Partida Rol por web

Fudarus. Tu antiguo hogar. No hay nada más caracterizador en tu vida que decir que vienes de allí. Siempre que lo conozcan, claro está. Fudarus es una fortaleza en la pequeña isla de Ushant, frente a al Finistère bretón. La isla, de apenas 4x2,5 millas de extensión, está rodeada de mares traicioneros con corrientes que aparecen de direcciones inesperadas y arrecifes que los marineros juran que se mueven aleatoriamente. Hay una pequeña comunidad de pescadores en la parte occidental de la isla, la menos abrupta, pero la isla está prácticamente desierta a excepción de Fudarus.

Todavía recuerdas la primera vez que llegaste a la Domus de Tytalus. Sólo eras un niño y la aparición de uno de los tres espíritus protectores ligado a las murallas de Fudarus te hizo llorar. Ha pasado mucho, mucho tiempo desde entonces. Ibas a ser un mago, te lo había dicho tu maestro, Anton Roettar. Él era un hombre bueno y paciente, aunque el tiempo y la propia Alianza lo han maltratado mucho. Se esforzaba, se esforzaba tanto en ser aceptado, en estar a la altura del resto de magos de la Domus, que parecía que se quebraría como una ramita. En aquellos momentos se esforzaba por tener el mejor aprendiz, uno que pudiera ponerle por delante de sus compañeros. Durante unos años lo hiciste bastante bien, aprendiste, pero sobre todo observaste.

Los compañeros de tu maestro eran insidiosos, empezando por el propio Primus de la casa, Agnis Nestophilis, de quien por fortuna no fuiste aprendiz, pues en 5 años acabó con la vida de 3 según atestiguó en el Tribunal. Salió incólume. Bulcis la gran maga, Buliste se gran aprendiza y Harpax, su segundo aprendiz, se merecían los unos a los otros. Siempre rivalizando, compitiendo y haciéndose la vida imposible. La única razón de que no se mataran entre sí era... bueno, alguna debe haber, pero nunca conseguiste llegar a averiguarla...

Anton simplemente no cuadraba. En semejante Alianza no había cabida para alguien bienintencionado como él. Pero en Fudarus no se echan a los magos, cualquier Tytalus que se sienta capaz de pertenecer a la Domus, puede hacerlo. Pero él tenía un reto. Anton había encontrado a su archienemigo en la propia Alianza: Ulthor von Aurich, un mago flamenco de gran poder y aguda inteligencia. Se decía muchas cosas de él, entre otras que pertenecía a una línea de magia todavía corrupta por el contacto con los demonios. Anton disfrutaba tratando de superar a Ulthor y no había duda que también sucendía al revés.

Pasó el tiempo y tu te fuiste convirtiendo, a trompicones, en alguien capaz de ayudar en el laboratorio. Tu maestro te había enseñado los rudimentos básicos de la Teoría Mágica y ahora, por alguna razón, estaba ansioso por utilizarte como ayudante. Entonces ocurrió la desgracia. Tú no sabías lo que hacías, sólo seguías instrucciones. Antón tuvo que salir del laboratorio para atender a uno de sus compañeros y de repente todo empezó a ir mal. Desesperado, no acertaste a controlar las reacciones en cadena que se produjeron.

Cuando despertaste, semanas después, tus heridas ya estaban curadas, pero no así tu Don. Habías perdido la capacidad de hacer magia. El mundo se te desplomó sobre tu cabeza. Pero eso no era todo, el laboratorio al explotar había acabado con la vida de Ulthor von Aurich.

Tu nueva vida fue en parte fruto del apiadamiento de Agnis Nestophilis: ya tenías 17 años y se sabia de tu capacidad de controlar cosas que ni siquiera te habían encomendado, de manera que el puesto de aprendiz de autócrata te venía como anillo al dedo. Siempre te extrañó ese movimiento, aunque, por supuesto, no osaste discutir la decisión del Primus. Sobre todo aprendiste aritmética y el uso de ábaco, así como a pulir ciertas cualidades que ya poseías. E investigaste.

Sabías que detrás de tu historia se escondía otra. Lo intuías, escuchabas los rumores y cuchicheos. En la Alianza se decía que el accidente había sido demasiado preciso para ser tal. Pero tal acusación suponía pena de muerte de ser cierta. Trabajaste en secreto en un plan para lograr extraer la verdad de los labios de tu maestro sin uso alguno de magia. Un día conseguiste emborrachar a tu ex-maestro, hablar con él de su ex-archienemigo y que se le escapara un simple: "gané". Podría haber sido una reflexión sin más, pero al decirlo sus ojos se abrieron como platos y en su cara pudiste leer con total claridad su culpabilidad. Ahora entendías la protección del Primus y la verdadera crueldad de tu antiguo mentor: había puesto por delante el ganar a su archienemigo que tu vida...

A partir de ese momento supiste que debías abandonar Fudarus, aunque no sabías cómo hacerlo con seguridad. La noticia de la visita de Gornych Wyvern supuso tu gran oportunidad.

Verano de 1178. Tras una dura primavera para conseguir un candidato adecuado a tus propósitos para ejercer de señor de Pléchâtel y el dinero para condicionar su elección, el verano llega para conseguir tratos que conviertan una posesión señorial en una Alianza. Te hacen falta aliados, libros, laboratorios, magos... vis tienes, pero sólo de momento, ya veremos cuánto necesitas. La Alianza más cercana es, para bien o para mal, la Domus Magna de Tytalus: Fudarus.

Fudarus es una fortaleza encarada a la costa de Bretaña, en la pequeña isla de Ushant, en la zona del Finistère bretón. La isla, de apenas 4x2,5 millas de superficie, está rodeada de mares traicioneros con corrientes que aparecen de direcciones inesperadas y arrecifes que los marineros juran que se mueven aleatoriamente. Hay una pequeña comunidad de pescadores en la parte occidental de la isla, la menos abrupta, pero la isla está prácticamente desierta a excepción de Fudarus. A la Alianza se accede al ser invitado (no con una invitación formal que te permita efectuar magia dentro del Aegis, claro) al hacer un pequeño ritual en la costa y decir una contraseña. Entonces un poderoso espíritu abre un pasillo recto hasta la isla y el mago tiene que llegar hasta la isla por sus propios medios. Y trepar el acantilado si no ha llegado volando. No es el caso, así que eres bien recibido dentro de las murallas de la imponente fortaleza. Has superado con facilidad la pequeña dificultad que supone la llegada a la Alianza y eso les es suficiente para tratar con alguien como tú.

Por desgracia, la amabilidad inicial poco a poco se va transformando en pequeñas puyas y desagravios que cada vez más claramente ves dirigidos a socavarte la moral o provocar una reacción violenta. Empiezas a pensar que venir a hablar con los Tytalus no ha sido tan buena idea.

Gornych trata de contenerse, pero finalmente ve cuál es la mejor opción para mejorar su estancia y reta de inmediato a certamen al primer mago no demasiado joven que le provoca. Un buen enfrentamiento es un espectáculo muy del gusto de los Tytalus, especialmente El Certamen de Inirelte, y espera que calme los ánimos, se den por satisfechos y le dejen tranquilo. Su víctima, por supuesto, no muestra temor ante la propuesta; aunque no le resulta fácil aguantar la penetrante mirada del viejo mientras decide qué hacer.

Por suerte o por desgracia, el único magus de mediana edad que hay en la Domus es el bueno de Anton Roettar, pasando radicalmente de jóvenes de menos de 50 a viejos de más de 90. En ese mar de incómodas posibilidades, Harpax, el más joven de la alianza, tanto que ni siquiera ha tomado todavía su poción de longevidad, es el que resulta ser más desagradable. Tal vez sea algo relacionado con la necesidad de probarse o bien con su inquebrantable fe en sus capacidades. Nunca estarás muy seguro. El que sí sabe de esas cosas es Rowen, que no sólo no era recomendable que viniera aquí, sino que además se supone que debe estar reclutando los trabajadores que necesitarás para tu Alianza sin nombre. En cualquier caso, tras dudar el muchacho y aclararle en qué consistía ese particular tipo de Certamen, empujado por su ego y la espectación de sus compañeros, se ve obligado a aceptar.

La Prueba de las Llamas es su nombre hermético, el que le puso Inirelte. Es sólo un hechizo de cuarta magnitud que puedes replicar con facilidad en el Aura fuertemente cargada de Fudarus. Las llamas aparecen casi saltando sobre el piso de piedra de la fortaleza para indicar que ya han llegado. Crepitan y cuchichean entre ellas, ansiosas por devorar lo que les pongan al abasto. Incluso lamen el suelo en busca de hebras de paja o algún resto. Miras fijamente al deslenguado tytalus que ha osado desafiarte y que debe servir de escarmiento para los demás. Entráis, tú despreocupadamente, él con más desconfianza, en el interior del círculo de llamas.

Siendo, como ha sido, un hechizo espontáneo, la penetración de las llamas no es nada excesivo. Algún día deberías inventar el hechizo o conseguirlo de alguna parte para que la penetración sea digna de mención, pero no es el caso. Aún así calculas que estará en torno a la 6ª magnitud. Tu Parma, como cabía esperar, aguanta sin ningún problema. El fuego ni se atreve a rozar tus vestimentas. Algo muy diferente sucede con el joven Harpax. Su Parma no es todavía todo lo fuerte que debiera, ni su dominio de Ignem y a ratos sí a ratos no las llamas logran introducirse entre sus defensas. Pronto comienza a oler a ropas chamuscadas y el sudor baña la frente del insolente, que, no obstante torcer el gesto en signo de dolor, no profiere queja alguna. Te situas en el centro del círculo con paso tranquilo, observándole. Él, finalmente, cede a sus instintos primarios y salta fuera del círculo, donde se apaga sus ropas a manotazos. Airado, abandona la sala a grandes zancadas, sus ropas todavía dejando hilos de humo tras de sí. Agnis Nestophilis aplaude.

Agnis Nestophilis, archimago de tytalus de 107 años, es el primus de su casa y princeps de la Domus. Sonríe ante la situación, siguiendo con la vista al vencido Harpax, para luego posar su mirada sobre ti, con seriedad por primera vez desde que has puesto tus pies en la Alianza.

-Harpax ha aprendido una lección y ha recibido un buen estímulo para su aprendizaje. Os agradezco vuestro gesto. Bulcis os atenderá en lo que necesitéis

Y con estas palabras se retira a buen paso de la sala, sin mediar más conversación.

La anciana mujer, Bulcis de tytalus, también archimaga, se te aproxima con paso calmado haciendo señal a sus sodales para que se retiren -cosa que hacen de inmediato-.

-¿Qué os ha traído a Fudarus, Gornych Wyvern, fillius de Aries de Lapis Crudus, seguidor de flambeau?

Hace ya tiempo que gozas de bastante libertad de movimientos, con la salvedad de la tesorería arcana y los sanctas y laboratorios, claro, de manera que puedes buscar al visitante sin mayor problema. Lo hallas en la sala del consejo, a punto de iniciar una conversación con la anciana e impredecible Bulcis, que ronda los 100 años de edad. Puede que no sea muy buena idea interrumpirla...

-¿Qué os ha traído a Fudarus, Gornych Wyvern, fillius de Aries de Lapis Crudus, seguidor de flambeau?

Puede que no sea muy buena idea interrumpir a la anciana archimaga en su conversación con otro magus.

En la sala estáis ahora Bulcis, archimaga de tytalus y miembro de Fudarus, Gornych Wyvern, seguidor de flambeau sin alianza y Tinaeus, autócrata de Fudarus (vestido con ropas distintivas que le diferencian de otros siervos de la Alianza), que acaba de llegar y muestra interés por conversar con el invitado de Fudarus.

Gornych clava sus ojos en Tinaeus con cierto brillo alocado que hace pensar que puede estar considerando reducirlo a cenizas ahí mismo, sin dar explicaciones, pero un instante después comienza a hablar con Bulcis como si nada. Expone lo que necesita directamente, al parecer aliviado por tratar con una Tytalus y no con un miembro de cualquier otra casa más dada a adornar las conversaciones con rodeos que no llevan a nada. Está interesado principalmente en libros y material para laboratorio, aunque también pregunta sobre gente con habilidades muy particulares, como atletas u orfebres.

Conforme conversa, el azar quiere que Tinaeus se fije en el extremo de su capa rojiza, donde surge una pequeña llama que empieza a trepar sin que, al parecer, ninguno de los magos se dé cuenta.

Durante toda la conversación Tinaeus a duras penas ha estado reprimiendo su impulsivo instinto por entrometerse en la conversación, pero cuando su boca ha emitido algún sonido en señal de opinión, su mano ha reaccionado más rápidamente y ha podido taparse la charlatana boca.

Más vale que te estés calladito si no quieres acabar siendo objeto de discusión por el que estos dos magos acaben peleándose para decidir quién te reduce a cenizas antes.

En cuanto divisa la llama, la observa un instante, mira a los dos magos por si denotan su presencia y si la llama va en aumento (pues contemplo la idea de que sea fuego mágico) dice:

- Disculpen la interrupción pero me temo que la capa del señor Gornych ha empezado a arder...

Si ninguno de ellos le presta importancia intentaré omitir el fuego, a no ser que se vuelva peligroso.

Al fin y al cabo un Perdo Ignem para controlar esto no es tan complicado y menos por ellos.

La furiosa mirada de nuevo, esta vez con motivo, parece seguir sin percatarse del fuego.

- ¿No creéis que un hechicero de mi poder se daría cuenta de algo así? No volváis a interrumpirnos si deseáis conservar los pocos dientes que os queden.

La conversación prosigue con normalidad, aunque el fuego, juguetón, es cada vez mayor.

Intento seguir prestando atención a la conversación e ignorar el fuego, no sin perderlo de vista.

Si le molesta, ya se lo apagará él solito.

El fuego sigue reptando, cada vez más cerca del pelo del viejo.

El ardiente mago de flambeau sigue con su conversación animada con Bulcis, que se muestra sincera y directa: Bulcis está de acuerdo en que necesitas muchas cosas, incluyendo especialmente los laboratorios y el cursor(1). La biblioteca... es otro cantar. Los laboratorios te los vende sin mayor problema. Los pagas y te los dejarán listos y preparados para ser montados ya como laboratorios estándar. Pero la biblioteca requeriría que tu Alianza adoptara un pacto de vasallaje con Fudarus. El cursor... siempre se podría negociar como acto de buena voluntad, como de buena voluntad sería el apoyarles en alguna votación...

Mientras tanto, la pequeña llama alcanza el pelo del flambeau, que la ignora por completo. Bulcis parece hacer lo mismo y el autócrata se sorprende al ver que no tiene efecto alguno y que se deshace antes de "atreverse" a molestar al mago. Al poco otra llama surgiría de algún otro lugar de su cuerpo y más tarde incluso saltaría alguna pequeña chispa, todas ellas inocuas. Por un momento alguien podría plantearse si no fuera una ilusión, pero lo cierto era que incluso *olían* a llamas...

Gornych se niega a aceptar el pacto de vasallaje, aunque lo demás le parece correcto y paga por los laboratorios, dejando la puerta abierta a futuras negociaciones acerca de libros. Hay otras formas de conseguir tomos arcanos...

Se despide de la mujer respetuosamente, agradeciendo de forma distante la atención que le han prestado, y se queda mirando al autócrata.

- ¿Y bien?- pregunta como si el hombre supiese a qué se refiere.

Buenos días honorable Gornych ex Flambeau.

Tinaeus a su servicio. Sea bienvenido a Fudarus, por lo que he podido oir está fundando una alianza y necesita recursos y personal, ¿porqué acude a Fudarus?

Su nivel de latín es medio-alto.

- Fudarus es una parada más en mi proceso de construir una alianza, hay grandes poderes tras estos muros y me pueden proporcionar cosas que necesito. Además, quien ha vivido envuelto en las intrigas y la opresión de una gran alianza puede verse atraído por la cómoda vida de un nuevo proyecto. Al fin y al cabo, mi generosidad es legendaria. ¿Pero qué hacéis vos aquí? ¿Conocéis por casualidad un buen cursor dispuesto a acompañarme por iniciativa propia?

No hemos hablado de lo que gano por el chantaje...

Podría ser que no le he pedido nada a cambio de momento y ahora intente chantajearlo para que nos presten un cursor a buen precio?

Cuánto poder tiene mi pater en la alianza? Es para saber si podría estar en sus manos el hecho de prestarnos el cursor.