Partida Rol por web

Poco a poco tus sentidos vuelven a reaccionar, como si hubieran estado sumidos en un largo sueño. El olor a podredumbre inunda tus fosas nasales, y una ambiente húmedo te cala hasta los huesos. Te incorporas lentamente sobre una mugrienta cama de ramas y caña, y un pequeño fuego crepita a junto a ti.

A penas puedes distinguir a tu alrededor, pero a medida que pasan los segundos, el recuerdo de la fulgurante luz en tus retinas deja paso a la mortecina luz de la hoguera. Te encuentras en un claro de un mortecino bosque. Los árboles están secos y marchitos. Sus almas son negras y se alzan amenazantes en el silencioso bosque.

A tus pies, puedes distinguir un fardo. Contiene unas tres cucarachas del tamaño de un gato, y han sido abatidas por tus flechas. De eso no cabe ninguna duda.

- Cómo... Cómo...? La pregunta muere en sus labios, pues allí no hay nadie que pueda responder a tantas preguntas y temores que tiene en ese momento.

Desorientado, se gira a un lado y a otro buscando a sus compañeros o una señal de donde está. Ante la respuesta vacia del sobrecogedor lugar, se acerca vacilante a observar las cucarachas... - mis flechas? Instintivamente lleva la mano al arco, como si su tacto pudiera hacerle recobrar la memoria de lo sucedido, pues en ningún caso recordaba haberlas matado...

Con cautela sigue observando el claro y se pregunta quien lo ha dejado allí? en una cama? y porqué? Volvian las preguntas a su cabeza. - Está claro que si me querian matar ya lo podian haber hecho. Respira aliviado aunque no del todo seguro de si eso es bueno o malo.
Busca sus pertenencias, pues espera de todo corazón que estén allí. Por un momento recuerda el guardapelo y la figurita del caballo y palpa donde los guardó. Su contacto le permite llevar la mente a momentos felices, a los que se aferra para no perder la cordura.

- Debo salir de aquí... de este bosque maldito... donde estaré? El ambiente opresivo hace que formule la pregunta a media voz. Busca en el cielo alguna referencia que le permita orientarse, pues no seria el primero que andaria en circulos por el bosque hasta la extenuación.

La mirada del elfo escruta el cielo, intentando encontrar alguna señal. Algo en tu interior te dice que ya habías estado aquí con anterioridad. Según la posición del sol y los árboles, con sobresalto, te das cuenta de que te encuentras en tu hogar, el antiguo bosque de los elfos.

Aun con este descubrimiento repiqueteando en tu cabeza, caes en la cuenta de cual es el lugar donde te encuentras. Un antiguo claro, que los cazadores elfos utilizaban para descansar después de una jornada de caza. Se decía que poderosos hechizos proporcionaba protección y descanso a los cazadores, pero ahora, esa sensación reconfortante, ha desaparecido.

No hay duda que el camastro lo preparaste tu mismo, y en tu cabeza empieza a dibujarse un camino a través del bosque. Un camino que parece haber sido recorrido infinidad de veces por tus pies cansados. Aunque no puedes asegurar a donde conduce.

El único propósito en firme que vislumbra es la sensación del camino que se abre frente a él.
- Hace tiempo que no piso estas tierras. Pero no hay más respuesta a mi soledad que seguir adelante sin saber que encontrar más allá del siguiente arbol.
Este bosque antaño familiar y del que conocia cada rincón parece ahora la sombra decrépita de lo que fué, un poco como se siente Cromvar de si mismo. Su alma, como la de tantos elfos, se agosta con la corrupción que asola sus hogares.

No hay nada que hacer aquí, solo queda la sensación que tira de él, de seguir adelante.
Recoge pausadamente sus cosas, intentando recordar porqué estan allí... y las extrañas criaturas esas que ha matado? esas cucarachas? Una sensación horrorosa se abre en su mente... son comida? Si es así, cuanto tiempo lleva en este limbo del que no se acuerda?

Prefiere no pensar en ello y busca en sus pertenecias algo de comer, pues una vez haya comido se pondrá en marcha. Debe encontrar a sus compañeros, saber que les ha sucedido.

Tras comer alguna de las raciones que llevaba en su saco, Cromvar emprendió el camino. Cada árbol que dejaba atrás le recordaba tiempos mejores.

Después de caminar algo menos de una hora, llegó a un montículo de grandes rocas cubiertas de un musgo negruzco. Había una antigua cueva, habitada en mejores tiempos por osos pardos. Sus alrededores estaban limpios y cuidados, pero no podían disimular la desolación del lugar.

Alguien parecía canturrear una hermosa y antigua canción élfica, con dulce y suave voz en el interior de la cueva. Una voz de mujer. Y aunque hacía demasiado tiempo que no la había escuchad, Cromvar la reconoció al instante, pues parecía la clara y alegre voz de su esposa.

- Liaenthis!?... también está aquí? Nada parecia lo que tenia que ser ni estar donde debia estar. La razón y los sentimientos luchaban por tomar el control del siguiente paso. - No puede ser, ella se fué de este bosque... y la busqué... aunque puede ser que la hayan traido de la misma manera que a mí.

Sea como sea, Cromvar entra en la cueva de donde sale la añorada voz. Antes de cruzar el umbral de la cueva se dedica a si mismo un último consejo:
- No confies en tus sentidos, tu mismo eres un ilusionista arcano. Confia en tu corazón, para lo bueno y para lo malo.

Cruzó bajo la sombra y entró en la cueva. - Liaenthis? llamó, con el corazón lleno de esperanza y temor.

La cueva estaba iluminada por unas candelas de sebo, que daban al lugar un olor bastante peculiar y algo desagradable. Algunos muebles rústicos y de construcción casera ocupaban distintos lugares en la sala que formaban las paredes de la cueva. Todo estaba limpio y ordenado.

Una bella elfa se giró sonriente al verte aparecer por la entrada y oír tu voz.

- ¿Has conseguido algo de comer esta vez?  No había reproche en su voz, solo preocupación. Pero lo más extraño era que no dio muestras de sorpresas al ver a Cromvar.

La elfa estaba preparando algo parecido a una sopa en viejo y agrietado caldero de cobre. Un pequeño fuego ardía bajo el caldero, y el vapor de la sopa se olía fresco y fragante.

- ¿Que te pasa amor? ¿Pareces desorientado? Dijo Liaenthis al contemplar el rostro de su amado. - ¿Ha habido algún problema con los caminantes? La expresión jovial se tornó en preocupación, y dejando el caldero hervir, se acercó a Cromvar para observarlo de cerca.

- Desorientado? Si aquella persona que se encontraba delante de él era la auténtica Liaenthis, estaba mucho peor que eso.

- No puede ser... tu desapareciste hace meses! la voz quebrada no oculta la angustia del tiempo que ha pasado buscándola. Allarga una mano para acariciar su mejilla, dulcemente, temiendo que se desvanezca, pues sabe que ni ella ni él deben estar aquí. Aunque sea una ilusión o el peor de los engaños desea seguir oyendo su voz o recordar el suave tacto de su piel.

- y los otros? Donde está Erioven? y Zzarat, Vast, Lean... Veidan? Las preguntas que hace le devuelven  a "su" realidad y observa a la elfa con atención... lo que conteste a continuación sabe que será una mentira, o quizas sólo lo desea, para quitarse la venda de los ojos.

- Eiroven? Una sonrisa cálida asomó en el rostro de la bella elfa. - Supongo que correteando detrás de alguna alimaña. El tono de su voz era de la más absoluta naturalidad. - Quiere ser como su padre, no le podemos culpar, volverá para comer, sino, sabe que le espera una buena reprimenda.

Liaenthis cogió la fuerte mano de Cormvar entre las suyas, y la besó dulcemente.

- En cuanto a los otros nombres... Me son desconocidos, y creo que nunca los habías mencionado hasta ahora. ¿A ocurrido algo en el bosque esta mañana? La elfa se fijó en el fardo que traía Cromvar consigo. - Veo que has conseguido cazar algo para comer, ¿A ido todo bien? Una ligera punzada de preocupación se vislumbró en sus profundos ojos.

- Te has topado con los cadáveres de los humanos, ¿verdad? Su rostro reflejó un claro sentimiento de disgusto y repulsa. - Sabía que tarde o temprano aparecerían... Nunca podremos estar tranquilos... Nunca. Unas perladas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, y apartó la mirada de su marido durante unos instantes.

Tarde o temprano? Todo Solder está infestado de los desdichados muertos andantes... pero ahora hasta este bosque está tan corrompido que no parece el mismo.
Cromvar se resiste a creer lo que está viendo, algo va realmente mal si piensa en quedarse aquí... recuerda bien lo ocurrido hacia meses y no encajaba en su mente, ni siquiera estava reviviendo algo ocurrido... la desconfianza se apoderó de su corazón y necesitó salir de aquella cueva. Si Erioven "tambien" estaba aquí tenía que verlo.

- Voy a buscar a Erioven... sale de la cueva, buscando su cordura en los recovecos de su cabeza... necesita encontrar a los otros... necesita respuestas.
Una vez fuera, la mortecina luz del lugar no disipa sus temores ni le aporta nada nuevo, sólo le devuelve el olor húmedo del bosque moribundo.

En un ejercicio para serenar su mente recorre a la magia, buscando la conexión con la naturaleza.

La energía fluye a través de tu cuerpo, y te conecta con la misma madre tierra. Poco a poco percibes cada centímetro de tierra que hay a tu alrededor. Los gusanos se abren paso entre diminutos túneles bajo tus pies, los insectos parecen manadas de ciervos saltando en la pradera, pues notas cada pisada de cada uno de ellos.

Tu consciencia abarca cada vez más lejos, te das cuenta que no hay presencia alguna de mámiferos. Ni siquiera un atisvo de las homnipresentes ratas, tan solo insectos.

De repente una presencia familiar, ¿Eiroven? No está demasiado lejos a unos minutos adentrándote en el bosque. Notas como Liaenthis camina sobre la tierra, a tu espalda, saliendo de la cueva te observa.

Poco a poco la consciencia vuelve al cuerpo de Cromvar, con las extrañas sensaciones que ha tenido. Ni una sola pizca de la vida que habitaba este bosque. Tenia que poner significado a "este bosque"

- Voy a buscar a Erioven... Dice Cromvar para si mismo o para nadie en particular... quién le escucha de verdad aquí? Dedica una mirada a la elfa que le observa desde la entrada de la cueva y parte en la dirección que ha notado la presencia de Erioven.

Aunque no ha notado la presencia de nadie más, espera encontrarse con algún elfo más... alguien familiar, conocido, pero alberga escasas esperanzas de que eso ocurra. - Que les habrá sucedido a todos? y a los animales?

Avanza por el bosque que ya no le es familiar.

- No tardes. Dijo la elfa desde la entada de la cueva mientras Cormvar se alejaba. Una expresión de preocupación, por su marido, se dibujó en su rostro.

- La comida no tardará en estar lista.

Cromvar avanzaba hacia donde había sentido a su hijo. A cada paso que daba, podía reconocer lugares, antaño verdes y hermosos, y ahora muertos y negros. Todo parecía estar podrido. Ni los pájaros cantaban ya, ni las flores adornaban el marchito suelo del bosque élfico. Solo el corretear de insectos ocultándose al paso de Cromvar, reflejaba que aún quedaba algo de vida. Una vida corrompida y extraña a ojos de Cromvar.

Tras poco tiempo, entre unos árboles caídos, pudo distinguir la figura de un niño, agazapado junto a un tocón, y con una lanza en la mano. Parecía concentrado, y miraba en el interior del árbol muerto, por un agujero que tenía. Sin duda estaba acechando alguna presa, o como mínimo jugaba a hacerlo.

El niño elfo, no se percató de la presencia de Cromvar.

Junto a un árbol caído, no muy lejos de donde se encontraba su hijo, Cromvar pudo distinguir como  se forma una sombra tenue y poco definida. A primera vista, amenazante, como una fantasmal aparición, pero su voz tiene es cálida y reconfortante. Pues parecía emitir sonido, que en un principio era como un murmullos, pero poco a poco, el valiente elfo pudo distinguir las palabras que manaban de oscura sombra.

- Cromvar, Cromvar**, escúchame bien. Soy Zzarat “Alma-de-Roble”, que ha despertado de la pesadilla. Presta atención pues nada de lo que ves, nada de lo que sientes, es cierto. Estás encerrado en una jaula de sueños que no te deja ver más allá. Debes despertar, Cromvar, debes huir… Tenemos que ayudar a Vast. La Gran Madre, Gaia, me ha hablado. Ella me ha rescatado, Ella me ha enseñado a Despertar. Cromvar, todo es falso, esa vida que estás viviendo en la cárcel de sueños no es la tuya; por eso debes terminarla. Confía en mí, confía en la Madre: acaba con tu vida, acaba con el sueño, y despertarás.

- Zzarat!? La presencia del rátido, en su forma eterea, vino a confirmar lo que ya temia... lo que presentia y que su corazón le decia que era mentira,  aunque deseara que no fuera así.

- Acabar con mi vida, dices!? la petición le pareció de lo más alarmante... y por un momento dudó. - Debo quitarmela yo? o debe hacerlo alguien de aquí? Esperó la respuesta de su compañero, mientras observaba a la ilusión de su hijo.
La mano reposaba sobre la empuñadura de Göiblyangîr. - Serias tú, fiel compañera, la que me llevaria de este sueño a la vida?

La sombra se desvaneció lentamente, sin pronunciar más palabras de las que ya había dicho, dejando la duda de Cromvar sin respuesta alguna.

El niño elfo continuaba entretenido cazando en el hueco del tocón. Su risa divertida, y sus palabras altisonantes, pronunciadas igual que si estuviera dando caza a un terrible dragón, resonaban en el bosque marchito y muerto.

El niño aun no se había percatado de la presencia del explorador, y mucho menos oído ni visto ninguna sombra entre los caídos árboles.

Cromvar se apartó de donde se encontraba "su hijo" por el bosque que no era su hogar. La elección que le habia dado Zzarat no era fácil de tomar, pero sólo había una manera de saber si este era el modo de salir. La otra opción era una vida inexistente en un lugar enfermizo.

Buscó otro claro, que sabia que no estaba muy lejos, aunque no sabia si lo encontraria. Uno que entre las pequeñas rocas siempre tenia alegres flores silvestres que no habia visto hasta ahora. Ni las vería.
Era un lugar especial en su memoria.

Al lado de las rocas desnudas de cualquier flor dejó caer su arco. Desenvainó a Göiblyangîr que incluso bajo la mortecina luz arrancó un destello y la apresó por la empuñadura en el suelo, entre dos piedras.
Recordó por última vez la alegría que vivió en este claro cuando, haciendo una corona de flores silvestres, le pidió a Liaenthis que se casaran.

- Por favor, parte este corazón que ya no late y no puede sentir más dolor... haciendo este último ruego, dejó caer su cuerpo, con la punta de la acerada espada apoyada sobre el corazón.