Partida Rol por web

Las quejas, negociaciones y amenazas vuelan en el puente de mando mientras un grupo notable de observadores vislumbra el espectáculo. Cansado de tanta palabra vacía y amenazadas veladas opto por intervenir y dar por zanjada la reunión.

- Señor Smith, haga el favor de liberar al señor Riddick de sus ataduras, y dele cierta cantidad de dinero al agente Bester -pido al hombre de las corporaciones de forma educada aunque, detrás de mi petición, se esconde una orden muy clara- Cada segundo que desperdiciemos con amenazas y quejas pone en más peligro a nuestros hombres, si es que siguen vivos.

- Señor Gaius, vaya a preparar el programa. Dese prisa, no quiero tardar demasiado en llegar a nuestro objetivo -ordeno al científico antes de girarme a mi tripulación- Pongan rumbo a las coordenadas orbitales, guardando una posición de completo sigilo.

Tras dar las órdenes pertinentes miro a los tres hombres que arriesgarán sus vidas en tan complicada misión -Muchas gracias a todos pero, decidido el grupo de asalto, su presencia ya no es necesaria. Quiero hablar con el trío a solas -doy por zanjada toda reunión, a la espera de que todos cumplan mis órdenes, incluido el señor Smith y la Consejera Wray.

Escucho a Smith con seriedad y sólo la tensión en mi mandíbula muestra que no estoy de acuerdo con el uso del Reobox. Sin embargo no digo nada al respecto en esta ocasión, aunque no creo que sea algo de lo que Weyland-Yutani deba alardear en público.

Luego atiendo al comandante y asiento con un gesto tranquilo. Ciertamente, tenemos bastantes cosas que aclarar antes de partir hacia el Olvido, con todo lo mística que pueda resultar esa expresión.

Siguiendo las órdenes de Adama, cogo el control de los grilletes magnéticos de Riddick y le hago un gesto para que extienda las manos. Cuando lo hace, activo el mecanismo de cierre y recogo los dos potentes imanes quitándolos de sus muñecas y tobillos. -Cariño, todavía no me conoces lo suficiente, a pesar de nuestros anillos de compromiso...- le digo mientras engancho los dos grilletes en el cinturón a modo de esposas. Probablemente a mucha gente el peso les desequilibraría, el propio Riddick estaba ligeramente ralentizado cuando entrenamos para que pudiera estirar sus músculos, pero si a mí me afecta lo más mínimo no dejo que se muestre.

Escuchar los cumplidos cargados de sarcasmo de ambos hombres preocupa a Bester, quien hace rodar los ojos mientras lanza un largo suspiro, tras lo que se cruza de brazos, limitandose a esperar a que se marchen los demás para poder hablar con el comandante.

Mr. Smith frunce los labios con una mueca difícil de interpretar cuando el comandante Adama exige a los representantes corporativos que subvencionen los posibles gastos en sobornos en que pueda incurrir el agente Bester. Parece sopesar la cuestión unos instantes, pero luego lleva la mano a la solapa de su elegante traje y extrae un dimunuto artilugio en forma de alfiler que tiende al hombrecillo que él mismo reclutó personalmente:

- Tenga, señor Bester, creo que con un millón de créditos tendrá más que suficiente -dice con indisimulado desdén hacia una cifra tan absolutamente desorbitada para el común de los mortales- Así que la Weyland-Yutani le proporciona 500.000, confío en que la Weltherrschaft Korporatsiya no tendrá objección en aportar otro tanto...

Y sin disimulo dirige una envenenada sonrisa a la consejera Wray.

Camile Wray permanece absolutamente inexpresiva, ni tan solo se toma la molestia de mantener contacto visual con su homólogo de la Weyland-Yutani. Aunque en su caso tiene que recurrir a extraer una PDA de su bolsillo y teclear en ella durante unos segundos, introduciendo varias contraseñas para tener acceso a semejante capital. Entonces extrae una pequeña USB del propio aparato, con el tamaño aproximado de una uña, y lo entrega también al agente Bester.

- Aquí tiene nuestra aportación, otros 500.000 créditos -masculla entre dientes antes de soltarla- Pero tenga en cuenta que habrá de justificar pormenorizadamenrte todos los gastos derivados...

Y tras eso, abandona el puente tal como ha solicitado el comandante.

Poco a poco todos los presentes van abandonando el puente de mando del AURORA, hasta que sólo quedan los oficiales que conforman el estado mayor y los tres hombres que han de afrontar esta delicada misión, así como el doctor Baltar que continúa tecleando febrilmente el programa de ha de facilitarle el pirateo de la estación orbital ilegal...

Bendito Adama, piensa mientras Gaius termina de darle los últimos retoques al programilla. Sin saberlo el comandante ha quitado de en medio de un plumazo las dos únicas amenazas que quedaban para su plan. Con Lucy y con Rodney fuera de escena, ya nada se les interpone a él y a Tricia en su camino hacia el siguiente paso evolutivo de las IA.

—Oh, querida, las cosas acaban de ponerse muy favorables para nosotros. Me gustaría que monitorizases los movimientos tanto de Rodney como de la tal Lucy por la nave, por si vuelven a intentar acceder al puente. Estaría bien saber en qué andan mentidos el señor Smith y la Consejera, por lo que pudiera pasar...

Con Bester en la estación pirata y los otros dos entretenidos con tareas menores, ya no hay nada que a priori les impida acometer sus planes.

La seguridad informática de la estación no podría ser más irrelevante para su operación. Por un lado, si resulta que las defensas de la estación son robustas y no pueden colarse en el sistema, eso delataría su posición y haría que el AURORA y la estación orbital criminal se enzarzasen en un duelo cibernético. Eso les daría a Tricia y a él una oportunidad inmejorable —y un chivo expiatorio, por supuesto— para burlar las defensas del AURORA con todo el caos de la situación e introducir a Tricia en el servidor central de la nave.  Y si consiguen meterse dentro del servidor de la estación y controlar los sistemas del nido pirata… pues tanto mejor.  Podrían controlar el momento idóneo para simular un contra-ataque y entonces proceder con el plan.

—Ya casi lo tenemos, querida. Ya casi lo tenemos…

Sólo resta prepararle un cebo a McKay. 

Así que una vez el programa está listo, Gaius se toma unos instantes extras para escribirle a Rodney.

Rodney, mientras trasteaba con las defensas del AUORA y lo ponía todo a punto para un posible ciberataque, me he tomado la licencia de comprobar las cámaras y los registros de seguridad. Y he encontrado algo que te va a resultar de utilidad: parece que el doctor Kern lleva unas cuantas horas encerrado en vuestro camarote con un espécimen extraño. No sé qué se trae exactamente entre manos (no hay cámaras en los camarotes), pero te sugiero que te lleves a Vickers por lo que pudiera estar haciendo ahí dentro. Yo me encargo de mantener al comandante ocupado para que no repare en vuestra ausencia.

Buena suerte.

—Bien, el mensaje para McKay está listo. Tricia, necesitaré que se lo enviemos cuando Bester y los demás abandonen la nave. Si Vickers y Rodney tratan de abandonar el camarote de Kern antes de tiempo, tendremos que bloquear las compuertas para que no lleguen al puente de mando. ¿Podrás hacerlo mientras intentamos burlar las defensas de la estación orbital pirata? 

El doctor Baltar continúa durante un buen rato con los preparativos del programa al tiempo que trastea con uno de los dispositivos portátiles que Gaeta le ha facilitado mientras el equipo “diplomático” sigue trazando los pormenores del plan. La misión no va a ser sencilla y el retraso que la distancia va a causar en las comunicaciones va a suponer un reto por sí mismo. Por no mencionar las defensas de la estación.

Por fortuna el AURORA cuenta con un auténtico profesional a la altura de las circunstancias ahora que Young se encuentra… temporalmente fuera de servicio. El informático enchufa en un momento el dispositivo portátil a la terminal para terminar de finalizar los preparativos del programa.

Baltar deja entonces su frenética tarea y contempla satisfecho los frutos de su breve e improvisado trabajo, revisando que no quede ningún cabo suelto. Sonríe.

—Y con esto estaría ya todo —dice más para sí mismo que para el resto de los presentes. Se aproxima entonces hacia el comandante y los elegidos para la misión—. El programa está listo, Comandante. Señor Rogers —le dice al brigada al tiempo que le tiende el terminal portátil, una pantalla táctil más parecida a una PDA que un dispositivo de hackeo sofisticado—, le confío a usted el programa. Lo único que tiene que hacer es activar este proceso —le señala un icono de la pantalla— y conectarlo a los drones. Es una secuencia automática, así que una vez lo active podré operar desde aquí a través de los drones sin que ustedes se preocupen por nada más. Es muy importante que no se interrumpa el proceso bajo ninguna circunstancia, pues si las condiciones ya son de por sí precarias, no quiere ni imaginarse los problemas que podría ocasionar interrumpir la secuencia una vez activada mientras intentemos infiltrarnos en el sistema de la estación. Supondría el fracaso absoluto de la misión, ya que les pondríamos alerta de una intrusión en su sistema.  Así que una vez activado el programa, por su propio bien, ni se les ocurra desconectarlo.  

Doy las gracias con un ademán de la cabeza a los hombres y mujeres que abandonan mi puente de mando, en especial a los hombres de las corporaciones cuando me dan la increíble suma de dinero.

Tras estar a solas con el grupo de asalto y mis hombres de confianza me tomo un instante para que el resto del equipo tome la iniciativa, ya libres de la presión del resto de observadores.El primero en hablar es el señor Baltar, de nuevo sorprendiéndome con su increíble habilidad.

- Buen trabajo doctor Baltar, su habilidad y eficacia no tienen comparación. Será mejor que el grupo de infiltradores tenga en cuenta los consejos del señor Baltar, no podemos dejar que se interrumpa la conexión. Por cierto, señor Baltar, ¿se podría hackear nuestra nave de transporte, una lanzadera militar de clase Tintorera, para controlarla desde aquí? Sé que lo que le pido es algo complejo, pero el manejarla a distancia podría abrirnos nuevas posibilidades -dada la rapidez del doctor se me ocurrió una nueva idea, algo compleja pero que, tal vez, nos permita jugar una nueva carta si el grupo de infiltración falla.

- Bester, Rogers, Riddick -me dirijo a ellos de forma directa, con total confianza, sin usar los protocolos- Esta misión es muy compleja y de futuro incierto. No sabemos a qué os vais a enfrentar, razón por la que debéis cooperar los unos con los otros en cada situación. Señor Bester, usted es un habilidoso diplomático, capaz de saber si se puede convencer a un tercero, algo muy valioso teniendo en cuenta la notable suma de la que dispone. Usted se encargará de tratar de atraer mercenarios a nuestra causa, si es posible, entre otras funciones. Señor Rogers -continuo dirigiéndome al segundo- usted liderará al grupo en caso de combate, confío plenamente en sus habilidades en la lucha y en sus dotes de mando -por último miro al reo que se ha ganado mis respetos- Señor Riddick, usted debe aprovechar su habilidad de infiltración... y me consta que tiene contactos entre los parias de la sociedad, los canallas. Usted ayudará a Bester en las negociaciones, a Rogers en los combates y, si le parece bien, liderará el proceso de infiltración.

Dejo unos segundos para que reflexionen sobre lo dicho antes de volver a intervenir de nuevo.

- Mi decisión no es definitiva, quiero que den sus puntos de vista, reflexiones y aportes. Es muy posible que no pueda contactar con ustedes cuando se infiltren, así que debemos dejarlo todo claro aquí y ahora.

Los comentarios de Rogers me arrancan una pequeña sonrisa, es bueno saber que tiene el suficiente sentido del humor para poder jugar a algo tan estúpido como esto, sin molestarse por tonterías. Luego, el momento en el que me quita los grilletes es algo extraño: ya ni recordaba lo que era no estar con esa mierda pegada a mi cuerpo. Muevo mis muñecas en círculos y me masajeo el sitio donde hace un momento estaban los anillos de compromiso. El cambio es más que notable y aunque esperaba estar listo, un suave vaivén de mi centro de gravedad es obvio para los que se estén fijando. Esos trastos no son precisamente ligeros, que digamos. Sonrío. Y durante un breve instante me permito disfrutar de algo similar a la sensación de libertad, por estúpido que parezca pero es algo que no había tenido en mucho, mucho tiempo.

Miro a Rogers y respondo a su broma:

– Solo lo suficiente. No es bueno desvelar todo el misterio, así es como pierde el atractivo la relación.

Después se suceden los intercambios monetarios, aunque me son indiferentes, así que espero pacientemente a que se cumplan las órdenes del viejo, mientras me muevo con lentitud en mi sitio, compensado el tiempo que he pasado con mi joyería para así acostumbrarme de nuevo a estar “libre”.

Pronto el lugar queda libre de los carroñeros de las corporación, quedando solo los tres capitostes de la nave, el agente Bester, Rogers y la gallinita. Sin contarme a mí, claro está.

La gallinita, con cerebro y dedos rápidos, es la primera en hablar, su programa nos ayudara a llegar a donde queremos, siempre y cuando no se desconecte o lo desconectemos durante el tiempo que tiene que estar en uso. Si ocurre eso, estamos jodidos así de simple. Empieza bien el plan. Sonrío al darme cuenta de que la misión va a ser mucho más divertida de lo que parecía en un principio... Y para corroborar mi idea, es ahora Adama quien habla, indicándome que la tarea de infiltración es cosa mía, que yo lidero. Le miro sin pestañear, mientras tanto mi mirada como mi lenguaje corporal indican lo divertido y gracioso que resulta todo esto, al menos para mí, dada mi posición. Miro a los otros dos y poco a poco me centro, sin perder ese brillo de humor en mi mirada.

- Ningún problema. – Acepto las palabras de Adama mientras estudio como provocar un acercamiento a Kaiju, en caso de necesidad. Mi supervivencia depende de poder entenderme con estos dos, cosa que hasta ahora no ha sido un problema, es más, no podía pedir un mejor equipo para la misión. - ¿Reglas de enfrentamiento? - Miro a Rogers. Es bastante claro a que me refiero. No vamos a dar palmaditas a la espalda a nadie, y si lo hacemos, serán del tipo de las que el otro no se vuelve a levantar. Así que mejor dejar claro ese tipo de cosas antes de empezar con la parte entretenida. Escuchada la respuesta y mientras la pienso detenidamente, otra pregunta escapa de entre mis labios. - ¿Armamento? - Ese sí iba a ser un punto delicado. Quitarme las esposas ya debe haber escocido a más de uno, sobretodo a cierta hiena, pero armarme... no puedo esperar a que semejante noticia se filtre a la nave. Sin duda, eso lo hará todo más divertido.

En cuanto a la misión no estoy excesivamente preocupado, he hecho cosas peores en mis buenos tiempos. Una parte de mí, oscura, latente, me recrimina esos pensamientos. Cinco años es mucho tiempo. Depredador o no, tengo que volver a adquirir ciertos hábitos.

Riddick parece el más dispuesto a participar en la ofensiva, planteando buenas y acertadas preguntas.

- Tendréis a vuestra disposición el arsenal de la nave, aunque yo os aconsejo el uso de armas apropiadas para el contexto de la misión, es decir, armas ligeras, con silenciador, y de poco alcance pero alta potencia.

El coronel Tigh mira con cara de pocos amigos al Chacal, luego con gesto expectante al comandante Adama, y finalmente con cara de póker a Rogers...

- Cuando hayamos acabado aquí les conduciré a la sala común para que se equipen en la armería y se vistan con un traje estanco de combate... ahí fuera van a necesitarlo.

La pregunta del Brigada Rogers me parece muy acertada y precisa. Resulta obvio que son el equipo adecuado.

- Oficialmente vuestra misión oficial es obtener la información de Kaiju pero, ahora que los corporativos no están cerca, quiero que tengan claro que la prioridad es rescatar a nuestros chicos, que sin duda estarán presos y vigilados por esos mercenarios. Si mi plan tiene éxito nos haremos con el control de la estación, dominando así sus sistemas de aislamiento, soporte vital y demás elementos críticos -explico al Brigada mostrándole lo importante del asalto informático de Baltar- Si vamos boicoteando su base, estoy seguro de que se mostrarán colaboradores. También he pensado que podíamos dejarles un par de regalos en forma de bombas con temporizador, cuya desactivación sea un secreto... a no ser que colaboren. La situación es muy compleja y presenta demasiadas variables, el mostraros tantas alternativas, posibilidades y cartas es solo para mejorar el éxito de la misión -dirijo una mirada a al menudo hombrecillo, que destaca entre los dos hombres de acción- Lo mismo ocurre con el señor Bester. Dependiendo de la situación ustedes podrán infiltrarse en grupo o, si es demasiado peligroso, dejar que Bester tome los mandos de la lanzadera de clase Tintorera y vuelva de nuevo a bordo del AURORA. Ustedes deberán valorar la situación una vez que estén allí y adaptarse a lo que encuentren. Recuerden que, al menos al principio, estarán incomunicados.

Adama responde a la principal pregunta, y su respuesta recibe por mi parte un leve asentimiento.

Así que después de todo van a proporcionarme armas. Sin duda, mucha gente de por aquí se va a estar cagando en todo.

Mi mirada apenas pasa unos segundos por el lameculos oficial, pero mi sonrisa deja a las claras lo divertido que esta volviéndose todo esto a cada paso que damos. Sin embargo Rogers decide contestar a mis preguntas una por una.

La primera cuestión recibe una respuesta que no lo es. El decirme que según la situación actuaremos de una manera u otra es algo demasiado obvio, la cuestión aquí es si se puede matar sin provocación o no... pero ya que el viejo me ha puesto al cargo de la infiltración, eso en cierta forma dependerá de mi, decidir a quién mato y a quién no, mientras nos abrimos camino por las entrañas de la bestia, hasta Kaiju.

- Que sean dos armas blancas y varios cuchillos arrojadizos, ademas de lo mencionado por Rogers. - Hay veces que usar armas de fuego del tipo que sean, por avanzada que sea la tecnología, no es inteligente... y menos en una estación orbital.

Cuando comenta que esperará a que estemos en ruta para proporcionarme el material sonrío con sarcasmo, con la cabeza ligeramente ladeada. Al fin y al cabo estoy de acuerdo, aun tengo que pasar mucho tiempo en esta nave, mas roces de los necesarios, por divertidos que me puedan parecer, serian una estupidez. - Entendido Rogers. - Mi voz no trasluce nada, pero mi lenguaje corporal habla de lo gracioso que resulta el hecho de que vayan a armarme sólo tras salir de la nave, como si los militares no fueran a darse cuenta de que va a armar a todo el grupo.

Por ultimo Adama decide añadir al paquete dos bombas de relojería, las explosiones en una estación espacial implican mas problemas de los necesarios, pero si se colocan en sitios estratégicos podrían dar lugar a diversiones que podrían ayudar lo indecible al avance de la misión. Solo faltaría ver dónde colocarlas. Miro a la gallinita durante unos segundos, calvando mis ojos en él. Midiéndolo, estudiándolo. - ¿Puedes conseguir los planos de la estación, o de su modelo?

Gaius Baltar no da señal de sentirse aludido y continúa tecleando de forma casi compulsiva en el acceso del puente a la CPU del AURORA... pero al cabo de unos instantes el holoproyector se ilumina mostrando los planos detallados de varias estaciones orbitales entre las que no es difícil reconocer el modelo al que pertenece la Olvido... al menos antes de recibir posibles reformas.

- Estos son los planos originales de una estación orbital modelo Baboyka Koponeva-3 facturada por la Weltherrschaft Korporatsiya a partir de 2186 -comenta con desinterés mientras se concentra en otras cosas que sin duda considera más dignas de su atención- Si quieren provocar una verdadera amenaza para su integridad, el soporte vital está en la parte superior del eje central... si lo que desean es reducir drásticamente su operatividad pero sin causar daños estructurales masivos, todo el sistema de sensores y comunicaciones está concentrado en el extremo opuesto, en su polo inferior...

Y dicho esto, parece desentenderse de la convesación, mientras los planos giran lentamente el el holoproyector.

Tigh recoge el terminal portatil que les ha propocionado Baltar cuando Rogers ha acabado de examinarlo.

- Le llevaré esto a Tyrol Henderson para que nos ayude con los detalles técnicos, si le parece -comenta al atareado informático- Contamos con varias minas de alta potencia en el arsenal, que pueden ser modificadas fácilmente acoplando un detonador codificado, activado con temporizador o con un mando a distancia -afirma con una media sonrisa depredadora- Así que la cuestión de las bombas ya está resuelta. Si bien su peso es considerable, sólo van a poder transportar una por persona.

Tres infiltrados, tres bombas como límite. Tampoco está mal.

- Estoy seguro que encontraremos alguna manera de poder comunicarnos con usted, Comandante Adama. Quizás metodos poco convencionales y creativos. No se preocupe... ya tengo una idea en mente. - Sonrió afiladamente, sin decir palabra de más. Se llevó las manos a la espalda, mientras dejaba lucir por fuera de la chaqueta aquel triangulo que colgaba de una fina y elegante cadena plateada. Dejó a los soldados hacer sus preguntas. Él ya había seleccionado en su silencio equipamiento, armamento y periféricos que pudiera necesitar.

- No tiene de que preocuparse, Comandante. Liberaremos a sus chicos y obtendremos esa información. Creo que aprovechando la infiltración, deberiamos ir primero a por sus chicos. Solo por si el tal Kaiju no se muestra del todo... colaborativo. - Caminó por el puente, con las manos a la espalda en dirección a alguna ventana que diera al espacio.

Al llegar a ella, contempló la inmensidad del vacio. - No se preocupe por mi, hijo. - Se refirió esta vez a Rogers. - Yo ya había visto lo peor del ser humano cuando usted aun aprendía a leer. Hágame un favor y no condicione sus acciones por mi seguridad, solo pondrá en riesgo la misión. Dicho esto, me gustaría tomar mi vieja Walther PPK, con su silenciador, claro esta. - Se giró hacia el resto de personas presentes.

- Aunque... ¿Estan seguros que el uso de explosivos será totalmente necesario? -

Me encojo de hombros ante la petición de Riddick de llevar dos armas blancas. No me preocupa la elección de armamento de cada uno. De hecho, si yo llevase un frisbie metálico me sentiría casi igual de cómodo que con un fusil de asalto. Sin embargo, hay algo en la mirada del terrorista que no me gusta cuando le contesto que tendremos que adaptarnos a cada situación.

- Me temo que no me he explicado bien, Riddick. Seré yo quien decida en cada momento si es necesario o no utilizar fuerza letal - aclaro al ver su gesto de depredador, sin importarme lo más mínimo si eso contradice las instrucciones del comandante o no. - Y me temo que eso es algo en lo que no voy a estar muy dispuesto a transigir...

Mantengo la mirada de Riddick hasta que Gaius nos muestra los planos de la estación. En seguida me dispongo a analizarlos con atención.

- No tengo ninguna intención de destruir la estación, señor Baltar. Aunque deshabilitar sus sensores y comunicaciones podría permitir al AURORA acercarse sin problemas... - digo mirando la parte inferior de la estación. - Sin embargo, eso pondría sobre aviso de nuestra presencia a todo el personal a bordo... Dígame, ¿qué puede hacer desde aquí con su programa, una vez lo ejecutemos en uno de los drones? - pregunto, sin pasar por alto que aún no me ha confirmado el tiempo de carga necesario para mantener la vigilancia del dron.

Miro un momento a Tight y el agente Bester se adelanta a mi comentarios.

- Espero que no... O, al menos, no minas de alta potencia - matizo. - Es posible que podamos usar algo de C4 para desbloquear unas puertas o sabotear un elemento muy específico, pero dudo que vayamos a necesitar explosivos como el que está sugiriendo el mayor Tight que, de hecho, podrían poner en entredicho la integridad de toda una sección de la estación.

Sonrío a Bester y asiento. No dudo lo más mínimo de su habilidad para evitar problemas en una conversación, pero hay gente con la que sencillamente no se puede razonar. - No me malinterprete, señor Bester, pero la seguridad de la gente a mi cargo siempre condiciona mis acciones - digo con seriedad, aunque no puedo evitar sentir cierta simpatía por el hombre, en particular al escuchar cómo se dirige a mí.