Partida Rol por web

Collen no es un reino muy grande, o concurrido, y a simple vista, parece un sitio tremendamente aburrido para aquellos que anhelan por aventuras. 

Si no fuera por el extraño fenómeno que se hallaba en aquellos que, por ocasión del destino, nacían en Collen - todos nacían con ojos de colores diferentes, y segundo rumores, estos Collenianos gozaban de habilidades y poderes extraños. Este rumor fue el que llamó la atención de Agnis, y por eso ella decidió, como primera parada en su largo viaje por Arton, dirigirse a Collen.

Había atracado un dia antes en la pequeña aldea de Liwold - un poblado pesquero, con casas de madera y piedra construidas alrededor del pequeño castillo del barón, amo de dichas tierras.

Su mañana se inició con una oración a Tanna-Toh y un poco de lectura matinal. Enseguida, decidió pasearse por el poblado y conocer la cultura del lugar. Fue entonces cuando, al pasearse por la playa de Liwold, percibió un gran objeto en la arena, cerca del mar. Al acercarse, la forma del objeto se volvió más clara, y pronto Agnis notó que no se trataba de un objeto. En realidad, era un humano - un pirata de aspecto joven, herido e inconsciente.

Collen no es un reino muy grande, o concurrido, y a simple vista, parece un sitio tremendamente aburrido para aquellos que anhelan por aventuras. 

Si no fuera por el extraño fenómeno que se hallaba en aquellos que, por ocasión del destino, nacían en Collen - todos nacían con ojos de colores diferentes, y segundo rumores, estos Collenianos gozaban de habilidades y poderes extraños. 

Eso decía sobre Collen en los libros de historia que 12 había estudiado. Ahora, en el pequeño poblado de Liwold, 12 podía confirmar que esa leyenda era cierta: Todos en Collen poseían los ojos de colores diferentes y extraños. Mientras caminaba por las calles de piedra y era saludado por los pueblerinos, veía ojos dorados y verdes, blancos y azul-marinos, amarillos y azul verdosos...

Pero no estaba en Collen por los ojos exóticos de aquella gente. Su objetivo en aquel poblado era encontrar la tienda de pócimas y ingredientes mágicos "La Pócima Dorada", para encontrar un cristal muy inusual que podría ayudarle en sus hechizos.

La calle donde se encontraba quedaba delante de un bar, que pese a que fueran aun las 9:00 A.M, ya se encontraba muy movimentado. En el cartel sobre el bar, se leía "Bar del Mono Tuerco", junto a una ilustración de un alegre mono caricaturesco con un parche negro.

Collen no es un reino muy grande, o concurrido, y a simple vista, parece un sitio tremendamente aburrido para aquellos que anhelan por aventuras. 

Si no fuera por el extraño fenómeno que se hallaba en aquellos que, por ocasión del destino, nacían en Collen - todos nacían con ojos de colores diferentes, y segundo rumores, estos Collenianos gozaban de habilidades y poderes extraños. 

Para un nigromante como Threkor, un reino con la fama de poseer habilidades extrañas ya era lo suficiente llamativo como para que Threkor decidiera visitar. No obstante, en aquel dia Threkor no se hallaba en Collen para buscar ojos de Collenianos o algo así. Threkor había oído decir que la famosa ciudad voladora, Vectoria, sobrevolaría la pequeña aldea de Pradera Verde.

Su objetivo era Vectoria. Había descubierto la información sobre una supuesta catedral invertida en las profundidades de Vectoria, donde Threkor podría encontrar conocimiento arcano, el cual podría auxiliarle en su objetivo.

El de hacerse señor de todo un ejército de no-muertos.

Había atracado dos días antes en la pequeña aldea de Liwold - un poblado pesquero, con casas de madera y piedra construidas alrededor del pequeño castillo del barón, amo de dichas tierras. Tuvo que mantenerse oculto hasta el momento en una vieja posada, para no levantar sospechas de los pobladores de Liwold.

Pero necesitaba de un poco de aire fresco y de informaciones sobre como llegar a Pradera Verde. Por eso se encontraba en aquel momento caminando por las calles de Liwold, produciendo miradas de asco y de miedo entre los Collenianos de allí.

Collen no es un reino muy grande, o concurrido, y a simple vista, parece un sitio tremendamente aburrido para aquellos que anhelan por aventuras. 

Si no fuera por el extraño fenómeno que se hallaba en aquellos que, por ocasión del destino, nacían en Collen - todos nacían con ojos de colores diferentes, y segundo rumores, estos Collenianos gozaban de habilidades y poderes extraños. Eso no le importaba Al Inmolado. Tenía cierto de que aquel fenómeno era provocado por Nimb, el dios del caos, y las obras de Nimb no le incubian a el.

Pero había sentido una energía en aquel lugar, una energía extraña, peligrosa. La balanza del bien y del mal amenazaba oscilar peligrosamente por algún evento que ocurriría en aquel lugar, y por eso, El Inmolado se encontraba allí, en el pequeño poblado de Liwold.

Se encontraba sobre una de las casas de madera y piedra, en su forma de ángel, mientras vigilaba las calles de la ciudad. Algunos niños lo vieron, y por sus expresiones, se asustaron, pero no lo importunaron - cosas extrañas eran normales en Arton, y El Inmolado podía muy fácilmente ser confundido con un (muy exótico) aventurero.

Tras dos días de vigilancia constante, alternando entre su forma de ángel por el dia, y de demonio por la noche, El Inmolado notó algo diferente - un humano, de vestiduras negras, cuyo rostro parecia ser imposible de ver por debajo de su manto.

- Sir Asmodeus...

- Sir Asmodeus, por favor, despierte.

- Sir Asmodeus...! - Una voz femenina despertó a Asmodeus de su sueño, mientras una mano delicada empujaba su brazo. Asmodeus abrió los ojos, aun un poco mareado, y su visión fue ocupada por los ojos dispares de una bella joven - uno violeta y otro azul.

Mirando a su alrededor, Asmodeus observó que se encontrada en los aposentos de algún noble, acostado en una muy lujosa cama que un plebeyo nunca ni soñaría poder acostarse.

- Sir Asmodeus! Tiene que salir de aquí! Mi padre no tardará en llegar, y si te ve conmigo, sin duda te matará! - La doncella dijo, con un tono de miedo en su voz.

—Jeje estamos igual pequeño amigo— le dice al pequeño cartel del mono el parche.

Luego de aquello 12 entra al bar, escuchando una campanilla sobre su cabeza que auncia su entra. El clon que queda viendo los rostros de las personas que voltearon a la puerta «Esos ojos, A veces dan miedo» penso el chico. mientras seguia su camino hacia la barra, en busca del cantinero

tranquilidad, es lo que se puede sentir y respirar en este lugar.No conoce la vicitudes de la vida, ni tiene nada por el cual tenga que descargar mis poderosos manos justiciera.

Si bien era cierto que este lugar tenia una particularidad unica, este no dejaba de ser una diferencia meramente causado Nimb en un arrevato de aburrimiento eterno.

Oh si nada que me motivaria por el cual estar aqui, si no fuera porque aqui se se siente algo, peligroso, algo extrano.Una sensacion que pertulba el equilibrio de este lugar.

No solo eso, si no que una inmensa sensacion de fatalismo me ha indudado con solo estar aqui,esa sensacion de mi pecho,como abujas perforandome el pecho.No es normal, no lo es en definitiva.Ese "algo" merece ser investigado, ser observado, quizas me sea de utilidad para mi evangelio o quizas sea algo que quiera contaminar mas el bien y mal. Da igual que sea, mis ojos y manos estan para destruirlo ¡para algo mi forma angelical tenia ese poder!

¡si poder, el poder que conviene ser un segaror de almas!

me rio ligeramente, ante mi propio comentario interior, pero estoy perdiendo el tiempo, oh si mucho tiempo.Mejor moverme y actuar.

Busco ese extrano ser, ese humano que su rostro esta velado para mis ojos.Una vez lo localizo con sigilo y precaucion, busco un niño para que me haga un pequeno favor.

-Oh niño, os necesito un favor tuyo, por la gracia del señor te recompesare con dinero.¿vez a ese humano de hay? ¿aquel que no se ve su cara? Necesito que vallas y hables con el.Solo una conversacion normal y corriente, despues regresas aqui conmigo y me dices que te dijo ese ser, y decirme que sensaciones te produce hablar con el.

Le enseño algo de dinero para que vea que no estoy mintiendo.

- Placticamente es dinero facil, y ligero.Solo hablar y listo ¿no crees que es una delicia ese favor?.

Si el niño acepta el favor, lo observare desde la lejania oculto obiamente, para ver si noto algo extrano de ese ser con mis ojos que ven lo oculto.

Si no lo acepta, intentare seguir sigilosamente a ese ser

Notaba los ojos de la gente clavándose en mí. No estaba acostumbrado a tener a tanta gente alrededor y la verdad, me molestaban un poco.

Caminaba sin prestar mucho caso a mi alrededor pensando en Vectoria. La ciudad flotante que según había descubierto sobrevolaría el lugar, aunque no había logrado descubrir concretamente el momento, pero si el lugar y no debía demorarme más allí o perdería la oportunidad de dentrarme en sus secretos arcanos.

Tenía que preguntarle a alguien cómo llegar hasta Pradera Verde, pero sería difícil si todo el mundo me rehuía cuando me veía pasar. Quizás si me pasara por la tienda de ingredientes para pociones podría encontrar información y tal vez allí soportaran más mi aspecto que en cualquier otro lugar público.

Llegué callejeando a la tienda y entré.

Una ola de aire caliente rodeó a 12 mientras este adentraba en el bar. Tres mesas de madera estaban posicionadas sobre el piso (también de madera) en horizontal, paralelas al mostrador en la pared opuesta a la puerta, donde el (posible) dueño del bar contaba su dinero (un halfling con dos ojos intactos). 

Seis soldados, vistiendo armaduras metálicas leves, charlaban casualmente sentados en una de las mesas, próximas al mostrador. Probablemente eran miembros de la milicia del barón descansando (o holgazaneando) luego de sus turnos de trabajo.

En otra de las mesas, próxima a la puerta del bar y a una de las vigas de madera que sostenían el techo, se encontraban tres campesinos de rostros hinchados y rojizos de tanto beber. Completamente borrachos.

Al lado del mostrador había un hogar, de donde se originaba aquel calor contrastante con las calles de Liwold. Por último, existían dos portales en arco que llevaban, respectivamente, a la cocina y al piso superior.

Threkor no tardó mucho en encontrar la tienda, en una de las calles próximas al castillo del barón. Un cartel sobre la puerta decía "La Pócima Dorada - Pócimas y Ítems mágicos". Sin embargo, al tratar de abrir la puerta, la encontró cerrada y bloqueada.

- Oye, señor. - Una vocecita dijo, mientras Threkor sentía como una pequeña mano tiraba de su manto con timidez. Un niño, con alrededor de 7 años, se hallaba detrás de él, con timidez y miedo visibles en sus ojos dispares (uno castaño y otro rosa). - El señor Marshall no está. Se fue a Prado Verde, creo. - 

Miré al niño desde dentro de mi capucha y me incliné un poco hacia él. Vi el temor tanto en su ojo castaño como en su ojo rosa cuando me acerqué a su cara.

¿A Prado Verde has dicho? Supongo que será lo mismo que Pradera Verde. ¿Y me puedes decir como se llega a ese sitio? Debo hablar con Marshall y no puedo esperarme a que regrese.

Mientras hablo tiro de mi manto. No me gustaba demasiado que la gente me tocara.

- Eso, Pradera Verde, creo... - El niño se rasca la cabeza, tímido. - Mi papá siempre que va a esa aldea sigue aquel camino de allí. - El niño apunta para una calle hacia el este. La calle, rodeada de casas, finalizaba en murallas de piedra con 10 metros de alto, donde se encontraba la puerta que llevaba hacia la salida de la ciudad. Por el otro lado, era visible un camino de tierra, pero desde donde se encontraba Threkor, no podía ver mucho más allá de la puerta. 

El niño ligeramente comienza a balancear los brazos, demostrando signos de impaciencia, mientras lanza vistazos rápidos hacia el otro lado de la calle.

Sonreí al abrir lentamente mis ojos purpuras al estar tendido en esa cama que lo mismo podría estar hecho del mismo cielo por su comodidad. Mire a la bella joven que estaba tendida a mi lado con cierto miedo por la cercana llegada de su padre y lo entendía en cierta razón, eran un joven galán que probablemente había robado la virginidad de esa joven, que de forma segura ya estaba prometida a otro caballero. Tome su mano gentilmente  y la bese, tras ello la mire a los ojos y bese sus labios suave pero apasionadamente.

—No se preocupe bella dama, en poco estaré desaparecido  sin que su padre ni sepa que estuve aquí yaciendo junto a  vos— Guiñe mi ojo y sonreí mientras me levantaba y me empecé a vestir rápidamente.

Ya vestido tras un pequeño rato me dirigí raudamente por una de las puertas, intentando no llamar la atención dentro de la mansión e intentar salir por una de las puertas traseras para que ninguno de las personas importantes de la casa noten que estuve allí y no tenga problemas de ninguno tipo, aunque tampoco me importaría, un poco acción es siempre divertido  pensé mientras salía. 

Cruzando los corredores y tratando de recordar mentalmente el mapa de la mansión, Asmodeus llega a las escaleras que llevaban al patio interior del castillo, por dónde podría huir fácilmente. 

- Carolina! - Una voz suena en las escaleras, seguida por el sonido de pasos sobre el suelo de mármol. - Donde estuviste toda la noche, hija mía? Sir Miguel te estuvo esperando y no apareciste. - La sombra del hombre, el cual Asmodeus reconoció como perteneciente al Barón Brison Duskgreen, se hizo visible en las paredes que rodeaban las escaleras. - Carolina?

Mirando a su alrededor, Asmodeus notó a su izquierda la presencia de ventanas, tapadas por gruesas cortinas verdes. A su derecha, en la pared, habían algunos candelabros apagados y uno que otro cuadro de algún antepasado perteneciente a la familia Duskgreen.

La sensación de libertad era indescriptible, pensaba mientras caminaba descalza sobre la arena húmeda y caliente, sintiendo el azote del viento en mi rostro mientras desordenados mis cabellos caían a raudales sobre mis hombros y espalda. Desde que abandonara el templo en esta mi primera gran asignación me sentía diferente. Finalmente podría llevar a cabo mi propósito de estudiar en primera fila los acontecimientos que sucedían  en todo lo largo y ancho de Arton. Podría ver las diferentes razas, estudiar las culturas, sumergirme en costumbres…las opciones realmente era infinitas. Además Collen se me antojaba especial con sus gentes con extraños colores en sus ojos, precisamente allí debía comenzar mi peregrinación, entre aquella gente podía sentirme a gusto sin ser menospreciada.

Caminaba ahora despreocupada, sintiendo el cálido abrazo del sol acariciar mi piel y espíritu, dejando atrás aquellos lóbregos y oprimentes  días en el monasterio; donde cada segundo de cada hora era observada y juzgada acusándome hora tras hora. Ahora ya tenía 18, una edad razonable para tejer yo misma mi destino sin tener que marchitarme entre aquellas húmedas cuatro paredes.

Una figura en la arena prontamente atrajo mi atención, imaginando alguna chatarra proveniente de algún buque, tal vez algún animal marino varado en la playa pero la curiosidad fue incrementándose convertida en horror cuando la silueta tornándose más nítida dibujo las formas de un muchacho.

Desconfiada, al llegar hasta él, ya sostenía un palo entre mis manos y me dispuse por un momento a tocarlo con el otro extremo, zarandeándolo un poco. Un leve quejido fue el indicio que me verifico de que no me encontraba frente a un cadáver. Sonriente mordí mi labio inferior emocionada, era lo primero así interesante que me ocurría desde abandonar el templo ¡Después de todo era un pirata!, ¿no?

Sin mucho ímpetu tratando de ser objetiva simplemente lo voltee, boca arriba, arrodillándome junto al chico para escuchar su respiración. De una rápida ojea podría cerciorarme si necesitaría resucitación, y atender alguna herida importante si estuviera desangrándose o requiriera vendaje urgente.

Algunas suaves palmaditas a su rostro una vez pasado el momento inicial asegurándome que su vida no corría peligro, de todas formas necesitaría  reposo y en aquellas condiciones no había mucho más que pudiese hacer por él.

-¡Hey! muchacho pirata, despierta. ¿Puedes incorporarte? Necesito que me ayudes a llevarte tierra adentro, yo sola no puedo contigo.

Catalogue mi delgada figura, húmeda en el agua de la costa, negué por un segundo sintiendo la frialdad querer hurgar hasta mis huesos; afortunadamente era de día y el sol calentaba lo suficiente.

Una rápida ojeada al litoral me llevo a catalogar la geografía del lugar. No podía aparecerme con un pirata en el pueblo, no al menos hasta que supiera con certeza que en esta zona no los perseguían o algo por el estilo. Tal vez lo ahorcaran nada más verlo llegar, sin proveerle ayuda. Tal vez una cueva o algún lugar lo suficientemente alejado podría servirle como alojamiento hasta que pudiera sostenerse sobre sus propias piernas.

 Suspire silenciosamente. Esta era mi suerte, el padre tenía que aparecer en el momento equivocado, ya estaba tan cerca de salir, pero no. Mire a mi alrededor y vi las ventanas,que primero aparte la verdes cortinas e entonces decidí abrirlas ventanas intentando no hacer ruido, mientras miraba hacia abajo para calcular más o menos distancia que había hasta el suelo. " Estaré muy enfadado si este traje se me ensucia al hacer esto " pense mientras subía al bordillo de la ventana. Tome un ultimo suspiro y salte.

Asmodeus aun tuvo tiempo de ver como la calva del barón se asomaba por las escaleras antes de saltar. La altura era de 20 hasta llegar al suelo del jardín interno, pero justo debajo de la ventana existía un árbol, el cual Asmodeus podía tratar de agarrarse.

Por desgracia, no lo logró. Las ramas del árbol frenaron su caída, mientras Asmodeus agitaba los brazos frenéticamente para tratar de agarrarse a algo, sin éxito. Asmodeus cayó boca abajo en la hierba. Su traje se había ensuciado de verde musgo en los brazos y en el pecho, y su cara se encontraba llena de cortes y moretones. Al menos seguía vivo.

Algunas criadas se asustaron con todo el jaleo y ahora mantenían toda su atención en Asmodeus. Como recordaba, en los muros del jardín, existía una pequeña puerta de metal que llevaba hacia las afueras del castillo. Por suerte, se encontraba abierta.

Analizando su entorno, Agnis pudo notar que una escarpa rocosa, con alrededor de 50 metros de altura, dividía Liwold del mar. La zona donde se encontraba en particular era una depresión de tierra que formaba la playa, playa que se extendía por algunos quilometros hasta que terminaba en las grandes paredes naturales de piedra que sostenían Liwold sobre el mar. 

Probablemente, en aquellas grandes escarpas podría encontrar alguna cueva formada por los siglos de erosión provocada por las olas del mar.