Partida Rol por web

Aunque a simple vista la piedra parece lisa, no lo es. Con el resplandor de algunas de las explosiones alcanza a ver una espiral dibujada en toda su superficie.  

Aunque a simple vista la piedra parece lisa, no lo es. Con el resplandor de algunas de las explosiones alcanza a ver una espiral dibujada en toda su superficie.  

Tus conocimientos de arqueología son bastante amplios, y jurarías que ese tipo de megalitos no son comunes en esta parte de Francia. Pero no estás seguro del todo, puede que simplemente no hayas tocado suficientemente la arqueología francesa. 

El grupo de aproximadamente 50 soldados por fin llega al borde del valle, donde se encuentra un grupo de tres soldados poniendo alambre de espino alrededor del perímetro. Se paran y saludan a Maddox, el cual les comunica la misión del grupo. Los ingenieros cortan el alambre, permitiendo a la unidad que se arrastre bajo éste. Mientras pasa, uno de los tres murmura Pobres locos... no los esperaremos. Más adelante se extienden los profundos bosques de Argonne.

Me siento profundamente humillado, desde que están a mí cargo no ha habido día en que no les recordara que vigilara donde ponían lo pies. Y ahora voy y tropiezo en esa piedra enorme, William tendrás que ir pensando en la jubilación ya.

Respondo a las preguntas con un gesto quitando importancia y sigo en silencio al sargento Maddox.

El comentario de uno de los ingenieros no hace que aumente mi ánimo. Tendré que recurrir al estimulante ambarino que escondo en mi petate.

La cara del cabo era de molestia y un punto de ira, así que lo mejor era pasar del tema como si nunca hubiese ocurrido. Cuando pude ponerme mas cerca de la pedra, pude identificar un pequeño símbolo gravado en ella.

- Esta claro que no es natural, parece que alguien gravó el símbolo de una espiral. Pongo gesto extrañado. - Puede que fuera la marca de un cantero local. Tras añadir esto sin dirigirme a nadie en especial, sigo a mis compañeros a nuestro destino.

Por lo que veíamos ahora el camino estaba expedito, pero en cuanto nuestros zapadores terminasen ... bueno ya no sería tan fácil regresar a Kansas. No puede resistirme a responder al comentario del zapador.

- Como que vamos por gusto, no te jode. 

Anthony se ajustó las gafas mientras miraba la piedra mas de cerca, le llenó de curiosidad ver esa espiral dibujada pero no lograba encajarla en un momento histórico.

-No creo que sea una marca de cantero, no se, tampoco sabría ubicarlo historicamente. Juraría que este megalito aquí está fuera de lugar aunque no estoy seguro. Sin duda es una pieza ciertamente curiosa- Murmuraba sus pensamientos en voz alta hasta se ve obligado a avanzar saliendo de su ensimismamiento y recordando que está en medio de una guerra.

Oye también el comentario de los ingenieros y siente de acuerdo con la respuesta de James, obligados a avanzar como cabezas de ganado que van al matadero, la única diferencia es que el ganado no sabe lo que le espera al llegar.

Siguió avanzando, quiso pensar en el enigma de aquella piedra para distraer su cabeza pero cada paso que daba le recordaba su lugar.

Pienso en la extraña piedra que hemos encontrado en el camino, todo esto es demasiado extraño para mi, me cuesta trabajo recibir órdenes a las que no encuentro sentido. Centro de nuevo mis pensamientos cuando oigo cortar la alambrada para entrar de nuevo en territorio desconocido en busca de la compañia.

Llegaron al final e toda ese terreno devastado, lleno de cráteres y montículos de tierra fangosa. Delante tenían una alambrada y después el bosque. Por lo menos se librarían de ese fango. Aunque la batalla en un bosque también podía ser dura, me alegraba de cambiar de terreno.

Escuché hablar a los hombres que cortaban la alambrada. Esperaba no tener que volver sobre sus pasos. Y que el avance les llevase a algún pueblo o ciudad... lo que fuese menos volver a otro campo fangoso de batalla.

Me arrastré por debajo de la alambrada con el rifle a la espalda.

Maddox apremia a su pelotón antes de que se pueda hacer ningún tipo de investigación sobre la piedra negra. ¡Vamos! Tenemos trabajo que hacer, y cuanto antes empecemos antes acabaremos con esta maldita guerra.  Pero la idea de terminar con la guerra era un mísero sueño, la guerra llevaba ya cuatro años de destrucción y devastación y no iba a terminar porque el “valiente pelotón de soldados de sargento Maddox encontrara a un grupo de soldados perdido”.

Los tres pelotones se adentran en el bosque, envueltos en una casi total oscuridad. El terreno se eleva en subidas y bajadas entre pendientes, sin un camino que seguir. Piedras y maleza enredada bloquean el camino, y los árboles se enredan alrededor bloqueando el paso, estrechándose en el cielo cubierto de nubes. La lluvia se ha transformado en una ligera bruma, limitando la visibilidad hasta la punta de la bayoneta de cada uno. El trueno de las explosiones se apaga en la distancia, transformándose en golpes sordos y ecos.

La travesía es pesada, subiendo y bajando colinas. Más de una vez algún pelotón se encuentra atrapado entre oxidados alambres, pidiendo que todos se detengan hasta que puedan ser liberados; los que van en cabeza y los rezagados simplemente desaparecen entre la niebla haciendo que el resto tenga que buscarles, todos con miedo a hacer el menor ruido, mucho menos gritar. La noche se vuelve más fría. Ilusiones de movimiento acechan por el rabillo del ojo a cada hombre. Cada roca parece un nido de ametralladora y cada tocón un alemán al acecho.

Tras lo que parece una eternidad, Maddox detiene al pelotón señalando algo en el suelo. Allí, en un lugar embarrado hay un grupo de huellas que se dirigen a la derecha. Atraviesan una maraña de alambre que Maddox señala ha sido corlado. Deben de ser ellos, susurra. Ahora solo tenemos que seguir las huellas y daremos con la compañía perdida. 

Parecen las huellas del pelotón perdido.

Parecen las huellas del pelotón perdido.

Parecen las huellas de un pelotón aleman.

Parecen las huellas del pelotón perdido.

Parecen las huellas del pelotón perdido.

Parecen las huellas del pelotón perdido.

Avanzaban nerviosos, Anthony por poco no dispara a un arbol muerto pensando que era un boche, no se veía un burro a tres pasos pero seguían avanzando.

Entonces, por un momento Anthony agachó la cabeza para vigilar por dónde pisaba y le pareció econtrar algo, se paró y se agachó, en efecto parecía huellas. Antes de dar la voz de alarma buscó a su alrededor y pudo comprobar que eran pisadas de varios hombres, cuando se cercioró de que no eran sus propias huellas pegó un grito:

-¡Señor! Aquí hay un rastro.

El camino que habíamos recorrido para llegar a nuestra siguiente parada, podía llenar las páginas de los libros de Edgar Allan  Poe, la tensión era patente en nuestras acciones y en el silencio que nos habíamos auto impuesto. Tanto el sargento Maddox como Anthony, aseguraban haber encontrado las huellas pertenecientes a nuestros compañeros. A mi me parecía haberlas visto, pero sin esa seguridad preferí callar la boca antes de meter la pata.

- Bueno parece que vamos por buen camino.