Partida Rol por web

Dakota permaneció en silencio, tomando por primera vez algunos de los alimentos que había sobre la mesa. Mientras masticaba en la momentánea soledad que había conseguido, decidió que no tal vez no fuera tan mala idea tentar otro poco la suerte.

Te centras en la comida y paseas tu vista por el pasillo y otros lugares del salón, pero tu oído está atento a la conversación que no te cuesta esfuerzo seguir. Carlson es el primero al que oyes hablar.

...la lista de pasajeros que pidió. Estos son los que aún conservan el billete preferente.

Supones que se refiere al papel que llevaba en la mano y que le habla al Alcalde.

El alcalde carraspea y pone tono de leer en voz alta, para los otros dos.

Richard Templeson...  El propio alcalde señala: lo conozco.

Es un joven empresario de éxito, tiene mujer y un hijo de pocos meses. Tras una corta pausa concluye: ni hablar.

Después del paréntesis reanuda su lectura.

Sigamos, Frank Thumbsdown...

¡Sé quién es! es el Sheriff el que interviene.

Es un vaquero de pasado muy cargado, se ha metido en problemas varias veces en el Estado. Estoy seguro de que fue el segundo tirador que estaba detrás del follón de ayer en La Jaula.

Bien, bien. Ya tenemos un candidato.

El alcalde continúa su enumeración.

Stephen Boyle.

Boyle... ¿de qué me suena?

Lo recuerdo, es un científico europeo. Carlson completa la información esta vez.

Con mucho dinero, pagó el doble por el billete. Su apellido tiene mucho prestigio en el Este.

Es cierto. Ya sabía yo que lo había oído.

Su tono suena convencido, dirigiéndose a los otros dos de nuevo. De ningún modo, él tampoco puede ir.

William Patterson... ¡Cuernos! ¡mi yerno!

A la infrecuente salida de tono del gobernador le sigue una risilla nerviosa.

Desde luego que no. Pero eso todo en la lista, podría ser sospechoso que sólo apareciera un pasajero.

Sigue una pausa en el diálogo y el alcalde Greely suspira.

Bueno Walter, cuento contigo para que hagas lo que mejor te parezca. Ninguno de los tres sujetos tachados debe subir a la diligencia, compráles el billete, convéncelos o haz que pierdan la diligencia de cualquier forma.

Si se te ocurre algún otro candidato más apto para esta "expedición" quizá se pueda buscar la forma de arreglarlo.

Iré a mi oficina a asegurarme de que no hay ningún error validando esos billetes.

Carlson se separa del grupo y sin cruzar la vista contigo se dirige a la salida.

No has oído responder al Comisario de policía a las conclusiones de Greely pero es un hombre de acción, más que de palabras. Igual que tú. Con cara de resolución camina hacia el pasillo, acercándose a ti.

Vamos.

Dakota se puso de pie y, tras una leve inclinación de cabeza a modo de saludo al dueño de casa, se encaminó tras los pasos del Sheriff.

Ya había dejado todo listo para su partida la noche anterior, de modo que no tendría problemas en prestarle otra vez sus servicios al comisario. Empezaba a acostumbrarse a aquel puesto de guardaespaldas extra-oficial, aunque no terminaba de sentirse cómodo. El indio prefería la soledad y no tener que dar explicaciones a nadie. Además, Tombstone era un lugar muy peculiar, donde nadie parecía tener demasiado poder y donde hacía falta más que una muñeca rápida para tener éxito. Sin embargo, cada vez tenía en más alta estima al Sheriff Eackley, y comenzaba a sentir la necesidad de retribuir tanta confianza.

Dakota no olvidaba sus lealtades, pero ya había decidido que el oficial no sería un mero peldaño para conseguir información. Si estaba en su mano ayudarlo, lo haría. Y si para ello debía correr algunos riesgos, pues lo haría igual.

Tras salir del edificio acompañas un corto trayecto a pie al Sheriff mientras él permanece en silencio. Finalmente te mira y habla:

Mmmmm parece costarle decidir cómo abordar el tema tengo muchas cosas que hacer esta mañana y necesitaré que me eches un cable. 

Queda pensativo unos segundos hasta que vuelve a arrancar.

Richard Templeson es un empresario que tiene su residencia al norte de la ciudad. La cuestión es que será uno de los interesados en presentarse a la diligencia y... eso no es buena idea.

Es un tipo de provecho, con familia y mucho futuro, por eso hay que quitarle la idea de la cabeza. La cuestión es que es un hombre decidido que no se echa atrás fácilmente y que tiene mucho interés en coger ese transporte.

El Comisario te mira expectante.

Entiende que no puedo ir en persona, sin embargo nadie tiene por qué relacionarte conmigo ni con el Alcalde.

- Bien. – dijo lacónico el indio. – Pero algunos vernos juntos. Sheriff tener que arreglar eso.

Sin agregar nada más, y dando por concluida su asignación sin requerir mayores detalles, Dakota se dio media vuelta y comenzó a encaminarse hacia la zona Norte. No tenía idea de dónde vivía el tal Templeson, pero pronto lo averiguaría. Tenía algo más de una hora. Tenía exactamente el mismo tiempo para decidir qué diablos haría con él.

El Sheriff asiente. Su mirada refleja que sabe cómo ocuparse de su parte. También te dice otra cosa: que prefiere no saber los detalles de lo que harás.

Sin añadir más, se da la vuelta, recuperando su camino hacia su despacho.

El paseo hasta la zona Norte del pueblo sienta bien a tu cuerpo pero aclara poco tus ideas. Tombstone es una ciudad de contrastes, pues aunque esta zona es conflictiva también hay una manzana de bonitas casas de ricos, en la parte más cercana al centro. Alrededor... las sucias calles del perímetro,  el violento saloon La Jaula del Pájaro, los moteles de mala muerte y varios bares; y cerca del límite norte de la poblacion, la sede de la Wells Fargo.

Las casas de acomodados, con sus bonitos porches, son tu opción más lógica y la suerte te sonríe. En las viviendas hay placas con nombres de sus propietarios y no tardas en localizar la que tiene el apellido Templeson escrito.

Ahora sólo te queda localizarle a él. Desde la residencia a las dependencias de la Fargo tan solo hay medio centenar de yardas por una callejuela oscura que discurre en sentido Norte. Siempre podría ser que el tipo no fuera desde su casa pero en todo caso no hay muchos otros caminos para llegar a la Wells Fargo, que está en el borde de Tomsbtone. Deben pasar poco de las 10:00, si la hora máxima para validar los billetes es las 11:00, no tardará mucho.

Dakota permaneció en medio de la calle, observando a un lado y a otro alternativamente, tratando de decidir que hacer. De un lado estaba la prolija mansión del tal Templeson. Del otro, un oscuro callejón donde había varias posiciones inmejorables para emboscarlo.

Finalmente, se decidió por la acción más directa. Ya habría tiempo de preparar una emboscada si todo fallaba.

Encaminó sus pasos hasta la puerta de ingreso de la bonita fachada. Golpeó un par de veces con su puño y esperó la respuesta

Cuando abren la puerta te alegras de no ver otro negro reducido a la esclavitud, ni una mujer en el papel de sirvienta. Tras la puerta te miran decididos los ojos de un hombre joven que no puede ser otro que el dueño de la casa.

Parece sorprendido, no gratamente, por tu presencia. Sin embargo conserva los modales.

¿En qué puedo ayudarle?

No se mueve desde su posición medio cubierto tras la puerta ni hace ningún amago de pedirte que pases o te acerques.

El primer impulso de Dakota, al ver aquel rostro aparecer por el resquicio de la puerta, fue sencillamente propinarle un rotundo puñetazo en la joven y prometedora mandíbula. Sin embargo, se contuvo a duras penas. No era la forma en la que le habían enseñado a hacer las cosas. Además, siempre habría tiempo para puñetazos.

- Yo querer verlo. Hablar sobre el viaje en diligencia. – dijo escuetamente, sin signos que evidenciaran sus intenciones. En cualquier caso, parecía bastante determinado a permanecer allí hasta resolver la cuestión.

Habla...

Dice, pasando a tutearte inmediatamente. El tema parece haberle puesto a la defensiva y decididamente no tiene en mente dejarte pasar. Sin duda sabe a qué te refieres, y eso significa que ya se ha informado leyendo el Epitaph. Eso puede hacer las cosas más fáciles, o más difíciles.

El indio miró hacia un lado y hacia otro de la calle, como sopesando la conveniencia de discutir el asunto a plena luz del día y en público. Finalmente, pareció acceder.

- Yo advertirle… viaje ser peligroso. Usted tener familia que cuidar… no deber ir. – dijo escuetamente. En su voz no había amenaza, ni tampoco prepotencia. El indio hablaba con la misma calma y falta de expresión de siempre. Como si se limitara a expresar una sentencia inapelable del propio Señor de los blancos.

- Y yo necesitar pasaje. Poder ayudarnos entre nosotros. – deslizó, mirando con aquellos ojos fríos al encumbrado hombre de negocios.

Si la resolución del tipo baja siquiera un ápice con la preocupación por su seguridad, recupera todo su aplomo al terminar de oirte. Indiscutiblemente el empresario se siente cómodo considerando el encuentro como un mero intento de transacción y a eso lo ha reducido. Para tu desgracia, en todo caso, no parece querer oir nada del tema.

Todos los viajes son peligrosos aquí, pero créame que si voy hasta California es por mi familia. Los negocios aquí no van tan bien como debieran.

Eso es todo lo que parece querer hablar de su vida privada, porque continúa:

Entiendo su interés pero no soy su hombre. Tal vez haya alguien dispuesto a vender, aunque lo dudo. Le aconsejo que espere al siguiente transporte, ahora que la situación parece haberse normalizado.

Y sin añadir más concluye:

Buenas días.

Si se demora cerrando la puerta más de un segundo es por la curiosidad con la que mira tu aspecto desde que te vio.