, presentando al hombre que habia a mi lado con un gesto de mi mano.

-Señores, este es el Brigada Rogers, que a partir de ahora se unirá a nosotros. - dije, intentando parecer distendido ante el resto, pero con una tension en el fondo de mi mirada que se agravo considerablemente cuando mis ojos buscaron los de Pentecost. No sabia como se tomaría que Rogers estuviera ahora por encima suyo en la escala de mando.- Mi Brigada, estos son el sargento Pentecost, el cabo Sysko, el cabo mayor Quaritch, y los chicos, Ochoa, Ford, Matthew,Greer y Critchon.

Y guarde entonces silencio, ofreciendo con un gesto de la mano un asiento a Rogers, esperando a que el resto reaccionara, sintiendo la inminente necesidad de pedir una o dos rondas de chupitos... o de lo que fuera.

-¿Y usted como lleva eso de desplumar? - pregunte entonces a Rogers, con mi mejor aire distendido, esperando que el resto lo ayudara tambien a integrarse.

Hago un saludo militar a los suboficiales y saludo con la cabeza al resto de la tripulación. Los galones de mi uniforme muestran el rango de capitán, pero no es un uniforme de la ONUG, por lo que debería estar claro que el rango por el que me ha presentado el soldado Agathon es el que prevalece.

- Gracias soldado... - digo mientras tomo asiento. Durante un momento me quedo pensando en lo que ha cambiado mi vida en el último día y en mi conversación con Pierce antes de que me llamasen para ofrecerme este destino. - Pero pueden llamarme Steve. Tal y como le he dicho a su comandante en el puente, aunque agradezca el rango que me han otorgado, no tengo ninguna intención de inmiscuirme en su cadena de mando. Por lo que a mí respecta, sargento, es usted quien conoce a sus hombres - enfatizo el posesivo - y quien debe dirigirlos en todo momento.

Simple cuestión de eficiencia. Ni conozco a la tripulación, ni puedo esperar ningún tipo de lealtad por su parte, al menos de momento, así que cuanto más al margen me mantenga, mejor para todos. Además, por el momento mi misión no tiene mucho que ver con la cadena de mando del Aurora.

- En cuanto a eso de desplumar... - digo en respuesta al señor Atherton - me temo que sólo estoy familiarizado con las reglas de este juego. Estoy más acostumbrado a jugar al go o al ajedrez que al poker... Pero aprendo deprisa - añado al ver su gesto de extrañeza.

Me pregunto cómo han seguido jugando mientras estábamos atracados en microgravedad, pero no digo nada al respecto. - Por cierto, ¿saben si realizaremos alguna escala durante este viaje? - añado en voz alta.

El sargento mayor Stacker Pentecost, un hombre de color de gran estatura y corpulencia, se pone en pie con una sonrisa dibujada en el rostro y tiende la mano como gesto de bienvenida:

- Encantado de conocerle, mi Brigada - reconoce el rango asignado - Entonces yo seguiré estando al mando de toda esta caterva de marines coloniales - bromea - No haga caso de su lamentable aspecto, aunque nadie lo diría viéndoles saben hacer su trabajo...

Parece tener mucha camaradería con sus hombres, a los que procede a presentar:

- Al bueno de Agathon ya lo conoce, estos son Matthew, Ochoa, Crichton, Ford y Greer - entonces aclara - Para esta misión nos han reducido a un solo escuadrón, en lugar de los dos habituales - comenta sin perder la sonrisa - Pero a cambio nos han reforzado con un exoesqueleto Armaggedon, el cabo mayor Quaritch es su piloto - hace un gesto hacia un tipo musculoso y malcarado, con unas largas cicatrices que le cruzan medio rostro - Y el también cabo Ben Sysko es su técnico de mantenimiento - ahora le toca el turno a otro hombre de color con perilla y el cráneo afeitado - Como puede comprobar no llevan insignias, ahora son agentes libres - es decir, mercenarios corporativos - Pero ambos prestaron servicio en la Armada del ONUG.

Como muestra de buena voluntad, también comenta algunos detalles sobre el alojamiento para que el recién llegado pueda ubicarse más fácilmente:

- Podrá ver que allí al fondo tenemos el camarote común de la tropa, con sus clásicas literas triples, para que puedas abrirte la cabeza a gusto si te incorporas demasiado rápido - se queja como haría cualquiera de sus hombres, salta la vista que le gusta mostrarse como uno más entre ellos - Lamento decirle que tanto a usted como a mí nos va a tocar disfrutar de este sano ambiente cuartelario, pues los camarotes de los suboficiales, que tenemos enfrente, van a ser ocupados por el Mayor Tigh y el Teniente Gaeta, que a su vez han sido desplazados por toda esa gente de las corporaciones que tenemos a bordo...

De su tono se puede inferir fácilmente que no les profesa una excesiva simpatía, pero sabe mantener las formas.

El Soldado Agathon volvió con otro hombre bastante musculoso y apuesto me atrevería a decir. Al que no recordaba haber visto.

-Brigada Rogers. Dije mentalmente para mi.

Levante mi café a modo mientra saludaba.

- Meredith Vickers asistenta de la Consejera Wray.

El Brigada parecía bastante cercano con los hombres.

-Parece que tiene madera de Lider. Estaba acostumbra a tener que calar a las personas con breves retazos de conversación habladas o con la gesticulación no verbal.

El Sargento Pentecost se puso hablar con Rogers. Este también era un líder pero de una forma bastante diferente a Rogers. Parecía tan honesto como un martillo golpeando en un yunque. Pero desde luego era preferible esa sincerad que las palabras edulcoradas que solía escuchar. Al parecer no le gustaba bastante nuestra presencia en la nave.

-Bueno si le sirve, Pentecost, yo comparto camarote con nueve personas en un espacio que no fue pensado para tanta gente. Al menos no tiene que cambiarse bajo la atenta mirada de varios...caballeros. Bueno salvo que en tiempo de guerra todo agujero sea trinchera... comente divertida.

Estaba de buen humor. Estaba siendo un buen dia.

Interrumpi mi conversacion con Vickers para observar a los recien llegados. Muy bien. Alli estaban mandibula cuadrada y un rubito que iba de simpatico pero que a mi no me engañaba. ¿Quien iba a creerse que el "pasaba de mandar", como aseguraba? seguro que solo esperaba a que Pentecost se confiara.

En cualquier caso, lo bueno de ser el doctor McKay era que esas cosas no me preocupaban. Me preocupaban mucho mas otros asuntos, unos que estaba a punto de tratar, dicho sea de paso, y que todos parecian haberse propuesto boikotearme hoy. Asi pues, cabecee en direccion a los recien llegados, mirando al rubito con cierto aire impaciente- Doctor Rodney McKay. - dije, con cierto pomposerio, seguro de que por muy cuadrado que estuviera y por muy primario que fuera su cerebro habria escuchado hablar de mi, como casi todo el mundo, desde luego.

Y entonces me gire de nuevo hacia Vickers, dispuesto a seguir conversando con ella. Aun habia muchas cosas que queria saber de aquella rubia. Y otras tantas que estaba dispuesto a contarle.

Uno de los marines coloniales de más edad, un hombre con evidente ascendencia hispana, se incorpora y tiende una mano al recién llegado con una sincera sonrisa en los labios:

- Bienvenido a bordo, mi brigada - combina el aire informal con la adecuada mención al rango - Mi nombre es Ochoa, soldado de primera David Telford Ochoa, pastor de la Iglesia Renacida - su sonrisa se amplía y añade bromeando - Aunque mucho me temo que aquí predico en el desierto...

A continuación otro de los marines imita a su compañero y se presenta a su vez:

- Yo soy Scott Matthew - dice con una breve inclinación de cabeza - Y puedo contestarle a su última pregunta: nadie sabe si haremos escalas en nuestro rumbo porque nunca se molestan en informarnos de nada... por no saber, no conocemos ni nuestro destino principal - y añade con cínico humor - Somos marines coloniales, sólo esperan de nosotros obediencia ciega...

- ... y valor suicida, hermano, no te olvides de la segunda parte - bromea otro de los marines - Soy Aiden Ford, tío, otro de los payasos de este puto circo...

Cuando acaba de hablar percibe de reojo una dura mirada del sargento Pentecost, dirigida con toda la intención de ponerle en su sitio, por muy informal que parezca el nuevo brigada es un suboficial y no se le habla de esa manera.

Ford lo capta rápido y cambia el rollo recitando con sorna un discursito que todos conocen:

- Pero orgulloso de pertenecer a la Armada Estelar, señor, una jornada en la marina colonial es como un fabuloso día en el campo, cada comida un banquete, cada cheque de pago una fortuna, cada formación un desfile... - repite lo que tantas veces le habían oído decir a ese viejo cabrón del sargento Apone en la academia.

Miles da un ligero cabeceo cuando Pentecost le presenta, sin ninguna intención aparente de repetirse. Queda claro que no le supone ninguna alegría la llegada del nuevo mando, pero tampoco se pronuncia al respecto. Se limita a guardar silencio. Que hablen otros.

Ben se echa hacia atrás en su asiento y chasquea la lengua, haciendo una seña con la mano hacia el recién llegado, con el índice extendido y el pulgar hacia arriba, pero sin pronunciar palabra, igual que su socio. Ninguno parece particularmente hablador.

En el comedor empezaba a haber demasiada gente para mantener una conversación minimamente privada con McKay. Por lo que saque mi tableta de datos la cual siempre llevaba conmigo y escribí rápidamente algo pasándosela a Rodney.

-Aqui hay mucha gente como para mantener una conversación con mas nivel intelectual del que han escuchado nunca esos soldaditos. ¿Por que no vamos a otro lugar mas apartado? ¿Tu camarote quizas?

Hubiera dicho del mio pero siempre habia alguien. Era bastante mas probable que el suyo estuviera vació.

Crichton. Dice secamente levantando la mano.

Parece que la nefasta fortuna en la partida de cartas ha tenido un ligero efecto secundario en su humor.

Greer se pone firme y se lleva la mano a la frente, realizando un saludo militar al recién llegado al tiempo que una amplia sonrisa se dibuja en su rostro cuadrado al escuchar las palabras de su colega y compañero.

—Ronald Greer, otro orgulloso marine colonial encantao de patearte el culo cuando quieras echarte unas manitas con nosotros —y es que su triunfo anterior en las cartas no ha hecho más que subirle los humos—. Bienvenío.

De repente vi como Venus me tendia aquel terminal, haciendo que, definitivamente, mi atencion se desviara de aquella panda de orangutanes. Miré lo que habia escrito en el, alzando ambas cejas, con una media sonrisa. ¿A mi camarote? Pues si que es directa esta chica...

Sin embargo, no seria yo quien perdiera la oportunidad de tener una charla mas privada con ella. Tenia el problema de Kern y Kavanagh, pero bueno, a malas siempre podia recurrir a echarlos a patadas de alli.

Tome el terminal, y yo mismo escribi algo, tendiendoselo, mientras asentia lentamente, mirandola con aquella media sonrisa en los labios.

Desde luego. La señoritas primero :)

Le tendi de nuevo el dispositivo y extendi mi mano hacia la puerta, con intencion de salir de alli sin hacer demasiado ruido. Estaba claro: una vez más, el seso de Rodney McKay habia ganado al musculo de todos aquellos pusilánimes.

Premio para el caballero.
 

El jefe científico de la nave y la secretaria personal de la consejera Wray han estado consultando una PDA que se tendían mutuamente y por lo visto deciden abandonar con toda discrección la sala común, pues les veis cruzar juntos hacia la puerta sin decirle nada a nadie...

Crichton, pasea la mirada sobre Vickers y la acompaña hasta la puerta, quedándose sumido en vete a saber qué tipo de pensamientos.

Saludos uno a uno a todos los militares según se van presentando, tomando buena nota de sus reacciones. No puedo evitar una ligera sonrisa ante el comentario de Matthew, ya que esa sensación me resulta familiar. Sin embargo, antes de que termine de hablar, la voz por megafonía convocándonos a la sala de crioéstasis resuelve la duda.

- Parece que no habrá escalas, entonces... - le digo sin hacer ningún comentario más sobre el destino de la nave.

Los dos cabos no dicen ni una palabra, así que soy yo quien me dirijo a ellos.

- Así que cuentan con un exoesqueleto Armaggedon... Pocas veces he tenido ocasión de ver uno de ellos en acción. ¿Quién les ha asignado a esta unidad? - les pregunto haciendo referencia a las palabras del sargento. Si son mercenarios corporativos, lo más probable es que pertenezcan a las fuerzas de Weyland-Yutani o Weltherrschaft Korporatsiya.