Partida Rol por web

La noche pasa tranquila y descansas bien a pesar de lo turbulenta de la ciudad y de lo inapropiado de tu lecho, dudosamente merecedor de la categoría de un buen hotel. Claro que los cánones de calidad no son los mismos en las viejas colonias que en tu amada isla.

A pesar de todo has tenido una buena noche, soñando con piedra fantasma en tus manos y prodigiosos artilugios creados por tu ciencia que te hacen merecedores del reconocimiento de todos. El día amanece despejado y el sol del desierto calienta con rapidez las calles. Un día como hoy te levantas activo, con muchas cosas por hacer, tienes el presentimiento de que será un día animado. Sin mucha prisa por salir, no obstante, te preparas para la jornada deseando que tu estancia en este hotelucho no se alarge más de lo que debía.

Stephen ejecuta una serie precisa de acciones con las que siempre inicia su día: Tiende su cama, barre el piso, le da cuerda a su reloj, prepara y cepilla su vestido, limpia su rifle, toma un baño, se viste impecablemente, pule sus lentes y se sienta con un diccionario para aprender una palabra nueva cada día...

La palabra de hoy es concupiscencia...

concupiscencia

1. f. Deseo ansioso de bienes materiales.
2. Apetito desordenado de placeres sensuales o sexuales.

Cuando estás terminando tu rutina de la mañana unos golpes suaves en la puerta te interrumpen. Es la forma de llamar del recepcionista y cerca de esta hora acostumbra a subirte el desayuno cuando no bajas tú mismo a buscarlo, así que no dudas en abrir en seguida.

Ciertamente en el umbral, al abrir, encuentras al encargado del hotel con una bandeja bien provista. Tras pasarte la comida y desearte un buen día te anuncia:

Señor Boyle, abajo hay alguien preguntado por usted. Se ha presentado como John Abott, del Epitaph. ¿Le hago subir?

Buen día, caballero. En realidad preferiría yo bajar a recibirle, en mi mesa de siempre, sólo que esta vez con una silla de superávit al acostumbrado. ¿Es tan amable y le notifica al señor Abott que le recibiré en el área destinada para el consumo de alimentos?

Tras la habitual pausa rumiando tus palabras, el recepcionista sonríe.

Muy bien, señor. Le esperará ahí.

Da la vuelta y baja las escaleras que llevan a la recepción, dejándote acabar tu desayuno y terminar tu rutina antes de bajar a mantener la charla esperada.

Bajando también, tras terminar tus cosas, te diriges directamente a la zona de restaurante. En tu mesa habitual espera un hombre mayor, de cabellos canos pero de expresión bastante vigorosa, vestido de forma elegante y que espera sentado en una segunda silla. A esta hora de la mañana el hotel está casi vacío, no hay nadie en las otras mesas que pueda molestaros.

Al verte llegar, el  gentleman se levanta.

Buenos días tenga usted, me hicieron llegar el recado de que quería hablar conmigo.

Aunque su acento es local, el hombre tiene los modales y el aspecto de un europeo.

No he podido venir antes. ¿En qué puedo ayudarle?

Ilustre señor Abbot, permítame presentarme, mi nombre es Stephen Boyle. Sí, de *esos* Boyle de Inglaterra. Se dibuja una sonrisa de satisfacción en su rostro. Verá usted, he tomado interés en uno de sus prestigiosos reportajes, el texto al que me refiero es su exquisitamente narrada llegada de un hombre de ciencia a Bronco pueblo, un químico para ser más exactos. La sonrisa se borra de su rostro y es remplazada por una mirada inquisitiva, como la de un científico analizando una rata en un laberinto Es posible que este académico y yo tengamos temas en común, e incluso puede que tengamos motivaciones afines. En vista de que voy a acompañar al respetado señor Eckhardt en su tribulación para llegar a Bronco Pueblo, no quisiera que la expedición se limite al transporte y la protección de un reportero. Su cara cambia a una más amable, al saber que ha captado el interés de su interlocutor. En caso tal de encontrar a este colega Sin duda mucho menos inspirado que el presente podría estarle reportando de nuestros descubrimientos en el campo de la ciencia madre, ya sabe usted lo que una primicia exclusiva puede hacer por la carrera de un estandarte de la verdad como usted.

Lo único que pido a cambio, además de información del paradero, nombre y descripción de este ilustre personaje es una carta de recomendación suya. Ya sabe usted que uno no puede abrirle sus puertas a cualquier desconocido en esta parte de la geografía. Su carta, ojalá con el membrete del Epitaph me abriría las puertas a una sociedad científica, de la cual los tres saldríamos beneficiados.

Habiendo controlado por instantes su verborrea, Stephen se dedica a analizar la reacción de Abbot.

John Abott posa sus dos manos sobre una carpeta marrón que ha traído con él y te mira. El reportero parece, como poco, interesado por tu oferta, sin embargo aún tiene ciertas dudas.

Entienda que la discreción es sello de mi compañia, cualquiera puede leer nuestros artículos pero los datos personales que nos son dados por nuestros entrevistados merecen trato de privacidad...

es notorio que no ha venido hasta aquí para darte una simple negativa, su lenguaje corporal tampoco sugiere esto. Sin embargo aún conserva reticencias al respecto y aprovecha, en todo caso, para dejar claro un punto tan importante como éste.

Claro, claro. Pero usted bien menciona que es un químico famoso, por ende su nombre ya debe ser de dominio público en el pueblo donde habita, al igual que su lugar de residencia. Mi solicitud de estos datos es simplemente con el fin de evitarme estas cuestionaciones en un pueblo desconocido, donde gente deshonesta se aproveche de mi ignorancia, me asalte en incluso de fin con mi vida. No le estoy pidiendo más datos respecto a mi colega, sólo los de dominio público como manera de prevención de fraudes.

Ya sabe usted lo que dice el refrán "Hombre precavido, vive dos veces"

uhmmmmm lo comprendo, pero debo advertirle porque el entrevistado en cuestión fue muy parco en detalles, parecía valorar mucho su anonimato.

Sacando el contenido de su carpeta el caballero parece darse por vencido, mientras realiza la operación comenta ...el señor Eckhardt ya me informó de su interés, por lo que vine preparado...

Echando un vistazo por encima a uno de los papeles, que parecen ser los apuntes sobre el artículo con la entrevista, empieza a hablar.

Me temo que no nos dio ningún lugar de contacto o residencia, además, puso mucho interés en que de ninguna forma se mencionara su nombre. Decía que aquí en el Oeste era desconocido y quería dejarlo así acercándose un poco a ti dice, a modo de confidencia en confianza, parecía algo paranoico y no muy cuerdo. También odiaba las ventanas y según él mismo me dijo, en su residencia no tenía ninguna. ¡Imagínese cómo podría trabajar sin ellas!

Volviendo al tema echa un segundo vistazo y exclama:

lo único que puedo darle al respecto son sus iniciales, pues nos las procuró y bajo ellas citamos sus palabras... N.v.K. se rasca la cabeza pensativo no sé por qué pondría la "v" minúscula...

"von", evidentemente. Stephen suelta una mirada de condescendencia al periodista como diciendo "acaso no era obvio?" Pero precisamente he ahí una pista de su origen. Este químico tenía un acento extraño al hablar?

mmmm sí, ahora que lo dice, es probable.

Parece tratar de recordar me parece que era un acento muy duro, las erres eran muy sonoras. De todas formas hablaba muy bien el inglés.

Repasando los papeles continúa.

Por lo demás... manifestó su intención de pasar en Bronco Pueblo una larga temporada, bueno, él no dijo Bronco Pueblo... por alguna razón lo mentaba usando el nombre antiguo.

Ah, entonces el nombre de la población ha cambiado ¿cómo se llamaba antes, mi bien ilustrado señor?

Stephen no olvida el detalle del posible origen alemán del químico, habría que investigarlo en su colección de papers científicos de la sociedad europea de Química.

¿No estaba informado de ello? ciertamente ha pasado tiempo desde entonces, y si es usted extranjero...

asiente, haciéndose cargo. Parece satisfecho por poder saciar tu curiosidad con algo.

Purgatory. Así se llamaba. Sin embargo tuvo una mala época, pues ue una de tantas ciudades violentas y sin ley. Apenas habían mujeres, casi no nacían niños y sin embargo la mortalidad era alta.

Sabes que esta historia no es novedad en el Oeste, pueblos se fundan y pueblos mueren. Así es el nuevo continente.

Llegó prácticamente a desaparecer, a convertirse en una ciudad fantasma más. Pero tuvo un boom por la minería de plata de la región, los mismos yacimientos que hicieron fundar Tombstone, y ésto le dio una segunda oportunidad. Cambiaron el nombre a Bronco Pueblo, quizá por superstición, quizá para desembarazarse de la mala fama de la ciudad.

Sonríe, con el tono de un orgulloso maestro.

Por eso algunos creen que Bronco es una población nueva. Paparruchas, lleva aquí desde antes de que los españoles fundaran Tucson.

Abott parece recordar algo y vuelve a rebuscar en su carpeta.

Stephen mira complacido también a Abbot, por fin alguien instruido en historia y en yacimientos minerales, el paraíso de un químico! Y la sociedad europea de química quedaría sorprendida ante los descubrimientos, pondría aún más en alto el nombre dela familia Boyle, incluso recibir un premio Laureado por sus avances con la piedra fantasma.

El científico observa con avidez lo que el periodista va a sacar de su papelería, casi como si esperase un especímen de la roca que le obsesiona.

No sabría describir al sujeto en cuestión, pero supongo que le valdrá con esto.

Sacando un pequeño papel cuadrado te lo pasa, es una foto.

Tu narrador particular continúa hablando.

A pesar de sus extrañas manías nos permitió sacarle una foto y no nos prohibió explícitamente usarla, aunque de todas formas no la incluimos en el artículo.

Haciendo otra vez memoria sigue hablando, el misterioso científico parece haber causado impresión en el señor Abott, cosa que sin duda te favorece.

Me dijo que el gobierno le había contratado para mejorar sus armas, algo relacionado con la polvora. Secreto, por supuesto. Sin embargo me pareció que el tipo estaba obsesionado con otros proyectos. Hablaba mucho de luz, luz sin fuego.

Ajá!  por las garras se conoce al tigre! y estos peregrinos no tienen idea de las cosas que puede hacer el mineral misterioso que me atrajo acá, y no solo a mi...

Una declaración sin duda interesante ¿luz sin fuego? Como la de los relámpagos de las tormentas eléctricas quizás? Stephen trata de ser lo más reservado posible con el reportero, aunque no duda en expresar su agradecimiento por la atención invitando al hombre a una buena taza de te de media mañana.