Partida Rol por web

Tombstone: Dead Lands

Capítulo 1: Un día en Tombstone

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20/06/2009, 19:50
Ayudante del Sheriff

Aunque no seas ningún experto en distinguir las emociones de los demás, la codicia es fácil de leer en las gentes vulgares.

Cuando parece dudar le tiendes un billete de 10$, como anticipo, que le hace callar definitivamente. Sin añadir nada, te sigue hacia la posta oeste.

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21/06/2009, 02:42
Director

El paseo acelerado por la vía principal de Tombstone hacia el límite oeste de la ciudad sienta bien a tu ánimo a pesar de que el reloj juega en tu contra. Lo cierto es que NO vas a perder esa diligencia. Tu tozudez y determinación son toda la garantía que necesitas, esta oportunidad no va a pasar de largo sin ti. Por nada del mundo.

Dedicas poca atención al entorno que te rodea, casuchas, garitos, vulgares establecimientos con sus carteles de colores y sus escaparates asomándose a la ancha calle. En las dos aceras de madera que discurren a ambos lados de la avenida muchos viandantes te miran con curiosidad, algunos simples artesanos o jornaleros, otros mala gente. Sin embargo ir acompañado de un delegado del Sheriff sin duda debía tener alguna ventaja y nadie te molesta. El ayudante del Marshal te sigue manteniendo tu ritmo a largas zancadas, sin decir palabra.

El reloj que desde hace un buen rato llevas en la mano avanza inmisericorde: 11:28... 11:29... ¡11:31! 

Son exactamente las 11:32 cuando divisas la posta y la decepción por el retraso, indigno de un inglés, se te calma casi por completo cuando ves que la diligencia no ha partido sin ti. Los edificios de la sucia ciudad ya quedan a tus lados y detrás, por delante solo un desierto y una ligera depresión del terreno que desemboca en el edificio que hace las veces de estación y posta para la Wells Fargo. Desde la decena de yardas que te separan del transporte y los hombres reunidos en su contorno tienes una visión privilegiada gracias al cambio de pendiente, desde luego estos coches de caballos típicamente americanos no carecen de cierto encanto...

Sin duda la diligencia tiene un aspecto que dejaría fascinado a alguien menos impresionable y flemático que tú. Lo primero que te sorprende es su tamaño, se trata de una berlina con capacidad para seis personas con comodidad, otros tantos caballos van amarrados al tiro, prometiendo velocidad y fuerza para atravesar los peores lugares de un desierto rocoso como el que tendrás por delante. Sin embargo eso no es nada inusual comparado con los refuerzos de hierro que presenta la cabina, que la hacen más sólida de lo común. Indudablemente el número y buen linaje de los caballos se debe al peso extra que supone esta infrecuente medida de precaución. 

La parte trasera del vehículo está cubierta por una gruesa piel que protejerá víveres, posiblemente, y los útiles necesarios o bien equipaje. Sobre el techo de la cabina también hay sitio sobrado para que maletas y bultos vayan bien atados y asegurados por unas rejas laterales. En la vanguardia del coche va sentado un hombre, el conductor o mayoral de la diligencia. Sin duda que ocupe su asiento el piloto te señala que no pensaban esperar mucho más para salir.

En torno y en el interior del carruaje hay media docena de personas, uno de ellos, un tipo con aspecto de pistolero o cowboy, va montado a caballo. Desde aquí no ves a nadie que te resulte conocido y ciertamente el aspecto de esos hombres no es nada halagüeño. Te tranquiliza algo ver al mozo con tus maletas, sanas y salvas.

El cochero da unos gritos anunciando la ruta y da la orden "en marcha" mientras desenreda su látigo. ¡Se marchan sin ti!

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29/06/2009, 20:52
Stephen Boyle

¡TIEMPLEN LAS RIENDAS! Se apresura a decir el joven químico mientras corre a la diligencia.

¡NECESITO HABLAR CON EL COCHERO!  De acuerdo al método básico, hay que hacer pensar a la gente que algo terrible ha sucedido para que desisten sus actividades.

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29/06/2009, 21:16
Director

El alboroto que provoca tu llegada en la diligencia parece comparable al del público reunido. Entre la muchedumbre de curiosos y mirones reconoces al señor Templeson, se ha cambiado de ropa y sin duda ha aprendido la lección, porque está acompañado de un hombre grande con todo el aspecto de guardaespaldas.

Reconoces en seguida al Sheriff por su placa, parece el más sorprendido (e irritado) por tu aparición. El Police Man mira con odio al ayudante que te acompaña pero no acierta a decir nada. Un individuo con alzacuellos propio de un clérigo monta junto al coche de caballos; el conductor de la diligencia, un tipo mayor pero de aspecto muy robusto, te mira alarmado.

En todo caso el cochero ha bajado su látigo, tienes tu oportunidad y sabes que no se van a ir sin ti. El mozo que trajo tus maletas te mira aliviado, sin duda las explicaciones del empleado de poco sirvieron para que te esperaran.

Todas las miradas están fijas en ti.

Notas de juego

Paso a nueva Escena: Caminos en el Desierto