Partida Rol por web

Young se acerca a la mesa de McKay y toma asiento mientras le susurra, para no interrumpir a Pentecost:

- Al sargento le encanta esa historia, la verdad es que el mayor Tigh los puso en su sitio... sin necesidad de causar una sola baja, que hubiera sido muy difícil de justificar ante el alto mando -guiña un ojo con complicidad- Si le parece, ahora le aceptaría encantado esa copa que propuso antes...

Saúl afila su sonrisa ante el comentario del joven marine colonial, ese Scott Matthew, un buen muchacho según los informes, aunque un poco tocapelotas con los detalles de las ordenanzas... el listillo del grupo, vamos:

- Para tener la respuesta a esa pregunta, chaval, tendías que haber estado en aquel puente de mando y no recuerdo haberte visto por allí... -rompe por fin su silencio con un expresión lupina en su avejentado rostro, mientras empuja otro buen puñado de créditos al centro de la mesa ante la consternación general- Igual que para ver ahora mi jugada vas a tener que apostar todo lo que te queda...

Ronald prorrumpió en una sonora carcajada cuando el mayor terminó de contar su historia.

—¡Por el Mayor y los Marines! ¡AU, AU, AU! —los gritos del hombretón y de sus compadres retumbaron por toda la sala. Se diría que la historia les había conmovido (de algún modo que sólo un marine podía entender).

Entonces el soldado dio un largo trago al licor casero del Mayor Tight y aceptó el envite de su superior lanzando las fichas al centro de la mesa.

Los créditos corren sobre la mesa, conformando al final un suculento montoncillo en el centro de la timba... hay varios conatos de "subo a cien" seguidos del correspondiente "pues lo veo y pongo otros cincuenta" hasta que la última ronda de apuestas concluye y llega el momento crucial de enseñar las cartas.

Y en ese punto, el veterano Mayor Tigh enseña un póker de dieces que supera cualquier otra mano de la mesa.

Saúl deja escapar una carcajada feroz mientras estira las manos y arastra hacia sí la pequeña montaña de créditos:

- ¡JA! Venid con papá, pequeños... -entonces echa una mirada expresiva a los marines que le rodean y grazna- Muchas gracias por contribuir a mi retiro, pollos, os recordaré con mucho cariño cuando esté con una zorra de tres tetas en el jacuzzi de un burdel en Sirtis Major, en el Barrio Rojo de Marte.

Puede que sea todo un veterano, puede que sepa cómo ganarse el respeto de los hombres... pero nunca ha sabido ganar con elegancia. Claro que es todavía peor perdedor.

Una media sonrisa se dibujo en mis labios cuando Young apareció en aquel comedor, en el que los soldaditos ya habían comenzado a jugar a las cartas. Les hubiera explicado que en realidad se trataba de una cuestion matemática y todo eso que ya se sabe... pero había preferido distraerme escuchando aquellas batallitas.

Quizás por eso, cuando Young hablo de la historia de Pentecost, la sonrisa se afilo ligeramente en mis labios- Bueno, al menos me alegra saber que no soy el único que siente "tanta simpatia" por las megacorporaciones...  - comenté con tono jocoso, esperando a que Young tomara asiento- Bueno, parece que ellos han tenido que jugar para beber... En el caso de los civiles... ¿Cuesta tanto tambien hacerse con algo en condiciones para beber? - pregunte a Young, percatandome de que, hasta entonces, solo habia bebido cafe- Espero que no tengamos que probar suerte para poder bebernos un trago...  añadi, señalando la timba y alzando ambas cejas- ¿Que tal ese reconocimiento médico, por cierto?

Tira las cartas sobre la mesa mientras sus ojos, abiertos a más no poder, ven alejarse sus créditos en dirección opuesta a la suya.

Me cago en mis muertos, con el pedazo de ful que tenía....

-¡Menuda chamba Mayor, estaba convencido de que iba de farol! dice sonriendo pero con evidente fastidio. Alarga la mano de nuevo a la botella para ahogar un poco su pena.

Everett Young sonríe con complicidad a su interlocutor y le contesta en el mismo tono bajo que están empleando para mantener su conversación en privado, entre todo el ruido ambiental que impera en la sala común...

- La revisión era un puro trámite, no se preocupe cuando le toque pasarla... un pinchazo, una muestra de orina y te despachan de vuelta a tus obligaciones -resulta evidente que elude hablar de su mal aspecto actual, intentando disimular que está agotado y con grandes ojeras por evidente falta de sueño- En cuanto a las batallitas del mayor Tigh... es cierto que se marcó un buen punto en Ganímedes, pero piense también que apenas un año más tarde le prejubilaron, igual que al comandante Adama... enviaron el Spektor al desguace por haber quedado obsoleto y al resto de la tripulación nos repartieron por media flota -alza las cejas de forma significativa, pero en su gesto hay más resignación que rabia- Yo suelo analizar los sucesos, intentando buscar relaciones de causa-efecto... y créame, uno no puede enfrentarse a las Corporaciones, sencillamente son demasiado poderosas. Con ellas siempre pierdes.

Guarda silencio un instante algo arrepentido de sus palabras, posiblemente la conversación se haya vuelto demasiado filosófica para algo que sólo pretendía ser puro entretenimiento... así que cambia de tercio:

- Pero en cuanto a beber algo que contenga cierta graduación alcohólica, me temo que ese dispensador de alimentos no va a poder ayudarnos... ¡así que voy a intentar interceder ante la oficialidad de la nave!

Y dicho eso, se pone en pie para dirigirse a la mesa en la que se jugaba la timba de póker...

El alferez Young se acerca a la timba con una amplia sonrisa en los labios:

- ¿Ya ha vuelto a hacer de las suyas con los pobres marines coloniales, mayor? -bromea con Saúl, para luego dirigirse a toda la mesa- Deberíais haber hecho más caso de las advertencias del sargento, muchachos... aunque no predique con el ejemplo... pero os aseguro que todos los demás huímos al verle con una baraja de cartas -palmea el hombro de Tigh felicitándole con la confianza que da conocerse desde hace muchos años y añade- Pero supongo que con todas esas ganancias en el bolsillo querrás celebrarlo, viejo rufián... ¡Y no irás a negarnos un trago al resto!

Joe Parker, uno de los encargados de mantenimiento de la nave, acaba de pasar el mocho por el último rincón de la sala común de la tropa y empuja su carrito presurizado hacia la puerta. La verdad es que ha dedicado bastante más tiempo del necesario, fregando varias veces la misma zona, pero bueno, seguramente estaba escuchando las batallitas que explicaba el sargento Pentecost y no quería perderse el final... No parece alguien tímido, desde luego, así que no se molesta en buscarse muchas excusas.

De hecho, cuando pasa junto a la mesa que ocupan Rogers y Riddick, que ya han terminado de comer y parecen a punto de levantarse, se dirige a ellos con esa desgana tan particular de quién ha repetido las mismas palabras cientos de veces, como parte de su trabajo:

- Antes de irse, hagan el favor de retirar las bandejas y depositarlas en el recipiente de reciclaje, junto a la máquina dispensadora -masculla mientras pasa de largo- Me encargo de la limpieza de la nave, pero no tengo por qué ir mesa por mesa recogiendo...

Y se lo dice al terrorista convicto más peligroso del sistema. No es de los que se dejan impresionar, no...

Ni siquiera se gira para ver cómo reaccionan, el tipo continúa caminando con parsimonía, empujando el carrito, hasta abandonar tranquilamente el comedor de la tropa...

Ronald se echa hacia atrás en su asiento, completamente derrotado, y se lleva las manos detrás de la cabeza, arrugando el ceño en una mueca de consternación. Le ha dolido perder tanto crédito ante su oficial.

- Nus ha da’o a base de bien, Mayor -grita el lumbreras de Greer mientras le quita la botella de las manos a Crichton y empieza a rellenar los vasos vacíos que hay por toda la mesa-. Yo también pensé que iba de farol, pero joder, usté sí que sabe quedarse con el personal.

El hombretón suspira y mira con pena el montón de créditos que hay ahora junta al mayor.

- Tenga, Young -le lanza un vaso al alférez-, únasenos.  ¿Qué más puede que decirnus que nus hubiera vení'o bien saber antes de la partida? - el licor casero debe de haberle afectado a base de bien al pájaro este, pues su acento empieza a sonar más cerrado de lo habitual y empieza a reírse por cualquier cosa.  

Mientras el soldado comenta la jugada del Mayor, pasa discretamente la mano por uno de sus bolsillos y echa con disimulo un pequeño rectángulo blanquecino, de apenas unos milímetros de grosor, en una de las bebidas que está sirviendo. Una bebida que luego desliza por la mesa hacia Young. 

Te vas a cagar por la pata abajo, colega. 

- Oh, gracias, marine -contesta Young sin apenas prestarle atención, pendiente de Tigh, que asiente con una sonrisa- Pero ya que estamos, sirve otro vaso para el doctor McKay, que lo tengo esperando allí al fondo y necesita remojar un poco el gaznate...

- Claro, compadre -dice el soldado sin quitarle el ojo de encima al cerebrito-. ¡Ahí te va eso! - grita mientras le tiende a Young el vaso de McKay.  

Young agradece con un asentimiento de cabeza y se encamina de nuevo hacia la mesa del fondo que comparte con el jefe científico de la nave.

Como si estuviera a otro nivel, el de la gente con un doctorado... y sólo se hubiera acercado cuando lo ha necesitado para obtener la bebida, pero no quisiese pasar más tiempo del necesario en esta compañía...

Las miradas de algunos marines que deja a su espalda no son fraternales. Pero sólo se trata de eso, miradas.

Cuando vuelve a sentarse ante Rodney, tiende la bebida con una sonrisa de suficiencia:

- La clave del éxito en cualquier cosa es saber a quién acudir para obtener lo que necesitas -bromea, aunque luego alarga el comentario para filosofar- De hecho, las relaciones humanas son mucho más simples de lo que parecen, a fin de cuentas seguimos siendo homínidos que se reúnen en manadas... y funcionamos como redes clientelares. Redes de favores, si prefiere llamarlo así, basadas en lo que necesita cada uno y en quién puede proporcionárselo.

Tiende un vaso a McKay y le da un pequeño sorbo al suyo, para enseguida hacer una mueca y comentar:

- Vaya con cuidado, que esto no es agua...

Degusto mi comida, saboreando cada bocado sin ninguna prisa. Dejando que el silencio se acomode entre Roger y mi persona. No me molesta el silencio, me permite centrarme en otras cosas, como en la pelea de gallos que se ha montado en cuanto uno de los oficiales de mayor rango ha aparecido para montar una timba de póker. El tipo parece de los duros y además viene acompañado del único hombre que se dignó a darme algo de beber mientras estaba pegado a la pared, interesante combinación.

Le doy un largo trago a lo que llaman zumo de manzana, deleitándome en el azúcar que posee. Nunca sabes lo mucho que se echa de menos algo, hasta que dejas de poder tenerlo. Escucho con atención como se desarrolla la partida, no me giro pero tampoco es necesario, sus palabras dicen más de lo que ellos quisieran. Supongo que es la manera que tienen de relajar tensiones, a ver quién grita más fuerte y la tiene más larga. Los envites se suceden hasta que es justamente el de mayor rango quien gana, con una exhibición de lo que no debe hacer un oficial... debe ser interesante tocarle los huevos a ese tío y ver hasta dónde llega su enfado cuando pierde... pero no tengo nada con lo que apostar, así que sigo a lo mío.

Una vez terminada la bandeja veo como el soldadito la hace a un lado sin terminar la suya. Hace una pregunta que no es tal y asiento lentamente, mientras me limpio la boca con una de las servilletas. Rogers se prepara para coger ambas bandejas cuando el hombre que está limpiando se acerca para emitir un mensaje que debe tener en reproducción automática, no emite ningún tipo de sentimiento en el... ciertamente es como si fuera un robot. Podría molestarme por sus palabras pero no tendría sentido, lo que sí me molesta es que un hombre en su trabajo llegue al punto de parecer más un mueble que otra cosa. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que todos los presentes obvian siquiera su existencia. - Es comprensible, no te preocupes. No me gusta que otro limpie mi mierda. - Antes de poder hacer nada es Rogers quien coge ambas bandejas, miro a Joe y sonrío, una sonrisa entre sarcástica y amistosa por lo que acaba de hacer el soldadito.

Rogers se despide de los presentes y me conmina a abandonar el comedor, en otro momento le hubiera puesto en su sitio. Al fin y al cabo es mi perrito particular, no mi oficial de prisiones... y nadie ha dicho que deba ir donde él quiera, sino más bien al revés. Mas tengo curiosidad por ver la nave- ¿Qué tal... si me ofrece la ruta turística al completo? -Mi tono es completamente neutro mientras sonrió amistosamente.

Una expresion de sorpresa se dibujo en mi rostro cuando aquel tipo extendio un vaso hacia mi. Pues si que resultaba facil conseguir un par de chupitos. Tendria que preguntarle a Young si costaria igual de poco hacerse con la botella- Gracias, muy amable por su parte. - me limite a decir, con una sonrisa algo forzada, poco acostumbrado a ser "amable" con los que me rodeaban. Las formulas de cortesia, a mi parecer, estaban sobrevaloradas en algunas ocasiones.... O con algunas personas.

Y, en cuanto me hice con aquel vaso, me volvi de nuevo hacia Young, haciendo que nuestra conversacion se convirtiera nuevamente en una privada.
 

-Y, por lo que veo, usted es un hombre de recursos... - comente a Young, afilando ligeramente la sonrisa, al tiempo que cabeceaba, educado, como gesto de agradecimiento por el vaso. Y mi sonrisa se ensancho cuando escuche a Young hablar sobre hominidos, sobre todo teniendo en cuenta el inigualable espectaculo simiesco que estabamos presenciando entre todos aquellos macacos de la misma manada.

-Me temo que, en mi caso, las relaciones sociales no son precisamente mi fuerte. Lo mio es la ciencia, son los numeros, la fisica... el universo. Las personas en realidad pocas veces son dignas de mi atencion. - dije, y, a pesar de lo prepotente de mi comentario lo cierto era que, en aquella ocasion, habia mas de sinceridad que de pedanteria en mis palabras. Era verdad. Era una patata emocional, un autentico ladrillo para la empatia humana. Lo mio eran otras cosas.- Aunque estoy de acuerdo con usted en algo, Young: al fin y al cabo, todo se limita a tirar del hilo adecuado en el momento adecuado. Y en hasta donde se este dispuesto a llegar para conseguir lo que uno anhela. - añadi, llevandome finalmente el vaso a los labios, dando un corto trago tras la advertencia de Young que, sin embargo, casi hizo que me atragantara. ¿Pero que mierda era aquello?

Mi cara era un poema, y los colores subian y bajaban de ella mientras intentaba tapar aquella tos propia del que no esta acostumbrado a tolerar las bebidas fuertes. -¡Jo...der!