Partida Rol por web

Una vez acabada la ronda de presentaciones, la Dra. Roslin es la primera en tomar la iniciativa para poner en marcha el improvisado grupo:

- Bueno, caballeros, deberíamos acabar con el equipaje y dirigirnos a la zona de embarque - parece una de esas personas que no soportan perder el tiempo - Allí nos espera la Consejera Wray, que por lo visto será nuestra persona de referencia a bordo...

Kavanagh no pierde oportunidad de hacerse el gracioso, intentando ganarse el favor de los presentes...

- Desde luego mejor que no la hagamos esperar, he oído algunas cosas sobre ella... - os mira con aire de ir a haceros algún tipo de confidencia y añade - Antes de firmar mi contrato, busqué algunos datos sobre ella en la Web, lo que está al acceso público al menos... y además de ser una prestigiosa abogada de la Weltherrschaft Korporatsiya, tiene fama de ser fría como el hielo y dura como el acero - queda claro que hacer metáforas no es lo suyo - No me gustaría entrarle con mal pie si ha de ser nuestra jefa...

El chaval que va de coleguita apostilla lo dicho:

- Por eso nos hemos reunido antes aquí, en la cola de facturación - guiña un ojo y palmea el hombro de McKay, tomándose unas confianzas que nadie le ha dado - Así nadie pringa llegando el primero y quedándose a solas con ella... vete a saber, igual le da por hacernos entrevistas personalizadas y test de aptitud... ¡Vaya muermo!

La doctora de a bordo pertenece a otra generación y tiene otras responsabilidades, pero parece encontrarse muy cómoda con este tipo de camaradería improvisada entre casi desconocidos, pues ríe por lo bajo los comentarios y añade el propio:

- No os quejéis tanto, que por muy dura que sea esa tal Camile Wray, al menos es una civil - expone en tono humorístico - Prefiero responder ante una Jefa de Recursos Humanos corporativa antes que ante un mando militar de cabeza cuadrada y con la pechera repleta de medallas oxidadas...

La mirada que Miles le dedica a Wray cuando esta se da media vuelta para tomar asiento es todo un poema. Era la segunda vez que se le negaba con desprecio el acceso a información en el mismo día.

¿Oídos indiscretos? Luego querrás que me ponga en medio de tu culo y una bala ¿verdad? Civiles y su doble moral.

Toma asiento a un par de metros de las mujeres, dandoles intimidad aunque permaneciendo atento al entorno, aquel gesto un mando militar lo habría tomado sin duda como una provocación y no era lo más profesional que había hecho en todo el día, aunque posiblemente la Consejera ni se percatara de lo incorrecto que resultaba que un militar de servicio tomara asiento en su vigilancia.

No me paso desapercibida la mirada del hombre a la Consejera Wray. Vi como tomaba asiento unos metros mas atrás. No refleje nada a nivel emocional. Pero me resultaba tan curioso como a el.

-Si es tu guardaespaldas...¿Por que no te fías de el?

Puede que la respuesta fuera fácil. En Wk a partir de cierto nivel no se debía uno fiar de nadie. Eso me alegraba me hacia ver que no solo mi vida era una putada. También la de los cabrones que manejaban mis hilos.

Pero seguía estando el hecho de dos guardaespaldas , sin duda la misión seria importante. Aunque no estaba incomoda con la duplicidad de esfuerzos. Mientras el era uno mas visible que se convertía en el objetivo prioritario, yo no lo era y podía pasar desapercibida , si es que eso era posible con semejante cuerpo. Pero podría hacerme pasar por su secretaria.

-Por no olvidar que las primeras balas , cuchillos o venenos siempre van al guardaespaldas mas obvio.

Cuando vi como se sentaba ahi si esboce una leve sonrisa. Me encantaba esa profesionalidad con toque de rebeldía. Seguro que seguía atento pero el hecho de que se sentara. Me caía bien.

Volví a mirar a la Consejera esperando que empezara a hablar.

No me paso desapercibida la mirada del hombre a la Consejera Wray. Vi como tomaba asiento unos metros mas atrás. No refleje nada a nivel emocional. Pero me resultaba tan curioso como a el.

-Si es tu guardaespaldas...¿Por que no te fías de el?

Puede que la respuesta fuera fácil. En Wk a partir de cierto nivel no se debía uno fiar de nadie.

Cuando vi como se sentaba ahí si esboce una leve sonrisa. Me encantaba esa profesionalidad con toque de rebeldía. Seguro que seguía atento, pero el hecho de que se sentara... me caía bien.

Volví a mirar a la Consejera esperando que empezara a hablar.

Camile Wray parece cómoda tras haberse deshecho de su guardaespaldas, le dedica una última mirada y baja la voz lo suficiente para el resto de la conversación quede entre vosotras dos.

- Oficialmente se encuentra aquí para ser mi secretaria - por su tono parece que espera que ya estuvieras informada de ese detalle - es vital que su profesionalidad aparente sea la justa y necesaria para el desempeño de ese trabajo. Si en algún momento llamara la atención es posible que su utilidad, al menos estratégicamente, mermara. 

Cruza sus piernas, dedicándole otra mirada fugaz al militar, como si esperara que se hubiera acercado con sigilo para espiar vuestra conversación. Pero no, sigue ahí.

- En concreto, habrá un hombre a bordo del que no tenemos información disponible, lo que le hace especialmente imprevisible y por tanto extremadamente merecedor de cierta "vigilancia adicional". Su nombre es "Smith", sin duda su nombre real - ironiza, para mantenerse a la espera de confirmación o preguntas por tu parte.

Por las reacciones del protector y la protegida, diria que no llevan mucho de relación.

La consejera empieza hablar baja el tono, lo cual imito.

-No me informaron de mis funciones salvo lo más básico. Pero si quiere que sea su Secretaria no habrá problemas estoy entrenada para todo tipo de funciones.

-De todo tipo para mi desgracia ocasional.

-En ningún momento llamaría la atención salvo que lo ordenara o su vida corriera peligro.

La Consejera se cercioro de que el Guardaespaldas siguiera lejos y continuo hablando.

-Sí, sin duda se llamara así - comenté con una sonrisa. Nunca entendía el utilizar nombres tan obvios - ¿Quiere que me hacerque a él? ¿Sabemos algo más? Cualquier cosa, por nimia, podría ser importante.

La presencia del músculo y la mía empezaba a estar mucho más clara.

Niega decepcionada y suspira. Detestaba jugar en desventaja, de eso no cabía la menor duda.

- Tendremos que ser nosotras mismas las que consigamos esa información, mis fuentes no han conseguido nada de él salvo que hace muchos años que colabora estrechamente con Marcus Weyland. Quizá sea un punto de partida, pero no creo que tengamos tiempo suficiente de conseguir nada más antes de tenerle cara a cara. Por ahora será mejor mantener cierta distancia, observar y nada más - se reclina contra el respaldo, reflexiva, dándose unos momentos antes de continuar - lo prioritario al llegar será escanear la nave para asegurarse de que no hay nada indebido a bordo, así como descartar la presencia de protocolos informáticos secretos, para ello dispongo del personal civil que dicho sea de paso esta muy bien cualificado. No obstante, no llamará la atención que como mi secretaria personal supervise esas operaciones y se asegure que los informes no son modificados indebidamente antes de llegar a mis manos. 

Escucho sus palabras y noto su decepción. Sin duda estaba acostumbrada a tener el control y toda la información y el estar en un terreno desconocido la era molesto.

- Si colabora con Marcus Weyland es que tiene una muy buena posición y contactos. Sin duda tendrá guardaspaldas capacitados. 

Puede que hasta uno que este a mi altura.

 Asiento a sus palabras de que supervise las operaciones.

- Supervisaré los trabajos. Lo bueno de ser su ``secretaria´´es que nadie sospechara de mi y mis movimientos siempre que sean discretos. Que lo serán. Pero creo que para averiguar mas habrá que esperar a tenerlo delante. Antes de nada. ¿Hay algo mas que tenga que saber?

Si es tan amable en persona como por teléfono, ardo en deseos de conocerla... -dije, cargado de ironía y pedantería, esbozando una media sonrisa. La descripción realizada por Kavanagh hizo que en mi mente se formara una imagen de la tal Wray bastante más ligera de ropa de lo que seguramente nos la encontraríamos, y bastante "dispuesta" a "mostrarme" esa "gelidez" suya.

Aquella sonrisa permaneció algunos segundos más en mis labios, los mismos que tardé en terminar de facturar mi equipaje, preparándome para dirigirme a la puerta de embarque- Bueno, ustedes dirán. Parece, doctora Roslin, que tiene bastante claro hacia dónde dirigir nuestros pasos... - dije, colocándome estratégicamente junto a ella, con una sonrisa pedante. Haciendo notar mi presencia, pero con la suficiente distancia como para que no pareciera que me estaba rebajando ante ella. No, Rodney McKay nunca rondaba a una mujer. Eran las mujeres las que caían rendidas a mis pies. Yo era así, irresistible.

Así pues, me dispuse, junto con los demás, a dirigirme hacia aquel lugar donde debíamos embarcar, azuzado una vez más, por qué no, por la curiosidad.

Recorréis el largo trayecto que separa la facturación de las cabinas de embarque en el inmenso Espaciopuerto de Boston-Providence-Hartford. Mucha gente usa un Segway PT con giroscopio para rodar de aquí para allá, pero la verdad es que si vais a embarcaros en un prolongado viaje espacial bajo una situación de ingravidez, ya os viene bien estirar un poco las piernas ahora que aún podéis ejercitarlas con normalidad.

Y al cabo de un buen paseo, llegáis ante la terminal de embarque de la Lanzadera destinada a la Estación Orbital Nostromo, conocida por ser uno de los mayores y más acticos astilleros espaciales de la Weyland-Yutani.

Ante la compuerta de embarque hay tres personas esperando: una mujer oriental de mediana edad, vestida elegantemente y con indudable aspecto de ejecutiva.

Conversando con ella está una hermosa y sonriente joven, rubia y de ojos azules, que inmediatamente tomáis por su secretaria personal…

Y a unos metros, vigilante, veis también a un tipo rudo, con más que evidente pinta de guardaespaldas… que la verdad, intimida lo suyo, especialmente cuando uno se acerca y ve las cicatrices que recorren la mitad de su cara. No es el tipo de persona con el que uno quiera buscarse problemas, eso está claro…

Vuestra conversación se ve interrumpida por la llegada de un grupito de cinco civiles de aspecto muy dispar, pero que tienen en común parecer inofensivos, andar algo perdidos y llevar las tarjetas de embarque en la mano…

No cabe duda de que se trata del personal científico reclutado para esta misión.

Parece llevar la iniciativa una mujer madura pero que todavía conserva su atractivo:

- Muy buenos días - saluda acercandose directamente y tendiendo la mano a la mujer asiática - La consejera Camile Wray, supongo... mi nombre es Laura Roslin, hemos hablado por teleconferencia...

Su estilo es un curioso equilibrio entre firmeza y cortesía, decidido pero no agresivo.
 

Tras ella corretean una serie de individuos con aspecto sedentario, uno de los cuales se adelanta apresuradamente:

- Peter Kavanagh, doctorado por el MIT en Astronomía Aplicada, experto en análisis de campos electromagnéticos y radiotelescopios - parece como si esperase impresionar a alguien recitando todos esos títulos - Es un placer conocerla en persona, Consejera Wray... a usted y a sus acompañantes...

Guarda las formas como puede, pero sus ojos se desvían ineludiblemente hacia la secretaria...

El más joven de los recién llegados saluda también al cabo de unos instantes, de un modo bastante informal:

- Buenaaaas - alza la palma abierta hacia las dos mujeres sentadas ante la compuerta de embarque y luego hace un gesto con el pulgar hacia arriba para el guardaespaldas - Paz y buen rollo, tío... soy Eli Wallace, el auxiliar sanitario.

Ya, el tío de las pastillas...

Guau.

Aquello fue lo único que mi mente pensó cuando llegamos a la puerta de embarque, libres ya de toda carga. A decir verdad, seguía sin entender por qué demonios no podíamos coger uno de aquellos trastos para desplazarnos de un lugar a otro. Los avances tecnológicos estaban para algo, ¿no? ¿Por qué teníamos nosotros que caminar entonces?

En cualquier caso, y ante lo inútil de mis quejas, acabé sucumbiendo a aquella estúpida voluntad de grupo, llegando finalmente hasta aquella zona de embarque.

Mi mirada se posó inmediatamente en aquel grupo de tres en el que, desde luego, no resulto demasiado difícil relacionar aquella voz al teléfono con la mujer oriental con aires de Dominatrix que había ante mí. Menuda hembra. Una de esas a las con las que da ganas de hacer de todo en nombre de la ciencia.

Sin embargo, no era la única sorpresa agradable que me deparaba aquel hangar. Allí estaba Venus en persona, dedicándonos la mejor de sus sonrisas. La rubia más impresionante que había visto en meses.

Hice un rápido recuento, mirando a mi alrededor: rubia, morena, pelirroja. Aquel viaje iba a ser de lo más divertido, sin duda.

Tuve que hacer un esfuerzo por controlar aquella sonrisa que estaba a punto de dibujarse en mis labios, y acabé por tender mi mano hacia los presentes, cayendo entonces en la cuenta de que también había un tipo con ellas. Ni siquiera me había fijado, la verdad. ¿Cuando había llegado?

-Doctor Rodney McKay. - dije sencillamente, sin añadir ninguna coletilla. Si no me habían visto en ninguna publicación, mi nombre al menos debía sonarle a todos y cada uno de ellos. Desde luego, no todos los días se conocía a un científico de talla internacional e interestelar como yo. Estaba segurísimo de que debían estar emocionadísimos ante aquella posibilidad.

Y guardé silencio, esperando ver cuál era el impacto que mi llegada causaba en ellos.

El quinto individuo que forma parte del grupo de recién llegados apenas ha levantado la vista del suelo y se limita a murmurar entre dientes una frase apenas inteligible:

- Kern... Jonathan Kern... Dr. Kern...

Estaba esperando la respuesta cuando nuestra conversación termino con un tosido mio producido por ver un pequeño grupo que avanzaba hacia nosotras.

La primera en acercarse fue una mujer madura que todavía mantenía parte de la belleza que sin duda la acompaño en la juventud.

Se aproximo directamente hacia la Consejera Wray y la tendió la mano mientras se presentaba.

Un gesto atrevido o simplemente demuestra su inexperiencia. Poca gente se acerca a una ejecutiva de alto nivel sin esperar a que su guardaespaldas actué. Aun así me mantuve callada y tranquila.

De pronto llego el resto de la comitiva. Un nutrido grupo de Doctores o similares a juzgar su forma de hablar.

El primero en presentarse fue inseguro. Que enumera sus logros . Después llego el entusiasta del grupo. Después el que que es tan seguro de si mismo que solo da su nombre. Y por ultimo el despistado.

Aun así con toda su inteligencia me encaba ver como se comportaban como niños mirando de soslayo al ver un par de tetas y un buen culo. Me encantaba tener ese poder. Por que ese poder me permitía acercarme a ellos y manejarnos a mi antojo. Algo que tratándose de científicos como los que me habían manejado a placer me llenaba de una perversa sensación de control.

Me puse de pies con educación y cortesía mientras les sonreía a todos mirándoles a la cara.

-Buenos días a todos soy Meredith Vickers. Asistenta personal de la Consejera Wray.

-En otro orden de cosas , su guardaespaldas , asesina , amante o lo que me quiera mandar. Pensé con amargura mientras mi sonrisa era lo mas cálida y amable posible. Es un placer poder contar con Científicos tan ilustres entre nosotros,algunos mas que otros claro. Deje la frase en el aire ,los científicos tenían grande egos y seguro que alguno se daba por señalado. Pero sera mejor que tomen asiento. Comente mientras me acercaba a ellos y le invitaba con un gesto amable a sentarse.

- En otra palabras moved vuestros asquerosos culos a un asiento, para que los adultos podamos hablar de como dominar el universo empresarial.