Partida Rol por web

Tras una rápida despedida a su reina. Orin no perdió tiempo y decidió partir hacia la superficie. Vulko tenía la nave lista, y aunque era rápida le dijo que tardaría almenos un día o algo más en llegar.
También hubo una pequeña discusión con Dolphin, ya que la joven quería ir. por suerte Mera ayudó y logró convencer (más bien intimidar) a la chica para que permaneciera en Atlantis.

Tras un viaje bastante calmado, el rey de Atlantis llegó a su destino. Encima de él estaba lo que suponía el puerto de Gothan City. Por lo menos había una considerable cantidad de barcos.

Tras traspasar el espejo, Diana se encontró en un mundo totalmente nuevo. Olía diferente, como a rancio. No estaba segura de que llegara a acostumbrarse a ese olor.
Era de noche, eso estaba claro, ya que el cielo estaba oscuro. No veía ninguna estrella, ni siquiera la luna. Algo tapaba el cielo. Aun así había algo de luz.
Estaba en un callejón. De unos edificios enormes. Nunca había visto construcciones tan altas. Unos recipientes que olian aun peor que la ciudad estaban tirados por uno de los laterales.

Todo era frio y oscuro. Incluso el material de los edificios era extraño, no podía sentir para nada la naturaleza. Y los arboles eran muy raros. Además de que tenían una luz en lo alto.

Orin decidió prudente esconder el vehículo, de modo que invirtió parte de su tiempo a tal efecto, ya había llegado a su destino, y estaba cerca tanto de la señal como de la extraña criatura enmascarada de la ciudad, no quería precipitarse como un guerrero más novicio, y ver como se escapaba entre sus dedos lo que venía a buscar. Memorizo las ultimas lecturas que se había podido obtener del rastro energético, y raudo nado hasta salir a la superficie.

Con sus ojos sobresaliendo del agua en aquella noche oscura, escudriño la superficie del extraño puerto de los  respiradores de aire, buscando un lugar adecuado para salir a la superficie. Cuando creyó encontrar un lugar seguro, se impulsó, con apenas una fracción de sus fuerzas, y salvo toda la distancia que había entre el agua y el muelle. Cogió la bolsa aislante que portaba, y sacó de ella los extraños ropajes que había encargado confeccionar a Vulko, ropas indignas de un monarca, pero más que útiles para él carácter de su misión, y cuando el objetivo final es salvar Atlantis, un rey debe estar dispuesto a sacrificar orgullos imaginarios, al fin y al cabo, la mitad de su vida se había criado en una cueva.

Orin llegó hasta el puerto sin problemas. Había salvado mayores distancias sólo para divertirse. Al amparo de la noche nadie pareció darse cuenta de la llegada del Rey de Atlantis al mundo de la superficie.

Una vez en tierra firme, el monarca se acercó a una zona más oscura y sacó el contenido de la bolsa que le dio Vulko. En ella había un pequeño dispositivo que le ayudaría a llegar a su destino. También sacó algo de ropa. Esperaba que le sirviera para pasar desapercibido. Un jersey y unos pantalones recios. Junto con un abrigo largo servirían para camuflarlo. El tridente tendría que llevarlo a la espalda, metido dentro del abrigo, sería un poco incomodo pero al menos no estaría a la vista.

Una vez vestido se dirigió a donde le indicaba el aparato.

Orin iba siguiendo las coordenadas del aparato. Pero no era tan facil como creía en un principio.Ya que había mucha construcción y edificios en medio. Tenía que ir atajando por callejones malolientes y llenos de suciedad.
Era la primera vez que estaba en una ciudad de la superficie, y si todas eran igual de sucias no sabía cómo podrían sobrevivir.

Estaba concentrado en la señal y no se fijó que al pasar por uno de los callejones un grupo de personas le empezaron a seguir. No se fijó hasta que una de ellas le adelante y se interpuso.  Parecia ser un joven y tenía una especie de cuchillo en la mano.

Bueno tio. No sé que haces en el barrio. Pero si quieres seguir vas a tener que pagar peaje. ¿Captas?

Detrás del Rey había por lo menos 3 tipos más.

El soberano caminaba atento a la señal, inquietado y sorprendido por lo que veía que era el reino de la superficie. Muchos de sus súbditos, se quejaban continuamente de que los mares eran contaminados sin pudor por los caminantes de la superficie, caminando ahora por las calles de la ciudad conocida como Gotham, al rey no le costaba pensar que tan solo caía al mar lo que desbordaba por la orilla. ¿Como unos diligentes responsables podían permitir que su protectorado se bañase en la inmundicia?. Al margen de la suciedad y la peste reinante en tales calles, nada más le sorprendió. La tecnología era tan rudimentaria como había leído, y sus obras arquitectónicas, pese a ser funcionales, estaban carentes de todo tipo de armonía. " Quizas les iría mejor bajo un gobierno Atlante", pensó Orin bromeando consigo mismo.

Sus pensamientos fueran interrumpidos por unos torpes pasos, apenas ladeo la cabeza para echar un vistazo, y entre la penumbra pudo verlos con claridad."Que sujetos tan extraños", no parecían miembros de la guardia de la superficie, pues había estudiado los uniformes y aquellos no los vestían, no, más bien parecían ciudadanos, y no muy bien vestidos por lo que había podido observar."Indigentes o delincuentes" Se dijo Orin con una mueca de disgusto, añorando la escasez de unos y otros que había en su reinado, al menos que el supiese.

-¿Peaje?. En primer lugar no somos familia, no tengo nada que ver con una rata como tu.- Exclamo levemente airado.- Y en segundo lugar, diría que no tenéis autorización para pedirme algo así, y que lo que pretendéis es robarme.-El monarca avanzó su mano con celeridad en dirección de la mano que empuñaba tal primitiva arma, con al intención de alzar al sujeto y romperle los huesos del brazo, para así quizás asustar a sus compañeros.- Capto.- Afirmó con una mirada entre enojo y diversión.

Los caminantes de la superficie eran de fisionomía tan frágil como había estudiada, apenas escucho un leve crujido en el brazo asido, dejo de hacer presión, no quería arrancarle al tipo la mano, aunque quizás en su reino hubiese sido condenado a muerte por atacar al soberano de Atlantis. La cuestión es que no estaba en su reino, y en la superficie regían otro tipo de leyes, unas bastante ineficientes por lo visto.

Orin movió su brazo, y como un muñeco lanzo al hombre por los aires, hasta uno de esos extraños receptáculos que usan en la ciudad para almacenar sus desechos (un contenedor de basura) situada a unos 10 metros de la escena. El malhechor golpeo contra las bolsas y el plástico con gran celeridad, esparciendo aun mas desechos por la calle. El monarca tan solo se giro en su habitual y digna postura erguida.- ¿Lo captáis?.- Dijo en tono frio, amenazante, mientras se cruzaba de brazos para darles su merecido a aquellos ineptos, si es que resultaban ser tan estúpidos.

La escena fue lo suficientemnte impactante como para que los matones se asustaran de Orin. Pero además, algo en la voz del Rey de Atlantis hizo que hasta los más recelosos se marcharan corriendo a sus casas.

Sonriendo, Orin se disponia a volver a su camino. Pero de repente le asaltó una sensación extraña, de que alguien lo vigilaba.

El cabello de Orin se erizo. Su entrenamiento de comabte le decia que estaba siendo acechado. Pero allí no había nadie. Incluso miró hacia arriba, y su aguda visión acostumbrada a las oscuras profundidades le permitia ver incluso al final de los edificios.

Pero nada. ¿Habrá sido su imaginación?

Poco en la superficie podía hacerle sentir aquello, ese sentimiento de intranquilidad. Fue como la primera vez que se adentro en las profundidades a solas, y un gran blanco lo acecho desde su angulo ciego, la sensación era similar. "¿Quizás Black Manta, o a lo mejor es otra cosa, tal vez sea la bestia nocturna de la que hablo la joven?". Tras meditarlo un segundo decidió que ir por las calles no era buena idea, estaba a merced de cualquier emboscada, de modo que busco un acceso a la parte superior de los edificios, dispuesto a recorrerlos tanto como pudiera.

La sensación de intranquilidad le duro tan solo un segundo. De ser un enemigo quien le acechaba pronto correría el mismo infortunio que corrió aquel gran tiburón, roto en sus manos. Desde lo alto del edificio en el que había subido, hecho un ultimo vistazo." ¿Podría ser que aquel aire fétido que respiraban los habitantes de esta ciudad le hubiesen alterado los sentidos?". De cualquier modo el monarca prefería siempre enfrentar el problema antes de que el viniese a buscarle. Saco su real tridente y agacho levemente la cabeza para evitar ser distraído por las luces de la ciudad.-Muéstrate monstruo, nada puede escapar de mi percepción, y créeme, no me quieres como tu enemigo.-Vocifero el soberano, con los músculos en tensión, en guardia, y queriendo tentar a su observador, si es que era cierto que por ahí estaba.

Orin no estaba seguro de adonde hablar. Por lo que se dirigió en una dirección al azar. Tampoc estaba seguro de si esperar respuesta. Al fin y al cabo todo podía haber sido una equivocación.

Pero cuando de repente escuchó un voz que salia desde detrás de él supo que su intuición era correcta.

¿Quién eres? ¿Y qué haces en MI ciudad?

La voz sonaba amenazadora. Muy amenazadora.
Orin había estado en varios campos de batalla. Había luchado tanto sólo como con soldados. Había estado en lugares donde ningún atlante se atrevería a ir sólo porque se aburría.

Aun así aquella voz tenía algo.

Nada más oír la voz un escalofrió recorrió su espalda. Orin salto hacia delante y rodó por el suelo para girarse y acabar asiento su tridente, aquella cosa había conseguido ponerlo nervioso.

-Puedes quedarte esta ciudad.- Dijo escupiendo la ultima palabra mientras echaba un vistazo de reojo al brillo que se dibujaba en el cielo fruto de las luces reflectadas en las nubes de polución- No quiero nada de ella, mi misión es mucho más importante, y no necesito a nadie acechándome en ella.- Aquella criatura era poderosa, podía notarse solo con estar cerca, no podía bajar la guardia.

-¿Quien eres, y con que derecho me amenazas?.- Preguntó mientras miraba en todas las zonas oscuras, buscando con su infalible visión, y aferraba con fuerza el indestructible tridente para templar su animo.

Orin se había puesto nervioso, y eso no era propio de él. No obstante el aferrar con fuerza el tridente lo calmaba. Y la adrenalina estaba empezando a subirle, lo cual lo ayudaba a calmarse, ya que en el fragor de la batalla era uno de los lugares donde más a gusto se encontraba.

La voz volvió a surgir de otro lugar que no era el que estaba apuntando. Y seguía sin ver a esa sombra.

Dime qué misión es esa y puede que no te devuelva al mar de donde has salido.

"¿Como se atrevía, como osaba hablarle así?" La ira comenzó a aflorar en el corazón del rey,  nadie le amenazaba de esa forma y se marchaba sin conocer el alcance de su poder. Con un enérgico movimiento, hundió la parte roma de su tridente en el suelo, y con solo una mano, hundiéndolo una cuarta y provocando visibles grietas, necesitaba calmarse, pues un guerrero iracundo solo ve una parte de la batalla, y un buen guerrero la contemplaba en su conjunto.

-Sombra. Nadie me obliga a decir o hacer aquello que no deseo. Si crees que por tener una inquietante voz o transportarte en la oscuridad puedes intimidarme, es que no sabes nada en absoluto de mi.- Orin dejo entrever una leve sonrisa.- No tienes nada con lo que negociar, ni fuerza con la que obligarme, como descubrirás si fuerzas nuestro combate con palabras amenazantes o vaciás. Muéstrate y hablemos, y quizás entonces te diga mi nombre. Te daré la oportunidad de hablar sin confrontación.- El soberano del mar no podía si no admirar las capacidades de la criatura, o lo que fuera, pero no iba a tolerar que nadie le hablase de tal modo, ni si quiera a los dioses se lo hubiera permitido. Ademas, tenia la ligera sospecha de que una criatura que se esfuerza tanto en ocultarse, y lo hace con tal maestría no debía ser especialmente resistente a los golpes, si no , no se cuidaría tanto de ellos.

La incomodidad que sentía ante la "sombra", porque Orin nunca hubiese reconocido que fuera algo más que eso, dio paso a la furia.
Aunque no dejó que esta le dominara. Pues no esa no era su primera confrontación.

Por unos instantes nada pasó, e incluso el Rey de Atlantis pensó que se había quedado solo. Pero la voz habló de nuevo desde el mismo lugar que antes. Donde estaba mirando, pero seguía sin ver a nadie.

Te comportas de forma muy altanera, como de la realeza.
Mmm. Obviamente eres muy fuerte, supongo que la presión de las profundidades te ha aumentado los musculos y la resistencia.
Dime. ¿Puedes estar fuera del agua mucho tiempo?