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Tombstone: Dead Lands

Terrenos de Caza

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14/05/2010, 15:15
Director

El golpe contundente con el extremo del hacha había roto huesos y estallado los órganos ya podridos del guerrero muerto. El apache cadáver cayó de espaldas y permaneció tendido, inmóvil en su segunda muerte.

Un sonido de algo arrastrándose anunció el desesperado ataque del engendro que había cargado el arco, ahora tullido. La criatura se había alzado como había podido y se lanzó hacia Dakota con su cuchillo, aunque el mestizo no tuvo problema en evitarlo. Sin embargo, la distracción fue cara. En ese momento, un frio acerado le apretó las entrañas. La punta de la lanza se había clavado en su estómago, y las heridas en su pecho ya eran demasiado. El lanzazo no había bastado para segarle la vida de golpe, pero Dakota sabía que la poca fuerza que le quedaba se escaparía como un rio por el agujero en sus tripas. Contaba con unos segundos aún; unos segundos tan solo. Todos sus instintos le animaban a luchar.

Los labios del gigante apache se movieron en silencio. Una última súplica a los Espíritus, que le reclamaban, antes de reunirse con sus Antepasados. Una última súplica, para ser digno de ellos.

 

- Tiradas (6)
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05/06/2010, 19:00
Dakota

El indio sintió el frío toque de la Muerte correr por su cuerpo. No había ya esperanza ni futuro, solo aquel amargo dolor del fracaso. No había podido defender a la Madre de aquellos engendros, y ahora estaban libres para mancillarla y corromperla. Dakota había sido abatido como tantos de sus hermanos, bravos guerreros que caían con valor ante las infinitas manos del Enemigo. Un triste y pálido reflejo de su propia gente.

Los ojos de Dakota se humedecieron, o lo habrían hecho de estar todavía entre los vivos, y un grito ronco y primal, cargado de desesperación y dolor, escapó de sus labios cuando se giró en redondo para asestar su último golpe.

- Padre Oso !!! Escucha a este guerrero !!! Escúchalo desafiar a la Muerte !!! Oye mi Rabia y súmate a mi Canto de Guerra !!! Que los Diablos sientan tu Poder, y teman el Murmullo de tu Voz !!! Grita junto a este bravo que cae !!! Recibe mi Ofrenda !!! Mi Ultimo Sacrificio !!!

 

- Tiradas (9)
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06/06/2010, 01:47
Director

El hacha voló desde la mano de Dakota. Impulsada por la fuerza del Padre Oso, el Tomahawk venció el viento huracanado y penetró en el remolino como una flecha. Dirigida por los Antepasados, el arma dio de lleno en el cuerpo de la bestia espinosa y, cuando el tiempo pareció ralentizarse al impactar el golpe, un rostro serpentino hecho de púas y cuernos, con dos ojos malignos, recibió de lleno el impacto del acero.

La bestia rugió, y su furia era el aullido del viento. Creció y golpeó en todas direcciones, aunque era el remolino de aire huracanado lo que había aumentado sin control y daba embates contra cada piedra o tumba de aquél cementerio.

Los cadáveres de los apaches se postraron, pareciendo rendir pleitesía al poder desbocado. Realmente, sus cuerpos se descomponían con la rabia del vendaval, y el viento que arrastraba arena y tierra los perforaba como si el mismo Tiempo los pudriera.

La criatura del remolino estaba ahora tan malherida como lo estaba Dakota. La vida del indio manaba lentamente de sus heridas, y el monstruo agotaba sus fuerzas en aquella explosión de furia.

Una cola espinosa hecha de hueso salió de esa nada borrosa formada por la arena en movimiento. Como un látigo, el miembro chasqueó y rodeó la cabeza del indio. Dakota sintió cómo su cabeza sangraba por todo su perímetro. La sangre nublaba su vista y la extraña consciencia que le mantenía atado a este mundo de pesadilla comenzaba a diluirse.

En su mano estaba el otro Tomahawk. La silueta de un enorme oso gris rodeaba al poderoso indio, duplicando sus gestos en perfecta sincronía. El alma de Dakota perdía el control poco a poco, y el Padre Oso ejercía el dominio.

- Tiradas (5)
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06/06/2010, 06:36
Dakota
- Tiradas (4)

Notas de juego

 

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06/06/2010, 20:17
Dakota

Dakota no había sentido jamás el poder de los Ancestros en carne propia. Ni siquiera de niño, cuando Abuelo había intentado, sin mucho éxito, instruirlo en las viejas costumbres de su tribu. Había presenciado algún que otro portento menor junto al anciano, pero nada tan impresionante como para atribuírselo a la presencia de algún Espíritu. Poco más que simples trucos del veterano embaucador. De hecho, siempre había pensado que muchas de las palabras del viejo no eran más que dulces patrañas de alguien que asistía impotente al ocaso de su pueblo.

Tampoco es que el apache necesitara de alguna demostración palpable para corroborar lo que sentía muy dentro de su alma. Eso era para los blancos. A él le bastaba con tener Fe. Simplemente “creía”. Así lo dictaba su corazón.

Pero en aquellos extraños momentos, todo cambió. Para siempre.

Sentía el dolor agobiante e insoportable de aquella presa inhumana, sentía como el inmundo cuerpo de la bestia laceraba su piel y se hundía profundamente en la carne. Sentía que comenzaba a desvanecerse, que aquella fuerza arrolladora lo dominaba y lo paralizaba, derrotándolo… pero también sentía que no estaba solo.

A punto había estado de dejarse caer. Había luchado como todo un bravo, y su partida era digna de ser cantada junto a los fuegos, incluso aunque nadie jamás supiera de ella. Sin embargo, en aquellos últimos instantes, un ardor de puro éxtasis había comenzado a correr por sus venas, alimentando cada músculo de su cuerpo y vigorizando su alma. No sabía si le alcanzaría para vencer al engendro, pero al menos le permitiría lastimar aún más a los que osaban mancillar a la Madre. No se olvidarían fácilmente de su aguijón.

El último acto de su mente humana fue ordenar a su brazo que arrojara el Tomahawk para intentar impactar a la criatura. Después, todo fue un confuso remolino de furia y desesperación. Ya no tenía el control de su espíritu, y mucho menos de su cuerpo. Alguien más se había hecho cargo de todo. O Algo.

Tomó a la criatura con ambas manos (aunque hacía rato que habían dejado de ser sus manos), y aferrándose al filoso extremo que se enroscaba sobre su cabeza, tiró de él con todas sus fuerzas, atrayendo contra sí al resto de aquel obsceno cuerpo, a la vez que procuraba liberarse de aquella presa. Sus manos se habían vuelto fieras garras, y sus músculos estrujaban a la abominación con la rabia incontenible del Padre Oso. De la garganta de Dakota brotó un sonido rasposo y gutural, un descomunal alarido de odio, tan amargo y antiguo como la pena misma que corría por las venas de la Madre Tierra. En medio del estruendo, una pequeña y lejana nota de júbilo constituía la única presencia mortal en aquel duelo de Titanes.

- Tiradas (4)
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08/06/2010, 03:27
Director

La segunda de sus grandes hachas se perdió en la oscuridad del vendaval. Dakota no vio la cabeza de piedra chocar contra los ojos rabiosos de la bestia, pero sí escuchó el crujido de una rama seca quebrarse.

Las manos del indio - que en realidad eran las garras de un oso - aferraron el apéndice óseo que le había provocado la  herida en la cabeza. De un tirón, todo el cuerpo serpentino del monstruo salió de entre las tinieblas, y el remolino de aire se disipó. Las vertebras se rompieron en sus dedos y las astillas de hueso salpicaron el pelaje de Padre Oso.

Dakota no sintió nada, pero lo último que vio fue un enorme oso gris - que, sabía, era él mismo - aplastando contra el suelo con sus garras el esqueleto marchito de una serpiente repleta de púas. El apache nunca supo en qué momento había perecido el monstruo, si fue con el segundo golpe de Tomahawk o si se destrozó bajo las garras de oso, pero tampoco supo en qué momento exacto había muerto él.

Solo sabía que los Espíritus de los Antepasados estaban orgullosos. Había luchado con bravura y había muerto en la batalla. En alguna parte, una squaw cantaba, y los sabios de la tribu le esperaban para el gran pow wow.

Los dedos de Dakota, los mismos que habían retorcido la estructura ósea del monstruo hasta vencer la resistencia de sus ligamentos, ahora pintaban con delicadeza. Con el mismo cuidado con el que un papoose decora su caballo y la misma ceremonia con la que un bravo coloreaba su cuerpo antes de la batalla, Dakota usaba su propia sangre para dejar su huella en la cabeza de aquella aberración sin nombre.

Esa fue la última imagen que tuvo de sí mismo antes de que su espíritu ascendiera al cielo, con los antepasados, y luego descendiera al lecho de Madre Tierra, siguiendo la melodia de la bella canción.

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08/06/2010, 03:44
Director

Notas de juego

Considero tu paso por los Terrenos de Caza como un éxito.

Además de una ficha azul, Dakota ha ganado un punto en la habilidad pelear:tomahawk y un punto en erudición:ocultismo. Por último, cuando te reincorpores a la escena de juego podrás hacer una tirada de vigor por cada herida que tengas, para tratar de reponerte por tu propia constitución.

Para compensar, dado que la victoria te ha costado la vida en tu pesadilla, tu vuelta a la realidad será paulatina y no tendrás todo el control de Dakota al principio.

Permanece atento a tu pantalla. Pronto te vuelvo a poner en acción, y mientras tanto limpio esta escena.

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10/06/2010, 15:09
Director

Notas de juego

Dakota vuelve a la Ciudad Fantasma.