Partida Rol por web

Tras el poco fructifero esfuerzo de su aliado, la cosa pasó a mayores cuando el misterioso desplegó su capa y realizó un curioso efecto.

Diana sonrió y pensó: ¡Ésta es la mía! Se elevó sobre el ser ágilmente y se lanzó en picado contra el monstruo indestructible.

El ser no pudo hacer nada por evitar el ataque de Diana. Estaba ciego, y sin ese sentido su habilidad no le servia de mucho. El golpe de la amazona resonó en la armadura (o era la piel) metalica que portaba el monstruo. Esta vez no había ningún campo que amortiguase el efecto.

Pese a todo. La Criatura era resistente. Y donde la mayoría habría caido esta aun seguía en pie. Aunque visiblemente afectada.

Jamas había enfrentado enemigo tan poderoso. La facilidad con la que se había librado de su presa casi fue insultante, la criatura había hecho con apenas esfuerzo lo que las poderosas criaturas de las simas no habían sido capaces de hacer. Hasta ese día casi había creído imposible tal cosa. Pero como aprendió pronto en su juventud, el ego es uno de los mayores enemigos del guerrero. Si lo persigues, te volverás descuidado, si lo abandonas te volverás sumiso, no siempre era fácil encontrar la senda del centro.

Pronto frente a ellos salto la encapuchada sombra que hasta ahora había hecho poco mas que observar, y Orin incluso se alegro de que se les aliara, aunque su alegría disminuyo considerablemente cuando la oyó hablar.-Claro que hay formas más fáciles, la colaboración es una de ellas, palabra con la que pareces haber tardado en familiarizarte.- Mascullo cuando el individuo alzaba su capa para cubrirles del destello.

Diana no perdió un instante y se lanzo contra su rival con una fuerza casi incontestable, y donde un edificio se hubiera partido pro la mitad, la criatura tan solo retrocedía un poco, y eso que ya no contaba con la barrera.

El rey aferro con fuerza su tridente, intercambio una fugaz mirada con el encapuchado que ahora les ayudaba, y con un rápido paso lateral, lo dejo a su izquierda mientras corría con tantas fuerzas como era capaz de reunir, buscando no reducir a su rival, si no matarlo, atravesar lo pro completo con su tridente, y estrellar su cuerpo ensartado contra el suelo.-POR ATLANTIS.- Grito en el momento antes del ataque, lazando contra el impertérrito ser toda la rabia que había ido acumulando desde que había pisado la superficie.

La embestida de Orin fue magnifica. Al igual que el ataque de la amazona, nada normal habría podido sobrevivir al tremendo golpe. 
De hecho, fue tan potente que notó como su tridente crujia al penetrar en la dura piel de la criatura. Seguramente no resistiría otro golpe semejante.

No obstante, a pesar de que estaba malherido. El enemigo no había caido. Cegado, y herido de muerte, todavía encontraba fuerzas para tratar de golpear al monarca. Pero el enorme brazo pasó lejos del cuerpo de Orin. El esfuerzo era demasiado para hacer nada más.

El encapuchado ignoró las quejas de Orin.Despues de haberles protegido con su capa de la cegadora explosión, observó como ambos guerreros castigaban al ser que no podía defenderse.
Aun así, aguantaba como un coloso.

La oscura figura se alejó unos pasos mientras sacaba un nuevo objeto arrojadizo y se lo lanzaba con perfecta punteria al enemigo. Si bien no fue tan contundente y espectacular como el de los otros, cumplió su cometido.

La criatura estaba visiblemente dolorida por todos los ataques, pero lo más extraño es que nisiquiera gritara por el dolor o la rabia.

Diana no estaba cansada, apenas había comenzado a luchar, estaba bien acostumbrada a largos combates cuerpo a cuerpo, sin embargo llevaba a cuestas un duro golpe y la fortaleza de aquella criatura no tenía nada que ver con sus anteriores oponentes. Así que la rabia contrarrestaba su estado actual.

Estaba más que herida en su orgullo, no podía decepcionar a su Madre y Hermanas, aquello era imposible, tenía que vencer a aquella criatura monstruosa y continuar con su misión, que era mucho más importante. Aunque sin duda no podían dejar que aquella cosa campara a sus anchas por el mundo de los humanos y los aplastase con su descomunal fuerza y resistencia.

Aprovechando que la criatura continuaba cegada, Diana se puso tras ella y le propinó un fuerte golpe juntando las dos manos para que la fuerza se multiplicara por dos.

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHH! gritó junto con su golpe.

Sin embargo desde esa posición no pudo golpear correctamente al monstruoso ser, quien apenas se inmutó. Enervando mucho más a la joven amazona.

- ¡Aaaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrrrrr! gruñó al ver que fallaba.

De pronto las tornas se habían cambiado para el hasta hace poco invulnerable ser. Desde que quedo cegado su escudo era inefectivo, y estaba recibiendo un castigo más allá de todo lo imaginable, incluso el encapuchado trataba de ayudar mas allá de usar sus luminosos artilugios, o sus rimbombantes poses.

Su anterior golpe casi lo derrota de una vez por todas, pero la potencia de la embestida casi rompe en mil pedazos su tridente, también era su responsabilidad cuidar de tal reliquia, y ya habría mejores situaciones en las que romperlo, y por causas igualmente justas. Con esto en mente Orin se hecho el tridente a la espalda, mientras esquivaba un torpe ataque dirigido a su regia persona, y el ataque de la amazona fue muy apropiado para cotar el ataque de su aturdido enemigo.

Era prácticamente imposible que aun se sostuviese en pie, y mas sin emitir sonido. Lo único que era capaz de cavilar el rey es que enfrentaban a una criatura en algún tipo de trance, o quizás que se tratase de algún enemigo no vivo."¿Un autómata tal vez?, si es así es muy avanzado. ¿O quizás un ser producto de un hechizo?". Una cosa era tan preocupante como la otra, y tales pensamientos estériles, lo único importante era ganar la batalla y arrojar algo de claridad en todo aquello. Orin retrocedió un paso, flexiono sus rodillas y cargo su puño. Y en un perfectamente coordinado ataque descargó toda su fuerza, un puñetazo tan certero como mortal, dirigido contra el pecho del ser, donde de ser un humanoide, debía estar su corazón.- Cae de una vez monstruo.-Casi mordió esas palabras con rabia  a la vez que sus nudillos impactaban contra su rival.

El ataque de Orín fue tan salvaje como potente. En verdad tenían delante un enemigo casi imparable, pero entre todos los allí reunidos habían ido minando su fortaleza y aguante poco a poco.
Y el golpe de gracia, como no podía ser de otra manera, lo dio el monarca de Atlantis. Terminando el combate como solo un gran luchador puede hacer.

El puño de Orín traspasó la piel y el blindaje del ser y se inscrustó en su pecho. Cuando lo retiró su brazo estaba cubierto de una substancia negra que debía ser su sangre. Al parecer no era ningún robot, era un ser vivo.

El enemigo se mantuvo unos instantes más en pie. Como trantando de entender lo que pasaba, más al final cayó al suelo con gran estruendo.

- ¡EY! ¡ESPERA! grito mientras salgo volando tras el ser encapuchado. Las ganas de conocerle, la curiosidad, era una debilidad demasiado fuerte en Diana. Así que siguió al hombre que se adentraba en el edificio.

Sin girarse gritó a su compañero acuático: Revisa al monstruo y luego cubre mis espaldas, voy a ver qué hace... quizás dijo algo más pero ya no pudo escucharla, se había metido en el edificio.

Para cuando Diana se dirigió a Orin este ya estaba  frente al cuerpo, inclinado sobre él.-Pudiste ser un asesino, incluso un monstruo, pero eras un gran guerrero.-Dijo con solemnidad el monarca, mientras hacia un leve registro del cuerpo, si tocarlo, para luego quitarle la máscara, quería conocer el rostro de su enemigo si es que lo tenía.

Cuando termino allí, partió tras la joven amazona. "No es muy prudente esta chica, pero sabe pelear." Recapacito para sí, creyendo que en verdad estaría a salvo sin él unos segundos. El encapuchado en cambio le preocupaba más. ¿Que podía pretender adelantándose de esa forma?, ¿quería evaluar los daños materiales y los heridos, o hacerse con lo que él mismo había venido a buscar?. De ser esto último, intentaría no matarlo cuando hubiese que reducirlo, al fin y al cabo unos instantes atrás había tratado de ayudarles.

Con esfuerzo, Orin logra arrancar el casco del ser. Y al hacerlo se da cuenta de que estaba enganchado o soldado a la cabeza. Ya que arrancó también trozos de piel y cables que tenía conectados. La cara que se intuia estaba llena de cicatrices y cortes. Y más cables enganchados. No tenía labios y un gran corte en la garganta hacia entender que quizás por eso no podría hablar.

Desde luego parecia que habían torturado a la pobre alma. Puede que incluso le hubieran hecho un favor matandolo.