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Tombstone: Dead Lands

Purgatorio

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13/02/2011, 21:10
Director

El contacto con el revólver negro fue un pinchazo, una llamarada, una quemadura. El efecto del tacto de ese arma no se podía describir, porque estaba en la mente, pero lo cierto es que, como siempre, empuñar el seis tiros sagrado había llevado al sacerdote a un lugar donde podía - y lo haría, aunque no quisiera - purgar sus pecados. Estaba de vuelta en Purgatory.

El revólver, heredado de aquel fantasmal Soldado Manco que resultó ser su tio, fue el nexo del cambio que se produjo a su alrededor. El paisaje se alteraba, pero el Predicador y su inefable arma eran las mismas que habían estado en Santa Marta.

En cierto modo, el paisaje era parecido: una ciudad ruinosa de calles amplias. Sin embargo, el rostro de aquel pueblo le había llegado a ser tan conocido al cura como el de un viejo amigo, y nunca habría confundido la iglesia de Purgatory, el Grand Hotel, y la terrorífica casa del enterrador con sus dos ventanas semicirculares que parecían ojos. La ubicación actual se parecía a Santa Marta en que ambas poblaciones estaban en ruinas, sí, pero la razón del deterioro de esta ciudad era el fuego eterno que ardía en todos sus edificios, flanqueaba las calles como si fuera agua tras una gran lluvia y abrasaba el mismísimo cielo.

De nuevo en la calle principal de Purgatory, el Predicador bajó la mirada para mirar su mano izquierda. En ella había una llave negra que no reconocía. ¿Qué significaba?, ¿qué abriría esa llave? Las preguntas duraron poco, porque delante tenía - o quizá apareció de repente - una enorme jaula de gruesos barrotes. La jaula estaba vacía y abierta de par en par, y en la puerta había un candado que le resultaba muy familiar, y en cuya boca concidía perfectamente la llave. Aquel objeto en su mano y la prisión ante sus ojos parecían sugerir que él había abierto ese candado y liberado a lo que fuera que habitaba tan resistente calabozo. No recordaba haber hecho tal cosa - aunque lo familiar del candado le escocía en la mente - pero el Pater sabía que las imágenes ante él podían ser metafóricas, y que si estaba aquí sería para responder de algún pecado o error.

Al alzar la mirada vio el ser cautivo que completaba la escena. Ese mal al que, de alguna forma, James Dunn había liberado a los ojos del Señor.

Tenía forma de lobo, un enorme lobo marrón, y la maldad brillaba en sus ojos cuando devolvió la mirada al sacerdote.

El perverso animal estaba sobre el cuerpo destrozado y medio devorado de Stephen Boyle. No muy lejos estaba el cadáver, ya consumido en su mayor parte, de Charles Eckhardt, y el resto de los cuerpos de sus compañeros alfombraban el suelo. Si él, James Dunn, había dejado libre a tal fiera, no cabía duda de que era responsable de la muerte de aquellos que habían llegado a convertirse en amigos.

Ignorando sus preocupaciones o tristeza, el gran lobo se lanzó a la carrera hacia el Predicador. Su hocico manchado aún de sangre inocente y sus colmillos preparados para devorar una nueva alma.

Notas de juego

Tirada de Reflejos.

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13/02/2011, 21:48
Director
Sólo para el director
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Notas de juego

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13/02/2011, 23:02
Predicador
- Tiradas (3)

Notas de juego

Dos acciones, y actúas antes, así que puedes describir cuando quieras. (Cursiva y tiempo pasado, recuerda).

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14/02/2011, 21:58
Predicador

Era la tercera visita del Predicador a Purgatory, y aunque era imposible que aquel paraje se volviera algo familiar, el sacerdote estuvo mucho mas preparado que las veces anteriores para este viaje.

Cualquier cosa se podría encontrar, cualquier mala decisión o pecado del pasado le seria devuelto multiplicado por cien. Pero esta era la fuerza y a la vez la maldición del Predicador, cada vez que volvía de aquel viaje de penitencia, su voluntad y convicción se duplicaban, pues era juzgado y reprendido por el mismo Dios.

El lobo, dejó marcharse a aquel hombre lobo impunemente. El Predicador creyó actuar correctamente con aquel ser maldito, pero en realidad estaba volviendo a pecar de soberbia. No era su papel juzgar a las aberraciones, era algo solo permitido a la infinita misericordia de Jesús y el Santo Padre. Debía ser piadoso con las almas humanas, si, pero debía eliminar cualquier rastro del demonio en la tierra, y aquel ser, aunque fuese por culpa de una maldición ganada involuntariamente, estaba cubierto de la semilla del mal.

El Pater era consciente de que aquel momento no era real, pero que se podría volver por culpa de su inoperancia. Alzó el brazo derecho para apuntar con el arma negra aferrada a su mano, unida a él por algo mas que unos dedos huesudos. Luego disparó al lobo sin mostrar un ápice de emoción, ni por los cadáveres tendidos de sus compañeros, ni por aquel ser al que debía dar un rápido final.

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14/02/2011, 22:11
Lobo

El lobo trotaba directamente hacia el Predicador, y en mitad de la calle desierta parecía un blanco fácil.

El revólver negro disparó una vez, y después otra. Para asombro del cura, el animal de repente corría en zigzag, esquivando las balas. Antes de un parpadeo, y sin parecer haber sido tocado por las balas, el lobo saltó y cerró sus mandíbulas en torno a la carne del Pater. El dolor penetró en la mente del sacerdote despejándole de cualquier otro pensamiento, y se preparó para desembazarse de la criatura.

Antes de dar tiempo a pensar, el animal corrió en otra dirección, y pareció esfumarse. De repente la calle estaba vacía, pero la sensación de peligro persistía. Ahora que tenía tiempo de analizar la situación, el Predicador se dio cuenta de que sí que había logrado alcanzar al lobo, aunque fuera de refilón, pues en el suelo habían huellas de sangre con forma de pezuña.

- Tiradas (7)
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21/02/2011, 20:24
Predicador

El Predicador se mantuvo quieto mirando con calma de un lado a otro de la calle, su silueta espectral entonaba con el ambiente, y cualquiera lo podría haber confundido con otro de los fantasmas de aquel lugar. Ya había herido al animal con una de aquellas sagradas balas, ahora era solo cuestión de tiempo que el cánido fuera expulsado de Purgatory definitivamente.

¡Vamos chucho, sal de donde estés!, no hay lugar aquí para ti.

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22/02/2011, 17:43
Director

La situación no parecía difícil de resolver. El animal estaba herido y no sería complicado localizarlo en esta ciudad en llamas. No tenía lugares donde ocultarse.

Sin embargo, un trote apenas audible reveló que el oponente no tenía la más mínima intención de esconderse. El sacerdote se giró justo a tiempo de ver al lobo, convertido en un enorme monstruo casi humanoide, abalanzarse sobre él.

Imagen hospedada en la web

El peso de la bestia derribó al Pater, y las garras se clavaban en su piel a la vez que unas mandíbulas se cerraban en torno a su cuello. La última sensación fue agradable: su mano, inerte, se había abierto, y la llave cayó al suelo, liberándole de un peso indescriptible.