No se abre empujando, por si no ha quedado claro. Los cristales tienen unas guias que los abren lateralmente. Entre ellos el hueco no es mayor de 3 mm, como tampoco la anchura del cristal. Y hay unos pequeños agujeros redondos a cierta altura por los que se introducen los dedos para tirar hacia un lado.
A grandes zancadas, Nagash cruza el mueble y obserba esos pequeños agujeros con los que una vez vio que se podía empujar lateralmente la puerta.
- Mortales, fijaos en esto. Intentaré introducir aquí mi báculo demoníaco, a ver si podemos empujar. ¿Teneis algo parecido?
Pues esto es lo que hace Nagash.
Yo no... aunque puedo ayudarte ha hacer palanca- le dice Magneus a Nagash
-Woww- replica el chamán emocionado, aunque se notaba su tono sarcástico- Ese báculo de regaliz no es lo suficiente duro para hacer palanca...
-Jefe!, es báculo no es de regaliz es de metal...-contesta Car
-Si, todas las miniaturas son de metal...-sigue kor
-...O de plástico, como nosotros- continúa Ter
Enfurecido, el chamán golpea con su bastón a Nor, el único que no había dicho nada.
-Insolentes!
- Mira, pedazo de plástico verde. Aquí el único cacharro de regaliz que hay es tu boca de insolente. Haz el favor de dejar de decir tonterías sobre el báculo prohibido desatador de demonios y ayúdame a abrir esto si no quieres acabar en el inframundo fregando los deshechos de khorne.
Agarra el báculo insertado en la ranura y se arremanga los faldones.
- Auhm.
Tras unas toses que podrían asignarse a un muerto.
- Que alguien llame a mis zombis, que dejen de roer restos y vengan a echar una mano.
-Parece que Nagash se levantó con el pie izquierdo- replica Car.
Y todos los demás orcos se ríen al unísono
Con los ojos inyectados en sangre mira al grupo de orcos con ganas de causar pavor y gesticulando con grandes aspavientos.
- Klaatu, baradaaaaa...
Basta, los dos- grita Magneus- la prioridad es salir de aquí y es mejor que colaboremos. Dejad las discusiones para después.
El bastón de Nagash se dobla ligeramente con sus esfuerzos. En la lejanía se oye... algo... no, debió haber sido un trueno lejano.
-Lo que yo dije... -critica, el chamán orco.
Después de esto, se sienta tranquilamente y entrelaza sus piernas. Cierra los ojos y comienza a sumergirse en un mundo de tranquilidad infinita.. O eso quería hacer creer a los presentes el viejo chamán, que verdaderamente, estaba intentando pensar en algo con lo que salir de allí.
Al cabo de un rato, parece que el chamán sigue en trance, sus subalternos ya están de risas, la escuadra de marines ha quedado agotada y Nagash sigue haciendo aspavientos. Pero, en un momento de exaltación, cierra los ojos, cabeza alzada, y percibe dentro de su ser como sus palabras tienen efecto por fin. Por muy desentrenado que estuviera, sólo era cuestión de tiempo que sus poderes emergieran.
Y, efectivamente, la barrera invisible se desplaza lenta y solemnemente, rindiéndose a su poder.
Nagash sonrie con sorna.
- Panda de cabezas de plomo!
Recupera su bastón negro y amenaca con la mirada de fuego a sus zombis que, sin percatarse, parecen decorar sus peanas con ciertos restos de polvo que han encontrado en un rincón de la vitrina.
¿Que diablos haces, piel verde?- pregunta Magneus al orko- espero que sea una magia que pueda servirnos para salir de aquí.
- ¿Una magia pielverde que nos permita salir de aquí? Eso quiero verlo, querido.
Dice Nagash tomando asiento en su peana cuadrada mal decorada con algo de serrín y piedrecillas del campo.
El cristal se ha desplazado completamente, pero no todos se han dado cuenta. Tal vez los orcos no noten la diferencia, salvo el chamán, que parece el más avispado.
-¿Quién dice cacho de hierro- responde refiriéndose a Nagash- que no ha sido Gorko el que ha movido el cristal, a través de mis plegarias?- Decía intentando parecer misterioso.
-¿Qué cristal, jefe?-decía uno de los pielesverdes.
-¿Qué es un cristal?- continuaba.
-¡No os mováis!, ¡hay un terremoto!- gritó otro.
Vale... el cristal de la vitrina esta abierto entonces??
La vitrina, finalmente esta abierta. El chaman orko había echo un buen trabajo después de todo... No había tiempo que perder.
Escuadra- grita Magneus, con lo que sus soldados se reúnen con él- hay que salir de aquí. No sabemos que peligros hay ahí fuera, pero estad preparados para lo peor. ¿Entendido?
Señor, si señor- respoden
Magnus asiente ante las palabras de sus hombres y se acerca hacia el borde de la estantería, con la intención de medir la distancia que hay para la bajada.