Partida Rol por web

La escalera que conducía al primer piso llevaba a un recibidor desde el cual se distribuían los pasillos para varias oficinas. Allí había una sala de recepción que solía estar cerrada y ahora estaba completamente iluminada.

En ella había que hacer tiempo y a sus pisos en damero iban a parar los pasos de aquellos que eran señalados por la Senescal.

Facundo fue el primero en llegar, allí estaba más solo que nosferatu en día de San Valentín. Pocos minutos después se le unió el doctor Noble y luego María Malena.

Apenas alterando el gesto por ser el primero,  Facundo se acomodo a esperar en uno de los asientos del recibidor, sabiendo que por la concurrencia de abajo, podía tomar algún tiempo en tener compañía. Sin embargo, se coloco de tal manera que pudiera mantener la mirada atenta en la escalera, mientras cavilaba sobre las posibilidades. 

La espera solo tomo unos minutos. *Bueno, bueno... Siguió con la vista al doctor, sin decir nada ni moverse, dejando al vástago mas antiguo el acomodarse como le placiera antes de hablarle. Casi detrás de sus pasos, venia una Toreador, la que había hablado con tanto ímpetu recientemente; a ella solo la conocía de vista, pues había visitado el local que poseia varias veces, pero tenia memoria para rostros y voces familiares. Especialmente una tan distinguida.

Saludo con un cabeceo su incorporación. Aquello prometía ser interesante...

Antonelli le había acompañado hasta el final de la escalera, no mas, pero no estaba solo. En la lujosa recepción estaba Facundo, como si las cartas estuviesen claramente a favor de ambos caballeros. Lo saludó en silencio y prosiguió su camino hasta uno de los sillones, no quería permanecer a la vista de los que estaban debajo, podía ser tomado por una provocación de su parte. Se sentó, el respaldo resultó ser amplio y cómodo, y desde allí acomodó alguna de las ideas de todo lo observado y conversado por la Senescal.

Escuchó voces conocidas a lo lejos. Le dijo en voz baja a su compañero - No todos conocen el arte de la discreción, verdad Facundo? Es por lejos la mejor defensa en un lugar como este- se relajó y prosiguió -Parece que nuevos negocios vuelven a unirnos, aunque este a pesar de ser mas riesgoso puede ser mas redituable - sonrió levemente y escuchó los pasos de otro vástago acercarse. Desde el sillón pudo verla y se puso de inmediato de pie - María Malena, estaba seguro que tu también estarías en este selecto grupo de confianza de nuestra Senescal- en verdad Franco no tenía idea porque estaban allí, pero a la vista de todos ese era el motivo, decenas de cainitas estaban envidiándolos allí abajo por esa razón. Extendió su brazo señalando el sillón contiguo a él y tomó asiento - Se conocen, verdad?- a ambos los conocía bien, y confiaba lo suficiente en ellos como para hacer buenos negocios, se sentía a gusto que fuesen estos y no otros los que estuviesen allí.

Los tacos de los zapatos de María sonaron dentro de la habitación casi vacía aún. No se sorprendió de ver al Tordo, aunque si al ver al otro joven.

Devolvió el cabeceo cortes de saludo a Facundo y se acercó a Franco. -Dr Noble, no me extraña verlo por aquí. Es una buena señal. Aceptó el lugar al lado del Giovanni. Aquellos sillones siempre eran remendamente cómodos. - No conozco personalmente al señor Bahl, pero creo haberlo visto alguna vez por la Jabonería, ¿no es así?.

Cuando llegaste arriba tres vástagos se encontraban allí: María Malena, a quien habías conocido antes, Franco y Facundo Bahl.

Asintio con un gesto muy de acuerdo al señor Noble, pero antes de que pudiera responderle se presentaba la siguiente convocada. Se incorporo lentamente, devolviendo la mirada a ella.

-Es cierto. Algunas veces he visitado el local, pero hasta ahora no nos hemos presentado formalmente señora. Es un pendiente en la agenda, pero también algo que podemos solucionar en tanto se nos unen los demás.

Tendió su  mano en diagonal, para buscar el saludo y adaptarse rápidamente, tanto si era un apretón o un beso lo que ella pareciera esperar.

-Facundo Bahl. Un artesano del dinero. +indico sin un asomo de sonrisa, para luego cambiar de tema.+ Debo decir que me ha sorprendido un tanto el ímpetu demostrado hace unos momentos para declamar su apoyo a nuestra estimada senescal. ¿Era realmente necesario?

No tardaron en presentarse, pero dudó de que la primera impresión entre ambos fuese positiva. Eso no era una desventaja para el Giovanni en ocaciones normales, pero apreciaba a los dos vástagos, así que aligeró la osadía de Facundo interviniendo apenas terminada su pregunta -Los demás? Facundo, no se si habrá mas. María Malena es sumamente influyente dentro de los Toreador, lleva siglos en los Eliseos porteños, décadas antes de que yo naciera, y eso ya es bastante, de hecho me atrevo a decir que es mas respetada que la propia Mercedes, tranquilamente podría ser la Primogénita Toreador. Y tu Facundo, bien podrías ser su par en tu clan...- hizo un silencio corto, dejando claro que podían serlo si superaban a los otros candidatos -Puede que los tres seamos los aliados mas influyentes que tenga hoy Mercedes, no se si hay alguien mas que pueda igualarnos en esto, como para sumarse - prefirió dejar claro quienes eran antes de que cualquier palabra mal interpretada pudiese afectar la recién nacida relación, daba igual si venían mas o no, lo importante era que pudiesen unirse. Realmente consideraba que entre la Toreador y el Ventrue podían asesorar perfectamente a la Senescal, él en cambio, sabía que estaba para dar un apoyo neutral y poco evidente, así era siempre con los Giovanni, por prejuicio o por prudencia. 

Un artesano del dinero Maravillosa definición para su oficio, pensó María mientras oía las palabras conciliadoras del Doctor Noble. Llevó cabeza para un hombro, y luego para el otro, observando al Ventrue hasta que finalmente rompió el silencio.

- Bueno, bueno, pero que chiquillo mas osado tenemos aquí. Miró la mano de Facundo unos segundos y luego se cruzó de piernas y llevó sus brazos a los apoya brazos del sillón. Seguramente la señorita Jian se mostrará mas respetuosa con los Mayores cuando suba... Lanzó la flecha con tono juguetón.

- Tomaré su pregunta como tal y la responderé como una simple pregunta. He luchado en cada guerra que se ha librado en esta ciudad. He luchado en cada guerra que se librado en este país, y en gran parte de América, señor Bahl. Luché contra los ingleses, luché contra los godos, luché contra los franceses, luché contra los Unitarios, luché contra los brasileros, etc, etc, etc... Una sombra pasó por sus ojos, y se detuvo por un segundo, quizás algún recuerdo había surcado se mente. Hoy estamos en guerra de nuevo. Tarde o temprano tendrá que elegir un bando. Yo lo hice hace tiempo y hoy permití que llegase a ciertos oídos que debían escucharlo...

Su tono de voz pasó de juguetón a sombrío. Y luego se suavizó para sus ultimas palabras. - ¿Está listo para la guerra señor Bahl? Espero que juguemos del mismo lado del tablero...

Regreso a su asiento, cruzando las piernas tranquilamente. El comentario sobre Rosa le hubiera arrancado una carcajada hace algunos años; no cabía duda que no conocía a su hermanita.  Esto, no obstante, apenas se tradujo en un atisbo de curvatura en sus labios. Replico calmadamente primero a la dama, mientras se acomodaba.

-Permítame retrucar su pregunta con otra: ¿Esta lista para la paz, señora?...+junto las manos una sobre otra, mirándola tranquilamente.+ La guerra es simplemente la resolución natural de las situaciones que se estuvieron gestando en el periodo previo. Son las relaciones, las declaraciones, los gestos y acuerdos, lo que definen el curso de un conflicto mucho antes que la primera bala se dispare. Por eso me llama la atención su declaración tan temprana... Reconozco que es una postura muy valiente, y también espero que podamos colaborar una vez allanado el camino, más debo señalarle algo: “Todos somos dueños de nuestros silencios, pero esclavos de nuestras palabras”. Y las suyas resonaron muy fuerte…

Si hubiera estado respirando quizás suspiraría. En su lugar dejo que el tono de las palabras muriera, antes de volver su atención al señor Noble.

-Doctor, gracias por poner el dedo sobre tres circunstancias tan delicadas. Sin embargo, a veces no es el enfoque directo el que debe considerar. Ni pienso que la señora Moreno comparta exactamente esa elogiosa descripción que usted ha hecho de los tres…+añadió, lo ultimo en tono bajo. No iba a explicar en detalle cada una; especialmente no hasta definir con la senescal algunas cuestiones. Retomo su tono normal para continuar.+ Solo le pediré que me crea cuando le digo, habrá mas.   

Con un gesto de cabeza saludé (de nuevo) a quienes se encontraban allí.
La Historiadora, el Doctor y el Inversionista..

Obviamente habíamos sido separados de acuerdo a estándares establecidos por la Senescal y confiaba en haber causado buena impresión, aun así no podía evitar sentir una leve intriga ante la situación.

-Me gusta la dualidad del piso de mosaicos, luces y sombras..
Preferí evitar alegorías al juego de peones.

Subiste por las escaleras de mármol blanco veteado de gris pasando tu mano por la fría balaustrada, admirando el dibujo que tu sombra describía contra la pared de cemento que simulaba piedra.

Al llegar al primer piso y penetrar por la puerta de la recepción viste a Facundo sentado en un sillón, a su lado estaba sentada María Malena. De pie estaban el doctor Noble y David Burton-Miller conversando animadamente, aunque a media voz. Eran los únicos presentes.

- Al parecer no se equivoca, Facundo, alguien viene a ratificar sus palabras, aunque estoy seguro que las motivaciones que hacen que Mercedes haya hecho subir a este muchacho no se parecen en nada a las que hacen que usted y María Malena estén aquí. Sigo pensando que la Senescal tiene esa percepción de ustedes dos, aunque la que tiene de David y mía es notoriamente diferente,  ni él ni yo somos los protagonistas - dijo mientras hizo una seña al joven para que se acercase.

Luces y sombras. Vivos y muertos, estuvo a punto de agregar, pero ese no era el ámbito apropiado para hacerlo.

¿Paz? María frunció el ceño desconcertada. La paz era algo muy lejano por lo pronto.

- La primer bala fue disparada hace meses señor Bahl. Y nos costó la mitad de los nuestros... La entrada de David la distrajo de lo que decía.

- Señor Burton-Miller, doctor Noble, creo que esta vez todos seremos protagonistas... o simple títeres... ¿Quien sabe? Se encogió de hombros y se acomodó en su sillón.

Ladeo la cabeza negativamente, unos milímetros. Apoyo la espalda con firmeza en su asiento. No dijo nada por ver confirmado su dicho sobre que habría otros. Todavía faltaban…

-Debo discrepar con esa analogía de la primera bala, absolutamente. Sin embargo estoy de acuerdo con la otra observación... +saludo la incorporación del señor Burton con un cabeceo, esperando que también se acomodase+ El doctor señalo hace unos momentos ciertos buenos puntos, pero insisto, no son los únicos a considerar. No obstante, prosiguiendo con su línea, señor Noble, ¿cuales serian los de nuestro recién llegado?

Encantado por el aspecto del lugar subo hasta llegar a la habitación que se me indica. Entro a la sala con la seguridad de quien sabe moverse por cualquier círculo en que necesite hacerlo y observo a los presentes, que no son otros que los que han hablado con la Señora Senescal antes que yo.

-Caballeros, dama.- saludo -Bonita reunión tenemos aquí, espero que no sea para eliminarnos a todos. No habría mejor momento.- bromeo.

Inclino la cabeza como saludo a la única mujer presente, María. Vieja compatriota desde el siglo XIX y, desde mi punto de vista, amiga. Me encanta su club, además.

-He visto algo tensa a Mercedes ¿No os ha parecido?, aunque es normal dada la situación.

Unos tacos resonaron presurosos desde el otro lado de la sala de espera, una vástago de aspecto joven se acercaba con traje sastre color negro y una camisa de raso fucsia debajo.

-Señores y señora, bienvenidos y buenas noches, mi nombre es Julieta Bernal, soy la asistente personal de la Senescal Mercedes Moreno y su secretaria -se presentó con una leve inclinación -También soy la escribano de las reuniones del Consejo.

-Protagonista y títere no son términos mutuamente excluyentes, Señora. Me acerqué y tomé asiento. -¿No conoce la historia de Pinocchio?

Aunque podía imaginar el eje de la conversación era muchos los posibles radios para la conversación, mis opciones eran intentar adivinar a los puntos referidos por Facundo o esperar. Así que preferí esperar en silencio la respuesta del doctor.

Antes de conocer la respuesta del Doctor, se unió a nosotros Jules. Desviado el tema hacia una nueva dirección, pero la entrada de una nueva figura nos impidió ahondar al respecto.

Asistente de la Senescal y Escribana.. Sin duda alguien que estaba al tanto de los pormenores de la política. Aunque seguramente ella sabía quien ea soy, no podía evitar presentarme. Poniéndome de pie dije mi nombre una vez más
-Un gusto conocerle, señora Bernal. Soy David Burton-Miller.