Partida Rol por web

Viendo lo sucedido, preparado detrás de una de las rocas cerca de haleth, al ver las intenciones de ella y de ellos, saco mí laúd y comienzo a tocar nuevamente una nana. Tratando de que los hombres estos se duerman. 

Los angmareanos ponen los ojos en blanco y caen victimas del hechizo. Duermen profundamente.

Observo a los tipos durmiendo y sonrío a Brendan. Buen trabajo susurro. Vigílales, Haleth, mientras los atamos digo, sacando una cuerda para atar a uno.

Miro al resto. Intentad no hacer demasiado ruido.

El fugado os mira agradecido. Es un hombre de mediana edad, va vestido con harapos.

Quienes sois? pregunta.

Creo que ni me escuchó. Conforme nos vió, se lanzó entre las piedras y se agazapó con nosotros. Era un tipo de aspecto miserable, vestido con harapos y con pinta de haberlo pasado mal durante un largo tiempo.

Entonces Haleth salió de su escondite y plantó cara a los angmareanos, quienes se burlaron de ella con propuestas indecentes y obscenidades en vez de atacar directamente ¡aquella no era manera de tratar a una dama, por grande y guerrera que fuera!. Sus viles maneras con mi compañera me encoraginaron tanto que desenvainé la daga, dispuesto a saltar sobre ellos cuando, de pronto, empezó a sonar una nana ¡era el elfo!. Mientras, estupefacto, pensaba en lo inapropiado del momento, ocurrió algo maravilloso: ¡los agmareanos se durmieron instantáneamente!

- ¡Es increíble!- exclamé jubiloso sobre una pierda, daga en mano- ¡es como en los cuentos y en los relatos del señor Samsagaz!- y entonces tomé consciencia de lo que eran los elfos y de que los tenía allí mismo. Era como si los relatos cobraran vida.

Una vez recobrado de la sorpresa y de aquella agradable sensación de haber presenciado un momento único, nuestro "huésped" reclamó nuestra atención.

- Somos aventureros, señor. Yo me llamo Migue Campoviejo y él Angus Colladoalto, de La Comarca- reiteré-. Y mis compañeros...-los nombré uno por uno.

-¿Y quien sois vos? ¿En qué trabajan los esclavos allá adentro? ¿Quienes y cuántos enemigos pueblan el interior de éstas cavernas?

Una vez se explicó, le hice una advertencia seguida de una propuesta.

Puede marcharse solo pero sólo conseguirá morir de hambre y frío en aquel páramo desolado. Y eso si no le devoran los lobos o los orcos... Pero si nos acompaña, tendrá muchas más posibilidades de sobrevivir, pero tendrá que guiarnos antes por el interior de éstas cuevas. Nosotros le protegeremos. 

El hombre os habla de lo que hay dentro:

Mi mujer y mi hija estan dentro. Los angmareanos llegaron y mataron a casi todos. Luego nos trajeron a este lugar. Nos tienen en jaulas. Nos van sacando cada varios dias a unos pocos para matarnos su sacerdote loco.
No puede seguir hablando. Se le quiebra la voz.

Conozco las minas os llevare si sacais a mi familia.

Conmovido y con un brazo en jarra, el otro lo levanté daga en alto, en pose épica y teatral.

- ¡Salvaremos a todos!- proclamé, envalentonado y determinado- Tome ,buen hombre. Coma algo- dije, abriendo la mochila y sacando un poco de pan, queso y sirviendo en un vaso cerveza del barrilete.

Escuchando la historia del hombre desconocido mientras ataba a uno de los angmareanos junto con Haleth y Zarahi pienso un segundo y le pregunto.. - Has dicho que su sacerdote es el que los mata? A ti te han sacado y por eso has corrido hasta aquí, si tú familia está ahí dentro, no creo que te hayas escapado.. si es así, uno de estos es el sacerdote? - 

El sacerdote lleva un yelmo siempre puesto. No se conoce su rostro. Con el va el que debe ser el jefe.
Estos son solo brutos.

Contesta el hombre.
Me llamo Bram.

Atónita por el resultado del hechizo Haleth mira con los ojos muy abiertos a Brendan -Los primeros nacidos sois impresionantes. Vuestras artes superan la comprensión humana- La guerrera hizo caso a las recomendaciones de sus compañeros. Vigiló a los durmientes -Las noticas que nos narra este ser son dramáticas. No nos costará demasiado tiempo ni nos apartará del camino. Me siento en la obligación de socorrerles y dar Justo castigo a ese sacerdote ¿Cual es su nombre? Me gustaría poder reconocerlo antes de poder impartirle justicia- Desenroscó la tela para poder envainar su arma mientras se acuclillaba al lado de los humanos caídos -Impresionante e incomprensible, la Magia es algo que jamas entenderé -

Una vez los humanos malvados están atados, me relajo un poco. Miro al humano, frunciendo un poco el ceño.

Sí, sí, muy bien, vamos todos a ayudar... ¿Puedo preguntar de dónde has salido, Bram? Porque, en esta zona, se supone que solo habitan angmarianos.

Miro al resto. No me entendáis mal, también tengo ganas de matar enemigos. Pero no tengo ganas de ir a una trampa del estilo "pobrecito, que está triste y apenado".

- Sin ofender tampoco Bram, pero.. si ninguno de estos es el sacerdote, entonces no te sacaron para matarte, te escapaste.. pero no creo que te escapes tampoco y dejes a tu familia sola allí adentro... Si tenemos que ayudarte, vamos a necesitar que nos expliques mejor la situación- Lo miro seriamente y le comento eso.

Si bien, para el elfo, cualquier aventura es buena para el y sus historias, algo no le sonaba del todo bien..

Lenwë afirmó a las palabras del hombre, - no sé por qué tanta incredulidad, hemos visto por nuestros propios ojos que a este hombre lo perseguían, se sabe que no va vestido como los angmareanos, entonces no es uno de ellos, yo creo en la palabra de este hombre, es más creo que debemos de darnos prisa pues cuando los demás se dén cuenta de que Bram ha escapado sonará la alarma. Si estáis recelosos podéis ir atrás yo acompañaré al interior a Bram y de paso conoceré el interior de estos hornos. Afirmó Lenwë decidido poniendo una mano en el hombro del hombre como muestra de apoyo.

Me estaba empezando a irritar tanta suspicacia, así que me puse de lado de Lenwë.

- ¡Exacto!- dije, mientras me levantaba de la piedra donde me había sentado y me sacudía el culo- Estamos en sus tierras y son muchos más. Si supieran que estamos aquí, ya habrían venido a por nosotros sin necesidad de pantominas. 

Dinos, Bram: ¿Cuántos son, mas o menos? Podemos ayudarte pero antes tenemos que cumplir con un encargo. Si nos guías, antes de salir salvaremos a tu familia. Temo que si los sacamos antes de tiempo, den la alarma y aquello se convierta en una trampa sin salida. No sé ¿Cómo lo veis?

-"¿Pero qué estáis diciendo botarates? ¿Cómo va a ser este desdichado uno de ellos? Solo hay que verle la cara..."

Miro ceñudo al grupo. Me subo un poco los pantalones, hasta las axilas, y me meso las barbas.

-"Ahora tenemos un problema... si queremos ayudar a este tipo deberemos dividirnos en dos grupos. Uno que vaya a realizar la misión por la que hemos venido y otro grupo, junto a Bram, que vaya a rescatar a los prisioneros o por lo menos a liberarlos y que ellos intenten huir de este lugar. Además, tenemos que encargarnos de estos tres, para que no escapen y den la voz de alarma. Si nos encontramos con el sacerdote no estaría mal quitarlo de enmedio."

Al decir esto último, acaricio el filo de mi hacha... miro a los ojos a cada uno de mis compañeros, terminando en Bram.

El hombre estaba confundido. Habia salido de boca del hobbit solicitar su ayuda para guiarles en las cuevas de la montaña, pero estos desconocidos parecian suspicaces y peligrosos....

Mejor me marcho, os ruego que me dejeis partir.

De primeras, me sorprendió la repentina petición del fugitivo, pero dado el carácter suspicaz y hostil de algunos de mis compañeros que tampoco podía culparle. Aún así...

- Pero... ¿y tu familia? Para cuando consigas ayuda habrán pasado muchos días, eso si no te capturan los orcos o las fieras antes... Créeme, tu mejor baza es con nosotros. ¡no hagas caso de las suspicacias de mis compañeros! Han vivido mucho y saben que no pueden fiarse de cualquiera pero si eres honrado, que lo creo, no deberás temer nada.

Intenté dar lo mejor de mí aunque me sentí presionado por la urgencia y las circunstancias.