Partida Rol por web

Tributo de Sangre (I)

Heraldos de Paz

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12/01/2009, 11:39
Director

Las tierras de Imledyr abarcan desde las Montañas Grises hasta donde el Mar de los Espíritus delimita su inestable silueta. Están compuestas por un ir y venir de colinas y bosques cuyo clima es agradable en verano pero extremadamente duro en invierno. Se encuentran divididas en una gran variedad de condados, ducados y baronías sobre los que sus respectivos nobles ejercen un férreo control feudal. La rivalidad entre ellos es continua y los enfrentamientos tan habituales como las nevadas, sin embargo ninguno consiguió nunca unificar bajo su dominio las tierras de Imledyr y alzarse ante sus rivales como rey, estableciendo una monarquía. Varios de ellos, los más poderosos, ejercen como soberanos sobre otros, quienes les juraron vasallaje a cambio de más tierras, hombres o simplemente obligados bajo coacción o amenaza. Sin embargo, cada uno de esos frentes, cada uno de esos señores, se considera a sí mismo como el mejor candidato para ostentar una ilusoria corona y unificar las tierras de Imledyr.

Si que existe, sin embargo, algo que todos ellos comparten y tienen en común: el yugo de la Torre Negra de Ybress. En lo más recóndito del Pantano de las Pesadillas se alza la construcción más temida y a la vez odiada de estas tierras. Desde la Torre Negra, Sarcess, una temible hechicera, una bruja que domina los poderes oscuros, siembra el terror entre nobles y vasallos por igual. Sus sirvientes, malignas criaturas que se asemejan a los Trolls de las leyendas y cuentos populares, y que le profesan una lealtad que roza el fanatismo, se encargan de cobrar a los nobles el diezmo estipulado. Éste pago, tres mil escudos de oro anuales, es lo único que les garantiza verse libres de las maldiciones, plagas y enfermedades que cuentan que Sarcess es capaz de crear.

Vuestro deambular nómada por el mundo os condujo hasta el Paso de las Nieves Eternas, donde tras un más que entretenido regateo, acabasteis aceptando el que pensabais sería un lucrativo acuerdo con un comerciante de marfil que se dirigía a Imledyr. Su caravana, compuesta por tres carros y sus respectivos conductores de mulas, necesitaba protección, gente valiente y con experiencia como vosotros. Atravesar aquellas montañas era siempre un viaje peligroso y Dalherin, que así se llamaba el supuesto comerciante, no quería correr ningún riesgo con tan valiosa mercancía. Sin embargo, el que parecía un trabajo más que interesante, acabó convirtiéndose en un gran fiasco. Al llegar a vuestro destino, la ciudad costera de Nausias, Dalherin desapareció utilizando ardides de la más baja calaña, dejándoos en una posada con las habitaciones a cuenta y sin entregaros la segunda parte del pago acordado. Las bolsas de monedas que formaban la primera parte de vuestro pago y que os fueron entregadas al inicio del viaje, resultaron ser dinero falso. Así, sin apenas recursos económicos, con unas habitaciones pendientes de cubrir y acusados como falsificadores y ladrones, tuvisteis que utilizar las últimas monedas reales que os quedaban en hacer frente a tales deudas y, de paso, en un pírrico plato de sopa aguada, fría como la noche, y un trozo de carne reseca.

Tras varias semanas recorriendo los caminos y aldeas de Imledyr siguiendo la pista del bribón de Dalherin os encontrabais en una situación bastante apurada. Necesitabais que algo ocurriera, un golpe de suerte u os veríais en serios apuros. Y éste llegó a través de un anuncio público, en la forma de un bando del Conde Nesvind de Riaghul. En él se solicitaban hombres valientes para un servicio al Conde que sería recompensado con diez escudos de oro por cabeza. Una situación complicada y un pago demasiado bueno como para pasarlo por alto se unieron, dando lugar a una decisión que no podía ser ni discutida. Antes incluso de tener tiempo de pensarlo os encontrabais ya en el castillo del Conde hablando con su secretario... y hechicero.

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12/01/2009, 11:40
Ashadir

El secretario del Conde era un hombre de corta estatura y complexión delgada, vestido con ropas demasiado gruesas para aquella época del año y cuyo embriagador olor a perfume podía percibirse desde varias salas de distancia. Tenía un acento extraño en el habla, de pronunciación ruda y basta, pero en cambio haciendo uso de un vocabulario noble, aristocrático y extenso.

-El trabajo es sencillo. Debéis proteger y transportar un cofre hasta su destino. Éste ha sido un año de malas cosechas y el Conde ha tenido problemas para reunir el diezmo acordado con la Torre Negra de Ybress. No teníamos el pago listo cuando aquellas asquerosas criaturas vinieron por él. Finalmente lo hemos logrado, aunque con algo de retraso, ¡tres mil Escudos de Oro no es cifra fácil de juntar! Lo que se precisa de vosotros es que llevéis el cofre a la Torre Negra y lo entreguéis a Sarcess en nombre del Conde Nesvind de Rhiagul. ¡Los hombres del Conde son demasiado cobardes! - aquellas palabras pronunciadas en voz demasiado alta eran una pulla hacia los soldados que os escoltaban frente a Ashadir. Éstos miraron hacia otra parte y bajaron la cabeza incómodos-. Demasiado cobardes y supersticiosos como para una tarea así, ¡malditos bufones de taberna! Hoy en día ya no se puede confiar en nadie. No es de esperar que encontréis problemas de ningún tipo, tan sólo debéis aseguraros de mantener el cofre alejado de bandidos y ladrones. Una vez allí, entregarlo será tan sólo un trámite. Por el servicio se os pagará diez Escudos de Oro por cabeza, cinco en este momento y cinco cuando regreséis.

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12/01/2009, 18:46
Antor PielGris

La sala en la cual estaban siendo entrevistados no impresionaba a Antor. En sus aventuras había visitado palacios y salas realmente lujosas y sabía que esta no era más que una estancia secundaria. De todas maneras siempre es mejor que el interlocutor crea que lleva la ventaja, asi que se mostró moderadamente impresionado mientras daba un paso al frente  y se presentaba:

-Permitid que me presente, noble Ashadir, mi nombre es Antor Pielgris, y como podéis ver tengo alguna experiencia en este mundo- dijo Antor con tono jovial, para continuar con un tono más serio -Hemos acudido a vuestra llamada sin saber muy bien cuál era el tema y, aunque imaginábamos que era importante, no sabíamos que lo sería tanto. En estos momentos estaremos disponibles para ayudaros, claro que sería menester saber antes alguna que otra cosilla, como por ejemplo ¿Nos otorgaréis algún tipo de equipación, cosas como armas o caballos?¿O acaso deberemos transportarlo cargándolo todo el viaje?¿Os habéis asegurado de que realmente cumpliremos con lo que Vuestra Merced espera?¿O por el contrario nos dejaréis a solas con un cofre cargado con una fortuna y confiaréis en que lo entregaremos?-


Y dicho todo esto retrocede hacia el sitio que ocupaba antes, sin dejar de sonreir ni mostrar unas refinadas maneras.

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12/01/2009, 21:45
Ailara Sotobosque

Si alguien de los allí presentes quería pasar desapercibida, esa era Ailara; Si alguien de los allí presentes no quería estar, esa también era Ailara. Quizás por eso, dispuesta en un discreto segundo plano, atendía tensa y con la mirada afilada todo aquello que aquel emisario, Ashadir, les exigía a cambio del oportuno pago que había acordado unilateralmente.

 Les dije que no hiciésemos caso del aviso... Recapituló, con fastidio, la intuitiva mujer de cara pecosa y el cabello del color del sol al atardecer. Les dije que la Madre Tierra nos proveería de todo lo que precisásemos... Cierto es que las necesidades de ella eran bien distintas a las que podría tener, por ejemplo, el veterano Antor... que ahora se pronuncia sobre los pormenores de la misión. También les dije que no fuésemos tras ese timador, Dalherin... ¿es qué nunca me escuchan? La joven druida había sido la última en unirse al variopinto grupo y aquello, a pesar de los esfuerzos de Bathalias y la valía demostrada en aquel afortunado encuentro, se hacía patente a la hora de la toma de decisiones... más teniendo en cuenta que el astuto y oportuno Moravius siempre parecía saber lo que decir para aplacar su terco empeño. Esto no me gusta... no me gusta ese hombre ni lo que nos solicita... no tiene sentido... aunque es verdad que nadie, en su sano juicio, osaría apoderarse del tributo a Sarcess. Su cuerpo, bajo el halo de aparente ingenuidad que desprende su jovial rostro, se tensó aun más como si los vientos fríos del Norte hubiesen acariciado su alma.

 La ausencia de Mazgul, que había sido obligada a permanecer fuera del recinto, no ayudaba en absoluto a tranquilizar el mal pálpito que ensombrecía, aun más, su verde mirada. Sin el cálido toque de la impresionante ejemplar de lobo gris, Ailara se sentía extrañamente vulnerable... incompleta. Sin embargo, estaba claro que aquello no era lo único que le sucedía, pues en otras ocasiones había estado privada de la presencia de su madre loba... había algo más... quizás el petulante perfume del emisario quisiese ocultar algo podrido.

 Sus ojos adquiriendo un nuevo brillo, bien distinto al de otra época de su vida, que ensalzaría el verdinegro apagado de su mirada, dotándolo de un aire de gravedad y urgencia que se derramaría directamente sobre Moravius... sobre Bathalias, antes de que estos se pudiesen pronunciar.

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12/01/2009, 22:49
Bathalias de Emdelis

- Tranquilo Antor, estoy seguro que nos proporcionarán lo necesario para llevar a buen puerto nuestro cometido. - comenzó a hablar despues de mirar de una forma dulce, casi protectora, a Ailara. Comprendía su incomodidad pero este trabajo vendría muy bien a todo el grupo y era demasiado bueno como para rechazarlo en las condiciones en las que se encontraban.

- Ten en cuenta que son ellos los primeros interesados en que su tributo sea entregado - La mirada de Balthalias era afable aunque, a través de sus negras ojeras y sus pronunciadas arrugas, habia cierta picardía. Todo lo que ayudara a proteger a sus nuevos compañeros de viaje sería bienvenido y estaba claro que no dejarían a su suerte a unos desconocidos con lo que supondría el evitar las represalias de la bruja.

Tras esto se cruzó de brazos y le dedicó una amplia y sincera sonrisa amistosa al secretario.

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13/01/2009, 01:31
Moravius

Otra oportunidad de aventuras se mostraba delante de de mi, y una pequeña sonrisa junto a algo de satisfacción inundaba mi ser al escuchar de que constaba esa misión que nos podría poner de nuevo con algo de capita que nos faltaba…

No pude ver venir el engaño y me recriminé por ello un tiempo, pero se presentaba la oportunidad de vivir una aventura mas, me había fijado  en la mirada que  Bathalias le había dedicado a Ailara, hasta entonces no me había dado cuenta de la perturbación de la chica, estaba ensimismado ante la oportunidad que se nos presentaba, y por lo que  implicaba la historia de la temible hechicera que habíamos oído en alguna ocasión…

Intenté llamar la atención de Ailara para tranquilizarla con la mirada y hacerle saber que estaba  a su lado y no debía preocuparse, intentaba procurar que no notase mis ganas de salir inmediatamente en pos de entregar el dichoso cofre… Dinero, al final todo se simplificaba por el dinero “, cierto era que se necesitaba, pero mejor era llenar el corazón de la necesidad que te pedía…

- Cuando debemos partir… Había mencionado sin entusiasmo pensando a ver si me daría tiempo para divertirme una noche antes de marchar, pues sabía que tardaría en volver a pisar zonas austeras.

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13/01/2009, 04:15
Ailara Sotobosque

Ailara no halló sosiego, ni quietud, en la dulce mirada del elfo; pues no era dulzura, ni protección, ni comprensión lo que estaba solicitando... si no más bien ser tenida en cuenta... ser competente en las decisiones.

No... no... no... Bathalias... no... no... Ailara negaba, levemente... apenas apreciablemente, contrariada con la cabeza y dibujando con los enmudecidos labios esa palabra que se repetía una y otra vez adueñándose de sus pensamientos... del pálpito de su intranquilo pecho. ...¿por qué no quieres oír primero aquello que me inquieta?... ¿por qué lo omites sin saber qué es?... ¿por qué no lo discutimos todos, en confidencia, antes de decidir?...

Sus pecosas mejillas se ruborizaron al hilo de esas cuestiones que, turbadoras, discurrían por su mente. Y con este candente rubor, buscó con renovado brío en su mirada a aquel hombre de oscuros ojos, cuya palabra sería siempre tenida en cuenta, que se había convertido en su última esperanza para ser al menos escuchada e intentar eludir, siguiendo su punzante corazonada, el mal fario que le transmitía todo este "perfumado" asunto. Ese hombre no era otro que Moravius.

Y al igual que había sucedido con Bathalias, halló en la tranquilizadora mirada que le dedicaban algo bien distinto a lo que reflejarían las consiguientes palabras... palabras que, de ser de otro, no colmarían la hirviente sangre que se apelmazaría en las mejillas de la druida... como así sucedió finalmente. ¡Esto es el colmo!!!... ¡tú también!!...


Cita:

- Cuando debemos partir…-

El indignado gesto de Ailara se torció brusco en una sacudida que la encaró, nuevamente, con el emisario... cruzando de igual forma los brazos sobre el pecho en actitud hermética. -. Puffffffffffffffffffffff...- Aligerando, con ello, parte del creciente aire a presión contenido en su cuerpo y que amenazaría con explotar. Toc....... toc...... toc...... toc....... Uno de sus pies, inquieto, comienzaría a golpear con la horma de su bota el pavimento. Una luna sin poder pisar a una ruidosa taberna... ¡una luna!!... y se lanzan sin pensar en una sospechosa misión por un puñado de monedas... De soslayo, observa inquisitivamente a ambos hombres... clavándose en el embaucador Antor PielGris al que ya había culpabilizado, en más de una ocasión, de arrastrar a la mayor parte del grupo a sus excesos. Claro es que el juicio de cada uno de ellos no parece funcionar, igual de bien, sin una ración de esos brebajes fermentados de vez en cuando... No vayáis a pensar que Ailara es una mojigata estirada, pues sabe disfrutar como el que más de esos parajes y de muchos otros aunque, eso sí, no rijan su estilo de vida.

Indignada, las ansias de salir de aquel opresivo recinto se fueron acrecentando hasta hacerse insoportables. Y cuando eso sucedió... -. ¡Ja!!...-... giró sobre sí misma, airada, ante el desconcierto de los presentes, sobre todo de aquellos que no la conociesen, para dirigirse toda digna, orgullosa y con ligereza hacia el portón de salida custodiado por un par de despreocupados soldados. Un mero vistazo a los fieros ojos de la druida les anunciaría que no es prudente contrariarla aun más...

Lo que Ailara sabía en lo más profundo de su mente, pero se negaba a creer tercamente, es que de todas formas su inquietante corazonada no haría cambiar de parecer, dadas las circunstancias, al necesitado grupo.

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13/01/2009, 10:37
Antor PielGris

Antor, conocedor (aunque sin compartirlas) de las inquietudes y del carácter de Ailara, se adelantó a la expresión de sorpresa de Ashadir diciendo:

-Disculpad a nuestra Ailara, noble Ashadir, pero es que está preocupada por su animal de compañía, el cual no pudo acceder al salón con nosotros y se encuentra al raso.- todo esto con un gesto de complicidad hacia Ashadir, como restando importancia a esas "cosas de niñas".

Aunque en su fuero interno Antor se preocupaba, las intuiciones de Ailara casi siempre eran ciertas. Y casi siempre eran malas también.

"Ay, si a esta chica lo que le falta es divertirse un poco más y preocuparse un pòco menos" pensaba Antor en estos casos.

 

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13/01/2009, 11:22
Ashadir

Una mueca de desprecio cruzó la cara del secretario al ver que la druida le daba la espalda sin miramientos. Bajando la cabeza, alargó el brazo en un rápido gesto y las pesadas puertas del recinto se cerraron de un portazo, provocando el sobresalto de los presentes, incluyendo los asustados guardias.

-No vas a ningún sitio, niña -dijo Ashadir en voz baja-. Esto no es un juego, las escenas mejor guárdatelas para cuando estés con tus amigos en la taberna.

Con otro gesto de su mano, la todavía aturdida Ailara se vio levantada en vilo y depositada nuevamente junto a sus compañeros de forma muy poco ceremoniosa. Ignorando la desafiante mirada de desaprobación de uno de los hombres del Conde, Ashadir continuó hablando.

-Si decidís no aceptar el encargo seréis escoltados e invitados a permanecer como invitados hasta que otros lo lleven a cabo. No vamos a correr riesgos innecesarios -miró a Antor antes de continuar-. Respondiendo a tu pregunta, se os dará el equipo necesario para que llevéis a cargo la misión. Los detalles os los daremos más adelante. La posibilidad de que escapéis como vulgares ladrones ha sido tenida en consideración, pero solo un imbécil cometería ese error. No subestiméis los poderes de Sarcess... o los mios.

Paseó frente a los amigos, ahora más calmado, y se echó las manos a la espalda en un gesto condescendiente.

-¿Alguna otra pregunta que queráis hacer? ¿Alguien más prefiere no tomar parte en el asunto?

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13/01/2009, 13:00
Moravius

Desde mi posición veía como Ailara no daba crédito a lo que sucedía y al trato que le daban, conociéndola como la conocía, había peligro de una trifulca, aunque confiaba en el buen juicio de la druida para calmarse y seguir escuchando...

Era de esperar ante la situación que se nos presentaba, no dejarían que con el conocimiento que teníamos de la misión nos marcháramos tan dulcemente, en fin poco importaba pues ya habíamos aceptado el echo hacía rato, algunos por necesidad y otros como yo por lo que implicaba todo en conjunto, no obstante intento apaciguar a Ailara con una mirada, aunque sabía que la impotencia y rabia la comían ahora mismo por dentro...

 - No era necesario ese trato señor Ashadir, las cosas pueden hablarse sin necesidad de brusquedad, entiendo su posición y que no quieren correr ningún riesgo para con el cometido, pero las maneras hay que vigilarlas, de lo contrario se buscará enemigos muy fácilmente...

- Haré como que todo a sido un mal entendido, pues nuestra estimada amiga está con nosotros en lo que decidamos, y si no se a dado cuenta ya lo hemos echo, no quiero justificar el comportamiento de nuestra amiga, pero tan solo salía afuera porque se pone muy nerviosa cuando ve y comprueba que el grupo actúa y decide las cosas sin prestar atención a los peligros y desastres que pueden acontecer a la decisiones que tomemos, decir tiene que sabemos del peligro que conlleva este cometido, decir también no está demás que ponéis una bajo precio para que alguien no se arriesgue a quedarse con el cofre entero... Y aunque no será nuestro caso, no está de más que lo consideren...

Mientras hablaba caminaba con paso muy suave por la habitación y llegaba a la altura donde los guardias habían sujetado y traído de vuelta a Ailara...

 - Hacéis el favor de soltarla, esto ya no es necesario... Bien como mencioné anteriormente, para cuando está previsto que marchemos...

Ante mi mente se reflejaba la desilusión de que no nos dejarían pasar la noche fuera, por las causas que fueran y no podría disfrutar de un poco de diversión...

 

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13/01/2009, 16:29
Antor PielGris

Anton sabe lo que puede pasar, y todas las consecuencias serían malas si ello sucede, asi que decide intervenir tratando de atemperar un poco los ánimos (aunque no es momento para hablarle a Ailara, válgame Dios)

-Como habéis podido comprobar, Eminencia...- dice dirigiéndose a Ashadir con el mismo tono que ha utilizado en toda la entrevista -Somos un grupo variopinto pero bien intencionado, y os aseguro que los que no saben como comportarse en ambientes civilizados sí que saben hacerlo en otros ambientes, o ante el peligro. Como bien ha dicho Moracius, el encargo lo damos por aceptado.- y agrega tras una pausa de pocos segundos - Ahora os toca a Vos decidir. Hacedlo sabiamente.-

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13/01/2009, 18:46
Ailara Sotobosque

Ailara, la joven druida, avanza airada con paso firme, decidido, airoso... y cadencioso hacia el custodiado portón que suponía la única vía de escape que podría aliviar la asfixiante necesidad de sentir el aire fresco sobre sus ardientes mejillas. Los desconcertados soldados ya amagaban, indecisos, con permitirle el paso a semejante fuerza de voluntad.

En eso, a la mediadora voz del veterano Antor, detiene bruscamente su paso a escasos pies del ansiado umbral redentor. El delgado y menudo cuerpo de la temperamental joven se contrajo a tensión ante aquellas inoportunas palabras. ¿Cómo se atreve????... Antor PielGris!!!... Ciertamente había detectado ese tinte condescendiente en la voz del bribón, degradando ante el emisario su "más que justificada indignación" a la altura de un histerismo estrogénico... o al menos eso interpretó ella. -. iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiIIIIIIIIIIIIIII...- Comenzaría, con el rostro rubicundo del mismo tono que su corta cabellera y las venas sumamente ingurgitadas, a emitir un chirrido a presión que resonaría, in crescendo, en los doloridos tímpanos de los presentes... ....IIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!...... si no fuese por la brusca y estrepitosa irrupción del plomizo portón al cerrarse inesperadamente. -... ¿eh??...- El delgado cuerpo se puso en guardia tras el consecuente respingo. ¿Magia arcana??... ¿quién?... no es propio de Moravius... Reconoció prácticamente al momento, tras el desconcierto inicial, la naturaleza de aquel suceso.


Cita:

-No vas a ningún sitio, niña... Esto no es un juego, las escenas mejor guárdatelas para cuando estés con tus amigos en la taberna.-

La imperativa y templada voz del "emisario" resonó en aquel lugar... confesándose, indirectamente, como autor de aquel inesperado hecho.

Tuuuuuuuu... Antes de que la joven Ailara pudiese encararle con ferocidad; su cuerpo se vio suspendido, apresado, e indefenso a un par de palmos del firme pavimento... como si unos brazos invisibles la estuviesen aferrando. -. ¡Suéltame!!!... aghhhhhhh... ¡maldito seas!!!... ¡suéltame!!!... iiiiiiiiiiiii!!!!...- La combativa joven lucharía, incluso patalearía, con todas sus fuerzas por liberarse de aquel invisible abrazo que la obligaría, inexorablemente, a retornar ante la despreciable presencia del autor del nuevo conjuro... y de nada serviría las amable palabras de Moravius para evitarlo.

Una vez desprovista de la férrea voluntad del hechicero, la retenida druida se desplomaría súbitamente sobre el suelo, teniendo que flexionar las rodillas para poder amortiguar la caída. Al instante adecuó sus arrugadas ropas, el cabello... y tomando abundante aire repuso su dignidad, su orgullo. ¿Quién te crees que somos, despreciable mofeta?... ¿tus prisioneros?... ¿tus marionetas? Un atisbo de prudencia ahogó conveniente su voz, no así su furiosa mirada cargada de desprecio. Sin embargo aquello no pareció afectar lo más mínimo al impasible emisario que proseguía exponiendo las inflexibles condiciones del encargo. Ahora entiendo la punzante corazonada... un miserable hechicero... seguro que está tramando algo... Ailara afiló aun más su mirada, intentando perpetrar el nebuloso velo ilusorio que podría ofuscar la realidad de aquel mensaje.

De todos es bien conocida la manifiesta aversión que siente Ailara hacia los practicantes de la magia arcana, de todos menos de "el singular" Moravius... pero eso es otro tema. Sin embargo ninguno de ellos, ni tan si quiera la excepción, conoce las razones de la misma... ya que la reservada mujer siempre procura eludir tangencialmente el escabroso tema. Añadir que, de saberlas, podrían exactamente intuir que por la cabeza de Ailara pasa, en estos momentos, la improbable posibilidad de que éste sea el cruel responsable del apagado tono de sus ojos... del impensable corte de su larga melena... y de que jamás, hasta el momento, la viesen sonreír...

Mientras tanto, Moravius se desvive en explicaciones para paliar, de alguna forma, la primera impresión que podría haber transmitido al emisario el temperamental carácter de la joven druida. Lo que quizás no sepan es que a éste poco le importa mientras acepten el peliagudo encargo...

-. Siempre y cuando se nos permita cerciorar, con nuestros propios ojos… escudo a escudo, que el contenido del mencionado cofre es el que se presupone…- Añadió su sorprendente condición, en tono firme… innegociable… sin reparos, a las últimas palabras que había pronunciado el veterano Antor PielGris. Sin importarle lo más mínimo haber puesto en duda, públicamente, la credibilidad del emisario. -… baratos sí, estúpidos no… maese Ashadir.- El desafío se apoderó de la indómita mirada de la mujer y de su voz...

Si nadie reparaba en su instinto, Ailara Sotobosque lo haría notar…

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13/01/2009, 20:51
Bathalias de Emdelis

Bathalias vió el movimiento despectivo de Ailara pero en ningún momento se esperó la reacción del hechicero. No era, la acción de Ailara, algo que aprobara, pero la actuación del secretario era, obviamente, exagerada.

Tras ver a la joven alzarse en el aire, instintívamente, Bathalias llevó su mano allí donde se debía de encontrar su espada. Aquel arma que tantas veces le había acompañado en sus aventuras. Por desgracía, habia sido obligatorio dejar las armas antes de entrar en la sala de reunión, pero eso no evitó que el elfo se plantara justo donde depositaba, en ese momento, el hechicero a su compañera. Sujetándola para evitar una posible caida, una vez en el suelo, se puso entre el secretario y ella misma tras lo cual señaló con su dedo índice al hechicero.

Cita:

-Si decidís no aceptar el encargo seréis escoltados e invitados a permanecer como invitados hasta que otros lo lleven a cabo. No vamos a correr riesgos innecesarios -miró a Antor antes de continuar-. Respondiendo a tu pregunta, se os dará el equipo necesario para que llevéis a cargo la misión. Los detalles os los daremos más adelante. La posibilidad de que escapéis como vulgares ladrones ha sido tenida en consideración, pero solo un imbécil cometería ese error. No subestiméis los poderes de Sarcess... o los mios.

- No creo que estas sean las formas de tratar a aquellos que se ofrecen a vuestro cometido - Su voz ya no era amable y su mirada rebosaba desconfianza. - Puedo entender que busqueis un grupo de aventureros dispuestos a realizar esta misión que, para muchos, puede parecer suicida, pero quizá sois vos quien nos subestima. - Su brazo bajaba lentamente mientras pronunciaba estas palabras y finalmente posó su mano en la vaina de su "secuestrada" espada. - Os recuerdo que subestimado, o no, vos no sois quien ireis a entregar el cofre y es obvio que creeis que un grupo como el nuestro tiene muchas posibilidades.De distinto modo, nos habríais despachado antes de entrar en esta sala. Así pues, lo primero que quiero obtener para la gente que vamos a trabajar es... - ambas manos se posaron en sus caderas en un gesto de clara indignacion - respeto - terminó la frase.

Tras esto, dió un paso hacia el lateral y se puso al lado de Ailara. Posó su mano sobre el hombro de la joven. - Si ella no quiere estar presente, se le debe permitir salir. Y si no estais conforme, lo mismo deberíais pensar en buscar otro grupo lo suficientemente capacitado y, por que no decirlo, loco, como para hacer el trabajo que vos y vuestros lacayos rechazais.

 

Cita:

- No era necesario ese trato señor Ashadir, las cosas pueden hablarse sin necesidad de brusquedad, entiendo su posición y que no quieren correr ningún riesgo para con el cometido, pero las maneras hay que vigilarlas, de lo contrario se buscará enemigos muy fácilmente...

- Haré como que todo a sido un mal entendido, pues nuestra estimada amiga está con nosotros en lo que decidamos, y si no se a dado cuenta ya lo hemos echo, no quiero justificar el comportamiento de nuestra amiga, pero tan solo salía afuera porque se pone muy nerviosa cuando ve y comprueba que el grupo actúa y decide las cosas sin prestar atención a los peligros y desastres que pueden acontecer a la decisiones que tomemos, decir tiene que sabemos del peligro que conlleva este cometido, decir también no está demás que ponéis una bajo precio para que alguien no se arriesgue a quedarse con el cofre entero... Y aunque no será nuestro caso, no está de más que lo consideren...


Cita:

-Como habéis podido comprober, Eminencia...- dice dirigiéndose a Ashadir con el mismo tono que ha utilizado en toda la entrevista -Somos un grupo variopinto pero bien intencionado, y os aseguro que los que no saben como comportarse en ambientes civilizados sí que saben hacerlo en otros ambientes, o ante el peligro. Como bien ha dicho Moracius, el encargo lo damos por aceptado.- y agrega tras una pausa de pocos segundos - Ahora os toca a Vos decidir. Hacedlo sabiame

Cita:

-. Siempre y cuando se nos permita cerciorar, con nuestros propios ojos… escudo a escudo, que el contenido del mencionado cofre es el que se presupone…-

Bathalias escuchó a cada uno de sus compañeros y gesticuló con la cabeza una afirmación a la petición de Ailara. Estaba claro que algo la preocupaba mucho y esperaba que permitíendoselo su tensión disminuiría.

 

 

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14/01/2009, 00:33
Alfren Niubar

La joven aspirante a caballero había permanecido callada desde el principio, escuchando a todos compañeros y secretario, incluso el siempre especial comportamiento de la joven druida.
Sera mejor que nos tranquilicemos un poco. Se acerca a Ailara y pone una mano en su hombro para tranquilizarla. Es normal que no te dejen salir con la información que ya sabes, el caballero no nos conoce de nada y teme por la misión que traería seguridad de su Condadopasa la mirada por cada uno de sus compañeros para ver si se dan cuenta de la verdadera importancia de la misión para acabar en Balathias comprobaremos que esta todo el dinero, no porque puedan darnos menos a propósito, mas bien por si hubiera un fallo de cuentas
Luego se pone al lado de Anton pero mirando al secretario.
Y por su puesto que entregaremos el cofre, la salud y prosperidad de muchas vidas dependen de ello y nosotros somos personas de honor añade con gran seriedad y se podía notar que entre lineas le estaba diciendo a Anton que ni si quiera se le pasara por la cabeza.
En cuanto a que entregar el cofre sea un mero tramite sin consecuencias por el retraso, espero que sea así.
En esas cuatro ultimas palabras podía notarse una amenaza velada contra aquel que pudiera jugársela a ella y a sus compañeros, y el rastro de rabia por el ultimo trabajo en el que se la habían jugado.

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14/01/2009, 11:33
Ashadir

-El cofre está mágicamente sellado, me temo -dijo el secretario sin inmutarse ante el tono de los aventureros-. Aunque quisieramos, la única persona que puede abrirlo en estos momentos es Sarcess. No debéis temer por vuestra seguridad ni por el contendio del cofre, sea como fuere, puesto que sería bastante estúpido por nuestra parte enviar algo distinto de lo acordado.

Ashadir se alejó del grupo, ligeramente asqueado y frunciendo el ceño, como si hubiera olido algo desagradable.

-Este es el plan -continuó explicando a la vez que cogía un mapa enrrollado de encima del escritorio-. Seguiréis la ruta marcada en este mapa. Con vosotros partirá un regimiento de soldados que os acompañará hasta el borde del pantano y hara de cebo para evitar emboscadas o sorpresas. El regimiento irá por el camino principal mientras vosotros avanzáis paralelamente por veredas secundarias. Si ocurre algo imprevisto deberíais poder evitarlo y llegar al pantano. Una vez en el pantano estaréis solos, pero difícilmente encontraréis problemas.

-Para transportar el cofre se os proporcionará caballos y una mula de carga. El viaje no debería llevar más de dos días: uno hasta el borde del pantano, otro para cruzarlo hasta la Torre Negra. Entregáis el cofre y volvéis. No tiene más complicación que hacer de mensajero -esto último lo dijo mirando nuevamente a los asustados guardias con evidente desprecio.

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14/01/2009, 11:47
Conde Nesvind de Riaghul

Ashadir se vio interrumpido de repente por una puerta que se abrió de pronto en uno de los accesos a la estancia y por la que entraron seis soldados, dos de ellos espada en mano, escoltando a un hombre de gran estatura y porte noble que no podía ser otro que el Conde Nesvind de Riaghul.

El Conde lucía unas vestimentas de gran calidad, en tonos azules, navegadas por hilos de oro. Mostraba numerosas joyas, así como un enorme broche también de oro que le sujetaba la capa. Llevaba suelto el largo cabello rubio y sus ojos eran apenas dos rendijas blancas sobre un rostro marcado y bien definido.

-Ah, estáis aquí. Bien, al fin os encuentro. Supongo que todo habrá sido ya acordado, ¿verdad? – el tono de sus palabras era el de aquel que estaba acostumbrado a infundir temor tan sólo con su presencia, rango y título.

Los soldados que formaban la escolta se movían a su alrededor, tratando de no estorbar su avance y de mantenerse a su vez lo más cerca posible de su señor. El conjunto resultaba por igual intimidante y cómico.

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14/01/2009, 11:49
Ashadir

El secretario del Conde echó un rápido vistazo a los seis recién llegados y se volvió hacia el noble.

-Si, señor. Tan sólo perfilábamos los detalles de la partida. Todo ha sido acordado. - el tono de voz había cambiado considerablemente del que había utilizado para dirijirse a ellos. Mantenía su expresión culta y la forma de hablar elegante, mas cubiertas con un perceptible deje de sumisión.

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14/01/2009, 11:50
Conde Nesvind de Riaghul

-Bien, bien. Así debe ser. - con un gesto displicente de la mano pasó por encima de la respuesta de su secretario casi sin escucharla siquiera y se dedicó a examinar con la mirada a los seis aventureros -. Parecéis un grupo valiente y con recursos. Espero que no me defraudéis y podamos brindar con vosotros dentro de unos días, al calor del fuego, por el buen término de esta entrega.

No esperó respuesta, no lo consideraba necesario. Se giró con un gesto elegante y se dirigió hacia la salida. Los soldados se apresuraron en rodearle, precediéndole en su salida y protegiéndole la espalda. Sin embargo, antes de alcanzar la puerta se volvió de nuevo hacia ellos. Aunque sus palabras se dirigían al secretario, los ojos estaban fijos en el grupo.

-Ashadir, ¿les has contado ya lo que hicimos con los soldados que desertaron el año pasado? – observó de reojo como el hombrecillo negaba con la cabeza y emitió un leve gruñido -. Ocho hombres fueron escogidos de entre los que sirven en mis dominios para llevar el pago, tal y como vosotros haréis este año. Cometieron el error de considerarse más listos que yo y trataron de huir con el cofre y el dinero. Tardé casi una estación entera, pero finalmente di con ellos. Aún podéis observar las maderas donde fueron crucificados en el camino del Norte, quedarán ahí para siempre como un recuerdo de lo que les ocurre a quienes me traicionan. Si pensáis que podéis escaparos con mi dinero pasaréis el resto de vuestra vida huyendo. Será lo último que hagáis. Os perseguiré hasta encontraros y os despellejaré vivos. – las bravatas del Conde habrían sonado vacías pronunciadas por otra voz, emitidas por otro cuerpo. Sin embargo, el aura de autoridad y seguridad que irradiaba, unidas a la fría mirada que ocupaba su semblante, no dejaba lugar a dudas de que aquel hombre cumpliría su amenaza aunque fuera lo último que hiciera.

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14/01/2009, 15:31
Merkus

 

Poco podía hacer frente a esa situación , con los bolsillos vacios nuevamente y lejos de su casa pensaba matar algún mercader de segunda y marcharse rápidamente de ese apestoso nido de estiércol y de paso matar al desgraciado que le había engañado.
Pero viendo que los hombres que le habían acompañado durante los últimos tiempos parecían estar contentos con esa oferta laboral podía ser una buena opción.
 Igual si por una vez seguía al rebaño en lugar de comérselo lograba su objetivo en la vida y si no ......... por lo menos su espada podría derramar la sangre de sus enemigos por los ardientes suelos de la zona.
 

Yo quiero luchar.....yo acepto.

 Era la vez en todo este tiempo en la que sus compañeros habrían conseguido escuchar más palabras de su boca juntas, con toda seguridad su tardanza se debía a que su cerebro realizo un sobresfuerzo titánico para juntar de manera conexa tantas palabras

 

Tras eso el monumental bárbaro se levanto del lugar donde estaba sentado y
Mostro sus imponentes 2 metros de musculo salvaje tras eso esbozo una sonrisa que parecía la de un animal salvaje intentando un acto contra natura