Partida Rol por web

Tombstone: Dead Lands

Capítulo 4: Perseguidos y malditos

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09/09/2010, 18:22
Frank

Ojalá estuviera aquí Dakota. Últimamente, mis decisiones no son las más adecuadas.

- Tienes 10 segundos, y más vale que durante los dos primeros digas algo que me interese, porque estoy hasta el sombrero de tus tretas.

Con la mano que no empuña la pistola, el cowboy se toca el sombrero que hasta hace no mucho pertenecía a aquel al que ahora encañona.

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10/09/2010, 03:28
Director

El Predicador tiene que avanzar dos pasos, porque tras la apertura de la puerta por el disparo de Frank, había quedado algo rezagado. Ciertamente, esta visita al purgatorio ha sido distinta a las otras y, aunque el sacerdote agracede la oportunidad vivida, no puede evitar sentirse algo deprimido. Pugatory, su propia versión del purgatorio, era un lugar en llamas donde reinaban alternativamente el terror, la venganza, la tristeza, la justicia divina, la soledad. Todas, al fin, facetas de una misma realidad: la muerte.

También a diferencia de otras veces, el Predicador se da cuenta de que el viaje no había sido exactamente instantáneo esta vez. Frank habla ahora con alguien a través de la puerta del vagón ya abierto. El cura tiene la sensación de haberse perdido algo, pero confía en que el lapso haya sido suficientemente corto como para no haber puesto en peligro a su compañero, al que se supone que cuidaba las espaldas, ni para haberle causado alarma.

Con el revólver negro en su mano, el cura escucha la voz extraña, y mira por el hueco de la puerta abierta.

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10/09/2010, 04:00
Jugador

Está bien contesta el hombre vestido de negro del fondo del vagón a Frank. Desde el lugar más lejano, y también más oscuro del furgón de cola, el hombre juguetea con la baraja de cartas que tiene en la mano, pero conoce demasiado al cowboy como para demorarse mucho más en la respuesta.

Yo no tuve nada que ver con la treta de los fantasmas para que abrieras el Cofre. Los espíritus soportan mi presencia, pero nunca han confiado en mí. Ya has visto lo que soy, en lo que me convierto. Para los fantasmas soy un monstruo, y para los monstruos, un habitante del pueblo, un vivo. Quería ayudaros a salir porque yo también quería salir de ahí, pero no vi venir el juego sucio.

Calla y se encoge de hombros. No parece asustado, desde luego, pero tampoco un hombre con esperanzas. Su mirada bajo el sombrero se ve a duras penas, merced a la luz de la luna que entra por algunos ventanucos alargados.

Tal vez os pueda dar alguna respuesta más a cambio de mi pasaje en este tren, pero, me dispares con tu plomo o no, creo que no deberíais tardar en volver a poner el candado, si es que ha quedado algo de él. Lo coloqué por seguridad. Con esta luna llena, y el cofre tan cerca... me es imposible aguantar mucho tiempo más.

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10/09/2010, 15:42
Frank

Al vaquero no le hace falta más información que la que ha dado el Jugador de Cartas para armar el puzzle y tomar una decisión rápida.

- Vamos Pater, salgamos de aquí... Ayúdame a cerrar bien esta puerta. Rápido!

En la mente de Frank todo toma forma, hasta el origen de los ruidos escuchados por su compañero.

Salgamos de aquí ya!

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10/09/2010, 15:53
Predicador

El Predicador permanecía en algún tipo de trance cuando las palabras de Frank le devolvieron a la realidad. Había estado escuchando hablar a aquel tipo al que él no conocía, pero que por lo visto Frank ya habia tratado antes. No entendía nada de lo que decía sobre cofres, lunas y espíritus. Pero parecía que el cowboy sí sabía de lo que estaba hablando y estaba preocupado. Por ello el sacerdote se limitó a cumplir la orden del pistolero sin dudarlo. Muy bien Frank, ya me lo explicarás mas tarde.

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10/09/2010, 20:59
Director

Frank y el Predicador se encuentran con que, de hecho, el candado conserva la llave puesta. Sin duda el misterioso hombre de los naipes ha pensado en todo. Mientras cierran el acceso se escuchan algunos ruidos dentro del vagón. Un golpe sordo, que podría ser una de las paredes de madera siendo golpeadas por un puño o un hombro, anima a los dos hombres a darse algo más de prisa. El sonido resulta muy familiar al Predicador, y ahora entiende el ruido que le puso sobre alerta. Ahora, solo falta lo del aullido...

A pesar de los eslabones rotos, queda cadena de sobra con la que atrancar la puerta, y una vez cerrada a cal y canto el vaquero respira visiblemente más relajado.

Los dos pistoleros se dan la vuelta para desandar el camino hecho, esta vez yendo hacia la locomotora. No tarda en desvelarse el último misterio para el sacerdote, aunque eso solo provoque más preguntas. Del vagón que han dejado atrás se escucha un sentido y lento aullido. No es humano, pero tampoco parece de un coyote, a decir verdad. Escuchado desde tan cerca se identifica como el aullido de un lobo.

Los dos hombres no abren la boca, ni tampoco miran hacia atrás, hasta haber regresado a la locomotora. La tranquilizadora compañía de sus compañeros durmientes sugiere paz y seguridad, y solo entonces se miran el uno al otro.

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11/09/2010, 10:23
Frank

Lo escuché una vez de boca de un apache. Hombres-Lobo, amigo. Personas malditas que se transforman en bestias cuando hay luna llena. Cuando eso pasa, tienen que salir a comer... carne humana. Aunque sea contra su voluntad...

Por un instante, Frank siente compasión por el jugador de cartas. No era un traidor, al fin y al cabo.

Aunque podría haber compartido sus pensamientos, son demasiado excéntricos como para exponérselos a un hombre de fe.

- Será mejor que durmamos un poco.

Frank vuelve a recostarse en el lugar en el que estaba. Se echa el sombrero (que antes era del jugador) sobre la cara. Permanece con los ojos abiertos. Despierto. Alerta. A oscuras tras el sombrero.

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11/09/2010, 15:18
Predicador

El Predicador hizo cuentas tras encerrar a aquel tipo en el vagón y los posteriores aullidos y golpes. Conocía la existencia de gente que se transformaba en animales y comían carne humana. Había estado esperando la explicación de Frank de por qué le conocía y cómo había descubierto la "maldición" de aquel tipo, pero no llegó. De todas formas, el clérigo respetó el silencio del cowboy y le dejó volver a acostarse sin preguntarle. Rezó por el alma de aquel hombre que habitaba encerrado en el último vagón, y deseó que no pasara nada mas, al menos durante su guardia. Señor.... te imploro que el resto de noche sea tranquila.

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11/09/2010, 15:48
Director

Al largo turno de guardia soportado por el estoico Predicador le sucedió la guardia de Dakota, y el vaquero a su vez relevó al indio. Los rezos del sacerdote fueron escuchados y el resto de la noche pasó tranquila. En cuanto a Charles Eckhardt, bendecido por no ser fiable como guardián, ha disfrutado de un descanso ininterrumpido hasta llegado el amanecer. Con el sol asomando por el horizonte este, los cinco vuelven a estar despiertos y, esta vez, recuperados como para planear y tomar un curso de acción. Al fin y al cabo, los peligros bien podrían no haberse acabado.

Lo único bueno que puede afirmarse sin ninguna duda es que Boyle ha hecho bien su trabajo, pues el tren ha continuado marchando a buen ritmo durante toda la noche y en ningún momento ha habido señal de los perseguidores. Eso no significa que los jinetes se hayan rendido, sea cual sea su razón para perseguir a los viajeros, pero sí los coloca en un segundo plano temporalmente. Dakota y, especialmente, Frank, saben de algun que otro asunto que atender mucho más cercano; en el propio tren. Un equipaje y un pasajero, en concreto.

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12/09/2010, 10:10
Frank

Frank amanece en la última guardia. Está de un humor de perros y su estómago está a punto de reventar. Se encuentra entumecido y hambriento. Y casi llega a echar de menos los energéticos desayunos del viejo Látigo.

Sin más mira a El Predicador como diciéndole "tendrás tus respuestas en breve".

Tras ello mira a Dakota y le habla a él.

- Amigo - el apelativo no es nada casual - tenemos que ver lo que hacemos con el cofre. Además, en el vagón de cola está el jugador de cartas. Es de suponer que a la luz del día no sea peligroso... Anoche le vimos el Pater y yo. Está encerrado a cal y canto. 

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12/09/2010, 11:53
Stephen Boyle

 La noticia no le sienta nada bien a Boyle, quien ya ha hecho su té mañanero, y lo acompaña con una hogaza de pan y queso conservado en cera del vagón restaurante.

Disculpe que le pause en su interdicción, maese Frank. Sin embargo por la locución que acaba de proferir, ¿es de nuestro entender que en este medio de transporte se ha alojado un reo diplomático como acción bélica?

Al ver la mirada asesina de Frank, Boyle pasa saliva y levanta las palmas, en señal de indefensión.

Suplico no se me malinterprete, en ninguna instancia estoy condenando sus decisiones, sin embargo el énfasis de mi inquisición es, a todas luces averiguar las motivaciones de tan tempestuoso comportamiento. Siendo un hombre de ciencia, es inevitable que la curiosidad avasalle mi sentido del decoro.

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12/09/2010, 12:59
Charles Eckhardt

¿Cofre?, ¿el jugador de cartas?

Eckhardt no entiende de lo que habla Frank más de lo que cualquiera podría entender a Boyle. Con sus manos temblorosas se rasca la barbilla y decide sentarse y escuchar. Habiendo dejado atrás, en apariencia, el peligro, la curiosidad del reportero está volviendo. Sin duda ahora mismo está pensando en que si algun día regresa a Tomsbtone tendrá material para escribir el mejor artículo nunca visto.

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13/09/2010, 10:20
Frank

Frank se acerca a Boyle. De frente, con la mirada fija. Está harto de los prejuicios del maldito científico inglés. Sus botas resuenan en la madera del vagón. El cowboy ve como el inglés traga saliva.

Frank se pone a menos de un metro. Pone su mano derecha sobre el revólver, que ahora lleva enfundado. Levanta su mano izquierda.

Lentamente...

... para quitarle la hogaza de pan y el queso a Boyle. Lo toma, sin quitar la mirada de los ojos de su "interlocutor". Le da un buen mordisco al desayuno del británico y luego, sin más, le devuelve su comida.

El cowboy se da la vuelta y mira al Predicador.

- Explícalo tú, porque yo con este he perdido la paciencia...

Es solo un pensamiento, entendido perfectamente por el Pater.

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13/09/2010, 14:57
Stephen Boyle

Stephen pasa su trago de té cuando Frank pone la mano en el cinto. Y cuando le quitan su alimento su mirada pasa a una mueca de estupefacción, con el ceño semifruncido y la boca abierta en una gran 'O'. Al  serle devuelta su ración, no puede evitar la cara de asco. Acto seguido abre la compuerta de la caldera y alimenta con esta biomasa el motor, de paso examinando presión y combustible.

- Tiradas (1)
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13/09/2010, 15:23
Dakota

 

El indio había tenido otra mala noche. Había ido intercalando momentos de absoluta inconsciencia con otros donde cada músculo de su cuerpo parecía gritar de desesperación. Su cabeza aún latía como si estuviera a punto de reventar, y por momentos hasta si le costaba enfocar su vista.

Había tenido que pasar su guardia tumbado, abrazado a su Winchester cual náufrago a su tabla. El hipnotizante bambolear del tren, lejos de adormecerlo o tranquilizarlo, solo servía para revolver su estómago y marear aún más sus desquiciados sentidos. Necesitaba pisar tierra firme… y pronto.

Luego de su guardia, una de las peores y más infinitamente insoportables que recordaba, se había limitado a permanecer silencioso y meditabundo en su rincón, demasiado dolorido para dormir, pero aún muy débil como para hacer algo más.

Solo las palabras del cowboy consiguieron devolver algo de brillo a aquella mirada vacía y cansada. Su semblante permaneció imperturbable, tan impávido como siempre, pero su mirada se dirigió rápidamente hacia el Predicador. Aquella urgencia decía mucho más de lo que aquellas facciones podían haber expresado jamás. Dakota aguardaba la respuesta de su compañero, la aguardaba con una ansiedad poco acostumbrada en él.

 

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13/09/2010, 18:52
Predicador

El Predicador se vio forzado a ser una especie de portavoz de Frank. Al cowboy parecía costarle tener paciencia para encontrar las palabras adecuadas, sobretodo teniendo al británico cerca que hacia acrecentar su ya disparada acidez estomacal. Aun así, el sacerdote no se vio cohibido para hablar, ya había superado cualquier etapa anterior en la que estuviera preocupado por lo que sus amigos supiesen. Había renacido en Purgatory, y no tenia miedo a aceptar abiertamente algunas cosas por las que le pudiesen tildar de loco. Bien... el caso es que en el vagón de cola viaja lo que se llama en los cuentos y leyendas un hombre lobo...dio unos segundos para que la noticia se digiriera mejor... Por lo que parece el hombre que carga con la maldición parece un tipo responsable, pues se ha encerrado por decisión propia en el vagón para no dañar a nadie... Ahora el Predicador cambió a un tono todavía mas calmado si cabe...Por lo poco que sé de estos casos, lo que mejor funciona contra estas cosas es la plata, aunque supongo que el fuego también hará su trabajo, al igual que las balas, si usas las suficientes. Pero solo en el caso que sea necesario, yo mismo no tengo intención de acabar con él, y ayer fue la peor noche por que había luna llena, a partir de hoy el maldito lo tendrá mas fácil para controlar a la bestia. El clérigo hizo otra pausa cuando ya comenzaba a cansarse de escucharse a si mismo, y en la que miraba fijamente a Frank y al apache alternativamente. Luego esta el tema que relaciona al hombre lobo con el cofre, del que yo se menos que nadie, y de lo que deberían hablar Frank y Dakota. Por último, antes de ceder el turno a uno de los dos mencionados, el Predicador miró a Boyle y le habló mas serio de lo que lo había hecho durante toda la explicación, como si el tema al que fuera a hacer referencia fuese mucho mas importante. Por cierto Boyle, Hank Bully me ha dado recuerdos para usted, y me ha dicho que si no cumple su parte del trato, se levantará de su tumba e irá a recoger su botella de Whiskey escocés de doce años en persona.

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13/09/2010, 19:50
Frank

No podría haberlo explicado mejor, piensa Frank mientras escucha al Predicador.

Cuando profiere la última parte de su discurso, el cowboy levanta una ceja, contrariado. Muy propio de Bully.

Parece que tras esta última noche en Purgatory, el vaquero también está dispuesto a creer cosas por las que sería sin duda tildado de loco.

Mira a Dakota. El cofre... Ni yo tengo claro lo que implica...

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14/09/2010, 03:30
Stephen Boyle

 Boyle mira de hito en hito al predicador. Ante todo muy extrañado de la aseveración que acababa de hacer el predicador.

Por supuesto, señor predicador, un Boyle jamás defrauda de palabra, obra u omisión a quien bien le ha servido. Si fuese tan amable de comunicarme el medio adecuado para entregar el premio prometido al difunto cochero, en la mayor brevedad se lo haré llegar.

Que no sea devolvernos al pueblo, que no sea devolvernos al pueblo...

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14/09/2010, 20:40
Predicador

El Predicador miraba a Boyle tratando de no mostrar lo cómico que le parecía el ingles. El miedo que tenia el británico era evidente pero comprensible, y al sacerdote le hacia gracia la manera que buscaba Boyle de intentar "quitarse el muerto de encima", nunca mejor dicho. Sin embargo, el mensaje que le había pasado al Sir de parte de Bully era auténtico, y el cura se lo tomaba muy en serio. Vamos Boyle, si de verdad es un hombre de honor ya sabe cómo tiene que cumplir su promesa. No tiene que ser mañana ni la semana que viene, pero tarde o temprano tendrá que entregar esa botella usted mismo... a no ser que quiera estar en deuda con un muerto enfurecido, algo que no le recomiendo. Luego el Predicador se mantuvo callado esperando alguna aclaración sobre el tema del cofre.

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14/09/2010, 22:33
Dakota

Luego de un rato bastante largo, y cuando el silencio comenzaba a tornarse incómodo, el castigado apache se puso de pie. No lo hizo con la energía que muchos le conocían, sino con paso vacilante y débil. Hasta parecía que incluso su propia voluntad flaqueaba.

Sin embargo, medio a los tumbos, medio trastabillando, Dakota consiguió recuperar la vertical, aunque era evidente que aún necesitaba un buen descanso… quizás algunos meses o años. La sangre seca que cubría su cuerpo había perdido aquel tono brillante de la noche anterior, y lucía apagado, sin poder diferenciarse del resto de la mugre que el indio había ido acumulando sobre su piel.

Con paso vacilante, Dakota se acercó a la ventanilla del tren y oteó el horizonte. El vagón continuaba en silencio, un silencio quizás más opresivo aún que el anterior. Pues pocos podían resistir aquella terrible visión. Aquel cuerpo, otrora vigoroso y soberbio, era el vivo testimonio del alto precio que todos habían pagado para escapar de Purgatory.

- Cofre ser mala medicina… muy mala medicina. Y muy vieja. – dijo de repente, utilizando aquel tono de siempre, sereno y carente de emociones. – Frank encontrarlo… y Dakota encontrar a Frank… pero no saber nada… solo ayudar a cargarlo…

Sus ojos continuaban clavados en el paisaje, como buscando algo. Ninguno podía ver claramente su rostro, pues una sombra de misterio parecía cubrirlo. Pronto quedó claro que no iba a profundizar mucho más en aquel tema.

- Ahora tener que curar mala medicina… pero no ser fácil... Tal vez Pueblo ayudar. – dijo finalmente, señalando algún punto indeterminado en el desierto infinito que los rodeaba.