Partida Rol por web

Los Tremere. Subestimados como aliados, castigados por un pecado del que aunque todos se benefician, solo unos pocos son culpables. Como mucho. Y hace tanto tiempo ya que es algo ridículo ya. Y temibles como enemigos.

Ah, como cambiaría eso si estuviese en mi mano.

Niego levemente, no es momento de pensar en futuribles, y me adelanto un paso.

-Señor Yamski, un placer coincidir de nuevo con usted.- Aunque nunca hemos tenido demasiado trato sí que nos hemos visto con anterioridad. Eso no quita que lo trate con la deferencia que merece.- Ricardo, Elizabeth un placer. Jules de Bourdeo, por si no me conocéis. Y si os interesa, claro.

Contar con el apoyo de Yamski beneficiaría, mucho, a Mercedes. Pero a saber cuales son los objetivos del anciano.

El vástago que había hablado me recordó a otro que conocí tiempo atrás. Ambos son monstruos de eras pasadas..
Aún antes de conocer su identidad sentí respeto por él.

Gracias a Franco confirmé que se trataba del Pontífice Tremere, y debía a Facundo el poder darle nombre: Yamski.
Su saludo me recordó los modos de mi Sire y sentí una leve nostalgia. Hermanos..

Luego de las presentaciones de los demás agregué la mía.
-Que la noche sea larga y oscura para ustedes, hermanos. Mantuve el cuerpo recto e incliné la cabeza tres veces, una en dirección a cada Tremere. Yamski, Elizabeth, Ricardo..
-Soy David Burton-Miller.

Educado y conciso, mi padrino estaría orgulloso..

El Pontífice sonrió de lado lentamente, dibujando las arrugas sobre rostro liso con teatralidad -Señor Bahl -su voz reverberó en eco por el vestíbulo -Qué agradable sorpresa verlo por aquí -ni siquiera se molestó en ver si estaba presente la aludida -Usted es mucho mejor prospecto que esa... Rosa Jian -se encogió de hombros y giró una de sus manos en redondo haciendo un gesto despectivo, los presentes pudieron ver un rastro de malignidad relampagueando en sus ojos.
Siguió con atención las reacciones de todos ante sus polluelos del mal -Ah. Señor Noble, he oído mucho de usted -musitó con tono neutro.
Elizabeth miró para el suelo, acaso para que nadie pudiera leer sus emociones. Luego levantó la cabeza con el mismo rostro imparcial que antes.

-Señor de Bourdeo, siempre es un placer coincidir con usted y con la señorita Alvear y Ponce de León -musitó haciendo una deferencia hacia la antigua del grupo, que se había mantenido callada. Era extraño del tremere ser tan social. -Señor Burton-Miller -respondió a cada saludo con una inclinación. -Un elemento inesperado en la ecuación -lo miró sin reservas analizándolo -Veremos qué tiene planeado la Senescal.

María había permanecido callada durante el resto de la charla. Su cabeza no dejaba de pensar. La llegada de Yamski daba cuerpo a la reunión. Un vástago poderoso, quizás el mas peligroso también de la ciudad.

- Eusebiusz Yamski - Los rulos de María se menearon saludando cortesmente a los recién llegados.

Enseguida comprendiste las palabras de Yamski, o eso pensaste: se suele llamar a la persona de confianza la mano derecha porque viene de diestra, el lugar en el que Dios pone a los que son justos. Por el contrario, lo siniestro se usa para referirse a lo izquierdo, que es el lugar de los malvados o injustos. También en la época medieval se usaba ese término como "mano ejecutora". Tanto fuera porque Yamski consideraba a Elizabeth la que ejecutaba sus planes o porque la estaba marcando como la oveja negra, no era inteligente perderla de vista. Había algo decididamente siniestro en ella, no solo un halo de malignidad elegante propio de los vástagos, algo más. Algo que, no podías explicarte cómo lo sabías, Yamski consideraba valioso, en cualquiera de los retorcidos sentidos que pudiera tener.

Subiste por la escalera de mármol blanco veteado de gris, tus manos se deslizaron por la baranda fría del mismo material como lo harían por el cuerpo de una amante mientras tus ojos se perdían en los maravillosos detalles arquitectónicos propios del edificio. Frizos, florituras, lámparas de bronce con tulipas de vidrio esmerilado, delicias de otro siglo.

Finalmente llegaste al primer piso y desembocaste en una sala de espera enorme que daba a varias oficinas, todas cerradas. Allí sentados en unos sillones se encontraban María de Alvear, otra antigua de tu clan, Franco Noble y David Burton-Miller, a quienes habías conocido escaleras abajo, y otros vástagos que conocías de vista por frecuentar el Elíseo pero con los cuales nunca hablaste demasiado, lo único que sabías es que eran ventrues, Facundo y Jules.

De pie estaba la comitiva tremere, que se había presentado inmediatamente antes que tú: el Pontífice, Eusebiusz Yamski, y sus dos acólitos, cuyos nombres habías escuchado escaleras abajo: Ricardo y Elizabeth.

Finalmente la figura de Amador Rodríguez de Benavides apareció en el umbral que daba paso al primer piso. Divisó que allí sentados en unos sillones se encontraban María de Alvear, otra antigua de su clan, Franco Noble y David Burton-Miller, a quienes había conocido escaleras abajo, y otros vástagos que conocía de vista por frecuentar el Elíseo pero con los cuales nunca habló demasiado, lo único que sabía es que eran ventrues, Facundo y Jules.

De pie estaba la comitiva tremere, haciendo sociales en un espectáculo digno de ver.

Subí las escaleras más o menos sabiendo qué me iba a encontrar. Tal y como imaginaba, los mismos grupos de abajo se habían trasladado casi sin romper su composición a este piso.

Pasé por al lado de los Tremere dirigiéndoles una sonrisa y un cordial saludo. -Dama y caballeros. - Saludé inclinando la cabeza, sin detenerme a ver qué hacían. No quería saber sobre qué susurraban los brujos cuando nadie les escuchaba.

Así es que pasé de largo, fijándome en los otros dos grupitos. Tenía el de los Ventrue, que parecían tener una conversación privada, y los vástagos con los que había intercambiado saludos abajo, una opción, por lejos, más apetecible. Esperando no interrumpir, me acerqué a ellos.

Caminé en dirección a los sillones donde estaban María, a quien conocía, y por supuesto respetaba, por su administración en la Jabonería de Vieytes, además de su, no menor, habilidad para bailar. El tango nunca había sido lo mio, español que soy, pero sabía ver por qué podía inspirar a un individuo de tan alto calibre como un Toreador.

A los otros dos vástagos recién los conocía. El señor Burton-Miller parecía ser un individuo refinado, además de que ostentaba un porte magnífico. Uno casi pensaría que fue un Toreador quien lo abrazó, en la cumbre de su vida y con un tonal y voz espléndidos. De "el Giovanni", como se había presentado el doctor, había podido vislumbrar mucho menos, pero parecía un vástago intelectual y tenía amplios deseos de ver si podía sacarle una conversación interesante.

-Que bueno volver a verlos, dama y caballeros. - Saludé como quien no quería interrumpir, para luego dirigirme hacia de Alvear. -María, justo estaba pensando en que con la aparición de nuestros anfitriones, nunca tuve oportunidad de preguntarte a qué a hora empieza la orquesta en la Jabonería. - Dije para excusar mi súbita aparición en el grupo. -Confío por cierto verlo ahí, señor Burten-Miller - Le dije al otro vástago.

El comentario era tan parecido a un cumplido que realmente sorprendió a Facundo y este abrió un tanto los ojos. Quizás, dos milímetros. El señor Yamksi era tan dado a sutilezas como cualquiera e incluso mas (no bastaba sino el ejemplo dado con la presentación de sus acompañantes) pero eso casi era… Lo archivo para saborearlo mas tarde, mientras saludaba al resto de los presentes y era saludado, apartándose un tanto para dejarle vista libre. Lo hizo poniéndose mas cerca de Elizabeth, sin razón aparente.

-Casi estamos todos, así que confió en que pronto lo sabremos.  +replico con un ligero cabeceo de asentimiento+ Su participación, empero, sin duda sera sobresaliente; el solo hecho de que este aquí representa muchisimo para todos *especialmente para la senescal. Me sorprendio mucho no verle nada mas llegar.

La llegada de un nuevo vástago casi le paso desapercibida, pero le tenia "fichado" y replico a su conciso saludo con un gesto. Ademas, habia saludado a Amador justamente al llegar y le tenía como un "cliente potencial". Como el señor Miller su inclusión era… curiosa. Pero ahora primaba la “reina” de aquel juego, aventurando una metáfora inadecuada; ya tendría otro momento para hablar mejor con él.

Elizabeth esperó a que Yamski se despachara con sus comentarios mordaces antes de meter bocado -Es un gusto conocerlos a todos -no dejó de parecerle extraño que todos hicieran de cuenta que no la habían visto, aunque comprendía que esta era la presentación formal, la que incluía a su... superior. Así era en la pirámide y así sería siempre.

-Espero que podamos fortalecer a la Torre contra cualquier amenaza que nos aceche -sostuvo optimista. Aunque si era como Eusebiusz le había dicho no había nada que ellos pudieran hacer... A menos que... -El señor Klement y yo estamos más que deleitados en ayudar -. Me tomé el atrevimiento de incluir en la conversación a mi compañero, después de todo éramos los que llevábamos adelante las capillas de la ciudad.

-Vamos a fortalecer la Torre contra cualquier amenaza externa -corrigió el antiguo tremere girándose apenas hacia su acólita -De buenos deseos están forradas las paredes del infierno -agregó luego retirándole la mirada y dirigiéndola hacia su público -Aunque eventualmente iremos a parar allí y podremos constatarlo, no quiero que mis deseos las decoren -una maldad vieja brilló en los ojos celeste casi claros -Si no mis acciones, en todo caso -parecía que iba a reírse pero evidentemente creyó que era malgastar vitae y lo desechó.

-Compromisos previos me mantuvieron alejado de este sacrosanto lugar de nuestra especie -respondió a Facundo no entrando en detalles -Lo importante es que aquí estamos. Que no se diga que la pirámide ha fallado a la Torre, jamás.

Luego mirando de soslayo al recién llegado musitó -¿Y cuál es su nombre, chiquillo?

La senescal apareció en la puerta junto con los primogénitos brujah y malkavian, seguidos de Rosa Jian, Antonelli y Dante, el azote gangrel. De manera simbólica, pero explícita, la puerta de acceso a la sala de espera se cerró detrás de ellos.

La senescal se paró cerca de una puerta al fondo de la estancia y llamó a Julieta para que se reuniera con ella. -Solo unos minutos más, mis queridos, y seré toda suya -dijo en voz alta y se escurrió por la puerta del fondo con su asistente.

Los primogénitos y los otros recién llegados se unieron al grupo que estaba esperando caminando con paso presuroso, signo de la ansiedad reinante.

-Bueno, bueno, bueno -se acercó caminando con las manos en los bolsillos -Si son el grupo de los afortunados... La créme  de la créme -declaró cuando estaba lo suficientemente cerca.

-No sé si afortunados seria el término apropiado -apostilló el malkavian con una sonrisa sarcástica. Luego ambos, el vasco y Matías, se miraron cómplices y rieron juntos, bastante aterradoramente.

Respondí el saludo de Amador con un movimiento de cabeza y le hice un gesto en dirección a los Tremere, lamentablemente mi gesto resultó tardío.

En cada Principado que había conocido era lo mismo, por desgracia veía como parecía que los errores se repetían. Mi padre siempre había dicho "los secretos entre hermanos destruyen la familia".

La aparición de la Senescal indicaba que el clímax se acercaba, pero demoraría unos minutos más. Las acciones y palabras de los Primogénitos casi me hicieron sonreír. Sus tácticas, una mezcla de intimidación y burla, podrían resultar efectivas en otros... Que no hubiesen tenido un Sire como el mio..