Partida Rol por web

Cada uno a sus propias ocupaciones, os despedís con calma y prudencia para empezar a prepararos para los acontecimientos del día. Aprovecháis para poner al día a quienes debáis por carta o a bañaros para reparar heridas y almas, antes de recibir todos la convocatoria a una reunión con Hoturi-sama.

La sala previa al salón del propio Hoturi está bullente de gente una hora más tarde, parece que quiere hablar con todo el mundo, pero no con todos a la vez. Primero recibe a Shigeru en privado y luego hace pasar a su novia. Entonces, apenas unos minutos más tarde, llama a los magistrados temporales a la estancia.

Hoturi-sama tiene un aspecto serio pero relajado, como si por fin hubiera encontrado una solución a un problema y quisiera demostrar que es el que manda. Shigeru por su parte parece tener la cabeza en otra parte y la movia, Kaede, tiene los ojos fijos en el suelo. Ya no llora, no tiembla, no expresa sensación alguna. Sólo se somete a que el tiempo le pase de lado sin percibir su presencia.

-Amables magistrados, quiero agradeceros vuestros trabajo. Ha sido eficaz y ha desvelado una conjura de las Tierras Sombrías, la existencia de una bruja maho que logró pervertir a un demasiado joven Takeo, aunque este logró redimirse al final y elegir una muerte honorable. No obstante, estos acontecimientos han supuesto un duro golpe para su padre y su prometida, por lo que ambos me comunican que desean aplazar la boda. Shigeru-san se quedará como invitado nuestro para que su dolor se calme, mientras que Kaede-san volverá con su familia hasta que su deber la reclame de nuevo junto a su futuro esposo. He escrito cartas que ayudarán a las familias de ambos a entender lo ocurrido. Respecto de los honorables magistrados, aunque sé que no esperan recompensa alguna por hacer su trabajo y que incluso pueden considerarla inapropiada, he decidido que al término de su labor en este momento han de recibir al menos un recuerdo por mi parte.-

Con rapidez, los criados traen un paquete que colocan delante de cada uno de vosotros, bellamente hornamentado y no mayor que la palma de la mano cada uno. Tras los tradicionales rechazos e insistencias, lo cogéis y guardáis. Hoturi os da permiso entonces, con un gesto de su abanico, para hablar, si lo deseáis.

Viendo que todos comprenden amablemente la situación y la acepta, Hoturi despide a todo el mundo excepto a Saiko y Takuro, quienes han pedido una audiencia aparte. Salís al salón exterior, donde os sentáis hasta esperar estar seguros de que Hoturi-sama no os necesitará para nada más.

Viendo que todos comprenden amablemente la situación y la acepta, Hoturi despide a todo el mundo excepto a Saiko y Takuro, quienes han pedido una audiencia aparte. Los invitados salen al salón exterior a esperar popr si Hoturi-sama les requiriese para otra cosa más tarde.

Saiko, en actitud de profundo respeto, aunque evidente control de sí misma, y de su satisfacción ante haber salido después de todo bien parada su misión (aunque nadie podría decir a ciencia cierta si la satisfacción por la misión cumplida se refiere a la de Magistrada, o a la de Escorpión), espera el beneplácito para hablar.

Cuando lo obtiene, levanta su rostro de belleza juvenil, y lo alegra aún más con una sonrisa sincera.

-Mi petición, Hoturi-sama, es para alguien que no está aquí, pero a la que debemos la vida de vuestro Magistrado Takuro-san. Él recibió la sanación, y la ayuda, de su mano. Y, a través de él, esa ayuda la dio a la Grulla y a La Familia Doji, puesto que la dio a un Magistrado vuestro. Y en vuestro nombre prometí a la sanadora una compensación, además de la mía personal, que entregué en su momento. La mujer vive entre campesinos y pescadores, aunque su porte denota nobleza. Sin embargo, algo ocurrió con ella o con su Familia, pues su lengua está cortada. De modo que, aunque no sé cual es su falta, si es que la hubo, os pido para ella vuestra indulgencia y vuestra prodigalidad...

La cortesana además relata con brevedad pero con precisión el encuentro con la curandera, su ubicación, y lo que han podido averiguar de ella.

Takuro apenas recuerda nada de lo ocurrido en la casucha de la curandera, dado el estado en el que llegó. Se limita a apoyar con su presencia el relato y las intenciones de su compañera de clan.

os pido para ella vuestra indulgencia y vuestra prodigalidad...

Y si no la encuentra aquí, quizá esa mujer se avenga a acompañarle a Bayushi Kyuden para servir a su familia. Sus habilidades resultarían allí muy útiles. Además, se aseguraría de que fuese bien tratada y tuviese una vida digna.

Guardo con cuidado el regalo del Daimio grulla en mi ropa y espero pacientemente a que finalice la reunion para saber si nos necesita para algo mas.

Hoturi arruga el entrecejo y se muestra serio al contestar. -No debiste prometer en mi nombre, Saiko-san. Mi nombre no puede ser utilizado de cualquier manera. Tendré en cuenta tu recomendación, pero no puedo hacer promesas. Sin duda tu acción mejorará su vida, pero no puedo asegurar que no vaya a ser bien poco. Dependerá de que su acción sea comparable a los motivos de su situación.-

-Vuestras palabras son sensatas y rectas, Hoturi-sama, esta Escorpión acepta vuestra sabia decisión y os agradece vuestra indulgencia para con aquellos que no han sabido conducir sus pasos por el camino iluminado, y se han desviado hacia rincones menos claros, o incluso han caído en la oscuridad.

Saiko comprende su error, pero no añade nada. Hoturi ha sido magnánimo, y no hay por tanto otra cosa que decir, más que tragarse su orgullo y acceder con una reverencia profunda que el Daimyo haya respondido así.

Hoturi asiente antes de despediros a ambos con sus bendiciones. Mientras lo hace y marcháis hacia fuera, pide a uno de los sirvientes que esperan tras los paneles que ordenen entrar a Yukio en solitario a continuación para hablar con él. Recordáis ahora que Yukio rechazó la dignidad de ser magistrado temporal.

Al cabo de no mucho rato, las puertas vuelven a abrirse y de la sala de reuniones salen Takuro y Saiko, a la vez que un criado sale de un panel lateral del pasillo y se acerca al taciturno Yukio y su acompañante, el anciano. Tras escuchar las palabras que el sirviente le susurra, Yukio se pone en pie y le sigue al interior, para reunirse a solas con Hoturi.

-Curiosa persona donde las haya. - comenta serio y en voz baja, en referencia a Yukio - Insolente un momento, honorable al siguiente. Por un momento llegué a pensar que estaba relacionado de algún modo con los autores de los ataques. Viendo su bravura y determinación, me alegro de que no fuera así... Y no envidio para nada su papel en el viejo almacén.

La pequeña cortesana asintió quedamente. Sí, realmente era un hombre extraño. En realidad, pensó, ¿quién de todos ellos no lo era?

-Tienes razón, Takuro-san, es un misterio que se proclama sólo, pero no se deja resolver... casi como el complicado caso que nos ha tocado vivir. Aunque espero que acabemos entendiendo más que ahora mismo... no todo, claro está. Nunca eso está al alcance de nadie... por fortuna.

Y una sonrisa iluminó su rostro juvenil, una sonrisa cargada de complicidad.

Minutos después, Yukio sale de la sala y os sonríe. Tras una reverencia a todos, con su habitual secretismo y falta de tacto, ayuda a levantarse al anciano al que acompañaba y sin más, se marchan dejándoos sin explicaciones y alguna pregunta.

Los demás invitados van pasando por la sala de reuniones para despedirse del líder del Clan Grulla y después, cada uno volvéis a vuestros aposentos para recoger vuestros objetos personales y organizar la partida. Cada grupo hace sus propios preparativos y su propia ruta.

Una última reunión en el patio, ese mediodía, os permite despediros y compartir unos últimos comentarios antes de marchar. Los caballos bufan impacientes y los porteadores de los palanquines hacen algunos estiramientos antes de cargar a sus señores.

Con pasos breves y leves la escorpión aparece en el patio. La sombrilla abierta, tamizando el ya de por si escaso brillo del sol en este día melancólico, la capa de viaje y un discreto maquillaje que en forma de mariposa de negras alas no se sabe a ciencia cierta si realza o esconde sus facciones, anda el trayecto hasta el grupo de Samurais que han compartido con ella  tanto en tan poco tiempo.

Si está cansada, o si lo sucedido la ha afectado de algún modo, es algo que guarda para sí. Por su aspecto, nada de eso puede adivinarse.

Sonríe, y saluda con una graciosa reverencia, que no por ello deja de ser cortés.

-¿Preparados para la partida...?

-Sí. - responde escueto pero con corrección.

Quizá repasando mentalmente los sucesos de estos dias, se da cuenta de que, tras todo lo ocurrido, no tiene sentido ocultar los afectos creados tras una fría capa de rígida etiqueta. Lo demuestra con una cálida sonrisa y unas palabras amables hacia su compañera de clan.

-Hermoso maquillaje. Justo el suficiente para daros ese aire misterioso tan...escorpión, pero no tan elaborado como para resulte difícil apreciar lo agraciado de vuestro rostro. - el dejar de tutearla por un momento parece perseguir que el comentario suene a cumplido y no a galantería.

Aunque el equipaje lo cargan los criados, se puede adivinar que, estando todavía débil y con los profundos zarpazos apenas restañados, sus pertrechos personales le resultan molestos de portar. Sin embargo, oculta los pequeños gestos de dolor y camina con gesto altivo hacia Doji Hiroshi.

-Recuperáos de vuestras heridas. - le dice con una voz serena que no revela odio alguno - Mis obligaciones para con el clan están por encima de mis rencillas personales, pero cumpliré mi palabra y volveré para zanjar lo nuestro.

Dándole la espalda, sin preocuparse de que haya o no réplica alguna, vuelve sobre sus pasos al lado de su protegida y del resto de los invitados que se preparan para partir.

-Mariko-san, Masanari-san. Nuestros caminos van a ser diferentes y no sé si algún día se volverán a cruzar, pero ha sido un honor luchar y sangrar a vuestro lado. No me hubiera importado que lo único que hubiéramos llegado a compartir fueran competiciones de kanjis y banquetes, - puntualiza con una comedida sonrisa - pero muchas veces, hay que esperar a esos momentos en los que vidas y reputaciones penden de un hilo para que se muestre lo mejor y lo peor de cada uno.

-Takuro-sama, Saiko-sama.- el joven ronin realiza una sentida y marcada reverencia frente a los dos escorpión a punto de partir. Siempre manteniendo su rostro serio y severo. Parece apesadumbrado, pero casi todos tras los sucesos lo están de un modo u otro.

Seguidamente se aproxima a los otros compañeros magistrados para realizar el mismo gesto y demostrar así respeto. Son saludados el grulla y también las dos hermanas león. No alcanza a localizar a Yukio que presumiblemente debe haber partido ya con Otomo-dono. El débil estado del familiar imperial ha hecho que este permanezca en gran medida al margen durante esto aciagos días, con fortuna volverá a su hogar para pasar sus últimos días.

Todos regresan a sus hogares, todos menos aquellos que no los poseen. Aquellos que viven para sus obsesiones. Hattori se limita a salir del patio en busca del Yasuki. Sus pasos se suceden mientras en su cabeza se agolpan los pensamientos. No puede evitar la continua reflexión, casi siente que sus obsesión queda relegada a un lado dado el cúmulo de acontecimientos.

Hay tanto que no alcanzo a entender. Tantas sombras sobre el aire de esta ciudad.

¿Qué ha podido llevar a dos nobles almas como Naomi-dono y Takeo-dono a hacer lo que hicieron? ¿Acaso tuvo algo que ver el sentimiento que pude apreciar de ella para con mi señor Shigeru? ¿Acaso el valiente joven sintió traicionado el nombre de su familia por alguno de los presentes? Turbio es este pensamiento. El silencio de la muerte el único capaz de traer consigo respuesta.

Y en verdad que me aflige saber que aquella portadora de buenas intenciones, aquella que en las primeras playas del camino tuvo a bien sanar mis heridas, aquella que me mostró las bondades de la magia haya caído por causa de la corrupta mancha. Y no alcanzo a sacar de mi mente aquella carta que la halcón me entregó destinada a la novia… ¿Tendría ella algo que ver con el moho? ¿Acaso medié en esta conjura de magia negra? Jamás llegaré a saber su contenido, otros debieron encontrarla, otro deben saber qué yacía en su interior. Pero si ha sido así ¿Cómo puedo pensar que mi protección ha sido cumplida? Los pensamientos me traicionan.

Aún veo el rostro de aquel anciano ronin. Pobre aquel noble caminante, buen amigo de Shigueru y a la par sensei de Takeo ¿Cómo ha podido derramarse tanta sangre? ¿Qué nos llevo a cruzar aceros por un mismo por el mismo hombre al que apreciamos? No acabo de entender sus razones, pero no puedo tampoco dudar de sus nobles intenciones para salvaguardar al buen Yasuki, no dudo, como tampoco lo hago de las de Naomi y Takeo. ¿Qué nos lleva a cruzar caminos tan oscuros y tortuosos?

¡Oh, cuantas preguntas! No lo entiendo… nada entiendo y solo una cosa tengo por cierta. Vida, honor y muerte, todos están ligados. Yo no caminaré por ellos, me niego a hacerlo. Yo encomendaré mi alma a perseguir mi sueño. Las Fortunas saben que mi labor en este mundo es una y solo una, katanas haré, hojas nobles y sin mancha capaces de abrir camino a las personas buenas que las merezcan. Shigeru-dono está a salvo, le entregaré mi regalo y partiré.

No es poco lo que aquí he aprendido. Así lo quiso el Destino.

Ante las palabras de Takuro-san reconozco que mis sentimientos son bastante afines a los suyos. Tengo en bastante consideración a mis compañeros y lo que he vivido con ellos ha creado un vínculo que después de este tiempo me cuesta romper, pero con una sonrisa y una amplia reverencia -el honor siempre ha sido mio, Takuro-san, ya que todo lo que he vivido estando al lado de tan eficaces samurais me ayudara en el futuro a entender mejor a buestra familia.- y volviendose a los demás -y a la de todos.-

Tras las palabras de despedida, Masanari se separa de los demás un momento para acercarse a la zona del patio donde está Shigeru, observando la partida de todo el mundo. Ambos se desplazan a uno de los patios laterales para hablar con discrección.

La Shosuro se inclina, aceptando y compartieno el sentimiento que se desprende de la despedida de Mariko, y sin añadir ya nada más -lo que pudo decirse ya está dicho- se inclina de nuevo en despedida al resto de Samurais.

Ve alejarse a Manasari para hablar en un aparte con quien tanta pérdida ha sufrido. Lo que quería en un principio disfrazarse de celebración se ha vestido finalmente con la blancura de la muerte. Muerte que, una vez más, ha llegado agazapada, silenciosa, y se ha ido sonriente y con las manos llenas.

El camino de regreso será para la meditación, para la aceptación. Quizá la comprensión no llegue nunca por completo, como es habitual, pero espera que poco a poco se abra paso en su conciencia la luz que descubra aspectos ocultos, tramas detro de tramas, motivos enmascarados en motivos, y entienda un poco más.

En cualquier caso, no importa. Pasó el ruiseñor, sin ser notado, dejó sólo la huella de su aleteo en la suave brisa que levantó a su paso. Y con ella, un gran cambio en cada uno de nosotros...