Partida Rol por web

Como no podía ser de otro modo, los primeros en llegar a la Alianza fueron los grogs. Los sirvientes. Los combatientes. Los "mundanos" en los que se apoyaría todo el entramado de actividades tan vitales como la defensa común de la torre, la vigilancia, la caza o mantener ropas y habitaciones razonablemente limpias. O hacer la comida. O levantar edificios. Y vaya que si tendréis que ayudar a levantarlos.

Cuando llegáis a la torre de Pléchâtel, todavía sin nombre propio, corre el verano de 1178 y tan sólo está levantada la misma torre, sin siquiera puertas o ventanas. Desde la misma llegada del carpintero se ha comenzado a levantar un barracón, pues aunque cabria un pequeño ejército en el interior de la torre el señor Hwithgref ha indicado que los soldados y sirvientes sólo tendrán un acceso restringido a la misma y sólo dormirán en el interior mientras no haya lugar para ellos fuera.

Simultáneamente un fornido muchacho está comenzando a levantar otra pequeña estructura.

Leonor llevaba trabajando todo el día, y ahora, una vez que se había terminado las baldas de agua que había ido trayendo desde el río, se permitió sentarse un momento para descansar del duro e ingrato trabajo. No había nadie, por ahora, que le ayudase, y eso hacía bastante complicado su empeño.

Pero no se quejaba. Se preguntaba, eso sí, pero en silencio, donde estarían esos poderosos seres a los que servía, sin aun conocerlos.

Leonor se sienta en el lugar en donde algún día estará la puerta de entrada, y da un bocado al trozo de pan mientras piensa en su situación aquí. Casi con felicidad

Os dan trabajo, o sí, vaya que si os dan trabajo. "Cabeza-bacinilla", en realidad Kolaig cuernoduro, un bretón cabezota e insufrible, no da su brazo a torcer y en ello le apoya el senescal, Edmun Simon, con sus andares superiores, su acento inglés y su ropa escrupulosamente limpia. No hay otra solución, si os queréis quedar aquí tendréis que trabajar en la construcción de los barracones y los talleres. Trabajo duro y nada de borrecheras. Pero pronto se dormirá bajo techo de madera en una amplia sala bien construida en buena madera y la comida está mejor que bien y se acompaña de cerveza de la región.

El carpintero, por otro lado, es un chico joven, de no llega a la veintena de años, bretón, de Cháteaubriant y parco en palabras. Un tal Drogon Cháteaubriant. Da las instrucciones justas, pero precisas y revisa constantemente el trabajo que se hace. Parece un poco Dios, estando en todos lados. A pesar de todo os deja hacer, no mete prisas, pero sí que se enfada cuando algo no está bien.

En el peor de los casos tendréis trabajo por lo menos hasta primavera de 1179. El sueldo no está nada mal, la comida buena, la bebida razonable y el trato bastante justo. Os podéis quejar, claro, pero sería por vicio.

Yo me pongo a trabajar.

Tras pensarlo mucho, y vencer obvias reticencias, me acerco al muchacho fornido que está levantando la estructura.

- Dios os guarde. - saludo con cierta informalidad- Iba a ir a las cocinas a ver si encuentro algo que preparar para la soldadesca. Me preguntaba si quereis que os traiga algo de comida. Llevais ya un rato trabajando aqui... - dejo el ofrecimiento en el aire, y espero a que me conteste

-Por supuesto-Le contesto a la vez que sonrio.
-Muchas gracias señorita...-Añado mientras sigo con lo mio.

- Pos ya questás "buena moza" trae tambié algo die bebier que no só de comia vivel hombre...mujer piensa en nuestra garganta - le digo a la muchacha.

- Ieee...oye...¿mi oyes o quie?...buurrrp(eructo)...apartate el pelo pra escuchar...aquí trabajiamos mejor con la garganta húmeda....jajajaja - insisto al parecer que me ignora.

El viaje ha sido largo , vengo de lejos pero por fin estoy de nuevo en casa.He atravesado un desierto , el mediterráneo y las tierras de Francia antes de llegar de nuevo al pais frente al mar.Han pasado muchos años desde que deje Breizh y sus bosques lluviosos , han pasado muchas cosas desde entonces . El orgulloso soldado que fui vuelve convertido en un humilde siervo de Dios, todo lo humilde que mi maldito genio me permite.En fin , apartemos lo que fue y centrémonos en lo importante ; encontrar un lugar donde pasar la noche y calentar mis cansado huesos .Me dirijo hacia la puerta de la torre y cuando llego a una cierta distancia elevo la voz para hacerme oír: ¡ Ehhh de la torre!.

No dejé que el hombre borracho me tocara el pelo. Me aparté de él casi como su hubiera visto al mismo diablo, apartando su mano de un manotazo. Di un par de pasos hacia atrás antes de recobrar el dominio de mi misma.

- Sí. Claro. Vino y comida - y me alejé de allí sin correr pero con bastante velocidad. Eso me pasaba por meterme donde no me llamaban. Sin embargo veinte minutos después volví con algo de panceta frita y de vino peleón, que dejé a una prudencial distancia de la pareja.

- Aquí teneis - les grité, sin acercarme.

Y luego regresé a mis actividades. El lugar era enorme, y desde luego nadie lo había limpiado desde que se construyó. Eso hice durante largo tiempo, y cuando ya me retiraba me acerqué a la puerta, a fin de dar un paseo por las cercanías y poder descansar un rato antes de dormir. Entonces escuché el grito de afuera. No me correspondía, sin embargo, a mi dar la bienvenida a nadie, ni franquear el paso a nadie.

Pero sí podía dar aviso a alguien que fuera responsable de tales menesteres, si es que nadie mejor que yo lo hacía antes. Esperé unos segundos antes de responder.

Me froto la mano después del golpe mirando al vino con ansiedad...
-Ieee, las ozas pro aquí tienen tanto cariacter como las de Gales...jodier nolabía dixo ná....bueeeeeno...vinito friesco, vinito dulceeeee....vien con galván... - digo mientras apuro a coger la jarra y beber directamente sin esperar a nadie.

Al escuchar el grito desde fuera miro hacia todos lados buscando a alguien.

- Cabieza-bacenillaaaaaaaa....cabieza bacenilaaaa....cabezaaaa....(gurrrrrpsss)quie te den...yabrá quien sencargue...- digo yme siento a beber a la sombra de la pared del taller

Te recibe un soldado vestido con ropas sin colores que le identifiquen como escudero. Venía con malas maneras, pero al darse cuenta de que eres un monje, cambia radicalmente la actitud.

-Padre, quiero decir, hermano, bienvenido seáis a Pléchâtel... -dice mientras se rasca la cabeza pasando la mano por debajo del brillante casco que porta y echa la vista atrás, hacia la inaudita torre- ummm, ¿qué queríais?...

El hombre parece nervioso, como si hubiera cometido algún pecado inconfesable y fueras tú el que ha venido a castigarlo si lo descubres.

La bendición de Cristo nuestro señor os acompañe hermano , lamento molestaros en vuestro turno de guardia -digo dirigiéndome al guardia en tono complice- .Soy Fray Erwan , vengo de tierra Santa en un largo viaje de vuelta a casa y me gustaría solicitar de la benevolencia de vuestro señor un lecho y una escudilla de comida .

Edmund Simon, el senescal de la torre, sería el que tomaría el relevo en la conversación. Se ha acercado por propia voluntad y se dirige hacia ti con paso firme. Al estar a tu altura te escrutina con su penetrante mirada y asiente para sí.

-Si sois tan amable, seguidme. He oído que venís de Tierra Santa. Habréis visto muchos prodigios... -dice mientras te invita a que pases al gran salón de la Torre, de en torno a una decena de pasos de largo.

En efecto hermano es una tierra llena de maravillas y prodigios- responde mientras sigue al recién llegado-he visto la tierra que pisó nuestro señor, la ciudad Santa y luchado con mis hermanos , he visto ,, en fin , como he dicho es una tierra llena de magia y misterio.

-Sois bien recibido aquí, por supuesto. Es una lástima que no contemos con una capilla aquí, ¿no cree? Los habitantes la echan en falta cada domingo. Sin alguien a quien confesar los pecados éstos parecen olvidarse en las cabezas de los soldados y es más difícil gobernarlos. Mucho pecador suelto... ¿a qué se dedicará cuando llegue a donde se dirige? Por el acento diría que es usted bretón, padre.

Observo al inquisitivo personaje antes de responder :
Pues no tengo un destino fijo ya que mi viaje tenia como finalidad volver a Bretaña pues como bien habéis observado soy bretón de nacimiento.Cuando tome los hábitos deje atrás la vida de las armas y lo que conllevaba esa vida así que ahora mismo soy un monje mendicante sin un lugar que llamar mi hogar.Por cierto ,¿quien es vuestro señor? .Quizás debería de hablar con él por que si no hay alguien que se ocupe de las almas de los habitantes de la zona podría ocuparme de esa tarea

Ahhh...Galvan estoy harto de tanto trabajar ¿tu no?-Busco un sitio a la sombra y me siento
¿Qué tal si descansamos un poco?-Le pregunto mientras reposo un poco.

-Me temo que yo soy lo más parecido a un señor que tiene la torre en estos momentos, aunque os debería presentar a maese Hwithgref en cuanto tenga ocasión, si deseáis quedaros aquí. Echad un vistazo, si os place y avisaré a Hwithgref para que hable con vos -dice con cierto pesar en su voz, pero todavía gesticulando amablemente hacia tu persona. Una leve inclinación de cabeza y abandona el salón, dirigiéndose a la sala contigua.

- Yiaahh, descansiar es bueno amigo...pro sabes ques mejó?...un buéeeee licor....jajajaja - le contesto al fornido.

- Dondie anda la chiquilla esa diel otro día...la de mano fácil...como si yama....ammm..bah que mias dá...¡¡¡Raaaanchoooo!!! - grito al iare para que traigan comida.