Partida Rol por web

STEPHEN BOYLE

Los días se han convertido en semanas, las semanas se han acumulado y ya llevas un mes en este pueblo. Un mes entero en Tombstone.

Y ni siquiera era tu verdadero destino, cogiste el tren en El Paso hacia ningún lugar concreto, cuanto más al oeste mejor. Antes que eso, habías alternado diligencias y trenes desde Nueva Orleans, donde te dejó el vapor que te sacó de tu amada isla. Diste con Tombstone el miércoles 3 de Abril en el momento en el que el revisor anunció "última parada", eso te extrañó porque la via seguía y seguía hacia el desierto, pero quién sabe cómo piensan estos americanos... en todo caso las dos palabras de aquel hombre resultaron proféticas porque esta ciudad se ha convertido en la "última parada" en todos los sentidos para los que viajan hacia la costa pacífica.

El mismo día que llegaste, en el Epitaph pudiste leer la noticia de la victoria confederada en California. En esa región estaba la piedra fantasma y ahora era más seguro llegar. Tu objetivo está en California. Sin embargo dos días después de tu llegada anunciaron la avería del tren de la línea oeste, y parece para largo... Compraste un asiento en la diligencia que salía el domingo 7 hacia San Manuel, desde ahí, cualquier otro transporte podría llevarte al cercano estado donde la piedra fantasma te espera.

Y anunciaron el aplazamiento indefinido de la salida. Unas corteses pero duras amenazas al encargado de la Wells Fargo te valieron una disculpa y un billete para la siguiente semana hacia Tucson, que te acercaba aún más directamente a California. Esperaste pacientemente, alojado en un buen hotel, procurando mantenerte al márgen de la violenta vida diaria de las calles de Tombstone.

Dos días antes de la salida de la diligencia, la Wells Fargo volvió a cancelar el viaje. Tus protestas valieron de poco, como a muchos de los perjudicados te compensaron con un billete preferente, válido para cualquier travesía desde el momento en el que saliera uno de tu agrado. En los siguientes días se anunciaron algunas diligencias futuras hacia el este, pero ninguna que te acercara a tu destino.

Indignado y frustrado, pusiste tu esperanza en el tren, que no debía tardar mucho en ser reparado. A pesar de la promesa de la compañia ferroviaria nada cambió durante la siguiente semana.

En algo habías tenido suerte, llegaste a Tombsonte antes de la reaprobación de la Ordenanza 41. Tu rifle dormía ya contigo, bajo la cama de tu habitación de hotel y, mientras no lo sacaras a la calle y no se enteraran de que lo tienes, no tendrías que entregarlo. En este bárbaro país preferías tener todas las seguridades posibles.

Para tu desesperación, los días siguieron pasando. El Epitaph que recibías puntualmente tres veces a la semana en tu habitación te mantenía informado y te recordaba que todo lo que querías estaba a 500 millas aún.

A finales de abril la Wells Fargo, en otra maniobra para evitar el escándalo, quiso cambiar todos los billetes viejos insatisfechos por viajes hacia el este, que aún salían de cuando en cuando, o por devoluciones de dinero con primas por el retraso. Eso no te servía de nada a ti y te negaste a renunciar a tu billete preferente.

El miércoles 1 de mayo, un explosivo artículo del Tombstone Epitaph te abrió los ojos, algo pasaba y aunque ardías en deseos de enterarte no ibas a quedarte sentado en este pueblucho olvidándote de tu investigación. Llegó el momento de reconsiderar una opción que habías descartado por ser poco menos que suicida: contratar hombres y partir hacia el oeste a caballo.

Digan lo que digan tus colegas del Colegio Owen* no estás loco, sabes que no puedes confíar en pistoleros contratados y cruzar el desierto a caballo es peligroso incluso para un hombre de acción, cosa que tú no eres. Pero no piensas pudrirte en esta tumba** y no puedes confíar en poder contar con las opciones seguras, tendrás que empezar a plantearte hacer algo drástico o bien volver hacia el este y rendirte... al menos de momento.

Tras consultar todas estas dudas con la almohada estás sentado en la cama de tu habitación de hotel, ya completamente vestido y preparado para tu día. Nunca te das mucha prisa en salir del hotel porque lo que hay fuera no es agradable, la mayoría de los días los pasas encerrado en el cuarto. Por la ventana oyes un disparo, no te inquieta. A pesar de la ley No Armas no es raro que el Sheriff le baje los humos a algún forastero o que un forajido se salte la ordenanza. Tu reloj de pulsera marca las 11:30, aún no es mediodía del día 2 de mayo. Todavía no te ha llegado la edición especial que el Epitaph había prometido para hoy.

Algo tendrás que hacer.

Acaso William Smith se detuvo por un par de obstáculos en su camino al conocimiento? No lo creo, y la madre patria se sentiría indignada al ver a un hijo suyo siendo importunado por la impuntualidad de estos salvajes hombres. Tal vez la teoría del chiflado del origen de las especies se basó en su observación cercana de estos especímenes. Tal vez *ellos* si vienen de los monos...

Stephen baja las escaleras del hotel, bastón en mano, barbilla en alto una mirada de reojo a los otros clientes. Al llegar al hall, en donde el recepcionista ya le conoce y le dice: Disculpe, caballero, sabe usted de alguna caballeriza de gran reputación dispuesta a intercambiar un rocín de su mejor pedigree por unas cuantas muestras de papel moneda?

Una... sí, una... caballer....

El recepcionista, que ya te conoce y ha chocado alguna vez con tu forma de expresarte, muy cortesmente finge tratar de recordar unos segundos mientras realmente se repite tus palabras mentalmente más despacio para dar con su significado.

Oh! dice al fin, visiblemente satisfecho sí, si quereis un caballo no hay otro sitio que el establo de Bob el honesto. Desde que cerró la vieja cuadra es el único lugar que vende rocines.

Al pronunciar esta última palabra frunce el ceño ligeramente, sin la certeza de no haber quedado en ridículo. Los modales de este viejo empleado, aún rudos en Londres, son intachables para este ambiente tosco y este empleado te ha resultado desde el principio más grato que los gordos y ricos rancheros que parece formar exclusivamente la clientela de este hotel.

No está muy lejos, al acabar la calle continúa, señalando en una dirección cerca de la casa de baños.

Agradecido por tan oneroso gesto, caballero. Inclina la cabeza levemente en señal de agradecimiento, pero se nota a leguas que es más por etiqueta que por gusto.

Stephen se dirige entonces al Establo mencionado, dispuesto a conseguir un buen corcel que lo lleve a desvelar aquel misterio de la roca y que si uno sabe hacer una O con un canuto puede descifrar que la victoria confederada y los constantes retrasos e ineficacia en las líneas no son una coincidencia.

Al salir del hotel casi chocas con una chica que entraba en él. Su aspecto parece algo fuera de lugar en esta zona de la ciudad, su ropa es la de un vaquero y está algo sucia. Sin embargo sus modales parecen mucho mejores cuando habla, de forma algo ruda, eso sí.

Disculpa, pie tierno guapo su sonrisa es amistosa y algo inocente nos han dicho que este es el mejor hotel de la ciudad. ¿Estamos en lo cierto?

Cuando miras detrás de la mujer ves a un hombre de aspecto aún mucho más tosco y descuidado con tres caballos, junto a él hay un negro que carga con varios bultos. ¿Una pareja del este con su esclavo? de ser así es una pareja muy original.

Pues de no ser asi, no estaría alojado en él, a decir verdad. Ah, y si planean movilizarse hacia el oeste como actividad futura, el pronóstico de dicha empresa es obscuro.

No necesito de más competencia de buscadores de tesoros...

Me alegro de oir eso, afortunadamente no tenemos ningún interés en ir hacia el oeste, tan solo esperamos la llegada de una diligencia que trae algo de nuestro oro.

Sonríe al hombre, que conserva su gesto seco, y continúa hablándote

...desgraciadamente no sabemos por cuánto tiempo tendremos que esperar así que tal vez nos veamos más por aquí.

Su sonrisa se amplía mientras te mira, como esperando que digas algo y analizándote con la mirada.

Bueno, pues ponga sus esperanzas en que alguna empresa de transporte pueda traer su dinero a salvo.

Quién sabe de donde lo sacaron? En estas tierras sin ley es muy probable que la gente se gane la vida deshonestamente y comparta su espacio con ciudadanos decentes como yo.

Parece algo desilusionada por tu respuesta pero no pierde la sonrisa

Seguro que volvemos a vernos, en todo caso.

Se da la vuelta de forma graciosa entrando en el hotel y los dos hombres que la acompañaban se disponen a seguirla.

Por cierto, bonito sombrero.

Suelta, antes de desaparecer del todo en el interior del edificio.

Solo ligeramente sorprendido por el encuentro, sigues tu camino hacia el lugar que te señaló el recepcionista.

Al acabar la calle ves de improviso el establo con un cartel que anuncia el nombre de su dueño "Bob el Honesto", realmente estaba cerca. Tiene unos pequeños terrenos cerrados por vallas, un edificio que debe ser la oficina y varios establos cerrados cuyo contenido no llegas a ver. Entrando en el pequeño rancho por la entrada bajo el vistoso cartel de madera das con un sendero de tierra muy sucio para tu gusto.

En seguida te acercas a la oficina y antes de que puedas entrar, un hombre con sombrero de vaquero que fuma un pequeño cigarro mal liado sale a tu encuentro.

¿en qué le puedo ayudar, amigo?

saluda tocándose el sombrero ligeramente mientras corre hacia ti, saliendo de detrás de una mesa, y cuando llega hasta ti te extiende su mano polvorienta. Nunca habías visto nadie con las piernas tan cortas moverse tan rápido, a pesar de que ya casi habías llegado al pequeño edificio cuando el vendedor te alcanza saliendo de dentro estáis ambos ante el umbral de la oficina.

Me toco el sombrero en amable respuesta, pero no estrecho su mano. Quién sabe en cuantos traseros de caballo ha estado hoy.

Saludos, señor Bob. Es de mi conocimiento que usted tiene en su posesión unos cuantos ejemplares equinos de gran utilidad.

En vista de que las empresas transportadoras tradicionales no han solventado la situación desde hace ya dos ciclos lunares, es imperioso que me siga moviendo hacia el oeste. Es por este motivo que deseo comprarle uno de sus rocines.

Sin embargo, he de advertirle que los Boyle somos una familia de ecuestres gustos y podemos distinguir un reque de un semental con sólo mirarle de reojo.

El vendedor deja caer su mano y su expresión parece algo irritada, la cháchara difícil de entender que oye, mientras, no parece mejorar su estado de ánimo.

Escucha cuerno verde, no me importan tus razones y que me cuelguen si las he entendido, pero si quieres un caballo estás en buen sitio. Por 200 pavos tienes un buen animal, si es que lo quieres para montar, cosa de la que no estoy muy seguro.

Se encoge de hombros

sé que los precios han subido un poco pero es lo que pasa cuando hay huelga de transportes o lo que diablos sea eso, no me llegan caballos desde las praderas al menos desde hace un mes y todo el mundo se ha puesto de acuerdo para salir del pueblo a la vez, por lo visto.

Desde luego la verborrea del extraño vendedor bien puede competir con la tuya.

Por eso mismo, ahora no tengo ninguno disponible a menos que quieras un caballo de trabajo o un mulo... te mira interrogante, aunque cree estar bastante seguro de que no es eso lo que pediste

...pero mañana, o a lo sumo pasado mañana, tendré tu bestia. ¿Te parece?

Muy bien, no creo que un mulo llegue al mismo tiempo que el rocín que estoy seguro que me conseguirá. El dinero no es problema, siempre y cuando me muestre un animal que pueda soportar el viaje, mantener el paso y obedecer las bridas.

Pero escuché que ud dijo que hay más personas que desean dirigirse hacia allá, podría dejar palabra de que se busca una compañía de excursión al oeste, ya sabe, por aquello que dicen de la seguridad de movilizarse en grupo. le muestro un billete de 20 dólares.

Oh! está claro que ahora hablamos el mismo idioma responde Bob, cuya expresión ha cambiado visiblemente al ver el dinero

será para mi un placer difundir la noticia y en cuanto llegue una nueva entrega le apartaré la mejor bestia.

Sin apartar la vista del billete sigue hablando

¿dónde quiere el señor que le haga llegar el mensaje cuando su animal esté listo?

con un gesto de "no podría ser en otro sitio", le digo a Bob En el poco menos que prestigioso "As de Pic", acto seguido le entrego los 20 dólares y me dirijo de vuelta al hotel, no deseo ensuciarme más de lo debido.

Con una burda reverencia "el honesto" se despide de ti echando mano al billete de 20 y desapareciendo otra vez en el interior de su oficina. No debe estar muy ocupado, no obstante, porque te parece ver por la ventana sus botas encima de la mesa un instante después.

Desandas el polvoriento camino del rancho, que marca los límites exteriores de la ciudad, hacia la calle principal de Tomsbtone donde está tu hotel. Justo al lado de la oficina del Epitaph, en la misma manzana que la casa del alcalde y convenientemente cerca del despacho del Sheriff. Una zona razonablemente segura.

Cuando ya estás a pocas yardas de tu alojamiento ves un pequeño grupo entrar en el edificio marcado con una estrella de Marshal descolorida, te ha parecido reconocer a uno de los dos ayudantes del Sheriff, que sin duda debe haber hecho uno de los habituales arrestos por montar jaleo o por violar la Ordenanza 41. En ese momento te fijas en un chaval con un sombrero de paja y vestido con un peto que pregona el nuevo ejemplar del Tombstone Epitaph, no es raro estando las oficinas del periódico tan cerca.

¡Edición Extra! ¡El Epitaph cumple sus promesas y hace nuevas!

el niño con cara de pícaro, carga con un fajo de ejemplares.