Partida Rol por web

-Esperaba que alguno de vosotros dijera eso, sí. - Manabu-sensei se encoge de hombros. - Tienes razón, Aki-kun. Os dije que éste rumor estaba al límite de lo aceptable y que no aceptaría que declararais rumores de este estilo como falsos sin pruebas de verdad, pero... - se encoge de hombros de nuevo, riendo. - El rumor es exactamente el mismo, así que supongo que no hay más remedio. ¡Queda declarado como falso! - Manabu-sensei da una vuelta sobre sí mismo y luego señala con su brazo a dos de vosotros. - Así que las personas que han escrito este rumor en esta ronda... ¡Kazuma-kun y Aki-kun, se ponen por delante de todos los demás! ¡Enhorabuena! - dice, con una risita. - ¡Vais a pasar a la tercera prueba junto a Kenichi-kun! ¡Estáis literalmente a un salto de ello!

Literalmente, que no digas..., pensó Aki no apartando la mirada del espacio de caída libre abriéndose delante de ellos a través del hueco en la valla.

De verdad al chico no lo interesaba mucho lo que iba a hacer Sayuri con su poder especial en esta ronda. Para él, las cifras de la deuda, como en realidad nadie de ellos nunca había contratado ninguna, eran completamente quiméricas; Sayuri podría trasladar la mitad de su deuda a él, Aki, o hacer lo que juzgaba oportuna, Aki no le daba la más mínima importancia. Lo importante era lo que iba a esperar a ellos, los tres, que iban a pasar a la tercera prueba.

Y algo más importante había aún…

Aki se acercó a Sayuri, la abrazó y mientras la que tenía abrazada le cuchicheó al oído: “Cuando estáis fuera, revolved cielo y tierra para que nos saquen de aquí. La prensa, la policía, el ejército, la misma yakuza, poned en marcha lo que haga falta para que todo el mundo aprende de lo que está pasando aquí, y para que este escándalo se acabe. Y pase lo que pase: no penséis a volver aquí. Prométemelo! Nosotros aguantaremos. Ahora, vosotros estáis libres. Protegeos, teneos encerrados si hace falta para que no van otra vez a por vosotros.”

Aflojó el abrazo, le dedicó una sonrisa de circunstancias a Sayuri y luego dio unas palmadas breves en el hombro de Miirei en signo de despedida provisional. “Pronto nos vemos”, dijo, pero dando a la frase un sentido muy diferente que él que Manabu y los responsables le podrían.

Finalmente, se puso delante de la valla.  

Estaba hecho. Sayuri alzó la vista hacia aquel cielo falso, donde las votaciones daban lugar. Si no resolvían ahora Kenichi acabaría en la tercera prueba en solitario, por suerte Aki intervino, haciendo que la chica soltase un leve suspiro de alivio.

Ni siquiera prestó mucha atención a la casilla especial que le había tocado, no tenía ganas de pensar en algo como eso justo en ese momento, ni siquiera sabía si podía optar a no hacer nada. De cualquier manera, ¿qué importaba? Estaban juntos en todo aquello, era una carga conjunta.

Mientras alejaba esos pensamientos de su cabeza, se topó con Aki, que se acercó cada vez más a ella. En un principio no entendía sus intenciones, hasta que este la rodeó con sus brazos en un abrazo, algo inusual en él. A lo que Sayuri no sabía muy bien como actuar, por lo que le dejó hacer, pero a medida que el chico hablaba... Ella sintió como una lágrima se deslizaba por su mejilla.  ¿De verdad hice lo correcto dejándoles ir..? Pensó con cierta amargura mientras Aki le susurraba.

- ..Aki-kun. - murmuró alzando con torpeza los brazos, para devolverle el abrazo al chico, de modo amistoso. No estaba segura de que fuera algo normal en su amigo, y ella misma no solía tener esa clase de contacto con sus amigos varones, por respeto y decoro. Pero dada la gravedad de la situación no se quejó, ni mostró rechazo. Simplemente lo aceptó un poco sorprendida. 

Después de meditar sus palabras, la chica asintió. Harían cuanto pudieran, ahora debían cuidarse todos, no tenía ni idea de que iba a pasar, pero permanecería alerta por el bien de todos. - Yo cuidaré de Miirei-chan, no os preocupéis. Todo saldrá bien.. - dijo mientras aún estaba cercana al joven, luego notó como la voz se le quebraba, pero procuró mantener su aplomo. - Vosotros.. Vosotros tenéis que prometernos que tendréis cuidado. Volveremos a estar juntos, todo irá bien. - repitió con un hilo de voz, devolviendo una débil sonrisa al chico a medida que se alejaba. Juntó sus manos delante de su regazo, mientras apretaba los puños, para paliar los nervios que sentía al saber que iban a separarse de un momento a otro.  Todo irá bien, pueden hacerlo.. Todo saldrá bien..

Por inercia, se situó junto a Miirei y la tomó de la mano, sin dejar de mirar hacia el final del tablero, donde estaban Kenichi, Aki y Kazuma. Su rostro reflejaba inquietud, no quería preocuparles más poniendo cara de tristeza pero le estaba costando mantener el tipo. - Tened cuidado, os lo ruego. - pidió alzando un poco la voz para que pudieran escucharla. 

- Manabu-sensei. Renuncio a la posibilidad de hacer cambios en la deuda que otorgaba mi casilla, no le veo sentido en un momento como este. - dijo entonces, recordando que tendría que decidirse, pero dada la situación era la menor de sus preocupaciones en aquel instante.

Mientras los organizadores empiezan a cabrearse yo sonrío abiertamente y tras la puesta en marcha del plan levanto mi vista al cielo.

¡Que les den! Somos más listos que ustedes cretinos, para desgracia de ustedes Mii-chan me ayudo a reaccionar a tiempo y ahora sé que mi conhetura sobre ustedes es cierta.

Sólo querían ofuscarme para que no pudiera pensar con claridad, pues su jueguito ya se acabo. Nos subestimaron cual peones en una partida de ajedrez y allí tienen el resultado, llegamos a la tercera prueba en nuestros términos y no en los suyos. - una vez dicho esto me acerco a las chicas y abrazo con fuerza a Miirei, para luego besarla en la frente.

Cuídate mucho one-chan y no hagas ninguna locura mientras no estamos. - luego le alboroto cariñosamente el cabello, al tiempo que me alejo de ella y me acerco a Sayuri.

Me hubiera gustado que te enteraras de lo que siento por ti de otra manera. - digo mientras la abrazo fuertemente para luego decirle algo al oído y alejarme de ella con los ojos un tanto vidriosos.

Descuiden chicas, Aki, Kazuma y yo podemos con cualquier cosa que estos idiotas tengan pensado, estaremos de vuelta en un periquete y si encuentran la forma de evitar volver, entonces, por favor no permitan que las traigan de vuelta. Se los pido de todo corazón. - digo con una sonrisa sincera mientras me alejo de las chicas y salgo del tablero hacia la tercera prueba.

Sayuri-chan, siempre te he amado y sin importar lo que suceda, sólo quiero que seas feliz. Cuídate mucho y si algo me pasa, recuérdame con cariño. 

Cuando volvamos a vernos, me gustaría invitarte a salir, claro que no tienes que aceptar si no quieres. - digo en un susurro, mientras abrazo con fuerza a Sayuri y cierro brevemente mis ojos, para luego alejarme con una sonrisa.

Había guardado estos sentimientos por muchos años en mi corazón, y, aunque Sayuri-chan no me correspondiera, al menos ya sabía que mis sentimientos hacia ella eran sinceros y siempre lo serían.

Este no es el fin. No lo es.

Desde el principio le explicaron que era un Juego, donde aprenderían si realmente son amigos o quienes son las personas en las que confías, pero ahora que había llegado a este punto no había rastro de aquella palabra.

No quería despedirse de sus amigos, sentía que si lo hacía significaría que nunca los volvería a ver y no quería pensar en eso. No es un adiós, es un “hasta luego”.- Apretó los puños con fuerza mientras se acercaba Aki y abrazaba a Sayuri, resquebrajando aquella seguridad de volverlos a ver ante la escena.

Pronto nos vemos

- Por supuesto.- Se forzó a sonreír, por ellos y por sí misma, respondiéndole con una dulce caricia en el brazo.

Al irse sintió a Sayuri a su lado, dándole la mano e insuflándole de la energía que le faltaba como si le hubiera leído la mente. Le dio un apretón, sabiendo el sacrificio que había hecho su compañera por ella y todo lo que significaba cuando vio venir a Kenichi.

Todavía sujeta a la castaña no esperó el fuerte abrazo de su amigo ni el beso en la frente, alargando aquél abrazo mientras las lágrimas descendían sin poder evitarlo.

- Ten cuidado Ken-chan, no estaré ahí para darte caña.- Estiró el brazo libre, haciendo el gesto que tenía músculos, para luego soltar una débil carcajada.- Cuando volváis jugaremos a las recreativas. Tenemos una partida pendiente.

Observó cómo marchaban hacia la casilla siguiente el ritmo de las pisadas el de sus latidos, nerviosa como si fuera ella misma la que fuera a saltar. Respiró hondo, estática, apretando la mano de Sayuri.

Cuando llegamos al final Aki, Kenichi y yo, no puedo evitar exclamar de alegría.

Me acerco a Miirei y a Sayuri.

- Estaremos bien, seguro, nos veremos en la cuarta prueba, de momento intentad descansar - les digo a las dos -. Nosotros nos aseguraremos que el tercer juego no sea tan divertido para ellos como se creen.

Me acerco a Kenichi y a Aki más allá de la última casilla.

- Vamos chicos, continuemos - concluyo.

-¡Qué bonito! ¡Qué bonito! - dice Manabu-sensei, haciendo como que se seca las lágrimas. ¿O estará llorando de verdad debajo de su traje? - ¡Las despedidas son preciosas! Pero es la hora de partir, chicos. - dice, acercándose a Kazuma, Aki y Kenichi. Los tres chicos se encuentran al borde de la azotea, en el único tramo sin valla, al borde de un hueco de quién sabe cuántos metros de profundidad. - ¡Ahora tenéis que saltar! De uno en uno, si puede ser. - indica a los chicos, señalando el hueco ante sus pies. - Tranquilos, no es tan profundo como puede parecer. - los tranquiliza, aunque con una risita. - Venga, ¿quién es el primero?

Yo voy primero, pero antes tengo una pregunta, las reglas de cada juego aplican sólo hasta el final del misno. ¿Cierto? Y técnicamente ya se termino el tercer juego pues ya hay tres ganadores. ¿Estoy en lo correcto? - pregunto mientras me acerco al presentador con paso lento y decidido.

Sólo esperaba una respuesta para hacer algo que quería hacer hace mucho sin ser penalizado.

-Las normas de cada juego se aplican sólo hasta el final del mismo, eso es cierto. - responde Manabu-sensei encogiéndose de hombros. - Pero este juego aún no ha finalizado. Terminará cuando los tres ganadores atraviesen la línea de meta, es decir, cuando saltéis por ese hueco. - ríe Manabu-sensei, y luego ladea su cabeza mirando a Kenichi. - Pero a ti nunca te han importado las normas realmente, ¿verdad, Kenichi-kun? - paso a paso, Manabu-sensei comienza a acortar distancias con Kenichi, igual que éste último había hecho con el extraño personaje. - Debe ser la influencia de tu familia yakuza. Te quedaste con las ganas de romperme el brazo por tres sitios, ¿no es cierto?

Manabu-sensei se detiene a escasos centímetros de Kenichi, mirándole a los ojos... aunque, de nuevo, era difícil de saber llevando ese traje extraño.

-Tú y Aki-kun no dejáis de ladrar como perros rabiosos sobre alteraciones en las normas, sobre estafas por parte de la organización... pero no es cierto. En el fondo, lo sabes. Todo lo que ha sucedido en este juego, y en el anterior, era real. Te hemos dado más de una prueba de ello. - le dice con una voz más seria de lo habitual. - Y una cosa más. - dice, alzando un dedo. - Aquí no habéis sufrido ningún daño físico por parte de la organización, ni habéis sido amenazado con ello en ningún momento. Pero sí que me habéis amenazado a mí. No nos hagamos los tontos, Kenichi-kun. Ambos sabemos lo que significaban esos estúpidos rumores sobre romper brazos sin dolor. - le dice.

Tras negar con la cabeza y echar un vistazo a todos los participantes, Manabu-sensei vuelve a centrar su mirada en Kenichi.

-Aunque el juego termine, las normas generales de los Juegos de la Amistad siguen aplicándose entre juegos. ¿Te apetece golpearme, Kenichi-kun? ¿Quitarme el traje? ¿Tirarme por ese hueco, tal vez? - Manabu-sensei ladea su cabeza. - Adelante, hazlo, pero recuerda que tus acciones tendrán consecuencias. - Manabu-sensei extiende sus brazos. - ¡Quédate a gusto, Kenichi-kun! ¡Haz lo que te venga en gana, como siempre haces, y deja que tus amigos se vean perjudicados por tu culpa!

Chasqueo la lengua y tomo una gran bocanada de aire mientras sonrío amenazadoramente.

Comprendo Manabu-sensei, pero dígame. ¿Cuál sería la penalidad por quitarle la máscara? Lo pregunto porque yo jamás haría algo que perjudique a mis amigos, salvo que ellos estuvieran dispuestos a aceptar dicha penalidad.

Es que soy una persona muy curiosa y quiero saber quien se esconde debajo de esta linda máscara. - digo mientras acerco mis manos a la cabeza del presentador esperando su respuesta y el asentamiento de mis amigos.

Si todos estaban dispuestos a llevar la carga, descubriría el rostro de Manabu ante todos, para poder fotografiarlo con el móvil.

-Adelante, descubre tú mismo cual es la penalización. Nada excepto las normas se interpone en tu camino. - dice Manabu-sensei ante Kenichi. - Aunque, por supuesto, lo valoraré como entorpecimiento del juego, y ese tipo de penalización está, como dicen las normas, regulada por el encargado del juego. Es decir, yo. - ladea su cabeza. - Así que seré yo el que decida la penalización según me venga en gana. De hecho, ahora mismo tendríais que estar saltando al siguiente juego y lleváis un rato despidiéndoos y sin avanzar de casilla. Eso mismo ya podría considerarlo entorpecimiento de la prueba y penalizaros. No lo he hecho porque yo, al contrario que tú, no soy una persona rencorosa, vengativa y violenta. Pero podría hacerlo. - Manabu-sensei pone las manos a los lados de su cabeza y vuelve a hablar, esta vez con una voz ridícula y forzada, una clara parodia de afirmaciones que algunos han hecho durante la partida. - "¡Pero Manabu-sensei, eso va contra las normas, te estás inventando las normas sin parar, las estás manipulando a tu favor!"... Estupideces. - su voz vuelve a su tono habitual. - Eres tú el que está tentando a la suerte, pequeño yakuza. Si realmente fueras el caballero blanco que pretendes ser, intentarías vencer los Juegos siguiendo las normas, y no intentando saltártelas y, de paso, perjudicando a tus supuestos amigos. - Manabu-sensei señala a Kenichi. - Ahora avanza hacia la siguiente prueba, yakuza. No habrá más advertencias.

- ¡Basta!

No pudo reprimir aquél grito al comprobar el rumbo que estaba tomando el hilo de conversación entre Kenichi y Manabu, más cuando las amenazas se aireaban sin ton ni son, una bomba de relojería que podía explotarles a todos.

- Ken-Chan…- Una de sus manos seguía sujeta firme a Sayuri mientras la otra estaba levemente alzada con la palma hacia abajo en dirección al chico.- Por favor, no sabemos qué habrá en vuestra prueba.- Miró a su compañera unos segundos.- Ni lo que nos deparará a nosotras en este tiempo… No lo hagas más difícil.- Tragó saliva mientras un sudor frío recorría su espalda, temiendo cada vez más las advertencias de Manabu.- Recuérdalo, eres más listo que ellos.- Asintió con una sonrisa, esperando así tranquilizar a su amigo.

Dejo escapar un gran suspiro y me doy media vuelta para dirigirme hacia la cornisa.

Luego me giro hacia las chicas y les hago adiós con la mano para finalmente saltar al vacío, listo para cualquier cosa, mientras en mi fuero interno lanzo toda clase de maldiciones contra ese infame Manabu.

Estaba seguro de que no se las daría de chulo si no tuviera de rehenes a mis amigos.

Después de la conversación de Kenichi con Manabu-sensei suspiro con hastío ante la situación que ya se ha repetido más de una vez.

- Hasta luego  - digo dirigiéndome a las chicas -. Nos vemos abajo - digo a Aki.

Salto más allá de la última casilla con cierta tranquilidad.

 “De verdad es una pena, Manabu-sensei, no mejoras… no, no mejoras”, sacude Aki la cabeza. Durante la altercación entre él y Kenichi había tenido la cabeza ladeada, observando tranquilamente la escena. “Siempre las mismas mentiras. Acabas de decir que no había ninguna manipulación de las reglas, ni del desarrollo del juego. Bien. Y también acabas de decir: Aquí no habéis sufrido ningún daño físico por parte de la organización, ni habéis sido amenazado con ello en ningún momento. Por supuesto que no.”

De repente, frunce el entrecejo, pretendiendo acordarse de algo que ya estaba al punto de deslizarse de su memoria. “Aunque de verdad me recuerdo aún muy bien los golpes que me disteis en el parque, lo mucho que dolía… oh, y el secuestro. Pero aparentemente tu memoria es de corta duración, Manabu-sensei, y puedes decir que no había violencia, que no había manipulación en todo el juego, si en los últimos dos minutos no los había.”

Contempla, la mirada algo vaga, el horizonte de la ciudad, las siluetas de los edificios alzándose hacia el cielo. “De hecho me habría gustado si Kenichi te hubiera quitado la máscara. Aunque yo tengo más ganas de empujarte aquí abajo”, señala el hueco en la valla. “Pero qué va. No somos rudos. Y tampoco mentirosos, Manabu. No fingimos ser otras personas”, dice ya avanzándose hacia el borde de la azotea, “enviando textos citándonos bajo pretextos falsos al parque. ¿Te suena, hombre adulando la verdad?” Y ya traspasa en su marcha deliberada y sosegada el borde y cae.