Partida Rol por web

Esforzándose por recuperar un poco la compostura, Kern carraspea antes de contestar, pero aun así su voz suena irrisoriamente aguda y chillona:

- Yo sólo quiero que todo esto se resuelva y que me dejen retirarme a la tranquilidad de mi camarote - podéis ver como parece incapaz de mirar a nadie a los ojos - Empiezo a pensar que nunca debí embarcar en esta nave...

Ante la sugerencia del Comandante, Monnipenny mira a Smith y éste, con un ligero movimiento de cabeza afirmativo, parece que autoriza a la secretaria a empezar la búsqueda de información.

Si no es culpable, lo parece demasiado.

-Comandante, no voy a realizar a Kern más preguntas de las que ya le han formulado, dijo sin ni siquiera mirarlo, pero quizás no estaría de más que permaneciese retenido y bajo vigilancia hasta que los informáticos hayan acabado su tarea esclarecedora. Parecía algo más calmado, pero ese Kern, con su debilidad, le sacaba de quicio. 

Ronald Greer escuchaba  atónito los testimonios de los ilustres invitados. No daba crédito: ¿les habían quitado el gimnasio para que unos cerebritos andasen jodiendo la marrana con los ordenadores?

Permanecía firme e inmóvil junto al acusado, un cobarde de la peor categoría, tratando (en vano) de que su expresión no transmitiera lo que estaba pensando. Y es que no podía terminar de creerse que se armase una tan gorda porque un ordenador daba un error. Anda que no le han explotado a él cosas “sin querer”.

Échale cojones, joder, y defiéndete un poco, se dijo mientras contemplaba de reojo al doctor regordete. Da hasta lástima. 

Una vez el Comandante impartió sus ordenes, la pequeña figura se adelantó hasta él, susurrando algo antes de asentir con la cabeza. Miró fijamente al doctor Kern, solo unos segundos antes de darse la vuelta y marcharse de allí tal y como habían ordenado.

Todo aquello había sudo muy... revelador. Pero aun quedaban muchas capas por arrancar.

- Comandante Adama. Ambos sabemos el porqué estoy aquí. ¿Por qué no invita al Doctor a una de mis entrevistas? Sería una buena forma de comenzar mi misión aquí. Confio en su buen juicio, Comandante. -

Asiento ante las palabras de los hombres de las corporaciones y de la ONUG -Doctor Kern, espero que entienda que debemos investigar todos los contratiempos para evitar posibles males mayores. Siento que usted se esté viendo implicado en esta trama, pero creo que debe entender que la seguridad de toda la nave es lo primero. Estoy seguro de que usted piensa igual. Los guardias le acompañarán a la enfermería hasta que todo esto esté solucionado con el fin de proteger su integridad física. No creo que el resto de los pasajeros se tomen con buenos ojos la idea de que alguien pretenda boicotear la nave. Me giro hacia el sargento Pentescost -Sargento, acompañe al doctor a la enfermería y asegúrese que un guardia se mantenga en la puerta en todo momento. Doctor Kern, pronto le haré una visita y le llevaré algo de comer y beber. Me aseguraré de que no le falte de nada. Reitero nuevamente mis disculpas ante la situación que está viviendo-concluyo mirando al científico, tratando de que el ambiente de la nave se mantenga cordial en todo momento.

Una divertida, pero misteriosa sonrisa se dibujó en el rostro del Agente. - Será un placer. Deseo su permiso, Comandante, para ingresar en la enfermería. Aunque no sea mi especialdiad, mis estudios sobre psicología humana creo que podrían ayudar a... comprender las motivaciones del Doctor Kern. - Y así, esperó a que le permitieran acceder a la enfermería.

Pentecost cumple diligentemente las órdenes recibidas, conduciendo al Dr. Kern a la enfermería sin la menor resistencia:

- Matthew, acompáñeme, usted quedará de guardia hasta que le envíen un relevo - ordena a uno de sus marines - Greer, vaya a buscar a sus compañeros e infórmeles de que todo está en orden, por si alguien no es consciente todavía de que esto ha terminado... al menos hasta nueva orden.

Smith mira la escena con aire satisfecho, como estando todo bajo control, que es lo que le gusta.

De todas maneras esa cuenta atrás le va a quitar muchas horas de sueño, como si no se conociera y su semblante serio así lo atestigua.

Cuando todos se van yendo según órdenes, él se va hacia su cuarto.

Bueno, una última parada antes del viajecito...

Una vez más, el Crucero de Combate AURORA recurre a sus propulsores químicos de hidrógeno para un desplazamiento de corto alcance, de escala interorbital. Apenas os lleva unas horas llegar hasta una enorme Estación Orbital que oficialmente os han presentado como el Taller-S corp Ltd. perteneciente, como no, a la Weyland-Yutani.

La lanzadera de clase Tintorera apenas resulta perceptible en comparación con su inmensidad: si esto es un taller, debe encargarse de arreglar cosas realmente grandes...

Asiento ante las palabras del agente Bester, aunque no me muestro muy convencido de dejarlo solo con el reo - Si, tienen mi autorización para continuar el interrogatorio en la enfermería -concedo- Pero me gustará acompañarles, en cuanto resuelva algo en el puente, aunque sea solo para tranquilizar a la doctora Roslin.

El otro operativo del ONUG, la joven conocida únicamente como Lucy, sigue en silencio al agente Alfred Bester hacia la enfermería para asistirle en el interrogatorio. No ha pronunciado una sola palabra desde que accedió a la nave.

Y por fin, aquello termino.

Bueno, el desenlace tampoco habia sido tan malo, despues de todo. Kern habia salido demasiado bien parado si, de momento, lo unico que iba a conseguir era que Roslin le metiera mano. Pensandolo bien... quizas hasta fuera una buena idea que yo mismo volviera al laboratorio y tocara un par de botoncitos mas, a ver si despues me tocaba a mi.

Sonrei para mi mismo, negando, y miré a los alli presentes, con cierto aire exasperado- Bien, caballeros, si no me necesitan más entonces... Creo que tengo cosas que hacer.

Y me giré sobre mi mismo, saliendo de aquel lugar, en direccion a saber qué lugar de la nave.

El soldado de primera Greer se puso firme y saludó al Almirante primero y a su Sargento después.

—¡Sí, señor! —exclamó cuando el Sargento le dio sus nuevas instrucciones. Les diría a todos que habían acabado, sí. Pero también que todo había sido una auténtica chiquillada de los cerebritos y sus juguetes.

Esperaba que no hubiera más, o alguien pagaría por haberles quitado el gimnasio (y por exponerles a ataques informáticos, aunque eso era secundario ahora mismo para Ronald).  

Miró de reojo al salir a la rubia de expresión inquisitiva que había permanecido callada todo el tiempo. Joder, esto sí que es una hembra y no la zorra de mi mujer.

- Claro, Comandante Adama. Le esperaremos allí. - No hubo mucho más que decir. Bester enfundó sus manos en los guantes, abriendo y cerrando la mano en un par de ocasiones para asegurar el guante. Se llevó las manos a la espalda en aquel gesto tan incómodo como entrenado, y tras eso pasó la mirada por todos los presentes.

- Caballeros. Damas. Ha sido un placer. - Dijo, sin más espera, dandose la vuelta y abandonando el lugar para dirigirse a la enfermería.

El reducido grupo conformado por Mr. Smith, el hombre de la corporación Weyland-Yutani a bordo, su guapa secretaria personal y el marine colonial Karl Agathon, asignado como escolta de los civiles y piloto de la lanzadera, se dirigen a la compuerta que los une a una de las naves accesorias del Crucero de Combate AURORA.

Una exclusa de vacío los conduce a la lanzadera militar adosada al casco, de forma que queda en el exterior en lugar de almacenada en un hangar interno. Un detalle de su diseño y construcción que permite reducir el tamaño, y por tanto la masa de esta nave, a cerca de la mitad de cualquier otro modelo de Crucero Estelar que hubieran visto nunca. Y eso tiene una correspondencia directa con su asombrosa velocidad de tránsito.

Pero bueno, todo eso son cuestiones de ingenieros y científicos, lo que nos ocupa ahora es darle uso real a la lanzadera de clase Tintorera, para llegar cuanto antes a ese Taller-S corp Ltd.

Gaius se quedó en el  puente de mando después de la salida del doctor Kern y de los recién embarcados. O al menos eso creía, pues no los había visto cuando subió a bordo el grueso del pasaje. El doctor estaba como abstraído mirando un punto en concreto al fondo de la sala. Un punto donde aparentemente nada había.

Sacudió de repente la cabeza, y al reparar que todo el personal civil –directivos y hasta el acusado- habían abandonado la sala, sonrió nervioso al comandante Adama y se dispuso entonces a retirarse. 

Algo más de cinco horas tras haber partido, la lanzadera auxiliar de clase Tintorera vuelve a acoplarse externamente al casco del Crucero de Combate AURORA.

Y cuando la exclusa estanca se abre, además de Agathon, que ejercía esta vez como piloto, de Mr. Smith y su secretaria personal, desciende un nuevo pasajero. Un tipo alto, rubio y fornido, con una actitud marcadamente militar... algo que se percibe en cada uno de sus movimientos, empezando por la forma en que se adapta a las condiciones de ingravidez.

Es evidente que ha recibido entrenamiento específico para estas circunstancias.

Floto fuera de la lanzadera, moviéndome ágilmente pese a la ausencia de gravedad. Por un momento observo con atención la disposición del crucero de combate, así como a todos los tripulantes que estén ahora mismo presentes, buscando con la mirada a alguien con autoridad militar dentro de la nave.

- Usted dirá, señor Smith - le digo a mi acompañante. - Supongo que tendrá cosas que hacer, aunque le agradecería que me presentase a alguien de la tripulación que pueda mostrarme la nave y a sus ocupantes.

Encojo las piernas para disminuir mi inercia y girar rápidamente hacia una de las paredes, separándome del hombre con ropas de civil mientras espero que se active nuevamente la gravedad artificial cuando el crucero se ponga en marcha.

Por supuesto, Rogers.

Sígame, vamos al puente y le presento al Comandante. De hecho también he de comentarle alguna cosilla...

Y ya cogiéndole el tranquillo al asunto de la ingravidez se dirige allá

Luego le presentaré algún otro militar... aunque Agathon también puede hacerle de cicerone.