Partida Rol por web

El Terrorista aparece de nuevo a través de la cortina. Sólo que ahora es Abu Nazir. Siempre lo ha sido.

Abu Nazir: Tras la muerte de Osama bin Laden este es el hombre en el que se dice ha recaído el auténtico liderato de Al Qaeda, él es el peor enemigo de América y del mundo libre. Incluso se dice de él que fue la auténtica mente maestra tras los atentados del 11-S, además de cientos de acciones terroristas a lo largo y ancho del mundo en los últimos años.

En una mano sostiene el arma de fuego. En la otra una videocámara digital que filma todo desde su punto de vista. Sus ojos brillan febriles. Su rostro es una máscara de sudor.

Pero la expresión de su rostro es la de un iluminado. De alguien que ha visto a Dios.

¡Atención, cerdos americanos! Ruge apuntando con la pistola hacia delante.

¡Todo el mundo en pie! ¡El mundo quiere ver vuestros hinchados rostros cebados por el capitalismo!

Jean mira nerviosa a su hijo. Le desabrochó el cinturón. Por un momento pensó en levantarse solo ella pero aquello, si se daba cuenta el terrorista, podrían aun mas en peligro a su hijo. La mejor forma de que pasara desapercibido era que actuara como los demás por muy asustada que estuviese Jean. Ambo se levantaron y miró al hombre con el que había estado hablando. No sabía que iba a ocurrir ahora, pero el miedo, la sensación de que algo horrible iba a pasar le hizo que no esperase mas. En cuanto aquel hombre pasase por su lado le atacaría como pudiera. Aunque muriese en el intento haría todo lo posible por salvar a su hijo de aquel animal.

A pesar de las ataduras de tus muñecas, que están lo suficientemente flojas para librarte de ellas si fuese necesario, sostienes con tus manos las de David, transmitiéndole con este contacto toda la tranquilidad y el amor que una madre puede ofrecer a su hijo. Mantienes la mirada fija en los asientos delanteros, sin mirar directamente a Abu Nazir, esperando a que se confíe y se aproxime a ti.

Esperas que cometa un error y se ponga a tu alcance. De verdad que lo esperas. Lo matarás con tus propias manos. Sientes esa seguridad en tu interior. Y lo dice una mujer que en su vida se ha metido en una pelea ni ha pegado a alguien. Lo matarás con tus propias manos. Más le valdría tener cuidado. Una leona es más peligrosa cuando defiende a su camada...

¡Que los hombres se acerquen! Ruge Nazir en ese momento. ¡Vamos, que los hombres, pero sólo los blancos, vengan aquí delante!

Sostienes con fuerza las manos de tu hijo. Ha dicho los hombres, los hombres blancos. Nada de niños. David no tiene nada que ver con esto, con el extraño juego que el Terrorista está poniendo en práctica. A tu lado, el hombre de las gafas de sol sale al pasillo y comienza a andar con pasos cortos hacia delante. Abu Nazir se mueve en la zona amplia delante de los asientos, poniéndose delante de una de las salidas, la del lado derecho, mientras indica al hombre que se coloque enfrente, en el lado izquierdo.

Abu Nazir sostiene en la mano derecha la pistola, apuntando a tu compañero de conspiración, y con la izquierda sostiene la pequeña cámara de video. Ambas son armas, lo sabes. En el monitor de televisión del informativo aparecen también esas imágenes, con quizás sólo unos diez segundos de diferencia. Por tu cabeza pasa la extraña idea de que si Nazir mata de un disparo al hombre de las gafas de sol, para el resto del mundo seguirá vivo durante diez segundos al menos, que durante esos diez segundos todavía no habrá muerto, como si la realidad fuera lo que está fuera de este avión, no lo que sucede delante de tus ojos.

Tus pensamientos se ven interrumpidos cuando Abu Nazir lanza una mirada rápida a la parte trasera del avión y pregunta a gritos:

¡¿Kate?! ¡Kate, ¿estás ahí?!

Algo iba mal, lo sabía. Aquello era bueno. Quizás los otros pasajeros habían atacado a la terrorista y habían podido con ella. Aquello era una buena noticia pero a la vez la situación se volvía mas peligrosa que antes. Aquel tipo se pondría nervioso y no dudaría en matar a alguien.

Jean estrecho con fuerza la mano de su hijo. Le sentía allí, todavía miraba por la ventana al avión americano pero parecía estar tranquilo. Mas que ella desde luego, quizás para él todo fuese un juego, solo era un niño. Y si era asi, eso era lo mejor. Jean miró fijamente a Nazir. En cuanto se diese la vuelta, en cuanto se marchase a la otra parte del avión se lanzaría sobre él con todas sus fuerzas. Estaba segura de ello, podía hacerlo. Se lo debía a su hijo.

Nadie responde desde la parte trasera del avión. No escuchas la voz aguda de la azafata pelirroja. Ha pasado algo... estás segura. Y puedes ver en la mirada oscura de Abu Nazir que él también lo sabe. Pero no parece importarle demasiado, por que se dirige ahora al grupo de hombres que ha reunido delante, en la zona amplia que hay entre primera clase y turista.

Ahora... Anuncia Nazir. Vosotros seréis el corazón, así que agrupaos, ¡agrupaos!

Los hombres, atemorizados, acceden a la extraña petición del Terrorista, juntándose más los unos a los otros. Observas al hombre de las gafas de sol y cómo al haber llegado el primero, se encuentra en una mala posición para atacar a Nazir, con buena parte de los otros entre él y el Terrorista.

Un corazón... continúa Nazir. Debe de latir, así que comenzad a golpear con los pies en el suelo. Así. Y el Terrorista comienza a patear el suelo con un ritmo determinado, a modo de demostración.

Pum-pum. Pum-pum. Pum-pum. El ritmo de los latidos de un corazón.

Poco a poco, los nueve pasajeros (hombres y blancos, ¿por qué?) comienzan a imitarlo, hasta que entre todos crean ese ritmo, que se te antoja más y más siniestro por momentos.

Pum-pum. Pum-pum. Pum-pum.

Sientes algo. No sabes qué. Es como la ansiedad de saber que algo va a suceder...

Entonces Abu Nazir te mira. No. No a tí. Mira a David, y tu corazon parece dejar de latir.

Perfecto... Susurra el Terrorista. El futuro...

¡Tú! Grita al niño. ¡Ve al corazón!

Pum-pum. Pum-pum. Pum-pum.

David le mira. Sin comprender. Luego te mira a tí. Hay miedo en sus ojos. Abu Nazir te apunta a la cabeza con su pistola y te habla con suavidad.

Sé una buena madre... Dile a tu hijo que se una al corazón...

Jaen lo mira aterrorizada. ¿De verdad matará a un niño? Pues claro que lo hará, estúpida, le dice una voz en su cabeza. Con miedo asiente sin dejar de mirar el arma del terrorista y luego se gira hacia David.

-Cariño, ve a jugar con los mayores-le susurra y le da un beso en la frente. Siente como si no le fuese a volver a abrazar ni a poder dar un beso y aquello la aterra pero no sabe que hacer. Si el terrorista se acercase... si se metiera entre aquellos hombres lo podría atacar, podría salvar a su hijo. ¿Pero por que los demás no hacían nada? Al parecer su compañera había muerto, ¿por que no lo atacaban todos a la vez y lo desarmaban?

Por todo el planeta, lo que sucede en el vuelo 333 de United Airlines está siendo seguido en directo por una audiencia potencial de más de mil millones de personas.

A través de televisión, a través de internet, a traves de las redes sociales… convirtiéndose en el evento con mayor audiencia de la historia de la humanidad.

Todos ellos ven a Abu Nazir. La mayoría detestan lo que hace. Otros lo celebran. Pero todos lo ven. En la conciencia global, Nazir deja de ser tan sólo un hombre con una pistola para convertirse en algo más, en una idea, en una personificación del Terrorismo, un Arquetipo del inconsciente colectivo. En aquello que hasta hace unos meses personificaba Osama Bin Laden, antes de que lo mataran.

Las creencias son poderosas. Y esta creencia global hace que, de hecho, Abu Nazir comience a cambiar de ser humano a algo más…

Pero esa audiencia también es testigo de otra cosa. Algo que Abu Nazir no hubiera podido imaginar. Ven cómo un hijo es separado de una madre. Por todo el mundo, a millones de personas, la mayoría mujeres, se les encoge el corazón al presenciarlo: la mirada de temor del niño, la mirada de dolor de la mujer. Es uno de los sentimientos más fuertes y antiguos de la humanidad: el amor hacia los propios hijos, el deseo de protegerlos. Nadie debería profanar estas ideas, pero Abu Nazir lo está haciendo…

Las creencias son poderosas. Y esta creencia global hace que, de hecho, Jeanette Pryce comience a cambiar de ser humano a algo más…

Los símbolos son poderosos.

Simón lo sabe. Lo sabía cuando planeó todo esto. Cuando se reinventó como el Terrorista más peligroso del mundo, Abu Nazir, usando el poder que obtuvo al asesinar a su mentora. Cuando preparó el atentado y se encargó de que fuera retransmitido para que el mundo fuera a la vez espectador y catalizador de su Ascensión.

Símbolos. Como la fecha elegida, el 11-S, en el aniversario de los atentados que conmocionaron al primer mundo. Como convertir al avión en una representación simbólica de los Estados Unidos (Nueva York. El río Missisipi. California.) y también en la representación de un Ser Humano (Ojos. Pies. Corazón.).

Simón ha aprendido mucho estos últimos años: de la Secta de la Diosa Desnuda y del incidente de Hellmouth, sobre todo. Y ahora, por fin, puede poner en práctica todo ello. Puede sentirlo. Puede sentir el cambio. Puede sentir que está a punto de dejar de ser humano y Ascender para ser… Dios…

Sólo falta acabar lo que ha empezado.

¡Soy la espada de Alá, que apunta a vuestro corazón!

Sólo falta disparar contra el corazón blanco de América.

Pero antes, un último detalle: las palabras mágicas…

Ves como David se une al grupo sin que puedas hacer nada para impedirlo, lo cual te desgarra el alma. Y vuelves a preguntarte por qué esos hombres no hacen nada. Son diez contra uno. Si se lanzasen todos a por él podrían desarmarlo, a pesar de que alguno muriera acribillado, pero Abu Nazir planea matarlos a todos ¿no? Entonces ¿por qué no hacerlo?

La respuesta la ves reflejada en sus ojos, llenos de terror. Esos hombres están demasiado asustados para hacer nada por sí sólos. Sería necesario que uno de ellos actuara para que le siguieran pero, pero aquél que lo haga primero seguramente morirá…

David se coloca delante de los hombres, que siguen pateando el suelo causando ese infernal ruido que parece marcar la pauta de lo que está sucediendo. Detrás de él, un hombre de bastante edad le sujeta de los hombros, para infundirle apoyo. Y detrás del anciano está el hombre de las gafas de sol. Él podría intentar atacar, pero… ¿lo hará?

En ese momento, Abu Nazir grita:
¡Vosotros! ¡El himno americano! ¡Comenzad a cantarlo!

La surrealista petición deja helados a todos. La mayoría de los homres se ven incapaces de reaccionar, mientras siguen marcando el ritmo de los latidos de corazón en el suelo.

Chico… Dice de pronto Nazir con una sonrisa dirigiéndose hacia David. ¿Te sabes el himno nacional? ¿Lo cantais en el colegio?

El niño asiente con la cabeza, inseguro.

Cántalo para mí…

David mira con sus grandes ojos a Nazir. Parece que no va ha hacer nada, pero de pronto su voz, la voz pura de tu hijo, comienza a recitar las primeros palabras del himno, que de alguna manera se acompasan a los latidos del corazón.

Oh, say can you see…

Y entonces...

Tu hijo comienza a cantar el himno nacional, y al hacerlo la realidad cambia a vuestro alrededor, haciéndose más difusa, como si se desdibujara, como si se hubiese levantado niebla y todo pareciera menos real, más falso. La gente comienza a gritar mientras el avión vibra al ritmo de los latidos del “corazón” y el viento que resuena más allá de las ventanillas aumenta de volumen y cambia para convertirse en espantosos alaridos.

Y mientras, en mitad de esta pesadilla, Abu Nazir permanece tranquilo, con el rostro lleno de paz. Todo él parece más real que el resto, como si los demás fueran sombras y él estuviera lleno de luz.

Sabes que deberías estar aterrorizada, pero no es así. Sólo puedes pensar en David, en que no vas a permitir que nadie te arrebate a tu hijo. Te miras las manos y las ves reales, llenas de luz. También sientes la luz en tu interior, te sientes más confiada que en toda tu vida, capaz de cualquier cosa, como si tuvieses el respaldo de millones de madres de todo el mundo que te instan a salvar a tu hijo.

Tu hijo. David continúa cantando en medio de la locura general, como si se encontrase en trance, mientras que más voces del grupo que forman el “corazón” se unen al coro:

By the dawn's early light…

De pronto eres consciente que debes de actuar antes de que termine el himno. Que si eso sucede, será el fin para todos.

What so proudly we hailed…

Jean estaba en el pasillo observando todo aquello. La voz de su hijo resonaba en su cabeza mas alta que la del resto de los hombres. Era alguien puro, tan solo un niño, ahora tenía la certeza de que nada le ocurriría. Ella impediría que le ocurriese nada. Por un momento no tuvo miedo de aquella situación. ¿Por que el mundo se había vuelto difuso? ¿Por que el terrorista parecía un ángel cuando estaba claro que era un demonio? ¿Por que no tenía miedo a morir? Todas aquellas preguntas se le agolpaban en la cabeza pero no conseguía pensar una respuesta, solo podía pensar en David.

Agarró con fuerza el termo, aunque sentía que podía hacer aquello con sus propias manos, y se agachó un poco. Trató de acercarse entre los asientos lo mas que pudiera al terrorista para interponerse entre su hijo y él y poder atacarlo. La mataría, eso estaba claro, pero quizás esos cobardes se atreviesen a alzarse contra aquel cerdo al ver que mataban a una mujer inocente delante de sus narices y asi salvaría a su hijo. Aquello era lo que la permitía dar un paso tras otro. Su hijo viviría...

En la sala de reuniones, Barack Obama y su equipo no puede hacer otra cosa que contemplar hipnotizados lo que ocurre, esforzándose en ver algo claro en la pantalla del televisor. Igual que otros tantos millones por todo el mundo.
Pero a pesar de todo, el Presidente se da cuenta en que el general está al teléfono, y que su rostro ha empalidecido repentinamente.

¿Qué ocurre Brad? Pregunta alarmado. ¿Qué pasa?

El general de Brigada Marshall B. Webb cuelga el teléfono fijo y se vuelve hacia su comandante en jefe, preguntándose a sí mismo cómo comunicarle la noticia.

¿Cómo diablos le dice que le acaban de confirmar que el UA 333 acaba de desaparecer de los radares y que los F-19 que volaban junto a él han perdido el contacto visual?

Por increíble que parezca, en mitad del caos la voz del niño es lo único que permanece inalterable, manteniéndose siempre audible por encima de los gritos y de la oscuridad.

... at the twilight's last gleaming?

Sólo falta el sacrificio ahora. El sacrificio de sangre del corazón. Eso le catapultará. Eso lo ascenderá. Puede notarlo incluso ahora, el tirón de su ascensión, de su transformación… hacia lo sagrado… hacia lo dorado…

Ellos le están esperando. Él está listo para mezclarse con Ellos…

Pero hay algo más aquí. Algo antiguo y poderoso que le disturba…

Abu Nazir la ve por primera vez, tal y como es. Plantada en mitad del pasillo, la madre del niño pequeño… llena de luz… Sus ojos muestran una ferocidad terrible que le asusta…

¿Isis?

Avanzas con el termo metálico en las manos, directo hacia el Terrorista, directo a por el que amenaza a tu hijo.

Y él te ve. Nazir te mira a los ojos y te reconoce. Sientes la satisfacción de ver cómo su aura de seguridad y paz se resquebraja. Y entonces sabes que te va a disparar. Que no puede permitir que te aproximes a él en este momento.

Y justo entonces le atacan. ¡Es el hombre de las gafas de sol! Se lanza a por él con un grito.

Lo consiga o no, ese hombre quizás te ha conseguido el momento que necesitas para llegar hasta el Terrorista...

El Terrorista dispara contra el hombre de las gafas de sol, que cae derrumbado contra el suelo.

Comprendes en ese instante que la intervención de ese hombre te ha salvado, que Nazir iba a disparar contra tí. Comprendes que tienes que llegar hasta él antes que tenga de nuevo la oportunidad de...

Y en ese momento, como alguien oyese tus palabras, la cortina de separación se abre de manera brusca y un hombre de traje aparece con un arma en sus manos. El arma se dispara y algo alcanza al Terrorista, que se sacude en un violento espasmo y es proyectado hacia atrás, contra la puerta de embarque.

Pero al hacerlo su arma se dispara, hacia el grupo de hombres del otro lado. Hacia...

¡¡DAVID!!