Partida Rol por web

El alemán seguía con su retira de “Gott hilf mir”, “die Toten” y “mein Gott”. Todo ello, dicho dentro del recinto sangrado y con la voz queda hace pensar que el alemán está rezando y no desvariando como un lunático.

Viendo que ninguno de los invitados cierra las puertas, es el propio párroco quien las cierra. Al juntarse las pesadas hojas de roble os percatáis de que una gran cantidad de cera recubre las grietas entre los tablones. Pero esto no es todo, dibujado con la propia cera de las velas se puede identificar un símbolo dibujado entre las dos hojas. El sello de cera, debido a la acción de abrir las puertas, ahora está roto.

El cura se sobresalta al mínimo ruido, girándose para mirar a las sombras, buscando furioso algo invisible. Contesta a las palabras con frases secas y cortas en un inglés tosco y con un fuerte acento francés. Parece que alguien ha escuchado las palabras de Manson y al menos hay un gabacho que sabe algo de inglés.

¿Cuantos días lleva usted encerrado?

No sé. ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Un día? No sé.

¿Tiene algo de comer?

No

¿Cómo ha muerto la gente?

Silencio. El cura simplemente se mueve inquieto

¿Han pasado los alemanes por aquí?

No

¿Y usted, como se ha salvado?

Otra vez silencio

Mientras contesta la batería de preguntas el cura se va moviendo por la nave, arrastrando al grupo al lado del altar. Al avanzar por la nave veis el mismo sello de protección de las puertas esculpido y dibujado por toda la iglesia, impreso en cera o arañado toscamente en la madera de los bancos.

Al vislumbrar el pueblo en la lejanía primero doy por supuesto de que será un conjunto de ruinas, como todos los que hemos visto que han sido afectados directamente por la guerra. Al verlo intacto pienso que los extraños fenómenos de esta zona, por fin se equilibraran dándonos una noche de descanso tranquilo en un apacible lugar para recuperarnos.

El mazazo de encontrar los cadáveres parece hacer que mi cerebro desconecte de lo que ven mis ojos, soy consciente de que mis ojos buscan detalles y explicaciones, pero no soy capaz en aquel momento ni de llegar a la conclusión de que no entiendo nada.

Continuo con mis hombres como un sonámbulo hasta que entramos dentro de la iglesia donde parecen encajar algunas piezas al fin. Puede que alguna cosa en ella o el mismo cura hayan desbloqueado mi mente y algunas ideas comienzan a aflorar.

El que no sepa nada me hace desconfiar.

Y si fue él envenenándolos. En las comunidades pequeñas prácticamente todo el mundo acude a la Iglesia, y más en momentos difíciles.

Intento usar mi limitado francés, pero me he limitado a usarlo con las jóvenes, y con otros objetivos. – No, no poder ser algo saber tú.

Richard se devanó los sesos con el símbolo dibujado en la parte de adentro de la puerta de la iglesia. Recordaba ese símbolo pero no recordaba en donde lo había visto. Sabia que era de algún santo que su abuela mencionaba a menudo junto al arcángel y al otro, el matador de dragones.

Luego el cura responde en un ingles tosco pero comprensible, solo que sus respuestas escuetas son lo mismo que la nada. Sus evasivas van de la mano con la pregunta directa de Grimm.

Entonces alguna especie de revelación milagrosa ocurre sobre el maleante Bostoniano, ahora convertido en soldado y arrojado a una misión poco menos espeluznante.

- Esos símbolos son protecciones de San Benito. ¡Me cago en mi abuela y tenia razón! - termina sus palabras entre carcajadas histéricas para ir directo al cura y cogerlo del cuello de su sotana.

- ¡Una mierda que tu nada sabes! ¡Empieza a hablar o te dejo en la calle! - amenaza al hombre religioso, cuya actitud extraña pone en duda a todos los presentes. Y no era para menos, porque su abuela guardaba su biblia dentro de una caja de madera con el símbolo de San Benito.

Ha enloquecido. No podremos sacar nada de bueno aquí. Y no creo que el cabo tenga ganas de arrastrar a otro desquiciado con nosotros. Me aparto del cura y me acerco al cabo. - Cabo Grimm, a no ser que tenga la intención de hacer un alto y descansar, yo me iría de aquí con urgencia. Creo que aquí nada bueno hay para nosotros. Este cura está completamente ido. No tiene comida ni nada de nuestro interés. Además temo que le pueda dar un arrebato y arremeta contra alguno de nosotros - le digo en voz baja intentando no ser escuchado por el párroco.

El cura parecía haber perdido el juicio, es fácil que la guerra haga eso a las mentes, el mismo Anthony se sentía a punto de enloquecer.

-Creo que va a ser complicado sacar informació a este hombre - Dijo Anthony al cabo.

Miró el símbolo de la puerta y lo volvió a ver en diferentes lugares, no lo reconoció pero, sorprendentemente, fue Mcnalley quien le saco de dudas algo que le hizo sentir cierto ridículo. 

-¿Protecciones de San Benito?... Vaya.- Se preguntó a si mismo mientras pasaba los dedos por uno de los símbolos tallado en un banco.

Mcnalley ya estaba haciendo alarde de sus buenas maneras, como de costumbre.

- Tranquilízate Mcnalley, no creo que hablándole así ganemos nada.- Miró al cura y le preguntó .- ¿Ha dibujado usted esto?¿Por qué?

Tras nuestra entrada precipitada muchos detalles se me habían escapado y una vez controlamos el lugar donde nos encontramos, ya podemos fijarnos en los diferentes gravados, esculturas y símbolos que se encuentran en la Iglesia. Pero el símbolo que me llama la atención es el que se forma cuando los batientes de las puertas se unen, un símbolo que es identificado por Mcnalley ... cosa rara en un delincuente como él.

- ¿Para qué, sirve el símbolo? ... suponiendo de que sirva para algo. Niego con la cabeza, cuando me fijo en la ingente cantidad de símbolos y trabajo que ha debido llevarle al padre. - Aunque es el único superviviente, así que de algo deben servir.  

De nuevo los conocimientos sobre catolicismos del irlandés habían despejado las dudas. El símbolo tallado era la cruz de San Benito, uno de las más antiguas protecciones contra el mal de la cristiandad.

Manson, que también había visto el símbolo, completo la información de una forma más académica. La cruz encerrada en un círculo ya constituía por si sola una símbolo de protección contra el mal, pero cada una de las iniciales gravadas constituían un salmo contra el mal. De tal forma que C.S.S.M.L. significaba Crux Sancta Sit Mihi Lux (La santa Cruz sea mi luz) y N.D.S.M.D.: Non Draco Sit Mihi Dux (No sea el dragón mi guía). En círculo, comenzando por arriba hacia la derecha: V.R.S.: Vade Retro Satana! (Retrocede, Satanás), N.S.M.V.: Non Suade Mihi Vana! (Malo es lo que me ofreces), S.M.Q.L.: Sunt Mala Quae Libas (Venenosa es tu carnada) y I.V.B.: Ipse Venena bibas (Trágate tu veneno).

Por su parte, las iniciales C.S.P.B., que aparecían en círculos a los lados de la cruz, significaban: Crux Sancti Patris Benedicti (Cruz del Santo Padre Benito)

Al llegar al altar, el sacerdote se relaja y su lengua se suelta. Comienza a relatar su historia con frases sueltas e inconexas que muchas veces debido a su deficiente ingles no llegáis a entender completamente. En su perorata también incluye referencias bíblicas al fin del mundo y partes de oraciones que hacen su discurso más confuso. ¡El día del Juicio está cerca, los demonios se levantan de la tierra y sobre todo no hay que dormir! El hombre delira, tomando temas dispersos y después parloteando de forma incoherente.

La guerra es lo que los ha llamado, todo el sufrimiento rompió los sellos y despertó a las furias dormidas. Mientras los hombres dormían les robaron las almas, condenándolos a una muerte horrible. Pronto todos los muertos se levantarán y los siervos de Lucifer esparcirán el horror en la tierra.

¡Los sirvientes de la oscuridad se están moviendo!

Como ya lo hicieron, intentarán otra vez llamar a la Bestia a este mundo y abrir las puertas del Infierno en la Tierra. ¡Libera nos Domine, ex diaboli infemi! ¡Los registros en las crónicas de los antiguos, los versos que los desafiarán, el canto que expulsará al Demonio! Los soldados deben pararlos, antes que todos los hombres de buena voluntad perezcan malditos...

¿Qué fue eso?

Un ruido de arañazos se oye tras las vidrieras, como si una horda de ratas estuviera escarbando y trepando por las paredes y el techo. ¡No! Grita el sacerdote, y súbitamente un cristal que hay sobre el altar comienza a brillar con una sobrenatural luz azul. El cura la coge y os lo ofrece. Después, coge con rapidez un libro de aspecto muy antiguo que también se encuentran sobre el altar. ¡Lleváoslos! Grita aterrorizado. Debéis llevároslos.

En ese momento las puertas de la iglesia se abren de par en par con un fuerte estallido y un viento huracanado recorre la nave apagando todas las velas.

La extraña luz azul que emana del cristal deja ver como los grandes bancos son levantarse en el aire, de dos en dos, y hacerse astillas en medio del aire o aterrizar con un ruido ensordecedor. Las vidrieras estallan en pedazos llenando la nave con fragmentos de cristal.

Es igual que en la cueva.

El viento aquel huracanado parece que nos ha vuelto a encontrar, o hemos sido nosotros los que hemos acudido a su encuentro de nuevo.

Alargo la mano cogiendo el cristal que inmediatamente guardo en uno de mis bolsillos.

Antes de que el viento apague todas las velas me dirijo al cura intentando que no note nadie el temor que me produce volver a encontrarme con este fenómeno. He vivido unos cuantos verdaderos huracanes en casa y no he sentido este frio recorriéndome todo el cuerpo.

– Debe haber alguna otra salida. Si quiere que nos llevemos estas cosas deberá indicarnos por donde salir.

Y confiar en que no haya cerrado esa puerta con llave sin estar puestas en la cerradura.

– Llevar uno el libro, y marchemos rápido.

Estoy preparado para dirigirme hacia donde indique el cura.

Mas supersticiones y habladurías de viejas, añade el padre a nuestras teorías, sobre lo que está ocurriendo en este lugar abandonado de la mano de Dios. Que si sellos rotos, que si fuerzas maléficas, que si muertos que se alzan ... aunque esto último lo hubiese visto en el interior de la cueva, no podía creerlo.

Antes de que pudiera replicar, que el mal no existía que no era mas que una mala jugada de la guerra y su imaginación, lo que nos había "atacado" en la cueva volvió a aparecer. Arañazos, tirones y por fín la aparición de un viento salido de la nada que impedía los movimientos y arrancaba los objetos de su sitio.

- No se suponía que los sellos estaban para algo. Aprieto los dientes e intento moverme. - Ya estamos otra vez.

Finalmente el cura comienza a soltar todo lo que sabe en un ingles mediocre pero entendible. Lo que dice es típico de una historia de terror, de un cuento de miedo para la noche de Halloween. Por supuesto nadie le cree hasta que el sonido de un millar de ratas anticipa el retorno del viento infernal que despedaza todo el mobiliario de la nave.

- ¡Otra vez maldita sea! - aúlla Richard llevando una mano a su rostro al cubrirse de la lluvia de cristales - ¡Salgamos por alguna ventana! - agrega con intenciones de llegar a una de ellas pero el viento parece que le va a impedir cualquier acción.

Entre el viento sobrenatural y el cristal brillante lo mejor para el bostoniano es buscar una salida por vuestros propios medios, ya que la entrada principal parece el peor sitio por el momento. También podría ir a por el libro pero el jamas se llevó bien con la lectura.

Las palabras atropelladas y apocalípticas del cura, los ruídos que les siguen, los vitrales rotos en mil pedazos y el viento, ese extraño y implacable viento, me erizan el vello. La quieta iglesia convertida en una ominosa escena de pavor de bancos y otros objetos lanzados al aire con nosotros enmedio como blancos desprotegidos a merced del caos desatado en tan solo unos instantes corroboran la sensación de urgente huída que me llenaba. Más como respuesta a la orden del cabo que a la petición del cura y aprovechando el empuje del viento que me acerca aún más al altar me hago con el libro que nos ofrece el cura y de espaldas al terrible vendaval abro mi mochila para meterlo dentro y asegurar con gran fuerza los bolsillos. ¡Salgamos! Con unos rápidos vistazos intento encontrar la salida más fácil y cercana mientras acabo de meter el libro y asegurar las correas de la mochila.

El sacerdote grita algo en francés, pero sus palabras son acalladas por un fuerte estruendo metálico proveniente de encima de vuestras cabezas. Al mirar arriba, buscando el origen del ruido, veis como la gran cruz que colgada por cadenas se balancea peligrosamente. En ese instante uno de los pernos que la sujeta  se libera de golpe y la pesada cruz cae a plomo sobre el párroco. Un charco sanguinolento empieza a formarse debajo de la cruz.

Justo cuando la cruz golpea el suelo, todos los cascotes, cristales y trozos de madera caen al suelo, dejando la iglesia completamente silenciosa, salvo por la respiración entrecortada del sacerdote moribundo.

Un zumbido bajo, casi inaudible, resuena a través de las paredes de la iglesia. Los pelos se os ponen de punta y la carne de gallina. Unos remolinos brillantes aparecen flotando en el aire. Es la misma extraña sucesión de acontecimientos que paso en el claro, cuando os enfrentasteis a la trinchera alemana. En aquella situación solo sobrevivisteis vosotros seis de los casi 50 hombres que pelaban en el claro. ¿Esta vez tendríais tanta suerte?

En vede quedarse a esperar una respuesta Martin corre hacia una de las ventanas, los cristales están rotos y es fácil saltar por ella. Todo el pelotón sigue el ejemplo de Martin saltando por diferentes ventanas.

El zumbido comienza a hacerse más fuerte, y mientras el pelotón se aleja corriendo de la iglesia. La oscuridad se llena de una luz cegadora y los soldados son levantados del suelo y lanzados hacia la iglesia como si fueran absorbidos a su interior. Aterrizan unos encima de otro, a medida que el retumbar mengua, perdiéndose como un trueno distante. Donde antes estaba la iglesia sólo quedan restos de ruinas entre cenizas grises y humeantes. La luz azulada de la joya se desvanece y deja a los soldados en la soledad de la oscuridad más absoluta.

Anthony quedó atónito con con las palabras del cura. Podría parecer que lo que decía no tenía sentido y no eran mas que los delirios de alguien enloquecido por los horrores de una guerra que se alargaba demasiado. Pero sus palabras encerraban una petición de ayuda.

"Los soldados deben pararlos", ¿Se referirá a nosotros?.- No tuvo tiempo de pensar que lo que había dicho aquel hombre, un fuerte viento se levantó de pronto, la situación le era bastante familiar, desafiaba toda lógica, igual que las palabras del cura.

Grimm recogió la brillante piedra mientras que Earl se hacía con el libro, Anthony pudo ver eso mientras se ponía a cubierto para evitar que el fuerte viento proyectara hacia el algún cristal u objeto.

Entonces la cruz aplastó al cura y todo quedó en silencio. Anthony se acercó lentamente al lugar donde estaban los restos del pobre desgraciado, no era necesario un médico para saber que estaba muerto. No se escandalizó por la sangre pero lo que le arrancó un escalofrío fue el ténue zumbido y los remolinos que comenzaron a formarse en el aire:

-¡Demonios! ¿Otra vez? ¿aquí dentro?.- Ahora si estaba asustado, siguió a sus compañeros que huían despavoridos de aquel lugar a través de las ventanas. La tarea no se le antojaba fácil a Anthony pero, posiblemente gracias a la adrenalina que inundó sus arterias, logró saltar a traves de una ventana sin hacerse daño.

Cuando todos comenzaron a correr para alejarse de la iglesia Anthony tropezó por lo que quedó rezagado del grupo, quizá fue el primero de ellos en sentir la extraña fuerza que les devolvió de nuevo al lugar del que huían.

 Anthony tenía los ojos cerrados para protegerlos de la fuerte luz esto le desorientó y no se protegió correctamente cuando cayó al suelo de nuevo con lo que se dio un fuerte golpe en la espalda.

Ahí quedó tendido en el suelo boca arriba. Pudo ver como el resto de sus compañeros también regresaban, incluso uno de ellos le cayó encima. Todo se oscureció de nuevo por lo que no supo quien había sido.

- Ah, joder, que daño. ¡Tio será mejor que te me quites de encima!.- No lo dijo con desagrado, su compañero no tenía culpa de haber caído así, pero le dolía.

Estaba pensando en salir por la sacristía cuando Earl sale por uno de los ventanales. Antes de que pueda reaccionar una enorme cruz cae sobre el cura aplastándolo mientras otras cosas comienzan a caer a nuestro alrededor.

Veo a Anthony salir también y decido imitarlos. – Muchachos, fuera no sabemos si no acabara por caer todo el techo.

Logro salir sin problemas, pero en la oscuridad tropiezo con Anthony y salgo volando al desequilíbrame al firmemente dejar de estar mis dos pies firmemente apoyados en el suelo.

Recibo un golpe en la cabeza y todo es oscuridad…

El poder del viento era tal que incluso los pernos que sujetaban la cruz central que colgaba en medio de la iglesia se soltaron, como pelotón tenemos suerte de esquivar ese cuerpo metálico ... no podemos decir lo mismo del cura. Aunque no estuviésemos en medio de una guerra y teniendo un hospital relativamente cerca, el pobre desgraciado ya no llegaría a ver el siguiente amanecer.

Casi sin tiempo para pensar en este suceso y sintiendo como las fuerzas generadas en el interior de la iglesia tiraban de mi, tenía que buscar una salida, y esta fué dada por Earl que salia disparado por una ventana. Que el cabo enfatizara esto con una orden, no hizo mas que reforzar mi disposición de salir de este maldito lugar ... aunque esta vez yo no sería el afortunado que librase del daño. Cascotes, cristales, y trozos de madera, impulsados por el viento me golpean una y otra vez, apenas veo por donde voy y me alejo bastante de la ventana que me había marcado como objetivo. 

Lo vi claro. Ahí delante tenía una ventana por donde podía escapar. Y viendo como el cura quedaba aplastado bajo el pesado crucifijo, la sensación que en cualquier momento algo parecido podía acabar con mi existencia en este mundo me llenó de miedo. Morir puede que no me asustara en exceso pero sucumbir ante una fuerza maléfica implacable como ésta no entraba en mis planes, menos en mi cordura, y hacía tambalear mi sabia aceptación de cualquier porvenir que hubiera escrito para mi. Empecé a correr cuando escucho el zumbido que precede los remolinos brillantes que ya vimos antes de la terrible explosión frente la trinchera alemana. Grito a los compañeros para que salgan de la Iglesia y sin querer fijo la mirada en uno de esos remolinos. Me deslumbra tanto que cuando vuelvo a bajar la mirada para encarar el salto por la ventana sólo veo la luz impresa en mis retinas. Pero sigo corriendo hacia lo que creo que es el agujero de la ventana. Me doy de cara contra algo, supongo que una pared. Siento como algún compañero pasa cerca mío. ¡Dios, la ventana tiene que estar aquí! Extiendo los brazos, medio aturdido por el golpe y totalmente encegado. El corazón me va a estallar. Los nervios crean gritos de urgencia y de inminente peligro de muerte en mi cabeza. El zumbido aumenta de potencia al igual que la luz. Si se repite el suceso vivido en el bosque, estoy a escasos segundos de mi muerte segura. De repente se detienen los gritos en mi cabeza y me lleno de paz, aceptación y descanso de mi lucha vital en esta maldita guerra, en este bello aunque pútrido mundo. Veo la ventana, justo en el momento que mi alrededor se enciende con una luz furiosa que vuelve a cegarme. Descuelgo la mochila de mi espalda y la abrazo ante mi. Doblo mis piernas, y reposo sobre mis rodillas apoyando mi frente sobre la mochila y manteniendo el abrazo a la mochila. Puede que sea un gesto de querer seguir aferrado a este mundo material. No lo sé, no me importa. Respiro hondo. Cierro los ojos y me noto flotar. Todo estalla a mi alrededor.

La situación se complica enormemente con la horrenda muerte del cura, aplastado por la cruz de su iglesia. Eso si que fue mal augurio porque a continuación todos huyen como ratas.

Pero la suerte continua en caída libre cuando otra brujería succiona a Richard y a los demás de regreso al interior de la iglesia, al menos de lo que aun permanece en pie de la iglesia. Solo restos humeantes. -¡Pero que mierd…! - Es lo único que el pelirrojo alcanza a vociferar antes de caer encima de sus compañeros.

- ¡Vete al cuerno bocazas! - responde a su compañero, el cual le increpa por servir de suave colchón humano.

Y antes que ese infierno vuelva a arremeter Richard otra vez intenta salir por la ventana sin importar cuantos raspones se haga en el proceso. Incluso es consiente de que algunos de los demás lo pasan mucho peor que él pero la situación es realmente desesperante. Si al menos hubiera algo que acuchillar o disparar que no sea el mismo aire...