Partida Rol por web

Tras las lomas

Capítulo 2 - Caminos y viajeros

Cargando editor
05/03/2014, 22:29
Director

Volvamos con nuestros valientes amigos. Tras escurrirse como ratas de la aldea de Castamir, decidieron alejarse por la senda más cercana, en dirección al bosque... ¿a qué bosque? preguntaréis. Y yo os responderé: a ninguno, pues aunque no lo sabían, nuestros amigos habían salido por el este de la villa, donde se alzaban unas breves lomas que nada tenían que ver con las temidas Lomas Brunas.

Así pues, nuestros amigos deambularon en la oscuridad, siguiendo la senda (pues otra cosa habría sido una locura, incluso para ellos), hasta que sus cansadas piernas dijeron basta, momento en que decidieron acampar junto a unos matorrales (que de esos sí que había unos cuantos en la ruta que habían tomado. Tal era el frío que incluso se arriesgaron a encender una fogata, pues dudaban que los guardias de Castamir tuviesen interés alguno en seguirles por los caminos, una vez estuvieran seguros de que habían abandonado la villa (lo cual, por cierto, no era difícil de adivinar). De tal modo que Harpálice sacó yesca y pedernal, y comenzó a arrancar pequeñas chispas, al tiempo que otros buscaban entre los matojos alguna rama seca que les sirviese de combustible. En poco tiempo, estuvo prendido el fuego, que, aunque pequeño, calentaba las manos, y todos se arrebujaron al amparo de las llamas para evitar la congelación de sus miembros. Y es que, pese a las diferencias, cuando el frío aprieta, los hombres se unen, aunque sólo sea para compartir el calor de sus cuerpos...

Cargando editor
06/03/2014, 00:07
Cassim

Cassim se arrimó al fuego con un par de ramas retorcidas que había recogido del camino. Miró a sus compañeros, que se colocaban alrededor de la llama que Harpálice había conseguido arrancar a la fría noche. Necesitaban descanso y algo que comer, así que el ladrón colocó las ramas en forma de uve sobre la hoguera y empezó a sacar cosas de su viejo saco sucio: un trozo de queso de aspecto amarillo anaranjado, que hizo torcer la nariz al enano del olor que desprendía; un saquito con unas hierbas picadas de color rojo y verde chillón; un saco con un tipo de legumbre, probablemente garbanzos machacados en forma de puré seco, y dos trozos generosos de carne salada. El visirtaní, concentrado en su tarea no se percató del ruido de las tripas de Harpálice - o tal vez sí, pero no dijo nada - ni del incremento de saliva en la boca del mago. Incluso la orgullosa Nehira se arrimó a ver lo que preparaba aquel tipo, que desenrollándose el turbante, empezó a mezclarlo todo sobre el trapo, dándole golpes, y una vez anudado por ambos lados, echándole un poco de agua de su odre. Una vez bien machacado, lo colgó a cierta altura, envuelto aún en la tela, y el compuesto comenzó a calentarse y a oler a lo que era: comida. El tipo sonrió y decidió ir a aliviarse a un árbol cercano.

Unos minutos más tarde regresó y quitó el trapo del fuego, colocándolo sobre cinco piedras planas que traía consigo. El resultado era una especie de mezcla de carne poco hecha, con puré de queso, garbanzos y algún sabor picante oriental. Se comía con los dedos, y Cassim repartió un puñado encima de cada piedra.

— Nieciesitamos comer. Producto bueno. Cogí carne ayer mañana mercado. ¡Regalo amable comirsiante! Dos riasiones no suficiente para todos porque enano comer como yelefanta ¡lástima que no tener trompa igual! — dijo sonriente mientras ofrecía la comida primero a la mujer herida y luego a Nehira, para terminar con Fizban y Gortnus. — En mi país, mujer cocina bien y rico. Pero hombre aprender si vas al campo o t'echan di casa. Mujeres visirtanís ser hermosas pero muy nigromantes... negre.. negreras, quiero disir. Dimasiado. Mejor esclavos. Cocinan mejor que yo ¡seguro! Lo siento.

Luego se incorporó, con su plato en la mano, mirando hacia lo lejos, como si pudiese contemplar Castamir desde allí y añadió:

— Cassim no sueña. Yo guardia primero. ¿Sí? Luego jefe Gortnus.

Cargando editor
06/03/2014, 10:28
Harpálice

Al calor reconfortante del fuego el ambiente era mucho más relajado. Mientras el hombre cocinaba Harpálice hacía relucir el filo de sus armas con la piedra de amolar. Así debían ser las cosas ahora y por siempre. Se sentía como en casa, hasta que Cassim le puso la comida en una piedra y la probó. El sabor era totalmente diferente a lo que estaba acostumbrada, pero no le hizo ascos pues suficiente que tenían algo que llevarse a la boca. Cogió la pasta hecha de forma tan peculiar con tres de sus dedos y se los llevó a la boca. Casi lo escupe todo de golpe al escuchar los comentarios de Cassim sobre Gortnus.

- Jajaja- Se controló un poco para no ofender al orgulloso enano.- Perdonadme, pero entre el extraño acento y lo que dice...- Acarició la compacta espalda del enano.- Enano, deberías cortarle la lengua además de un par de dedos, y así Nehira quedaría saciada también.- Le dirigió una encantadora sonrisa al visirtaní acompañada de un guiño cómplice.- Esto está muy rico. ¡Qué hambre tenía!- Si tuvieran que sobrevivir de lo que cocinara Harpálice no llegarían muy lejos. Tras llenar su estómago la mujer se puso a montar la tienda.- ¿Me hechas una mano Fizban? Ya pude ver que tienes mucho más músculo que la piltrafa de tu amigo jeje.- Para ser un mago no tenía un mal brazo, aunque Harpálice se imaginaba que en un pulso lo machacaría.-Si no os importa Nehira y yo dormiremos en mi tienda.- Estarían algo apretadas pero sería mucho mejor que dormir al raso.-Yo haré mi turno como los demás y el de Nehira. Ella necesita descansar a gusto, al menos esta noche.- Sacó una manta gruesa y con ella tapó a su compañera y a ella misma, quedándose aún junto al fuego un rato, pues aquellas conversaciones en tono relajado siempre le habían gustado. Dejó que fuera su amiga, como de costumbre, la que rompiera ese clima de camaradería. 

 

Cargando editor
06/03/2014, 12:10
Gortnus

La noche era especialmente fría, pero cerca de una hoguera este detalle casi pasaba desapercibido. El cansancio realmente había hecho mella en nuestros aventureros y los estómagos de todos parecían haberse sincronizado para rugir al unísono. Cassim fue el que empezó a cocinar esa comida suya tan especiada mientras se hacía el gracioso a costa del enano. Gortnus lo miraba con ceño fruncido mientras rebuscaba en su mochila. La joven Harpálice le había dado un par de ideas sobre que represalias tomar contra el taimado visirtaní.

-No merece la pena. Entre el golpe de la nariz y el tiempo que ha pasado sin su turbante el pobre Cassim debe tener el sentido común de baja por enfermedad.- Se detiene un momento al encontrar lo que buscaba en su mochila. Sacó unos paquete envueltos con mucho cuidado. -Tomad, acompañad la comida de la alimaña escurridiza con esto. Esa receta suya es una bomba y tu cuerpo no tardará en querer deshacerse de ella si no se acompaña debidamente.- Dijo Gortnus en tono de broma mientras repartía unas tiras de cecina y una galletas de trigo. Incluso el resistente estómago del enano había notado los efectos de la cocina del ladronzuelo. -Bueno, creo que sería buen momento para hablar del mapa que nos ha reunido.- Comenta con la intención de que se convierta en tema de conversación durante la cena. -Debo decir que fui el primero en mostrar interés por él. Pero sería un mentiroso si negase que todos pusimos de nuestra parte para conseguirlo.- Dijo mirando a los ojos a las dos mujeres. Gortnus era orgullosos, si; pero también un comerciante justo y sería un insulto a su honor de mercader negar a sus dos nuevas compañeras la parte que les corresponde. -Por mi parte, considero que este mapa nos pertenece a todos. Así que la decisión de qué hacer con él debemos tomarla entre los cinco.- Sentenció el comerciante mientras se ayudaba con una galleta para llevarse un bocado de la exótica cena.

Notas de juego

Pongo yo las raciones que faltan. Y en cuanto a las guardias, yo hago la segunda si os parece bien.

Cargando editor
06/03/2014, 23:12
Fizban

Fizban veía que unos cocinaban otros iban a buscar leña para el fuego en cambio el mago ayudó a la muchacha felina a asentar la tienda para que la paladina pudiese descansar de sus heridas, después dejé la puerta de la tienda abierta para que entrara el calor de la fogata y dejé que la muchacha cogiese la ración de su señora, la verdad es que estaba bien hambriento pero las damas eran primero. Todo en orden sí perdonad se me olvidó que salimos por el lado este y no hay bosque, un fallo de última hora ups, ahora todo bien coged primero señoritas vuestras comidas y reponed fuerzas. Me crujían la tripas como toda criatura viviente, la boca se me hacía agua viendo cómo Cassim sacaba tan jugosas viandas y luego empezó a mezclarlas pero ¿qué hace? si ésto se come separado, pero dejé que aquel hiciese lo que quisiera escaseaba de comida y no iba a rechistar, cuando la cabeza empezó a darme vueltas a causa del hambre y viendo que las mujeres empezaban a comer me acerqué y empecé a degustar el guiso del virsitaní si señor buena comida mezcla muy bien hecha le da otro sabor diferente a lo probado, que buena región la vuestra seguro que allí el hombre es fuerte por comer tales manjares, um um sí sí delicioso mientras consumía con unas ganas que hasta el más retraído se le haría la boca agua sin lugar a dudas al ver al mago comer como si fuese un manjar celestial.

Cargando editor
07/03/2014, 00:49
Nehira

La caminata había sido larga, Castamir ya quedaba lejos y los guardias no abandonarían su hogar con la intención de buscar a unos simples malhechores ¿Cómo podía haber caído tan bajo? Si bien era cierto que la hombres de la guardia no merecían tal puesto, también era cierto que yo me había enfrentado a la guardia de una ciudad. En parte por culpa de mi compañera, la cual parecía estar demasiado acostumbrada a jugar con las débiles menes de los hombres, pero haciéndolo de la forma equivocada. Tuvo suerte de que estuviera allí, de que todos lo estuviéramos, en el fondo no es más que una chiquilla que parece vivir sin pensar en el mañana, solo actuando como más le divierte o conviene. Menos mal que al final conseguimos salir todos con vida de aquel lugar, sin matar a nadie para tener que lamentarnos por habernos convertido en viles asesinos.

Ahora, encontrándonos en aquel improvisado campamento me daba por pensar todo lo que había ocurrido, todo lo que había hecho mal... Yo por mi parte, como de costumbre en esos encuentros sociales, prefería mantener mi boca cerrada. Las heridas aún dolían pero sin una armadura y limpiándolas un poco, quizá no tardasen en sanar, sino siempre podía recurrir a Dios para que me ayudase a continuar el camino con su gracia. Aunque eso era algo que prefería no hacer delante de mis compañeros. Harpálice ya sabía como era, a lo que me dedicaba, pero tenía serias dudas de que un ladrón llegase a comprender alguna vez el motivo por el que los paladines luchan arriesgando sus vidas.

 

Me incorporé soltando un leve gruñido de dolor, el fuego se hacía cada vez más intenso y estar allí parada sin hacer nada creaba en mí un sentimiento de inutilidad. Suspiré entonces dirigiendo la vista al moreno, mejor dicho, a lo que dios quiera que estuviese preparando. Fruncí el ceño haciendo una mueca de desagrado, las cosas que había sacado no tenían mala pinta por separado, pero esa extraña mezcla... no parecía indicar nada bueno. No tardó en preparar esa cosa, sirviendo un poco para todos. Con un asentimiento para darle las gracias lo cogí, no muy segura, llevándome un pedazo de aquello con mis propios dedos a la boca. Mastiqué con cierto asco, no lo podía negarlo, pero lo cierto es que el sabor no estaba mal del todo. El enano se animó también repartiendo algo de carne y cereales, lo que sin duda iba más con mi forma de ser, pero aun así era entretenido ver bromear al variopinto grupo que se había formado.

 

- No hace falta que hagas la guardia por mí, Harpálice. Yo misma lo haré, ya bastante inútil me siento como para que tú me hagas sentirlo más – dije en tono un poco brusco, desviando al segundo la mirada al arrepentirme, pues solamente quería ayudarme. Solté un leve suspiro y miré a la mujer que me había acompañado durante largo tiempo – Discúlpame Harpálice, yo... simplemente quiero hacer mi turno.

 

En el fondo seguía estando enfadada con ella, por lo que había pasado en Castamir. Pero también lo estaba con el ladrón, incluso enfadada conmigo misma... parecía que mi humor cada vez era peor. Cada vez me costaba más socializar con la gente, abrirme a ellos, incluso llegar a perdonarles después de lo que habían hecho. Cerré entonces los ojos, arropada por la manta de mi amiga y por el fuego que me calentaba. Escuchando las palabras del enano sin prestar demasiada importancia a sus fantasías de tesoros en túmulos ocultos. Ese mapa no era más que una estupidez, habladurías de borracho en una taberna caída la noche.

Cargando editor
07/03/2014, 00:55
Cassim

El ladrón apenas estaba escuchando lo que hablaba el resto, como siempre, porque le costaba hacer varias cosas a la vez. Comía el puré con avidez y evidente disfrute. Las carreras por Castamir le habían dado hambre y sed. Cassim había sido un príncipe en otra vida, ya muy lejana, pero ahora se había acostumbrado a ser un hombre sencillo que disfrutaba con las cosas simples y al ver que el resto agradecían su comida, se sintió mejor.

Se había ofrecido a hacer la primera guardia, esperando tener un poco de intimidad con su compañero Gortnus. A Fizban no lo contaba porque se imaginaba que roncaría como un bendito; sus libros le aplanaban el cerebro y era habitual verle leyendo sus manuales escritos en lenguas del demonio, con los ojos entrecerrados como si le costase mucho entender aquellos garabatos. Eso no debía ser demasiado bueno hacerlo a diario... así que era mejor que el hombre descansara.

Por eso, cuando el enano comentó el asunto del mapa en voz alta, Cassim abrió mucho los ojos y se puso rápidamente al lado del comerciante. Comenzó a darle codazos y pequeños golpes para llamar su atención e incluso antes de que continuara hablando, se agachó a su lado y le hizo un gesto para que ambos se alejasen hacia los árboles cercanos. Parecía que el ladrón pretendía tener un momento íntimo y discreto con el enano.

Cargando editor
07/03/2014, 15:36
Gortnus

Gortnus terminó sus palabras con un quejido involuntario al recibir los poco discretos golpes de Cassim. Se le quedó mirando con cierto asombro por lo extraño de su comportamiento pero no tardó en adivinar el motivo de tanto secretismo. El enano se levantó y siguió a su compañero hasta donde le indicó. -¡Demonios, Cassim! Casi me atraganto... ¿Qué te pasa ahora?- Preguntó el enano bajando el tono gradualmente con cada sílaba que pronunciaba. El instinto le hacía suponer lo que el ladrón quería decirle, pero prefería no adelantarse a los acontecimientos. -Habla de una vez, ¡qué se va a enfriar eso que tú llamas comida!- Le dijo al visirtaní con un deje de curiosidad en su voz.

Notas de juego

Tan pronto empezamos a conspirar? XDDD

Señalo solo a Cassim, aunque no sé si alguno prestará atención por lo que tengamos que hablar entre nosotros.

Cargando editor
07/03/2014, 16:47
Harpálice

- Tú verás compañera.- Le contestó a Nehira. Harpálice no era una hermanita de la caridad, si Nehira quería hacer su turno allá ella. La pastora de lobos también había sufrido lo suyo y no le vendría mal descansar. Cuando vio al ladronzuelo que pedía cierta intimidad con el enano sus ojos se clavaron en las danzarinas llamas de la hoguera. Se quedó un rato callada y pensativa dejando al hombre y enano hacer. Podríamos decir que Harpálice tenía un carácter algo, como decirlo, inflamable. A medida que observaba aquella falta de decoro en su propia cara se iba calentando más y más. Para cuando levantó la mirada, ésta refulgía con un poderoso brillo y su voz con una determinación férrea.

- Quizás mi dulzura natural os confunda.- Levantó la voz lo suficiente para que todos la oyeran. La verdad es que los hombres poca dulzura habían podido conocer de la salvaje mujer.- Puede que no sea como Nehira y no lo muestre de manera tan vehemente, pero si se os pasa por la cabeza jugárnosla...otra vez...tened claro que os daré caza como a un jabalí hasta acabar con todos vosotros.- No había olvidado el robo, aunque hubiera sido poco exitoso, y además, sabía como espolear el inquebrantable código moral de la paladina para que esa ofensa no quedara impune. Es verdad que también sabía como dulcificar a su compañera si se lo proponía, pero eso dependía de cómo colaboraran sus extraños nuevos compañeros.- Hablemos entre todos de lo que hacer con ese mapa, no os andéis con secretitos de niños sin sentido. Es una falta de respeto impropia de un comerciante enano.- Conocía bien a los hombres. Algunos eran tan cizañeros que podían envenenar a otros con el único empleo de las palabras. Estaba segura que Cassim era uno de ellos. El enano había empezado bien y parecía honorable así que la mujer trató de calmarse un poco. Ahora miraba al más sensato de los tres, al mago. Eran un grupo y si el enano y él estaban convencidos de que le mapa era de todos Cassim tendría que ceder.- Lo más seguro es que ese mapa no lleve a nada, que no sea más que el reflejo en papel de las tonterías de un borracho de pueblo. Como bien dice Gortnus todos colaboramos para conseguirlo.

 

Cargando editor
07/03/2014, 17:18
Harpálice
Sólo para el director

- Quizás mi dulzura natural os confunda.- Levantó la voz lo suficiente para que todos la oyeran. La verdad es que los hombres poca dulzura habían podido conocer de la salvaje mujer.- Puede que no sea como Nehira y no lo muestre de manera tan vehemente, pero si se os pasa por la cabeza jugárnosla...otra vez...tened claro que os daré caza como a un jabalí hasta acabar con todos vosotros.*

- Tiradas (1)

Notas de juego

* Hago tirada de intimidar para ver si puedo cortar las triquiñuelas de Cassim. No sé si es posible tirar contra un pj, sino pues con el roleo me vale y que hagan lo que quieran :)

Cargando editor
07/03/2014, 19:18
Cassim

Cassim dio la espalda a las mujeres y se juntó lo suficiente a Gortnus tras los arbustos. Acto seguido, le sonrío en la oscuridad con una hilera enorme de dientes blancos y comenzó a quitarse ropa.

Primero una babucha, de la que sacó un trozo de pergamino un poco húmedo. Luego se desabrochó parte de la armadura y sacó otro cuadrado de la zona del pecho. Y por último bajo el cinturón desenrolló una tercera parte.

— ¿Ves? No niecesario negociar. ¡Yo conseguí el mapa! ¿No lo habías visto? ¡Cieremos muy ricos, Gorntny! ¡Tienemos todas las partes! - dijo, gritando, riendo y susurrando todo a la vez, cosa extraña que sólo podía hacer el visirtaní. - ¡¡Moi ricos!! ¡Miucho! Ja,ja,ja...

Luego cambió la expresión y mirando por encima el hombro para que las mujeres no le escuchasen dijo:

— Tries parties. Una para mi. Otria para ti. La otra para curandiero. -siguió, manoseando los tres trozos de pergamino una y otra vez -  ¿Y las hembras? ¿Viendemos una cuarta piarte? ¿Sí? ¡Jugada inteligiente! ¡Ellas querer quitarte el negocio del siglo! Yo ser amigo, yo conseguir mapa con habilidad.

Luego le dio los tres trozos al enano, con confianza. Él era el jefe y aunque a veces no coincidieran en ideas, era quien tenía la última palabra. Por su parte habría dicho a las mujeres que les acompañaran sin tener ni siquiera un trozo, pero al haberlo partido, estaban obligados a colaborar todos.

Cargando editor
07/03/2014, 19:38
Cassim
Sólo para el director

Notas de juego

Cassim se ha quedado el trozo del mapa dónde esté la "cruz" del tesoro, para entendernos 0:-)

Cargando editor
07/03/2014, 20:01
Gortnus

Gortnus no pudo evitar abrir mucho los ojos al ver como su amigo le mostraba el mapa inteligentemente dividido en trozos. Dejó hablar sin al visirtaní sin interrumpir su discurso. Ciertamente era una propuesta muy tentadora y también es cierto que él mostró su interés por el mapa. Pero eso no quiere decir nada, pues cualquiera puede entrar en el juego de la negociación y eso fue lo que hizo Harpálice. La oportunidad que Cassim ofrecía despertó una parte del enano que no conocía, o que por lo menos no con tanta intensidad. La codicia se hizo un hueco en su mente para regalarle imágenes de un enano rodeado de oro, joyas y demás riquezas. Pero como todos sabéis la cabeza del enano está regida por un bipartito que no acepta un tercer gobernante, así que esta nueva presencia no tardó en ser rechazada por los dos gigantes que reclamaban al comerciante para sí. -Sé que conseguiste el mapa, Cassim. Vi como peleabas con el borracho. Pero no lo habrías logrado de no ser por todo el alboroto que se ha organizado.- Puso una mano en el hombro del ladrón de manera amigable. -El mapa es de todos pues, a pesar de que por culpa de ellas empezó la pelea, también es verdad que de no ser por ellas no estaríamos aquí con el mapa.- Terminó sus palabras dándole una palmada en el hombro. -¡Así que no me seas tan ruin! ¡Si no ya has oído lo que te hará la mujerzuela esa!- Rió ante la idea de ver a su amigo corriendo delante de una furiosa Harpálice.

Cargando editor
07/03/2014, 23:24
Fizban

Oh vamos señores las señoritas tienen razón, hemos luchado todos por ese trozo de papel digamos que todos tenemos derechos sobre él, mirad a estas  mujeres malheridas a causa de este mapa, además no sabemos ni dónde está ni los problemas que habrá que pasar para llegar a él, la ayuda inestimable de todos es necesaria como la distribución equitativa de su riqueza, voto como dice mi compañera por declararnos a todos como grupo del tesoro y con derechos sobre la riqueza conseguida. Miré a aquellos señores sabía que el enano compartiría pero Cassim debía de recapacitar.

Cargando editor
08/03/2014, 00:30
Nehira

Continuaba junto a mis nuevos... compañeros. Sin hacer demasiado caso pensativa con mis propios asuntos y por supuesto la mala educación del ladrón no me sorprendió en absoluto. Su codicia superaría cualquier otro pensamiento y la más mínima posibilidad de llevarse ese tesoro seguramente haría que la baba se cayese de entre sus labios. Pero entonces, la voz de mi compañera me hizo abrir un ojo, observando la escena. Claramente para ella aquel trozo de papel no significaba lo mismo para mí, aunque nuestras heridas habían sido las más profundas y eso ya era suficiente razón. Como la loba que era comenzó a gruñir a sus nuevos queridos amigos, sí, “sus”. Aquello me hizo esbozar una débil sonrisa, pues para no mentirnos me encantaba verla con ese carácter aunque en la mayoría de las ocasiones significase problemas.

Me incorporé entonces levemente, soltando un ligero gruñido de dolor tras comprobar que aquella noche conciliar el sueño sería más difícil de lo que habría deseado. El mago también comenzó con su discurso, pidiendo comprensión a su compañero de tez morena, el cual sin duda le había excluido de su círculo de amistades íntimas solicitando tan solo la presencia del enano.

 

- Eso sin olvidar que ese mapa ha sido robado, igual que las pertenencias de mi compañera, en aquella posada – dije mientras desviaba entonces la mirada hacia el ladrón, perdiendo la sonrisa que la dulce voz de Harpálice me había dibujado – Todo delito merece de un castigo, ladrón, y mi mente es demasiado rencorosa como para olvidar vuestros actos pasados.

 

A pesar de que no era el momento ni el lugar, no podía evitar sentir la indignación por su comportamiento. Harpálice no fue la causante, no... Sino el vil ratero que aún se mostraba ante mí. Había comenzado la trifulca metiendo sus huesudos dedos allá donde no debería haberlos metido. En cambio, ahora, nos trataba con desdén e ignoraba aquello que tuviéramos que decir. Ese mapa no era más suyo que del resto, pues si no hubiese sido por nosotras aquellos tres hombres no hubiesen salido de la posada con vida.

 

- Decide rápido pues está en tu mano, escabullirte en la oscuridad sin tus compañeros, enfrentarte a este par de indefensas doncellas. Las cuales aunque mueran se llevarán tu alma con ellas al otro mundo – dije encendiendome más, pues al contrario que mi compañera que pronto se volvía sensata y recuperaba su cordura, yo cada vez me volvía más tensa y e irascible – O compartir lo que a todos y cada uno nos pertenece... - acabé diciendo, mirando a mi compañera sabiendo que no querría enzarzarse en un combate con sus compañeros.

Cargando editor
08/03/2014, 00:47
Cassim

El ladrón escuchó las voces de sus compañeros mientras debatía con Gortnus. ¡Se habían apartado solo seis segundos y ya se creían que tramaban la conquista de Ungoloz!

— ¡CALLAR! ¡Silensio! ¡Niecesitamos pensar! - gritó, asomando la cabeza tras los arbustos- ¡o guardias oir diesde Castamir!

Sin embargo estaban llegando a un acuerdo por el beneficio de todos, nada de conspiraciones. Cassim también era un negociante, como su amigo enano. A su modo, pero lo era. De hecho en su vida pasada se dedicaba a eso y no lo hacía del todo mal. Hasta que ocurrió el asunto de las tinajas, el aceite, la cueva y todo lo demás.

Ante las palabras de Gortnus, Cassim creyó que le había entendido mal. Él no pretendía quedarse con el mapa, tan solo con un trozo. Quería que al tener que unirse para saber dónde estaba aquel tesoro, obligaban a las chicas a seguir con ellos. Una motivación para que... no les rajaran el cuello por la noche o algo peor. El visirtaní siempre se ponía en lo peor y el enano era demasiado bien pensado. Legal y todo eso. El mundo no era legal. No para Cassim.

— Yo no disir quedarse con mapa. Vale. Mapa de todos, aunque yo más derecho. Tú ahorrar oro gracias a Cassim. Soy amigo tuyo. Bueno. Bonito. Solo que trozo dividido ayuda a unión. Nos necesitamos ¿Entiendes, buen enano amigo? ¿Sí? 

Luego arrebató los tres trozos de la mano del enano, los contempló y le dio uno de vuelta. La verdad es que apenas los había mirado desde que los ocultó en la posada, pero su intención era repartirlos equitativamente.

— ¿Reparto entonces? Fizban y otro para mujeres. Cada uno decide si poner en común o no ¿Trato? Tú eres el jefe porque te debo la vida. Tú decides. 

Pensaba esperar a la respuesta del enano antes de repartir el botín y por mucho que gritasen esperaría a lo que decidiese Gortnus, al que tenía gran aprecio. Era más inteligente que él, desde luego. Pensar en aquella rubia enorme persiguiéndole no le hacía mucha gracia, de todos modos.

 

Cargando editor
08/03/2014, 01:04
Cassim

El ladrón escuchó las voces de sus compañeros mientras debatía con Gortnus. ¡Se habían apartado solo seis segundos y ya se creían que tramaban la conquista de Ungoloz!

— ¡CALLAR! ¡Silensio! ¡Niecesitamos pensar! - gritó, asomando la cabeza tras los arbustos- ¡o guardias oir diesde Castamir!

Y siguió escuchando al enano.

Cargando editor
08/03/2014, 01:25
Director

La cena continuaba con su extraña estampa. Cassim y el enano cuchicheaban apartados a un lado, mientras desde el otro Nehira y sobre todo Harpálice les lanzaban advertencias. Fizban parecía haberse "pasado" al bando de las mujeres, pues apoyaba la idea de compartir el mapa con ellas, mientras que Gortnus y el visirtaní continuaban manteniendo una charla en privado de la que nadie sabía lo que podía salir (ni ellos mismos parecían saberlo).

Fuera como fuese, ya no podían seguir ignorando más tiempo las voces que las mujeres y el mago les lanzaban desde el lugar que ocupaban junto a la hoguera. Las advertencias parecían bastante serias, y no convenía seguir dando voces en medio de la noche, pues aunque la guardia no parecía haberles seguido, podían llamar la atención de otro tipo de individuos, cuya compañía resultaría igualmente desagradable.

Fizban, Nehira y Harpálice esperaban expectantes a que el enano y Cassim regresasen.

Cargando editor
08/03/2014, 01:33
Director

Gortnus tenía en sus manos los tres pedazos de pergamino y la oferta de Cassim. Debía tomar una decisión rápido, pues las mujeres parecían bastante molestas por estar siendo excluidas del asunto, y ya habían demostrado que no eran de las que dudaban en sacar la espada. No es que al enano le intimidasen las guerreras, pero tampoco había necesidad de enemistarse inútilmente con sus recién adquiridas "aliadas", cuya ayuda, por cierto, podía resultar inestimable...

Cargando editor
08/03/2014, 01:43
Nehira

Escuchar la voz de un ladrón mandándonos callar fue lo último que pude soportar. Apreté la mandíbula, casi incrédula porque pudiera dirigir su bífida y sucia lengua hacia nosotras de ese modo, agarrando la espada envainada que descansaba junto a mí. Ya era el colmo, si bien nos había robado, nos habían herido por su culpa, incluso habíamos acabado siendo unos delincuentes, cómo podía atreverse a desafiarnos de la forma en la que lo había hecho. Una vez me hallé en pie desenvainé mi arma, arrojando la funda a un lado sin importarme donde acabase y furiosa me encaré al huesudo y al enano, aunque el segundo no tuviera culpa alguna.

 

- ¿Cómo te atreves sucio ratero? Volved a habladme así y cortaré vuestra lengua infesta para dársela de comer a los marranos, acompañándola de unos cuantos de esos huesudos dedos – vociferé enfurecida, lo suficiente como para enfrentarme a aquel hombre sin importar lo que habíamos pasado juntos en Castamir – Estoy harta de ti, de tus crímenes y habladurías. Salid de ese arbusto y volver aquí o yo misma te sacaré a golpe de espada, ladrón – intentaba reprimirme, aunque cada vez me costaba más hacerlo a pesar de pedir paciencia a Dios – Te prometo que lo haré y no juro nada que no vaya a cumplir.

 

Aguardé entonces su respuesta, aunque esperaba que fuese lo suficientemente rápida para no lanzarme en su búsqueda. Si ya bien el mapa era secundario para mí, sus continuas ofensas habían agotado la poca paciencia que siempre había tenido.