Partida Rol por web

Gortnus no pudo sentirse un tanto avergonzado por haber malinterpretado a Cassim, pero en seguida se le borró esa expresión de la cara cuando dijo eso de '...aunque yo más derecho...' Sin duda al enano eso no le sentó nada bien. "¡¿Qué se habrá creído este ladronzuelo?!" Pero no exteriorizó este aislado pensamiento pues le alegraba saber que las intenciones de su amigo eran justas.

-Perdóname, Cassim, te había entendido otra cosa. ¡Es que con ese acento tan raro!- Exclamó como vaga excusa a la vez que se reía. -Me parece bien lo que propones aunque creo que el reparto puede ser diferente.- Se tomó un tiempo para explicarse. -Nosotros dos y Harpálice somos los que más interés hemos mostrado por el mapa, por lo que creo que a cada uno nos corresponde un trozo de mapa.- Le dijo con un guiño. -El que queda bien puede quedárselo Fizban o Nehira, tanto me da. Lo dejo a tu elección.- Comentó con indiferencia. Es cierto que todos aportaron su grano de arena, pero no todos lo hacían por el hecho de conseguir el mapa. Según el criterio del enano este era un reparto justo y equitativo, pues al fin y al cabo, las ganancias iban a ser repartidas a partes iguales. El dividir el mapa no suponía más que un gesto simbólico que trataba de crear una necesidad de respetar al grupo, lo cual no venía mal oyendo los gritos de Nehira volviéndose más irascible a cada segundo que pasaba. -Bueno, será mejor que volvamos junto a la hoguera o mucho me temo que tratarán de asarnos en ella...- Trató de sonar como una broma pero realmente no conocía de mucho a aquellas dos mujeres y por lo que había visto, no era algo inteligente llegar a las manos sin una buena razón.

Gortnus salió de los arbustos con decisión y expresión de haber tomado una buena decisión. Bueno, no vamos a mentir, también el tener al resto del grupo gritando desde una distancia prudencial puede afectar a la velocidad con la que uno puede debatir sobre algo. "Si es que uno ya no puede hacer las cosas tranquilo." Pensaba un tanto frustrado el comerciante.

De cualquier manera, se dirigió hacia la hoguera y se sentó preparado para contar a sus compañeros los sucedido tras la pequeña reunión. -Podéis estar tranquilas, Harpálice y Nehira, nadie va a quitaros nada.- Se gira levemente hacia su compañero visirtaní. -Cassim tan solo me estaba enseñando el mapa y estábamos discutiendo la manera de tratar el tema de manera justa.- Se aclaró la garganta para poder hablar sin pausa. -Lo primero de todo, el mapa ha sido dividido en cuatro partes. Hemos decidido que una sea para Harpálice, otra para Cassim y otra para mí. La cuarta parte me es indiferente quién se la quede.- Hizo un ademán a Nehira y Fizban para que no interrumpiesen y le dejasen explicarse. -Esto no es por otro motivo más que por el interés que hemos mostrado desde un principio. Además, el reparto no es más que algo simbólico. No he olvidado lo ocurrido en la taberna y cómo colaboramos todos para salir del aprieto. Tan solo creo que ésta puede ser una manera de sellar un pacto de amistad, por decirlo de alguna manera.- Dijo con la esperanza de que entendiesen lo que el enano intentaba decir con todo aquello. Ciertamente no podía haber acabado con mejores compañeros de viajes, pues parecían personas capaces y con las que se podía contar. Pero, a pesar de haber terminado juntos, no podía decirse que habían empezado con buen pie. Así que era mejor limar asperezas cuanto antes. -Y dicho todo esto, me presento como es debido. Soy Gortnus, orgulloso enano de la fortaleza de Moru y habilidoso mercader ambulante. A vuestro servicio.- Terminó su presentación con una leve reverencia. 

Cassim asintió ante las palabras del enano. Ya le había dado uno de los trozos del mapa, ahora repartiría los otros dos. Uno para Harpálice y otro para Nehira o Fizban. Los gritos de la mujer le tentaban a no darle nada, pero pensó que en un combate o en caso de enfado, sería más manejable el mago que la muchacha de la espada. Salió de los arbustos tras el enano.

El ladrón salió de la zona de arbustos para regresar al amparo del calor de la hoguera, ligeramente más retrasado que el enano. Volvía feliz, vistiéndose de nuevo, metiendo la camisa bajo la armadura de cuero, y a la pata coja, con una babucha en la mano y dos trozos de pergamino.

Mientras Gortnus hablaba, se colocó la zapatilla y miró con cierto reparo a la paladina, frente a él con la espada desenvainada y gritando cosas, enfurecida, alejándose a propósito de aquella loca. ¿Qué era lo que le pasaba? ¿Por qué tanto odio si él sólo quería ayudar? Cómo si fuese un gato asustadizo, se colocó al otro lado de la hoguera, justo junto a Fizban y Harpálice.

— ¡Sessiz! ¡Tranquila! ¡Çılgın kadın! ¡Yo amigo! ¿Sí? - dijo con cierto tono nervioso. — Como jefe disir, Cassim mapa conseguir. ¡Y gratis! - añadió mirando a Harpálice que en la taberna había parecido dispuesta a pagar al borracho.

Dicho esto, le dio un trozo del pergamino a la mujer alta y rubia. El visirtaní había cortado con cuidado las cuatro partes del mapa, para que el pergamino no se rompiese ni deshilachase, aunque poco le había importado si el corte pasaba por ciudades, ríos, mazmorras o nombres.

— Harpálice luchó bien por conseguir. Mapa para ella. Trozo para mi. Yo Cassim, por cierto. Cassim. Otro para Gortnus. — Una sonrisa nerviosa se instaló en sus labios, bajo el mostacho y su nariz manchada de sangre seca antes de señalar a la paladina— Y otro para mujer gritona. ¡Sessiz mujer! ¡Tranquila! ¡Sessiz!

De todos modos, sus palabras no acompañaron a su gesto, pues la tercera parte se la dio a Fizban, mientras le empujaba a que se lo entregase a Nehira, manteniendo así el espacio, vital para Cassim, entre el ladrón y la espada de la paladina.

Conciliador, añadió:

— Yo arriesgué pellejo por traer mapa a nosotros. Ahora colaboramos. Ishtar bendice. Isthar dice que hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer algo juntos. Cualquier poder si no se basa en la unión, es débil ¿No? Unidos fuertes ¿Sí? Trozos juntos, tesoro para nosotros. — hizo una pausa dramática, satisfecho de sus palabras. Pero pareció recordar algo y mirando a la Nehira añadió: — ¡Pero no cortar dedos ni otros cosas Cassim! ¿Sí? ¡Dedos míos útiles! ¡Gortny puede disir! ¡Yo valioso!

Luego recogió su turbante y comenzó a lavarlo de los restos de comida con el agua que quedaba en el odre, para ponerlo sobre su cabeza una vez limpio y esperando que todos compartiesen su mapa y viesen, de una vez por todas, dónde les iba a llevar aquella historia del borracho. Cassim tenía muchas ganas de comprobar qué ponía aquellos pedazos de pergamino pues su comprensión lectora de la lengua común era similar a la que tenía él parloteando dicho idioma. ¡Qué Ishtar les amparase a todos si comprender aquel mapa dependía únicamente de Cassim!

Aja mi buen amigo Cassim por fin hablamos como compañeros bien creo que está todo solucionado al poder admirar este mapa moqueado masticado y aguado en parte pero es un maldito mapa, ¿os suena? bueno por si acaso lo retendré en mi memoria ahora que todos hemos llegado a un acuerdo. Aunque no sé si es seguro dormir en este lugar habremos alertado a más de alguna criatura de la noche opto por desplazarnos en dirección norte al menos una distancia suficiente para no ser emboscados esta noche, por lo demás creo que podemos dejar aquí nuestras diferencias aunque sería bueno Cassim que devolvieses las pertenencias robadas de las señoritas de esta forma todo quedará resuelto.

O eso creí mirando el mapa nuevamente y no haciendo adagio de lo escuchado acerca de dicho tesoro.

- ¿Ahora que hemos montado la tienda?- Movió el brazo como espantando un molesto mosquito.- No te preocupes mago. Esto no ha sido para tanto. Ah, y ya me devolvió lo que me robó, tirándomelo a la cara. Al parecer no fue de su gusto o no era lo que buscaba.*- Le hacía gracia lo asustadizos que podían resultar a veces los hombres, pero allí estaba ella, con su maternal pecho para ampararlos a todos. 

Las palabras de Gortnus le hicieron relajarse. De nuevo tenía una sonrisa en los carnosos labios. Respondió a la reverencia del enano con un fuerte apretón de manos.- Mi nombre es Harpálice de Bosqueacebo. La dulce Harpálice como decía mi padre, aunque realmente significa "loba rapaz".- Al hablar de su familia los ojos claros de la muchacha se llenan de brillo cálido. Tomó el trozo de mapa que le tendía el ladronzuelo, del que por fin conocía su nombre, Cassim.- Echemos un vistazo. Juntemos las partes.

Cassim iba a replicar al hechicero moviendo los brazos, realizando aspavientos y acordándose de su familia por denominarlo ladrón, cuando Harpálice explicó lo sucedido. Él no era un ladrón. Prefería decir que era un recuperador de cosas que la gente se dejaba olvidadas... pero no tenía el vocabulario para expresarlo en la lengua de Occidente. Primero con una mirada de odio al mago y luego con un gesto de agradecimiento y una sonrisa a la "loba rapaz" siguió lavando su turbante-que-sirve-para-todo. Después se acercó con su trozo de mapa bien aferrado en el puño.

Bajé mi arma soltando un gruñido tras observar a ese par de individuos salir tras el arbusto. No sé que se habían creído, cual era la impresión que se habían llevado de nosotras pero sin duda alguna era equivocada. Ni Harpálice ni yo consentiríamos que nos tomasen el pelo o nos tratasen como tontas, quizá a sus mujeres las tratan así, pero tampoco era normal ver a una mujer empuñando un arma. Me quedé mirando al enano mientras comenzaba con su discurso, sin darle importancia al pedazo de papel que se repartían, pues lo que me ofendía era su forma de tratarnos. Miré a mi compañera cuando le entregaron uno de los pedazos, sin saber que era lo que recorría su cabeza. Pues en la mía no había intención alguna de continuar con esos individuos más del tiempo necesario, seguir después nuestro camino solas, como debería haber sido en todo momento.

Al enano no tardó en seguirle el ladrón, con su acento y sus palabras mal pronunciadas como siempre había sido. Sin duda él era el peor de todos con diferencia y ahora me ofrecía un pedazo de mapa con la intención de que me tranquilizara. El cual aceptaría sin reparo al menos como seguro, si ellos pensabas que la historia del túmulo podía ser cierta, no se marcharían con nuestras cosas en la oscuridad dejándose el pedazo de mapa. Seguí con la mirada su mano, contemplando como se lo entregaba al mago dándole indicaciones de que continuara pasándolo hasta llegar a mí. No me importaban sus mal pronunciadas palabras ni lo que tuviese que decir, no me fiaría de él lo que quedaba de camino. Para acabar el mago, el cual parecía ser el más sensato de ellos, hablaba de manera conciliadora aunque proponiendo que nos marchásemos a otro lugar ¿Quién sería tan necio para enfrentarse a cinco guerreros si no era al menos una decena de hombres? Y si así fuera... los escucharíamos acercarse.

- Que no se olvide el pedazo del mapa, mago – dije mientras me alejaba un paso del fuego volviendo a donde antes me encontraba sentada, esperando que juntasen las partes para luego reclamar lo que es mío.

Harpálice no tardó en negar la idea del último de los hombres en tomar la palabra, sin ganas de marcharse del lugar en el que ya nos habíamos asentado. Puede que para ella el robo no significase tanto, más cuando el ladrón le había devuelto lo hurtado. Pero para mí aquello no cambiaba nada... Seguía siendo una rata a mis ojos y siempre lo sería, tan escurridizo y huidizo, sería mejor no perder no darle la espalda. Tras ello se presentó, igual que el resto del grupo, algo que yo ni me molesté en hacer pues no esperaba que tuviesen que recordar mi nombre demasiado tiempo.

- Eres demasiado confiada, Harpálice – comenté mientras tomaba asiento de nuevo, casi dejándome caer sobre la manta aún bastante dolorida. Colocando la espada a mi lado sin llegar a guardarla de nuevo en su vaina – Espero que no te equivoques con estos hombres, pues quizá la próxima vez no pueda estar para defenderte – de nuevo la miré, claramente aún enfadada por la situación que acabábamos de vivir.

Sabía de sobra que era una mujer fuerte, pero seguía siendo solo una. En nuestro primer encuentro ya lo había demostrado ¿Qué habría pasado si no llego a estar con ella? Aunque lo mismo era para mí, pues ella también me había salvado. Solo que ahora las cosas parecían cambiar y el futuro al que llevaban era aún incierto.

Gortnus hizo un gesto de desagrado ante lo suspicaz que se mostraba Nehira. Había actuado justamente y había repartido el mapa, se había presentado educadamente y hasta les había ofrecido su amistad. Ni siquiera un enano se mostraría tan testarudo ante una situación así (bueno, quizás sea generalizar demasiado... pero ya me entendéis). -Haz lo que quieras, mujer. Pero no deberías mostrarte tan desconfiada cuando fuiste tú la que inició todo el tumulto en la taberna.- Le espetó a Nehira con un aire de enfado por considerarlo alguien indigno de confianza.

Todavía con una expresión de mal humor en la cara, el enano sacó su trozo de mapa y lo juntó con las partes de sus compañeros. Su enfado se iba disipando poco a poco y la curiosidad por averiguar lo que habían obtenido ocupaba su lugar hasta convertirse en un entusiasmo infantil. -A ver que tenemos por aquí...- Decía mientras estudiaba con cuidado la información que el mapa les proporcionaba.

Al fin, después de mucho farfullar, nuestros amigos se decidieron a unir los pedazos del mapa que Cassim había despedazado innecesariamente (o tal vez no, quién sabe). A la ténue luz de la hoguera, los trazos se distinguían malamente... sin embargo, ahí estaba el dibujo: en él se apreciaba Castamir, sí, y otros emplazamientos menores. Sin duda el mapa reflejaba la geografía de la región, aunque tal vez los lugares a los que se refería no existieran. Pero, ¿qué opciones tenían? Con Castamir a sus espaldas, un camino real plagado de guardias, y sin apenas monedas en sus bolsillos (salvo el enano, pero estos nunca se han caracterizado por ser manirrotos, que se diga), aquel mapa les brindaba una posible ruta de escape, por no hablar de las promesas de riquiezas incontables.

Gortnus observaba el mapa con mucho interés. Al aparecer representado Castamir, no le resultó difícil situarse. En cuanto a la información que contiene, parecía que plasmaba de manera fiable la geografía aunque no podían confirmar la veracidad del resto de indicaciones. De todos modos, y teniendo en cuenta la situación actual de los aventureros, el trozo de papel por el que tanto pelearon podría servirles haya o no tesoro. -El mapa me parece fiable... Por lo menos para poder movernos por la región sin demasiados problemas.- Dijo el enano mientras intercambiaba miradas entre el documento que tenía en sus manos y el paisaje que lo rodeaba. -Lo malo es que, contando con que no podemos volver a ese pueblucho del demonio, se podría decir que estamos en medio de la nada... Nos espera un largo viaje hasta el asentamiento más cercano.- El comerciante juntó mejor los trozos de mapa y se dispuso a explicar la ruta de viaje que tenía en mente. -Creo que lo más sensato sería llegar hasta el atalaya oeste que aparece en el mapa. Aunque para ello vamos a tener que atravesar las colinas huecas y el rio helado. También tendremos que tener cuidado con este sitio donde pone '¡Trolls!'... ¡Aunque sería una buena manera de averiguar las verdades que cuenta el mapa!- El enano suelta una carcajada al pensar en lo ridículo de verificar el mapa de esta manera. -Ay... Bueno, una vez en el atalaya podemos tomar esta ruta para movernos tranquilamente. Puede que sea un largo camino, pero no me parece conveniente moverse bosque a través si no se conoce muy bien la zona.- Comenta una vez recuperado de su inesperado ataque de risa. Gortnus es un viajero experimentado, pero siempre se ha movido por rutas y caminos transitados y bien pavimentados o señalizados. Todo el mundo sabe que los enanos son muy amigos de las cosas bien asentadas y construidas, tan solo se mueven por la caótica naturaleza cuando no existe otra posibilidad y no disponen de los materiales para crearse ellos mismos su senda mientras avanzan... Curiosa raza ahora que lo pienso.

- Nehira sólo impedía que me robara mis cosas vuestro "fiable" amigo.- Mejor si contestaba ella a lo dicho por el enano que la paladina. Decidió dejar el agua correr para evitar problemas mayores. La curiosidad por ver lo que ponía en el mapa le ayudo a ello. Lo observó con curiosidad infantil.

- ¡Guauu! Vaya rodeo hay que dar para llegar al túmulo.-  Parecía mucho más corto el camino directo. Pero entonces reflexionó un poco y asintió a las sabias palabras de Gortnus.-Sí, ya que hemos sufrido tanto en obtener el mapa sería de tontos no seguirlo ahora. Voto también por acercarnos a la atalaya norte y seguir la ruta marcada.- Aunque Harpálice se había criado en plena naturaleza se encontraba lejos de su tierra, con fauna y flora totalmente diferente, por lo que prefería no adentrarse por senderos o campo a través, al igual que el enano. Era una guerrera no una exploradora. Dejó caer el dedo sobre el mapa donde indicaba un camino subterráneo.- De todas formas no creo que pueda accederse al túmulo más que por ese camino.- Donde por otro lado, no les vendría mal contar con la ayuda de un enano. - Por mí podríamos remontar el río hasta que encontremos un vado. Con un poco de suerte divisaremos la atalaya norte desde este lado.

Cassim se encogió de hombros ante las decisiones sobre dónde ir, dónde parar, bosque o camino. Eran las típicas discusiones de taberna ¿prefieres desierto o montaña? Interminables. Al final, además, el destino ya había escrito por dónde iban a ir... sólo que ellos no lo sabían. Lo único que no le gustaba del mapa era aquello del barro hirviente. Le recordaba al aceite de las vasijas y eso no era un pensamiento nada agradable. Las ampollas incurables de su espalda y sus piernas quemadas así lo atestiguaban. Ante las palabras del enano y Harpálice, se encogió en una reverencia, cómo diciendo: a sus órdenes, damas y caballeros. Gortnus era el jefe y Cassim asumiría lo que él decidiese.

El ladrón remoloneaba alrededor del corrillo que se había formado alrededor del pergamino, impaciente por recuperar su parte y volverla a guardar. Iluso. ¿Acaso pensaba que sin la ayuda de aquellos hombres y mujeres sería capaz de llegar hasta el maldito túmulo?

La voz de mi querida Harpálice hizo que tan solo emitiese un gruñido en vez de contestar las acusaciones del enano, comenzaba a estar cansada de todos ellos y volver a discutir sería una pérdida de tiempo y de esfuerzo. Me limité a quedarme sentada escuchando las palabras de aquellos que tenían algo que decir, pensando en cual sería mi próximo paso. Seguía sin tener interés alguno por acompañarles hasta un túmulo imaginario, pero acompañarles en parte del trayecto era lo más sensato. Al menos hasta que llegásemos a la atalaya y una vez allí continuar mi camino, con o sin Harpálice. No era algo que me gustase, pero sabía que separarme de ella sería algo que tarde o temprano acabaría sucediendo. En el tiempo que habíamos pasado juntas había comenzado a sentir algo por ella, no podía negarlo, y su ida me apenaría. Pero ambas teníamos un destino muy diferente al de la otra.

- Os acompañaré entonces hasta vuestro próximo destino, no tengo intención alguna de regresar a Castamir. Quizá ese mapa contenga algo de veracidad en sus escritos – hablé desde mi posición inferior, mirando al ladrón que había comenzado a revolotear como una mosca alrededor de una mie... - Una vez lleguemos a la Atalaya ya decidiré cual será mi próximo paso, pero tranquilos, os daré el pedazo de mapa antes de marcharme para que podáis seguir con las fantasías de un viejo borracho – dije casi con tono de burla, totalmente incrédula.

Tras ello miré a Harpálice un instante, hablaría después con ella si surgía la oportunidad. De todas formas sería un largo viaje y ya habría tiempo de intercambiar nuestras palabras. De momento lo único que me interesaba era cerrar los ojos y descansar de una maldita vez.

Silencio susurré aquí cerca hay trolls lo sabía si seguimos hablando de esta manera vamos a llamar la atención de estos seres miré a los presentes con cara de asombro pueden recorrer grandes caminatas así que creo que lo más seguro es no hablar alto. 

Estoy de acuerdo con seguir la ruta segura empezando por la Atalaya Oeste y terminando por el viejo túmulo, por lo demás deberíais de saber que esta señorita es una paladina y su rango es el más elevado miré a los presentes con las cejas fruncidas de cualquier miembro del grupo por ello os aviso de que hay que tratarla con el máximo respeto, dicho esto cogí el trozo que pertenecía a Nehira yendo hacia ella y dándoselo.

Señora hay que tener cuidado según el mapa cerca de aquí hay trolls debemos de ser precavidos tenga aquí el trozo que le corresponde, en cuanto a mí me gustaría ponerme a vuestro servicio como curandero y erudito de las artes arcanas Fizban a vuestro servicio en cuanto le entregué la carta bajé otra vez mi sombrero a la vez que me inclinaba para saludar y mostrar el máximo respeto a la paladina.  

Ante las palabras de Fizban, Cassim al pasar a su lado le hizo un pequeño gesto de burla desde algún lugar dónde la paladina no le pudiese ver, acompañado de una pedorreta. ¡Vaya galán encubierto que estaba hecho el mago! 

Harpálice miraba entre divertida y desconfiada los revoloteos de Cassim. Pero fueron las palabras del mago las que le hicieron reír aunque trató de disimularlo tapándose la boca con la mano. Aún así le preocupaban las palabras de Nehira. Ella desconfiaba del mapa, bueno...desconfiaba de todo. Viajar con la paladina no era lo más divertido que había hecho Harpálice en su vida, no tango como con aquellos tres desconocidos, estaba segura, pero era de fiar y eso es lo que importaba pro encima de las otras cosas.

Encontrar alguien de fiar hoy en día es difícil. 

Sólo tenía que convencer a la paladina para que continuara con ella el viaje. Tenía todo el tiempo del mundo hasta que llegaran a la atalaya.

- Ya ves compañera. Dejaste en Castamir a una preciosa sirvienta...- Se refería a el papel que había interpretado ella misma en la taberna.-...pero ganaste otro lacayo sin proponértelo, jijiji.- Si no dejaban que Nehira se fuera a descansar tranquila le iba a explotar la vena que palpitaba en su sien. Se acercó a Fizban y le rodeo con su poderoso brazo.- No tengas miedo de los trolls. Con nosotras estás seguro. Ahora descansa y deja descansar a Nehira.- Susurró a la oreja de Fizban una terrible advertencia*. Después cayó e la cuenta de sus palabras.- ¿Curandero dices? Pues aquí tienes trabajo que hacer.

Ahora descansa y deja descansar a Nehira... o será ella la que se convierta en un troll y nos despedace a todos...

Asentí a la muchacha que me rodeaba como una fiera pero que se mantenía entre jugar o morder así que afirmé después me volví a los presentes si alguien quiere recibir curación antes de dormir que levante el brazo e iré a donde está para sanarlo. Me quedé expectante por si alguien levantaba la mano para después de hacer mi trabajo irme a un recoveco pare echarme a dormir no tenía nada para descansar sólo la hierba que nos rodeaba me tumbé en ella, puse mi saco a modo de almohada y el sombrero para tapar mi rostro y boca arriba empecé a respirar cada vez de forma más profunda.