Partida Rol por web

En una noche cualquiera os encontráis circulando por una carretera que os lleva a vuestro próximo destino, robar a un museo. Quedan bastantes millas para llegar a Provindece, donde tendrá lugar vuestro "trabajo".

Al volante está Emeterio, que será la mano que ejecute el acto; Le compaña en el asiento del co-piloto Rossi, cerebro de la operación. Detrás está Arianna ojeando un libro, por lo que sabéis de ella, que es poco, es una escritora que se dirige a Providence con sus propios motivos, pero viaja con vosotros ya que Arturo le debía un favor a un colega, a un tal Robert, y este último se lo cobró de esta manera, haciendo que la llevéis como pasajera en vuestro periplo, ya que el lugar del destino para ambas partes es el mismo, aunque cuando ella se apee en Providence, vuestros caminos se separarán.

El cielo es oscuro y nuboso, hay tormenta y se pueden ver puntuales destellos debido a los relámpagos. Gotas de lluvia se precipitan contra la carretera de doble sentido por la que transitáis; Los faros del automóvil y los rayos son la única iluminación en este lugar, donde la vegetación a cada lado de la vía es más que espesa y frondosa, a la par que bella.

Poco después llegáis a una pequeña ciudad, el cartel reza Hutton Lake, en la que no tenéis pensado parar pues el tiempo apremia. A medida que recorréis la calle principal no veis mucho movimiento, y menos con un clima como el de hoy. Alguna luz en el interior de los escasos edificios y el de las farolas os acompañan a medida que calle tras calle sorteáis el poblado.

En un momento dado, os cruzáis con el único ser que en ese momento parece estar despierto aquí. Conduce un coche y podéis comprobar como se dirige hacia vosotros por el carril contrario, como es normal; Todo sería normal, si no fuese por la vertiginosa velocidad que el vehículo está alcanzando. Os percatáis de que pasará por vuestro lado como una exhalación, como alma que lleva el diablo, como huyendo de algo.

El coche contrario, negro como el carbón , comienza a zigzaguear y sus luces se apagan ¿A donde a ido? A ningún lugar, y casi sin daros tiempo a reaccionar parece que va a estrellarse contra vosotros.

El viaje estaba siendo largo y pesado. Demasiado, quizá. Solo esperaba que todo mereciese la pena. Emeterio, el conductor, parecía un tipo hábil. De la calle, como me comentaron. Rápido, y sin huellas. Justo lo que necesitaba. La famosa Estatuilla De Horus debía ser mía. Me pagarçian una fortuna de ellas, alguien que entendía de esto, no los palurdos que visitaban el museo y siquiera se paraban a echarle un vistazo como merecía. Una maldita obra de arte metida en un lugar demasiado pobre para su importancia. Yo la sacaría de allí y, por un módico precio, le daría un lugar mejor. En cuanto a la dama, venía por temas de favores. Nuestros caminos se separarían rápido, lo suficiente rápido para no entablar mucha amistad con ella.

Miro por la ventana lateral. Todo el día lloviendo. Todo el día en silencio. Emeterio no era muy hablador, y había aprendido que no es bueno tratar mucho con este tipo de personas. Pagas, y te dan lo que necesitas. ¿Para que más? Suspiro ligeramente. Estábamos en una pequeña ciudad, siquiera había visto bien el nombre. Me meto la mano en el bolsillo y de repente lo veo. Un coche venía por el otro carril,  el único. Demasiado rápido. En un momento desapareció, pero casi al instante, estaba encima de nosotros. En un gesto instintivo, miro al frente agarrándome donde fuese. !Íbamos a chocar¡

-¡¡Emeteri...!!

 Bueno, otro trabajillo más, a ver si la cosa se da bien y no tenemos problemas.

LLevo toda la tarde conduciendo para llegar a una ciudad que no conozco y robar no se qué estatua de no se qué museo por encargo de un anticuario que parece querer las cosas para sí mismo. A mi eso me da igual mientras que me paguen bien. No sé para que ha tenido que venir el mismo conmigo, será que no se fía de mí. Además se ha traído a una amiguita con él. Espero que se baje en el pueblo y no volvamos a saber de ella porque nunca es bueno mezclar mujeres con trabajo.

Cae la noche y empieza a llover, cruzamos otro pueblo típico, sin nadie en la calle debido al mal tiempo. De pronto en la calle aparecen las luces de otro coche que se dirige velozmente hacía nosotros.

¿No nos habrá visto?

Sin darme cuenta el coche desaparece y no lo vuelvo a ver hasta que está encima nuestro.

- ¡Mierda!

He visto demasiado tarde el coche y con el piso mojado no soy capaz de evitar por completo la colisión.

¡¡¡ PLAS !!!

Sufrís un impacto a lo kamikaze en toda regla, el coche contrario se situó enfrente de vosotros y embistió con el morro vuestra parte frontal, dando como resultado el hundimiento total de la carrocería delantera y haciendo que los dos coches se eleven (ligeramente) sobre las dos ruedas directrices. Cuando vuelven a tomar tierra sus ruedas motrices sentís una fuerte sacudida. El libro de la mujer se sale disparado sin control, al igual que vuestros sombreros (si es que lleváis) y todos aquellos objetos no fijos. El estruendo es horripilante y, aunque no os dais cuenta, algunos curioso, aunque pocos, se asoman por las ventanas gritando  frases que ahora mismo no podéis entender.

El estruendo es fortísimo; el impacto, brutal. Echo el cuerpo para adelante, poniendo los brazos delante a fin de amainar, de forma instintiva, todo el daño provocado. Se diría que es por reflejos, por instinto, o por lo que sea, pero aunque el choque es tremendamente brutal, cuando miro a ambos lados algo desorientado, solo escucho algún ruido procedente de fuera, murmullos. Me toco el cuerpo, palpando que todo esté en su sitio. Y parece ser así, pues aunque tengo algunas magulladuras, todo parece estar bien. Solo un par de cardenales, supongo o espero.

Miro a mí lado, a Emeterio, y luego hacia atrás, rápidamente. Adrianna entraba en el lote para Providence...¿viva o muerta? Lo que me faltaba.

Emeterio...¿estás bien? ¿tienes alguna herida? -susurro a su lado, mas rápidamente me giro como puedo para mirar atrás- Adrianna, ¿tutto en orden? El libro estaba cerca de mi regazo. Definitivamente, un choque peligroso.

 ¡Zumba!

El coche se eleva del suelo y yo me mantengo aferrado al volante mientras eso ocurre, pero al caer el coche al suelo de nuevo me golpeo con la cabeza contra el techo y siento un fuerte dolor. Se me nubla la visión y veo todo en negro con algunos puntitos blancos.

Ay...ay...

Cierro los ojos debido al dolor y me toco la herida de la cabeza, el simple contacto de los dedos con la herida hace que retire la mano rápidamente y grite de dolor. La sangre empieza a bajarme por la cara y me mareo. 

Del golpe se ha roto el parabrisas y mi sombrero aparece en el capó del otro coche, entre los restos del motor, aunque yo ando todavía demasiado conmocionado como para pensar en que he perdido el sombrero.

  El choque me descoloca completamente y trato de mantenerme sentada en el asiento hasta haber terminado de revisarme si tenía algún que otro golpe. Es entonces cuando una voz me saca de ese estado algo traumático, la cual me preguntaba cómo me encontraba, a lo que le respondo -Me encuentro bien, gracias. Creo que sólo se me ha volado el libro- y busco mi libro con la mirada. Luego miro a los hombres con los que me encontraba viajando y pienso para mis adentros Estos tipos me dan mala espina; veo que después tendré que ajustar cuentas con Robert. Seguidamente, indago la ubicación geográfica en la que nos encontrábamos y pregunto -Alguno sabe dónde estamos? Podríamos buscar ayuda en algún poblado cercano...- y trato de abrir la puerta del auto para tener una mejor visión del panorama. Luego busco otro libro y, colocándolo sobre mi cabeza, salgo del auto para fijarme en lo destrozado que estaba el auto, además de fijar mi vista en la calle y ver si alguna luz aparece en el horizonte, con alguien dispuesto a ayudarnos.

Cita:

 Abro lentamente los ojos y veo que los coches están totalmente destrozados, del nuestro sale un humillo del motor que no me gusta nada. Poco a poco recuerdo lo que ha pasado y donde estamos.

Pero que coño le ha pasado al coche ese....

Justó ahí me doy cuenta de que estoy herido y dentro de un coche, abro la puerta del conductor. Me cuesta un poco hacerlo porque esa parte ha quedado bastante estropeada con el golpe, pero al final consigo salir. Cuando pongo el pie en el suelo piso sobre una sustancia color ocre que se me pega a la suela del zapato, la lluvia que cae no disimula ni el olor ni el color de dicho líquido. ¿Gasolina?

Cuando bajo el segundo pie al suelo me acuerdo de que junto a mí, en el coche viajaban otras dos personas. Me doy la vuelta hacía el coche y la rapidez del movimiento hace que me maree de nuevo. Me apoyo contra el capó y miro al interior del coche. Veo que los otros dos ocupantes están perfectamente y que sólo tienen el susto. Normal, el golpe se lo ha llevado la parte del conductor...

- Creo que deberíais...Un mareo me sacude y dejo la frase a medias... salir del coche...

Se nota que la herida de mi cabeza tiene más importancia de la que parece, menos mal que la lluvia me refresca y puedo alejarme del coche para buscar un sitio donde sentarme.

Salgo del coche con lentitud, mientras la lluvia arrecia con fuerza. Del otro coche no se ve mucho, acaso un amasijo inservible como el nuestro. Todavía me pregunto como hemos sobrevivido, parece de pelicula. El único dañado es Emeterio, que sale del coche traspuesto, mareado. Posiblemente por el dolor y por la conmoción. Me acerco a donde se encuentra lentamente. Adrianna también ha salido. La miro un momento.

Adrianna, no me gusta que te vayas muy lejos, pero encuentra por aquí algún sitio donde resguardarnos, lo que sea. Una entrada tapada, un portal abierto...busca rápido. Yo ayudaré a Emeterio un momento...

Me acerco al herido, que en estos momentos, se sujeta la cabeza con fuerza sentado en el capó. La herida parece mucho más seria de lo que pensaba. Me quedo un momento mirándola, y luego paseo la mirada por el cuerpo del conductor: lo demás parece estar en orden.

¿Te duele algo más aparte de la cabeza? -le pregunto mientras me acerco a verle la herida. Quizá si buscaba en el maletero encontraría un botiquín o algo, aunque lo dudaba seriamente. Espera aquí. Voy a mirar si tengo algo en el maletero. Si no, me temo que tendremos que ingeniárnoslas para cerrarte esa herida. Es seria. Voy para atrás un momento y busco por el lugar donde debería estar el maletero, esperando encontrar algo. El otro coche estaba cerca. Quizá también podría darme un paseo por ahí...

Quédate ahí, Emeterio. Cuando Adrianna encuentre un sitio posiblemente vuelva a por ti. Le insto mientras comienzo a mirar.

 Arturo se acerca a mi y me dice algo que no entiendo del todo bien, me cuesta entender las cosas con el dolor de cabeza. Dijo algo de un botiquín y de no moverme del sitio o no se qué. Pero no ve que estamos en peligro.... Sin hacer caso de las palabras de Arturo me levanto pesadamente del capó del coche y me dirijo hacía la acera de enfrente para sentarme lejos del accidente.

Me extraño de que nadie nos haya ido a ayudar, pero este pueblo es un poco raro y encima no deja de llover con fuerza. Al llegar a la acera me siento a esperar a que venga Arturo con el botiquín, si es que lo hay.

Ay...uy...mi cabeza....

Cita:

 Un bordillo bajo una farola parece el lugar idóneo, allí aguardas.

Cita:

 Por ahora sigue perpleja.

 Cita:

 Aparte de ello, puedes observar lo mismo que Adrianna. Como estás fuera, puedes ver sin ningún problema como una substancia roja mancha los cristales y se cuela por debajo de la puerta del conductor chorreando, llegando hasta el asfalto. Por el goteo percibes que la substancia es tan espesa como el chocolate, aparte de ser de un rojo pálido como, el del óxido.

 Cita:

 Haz una tirada de suerte. Si sacas un éxito significará que has sido previsor y llevas un botiquín en el maletero. Si consigues el botiquín tendrás que hacer una tirada de Primeros auxilios(recupera 1d3) o medicina(recupera 1d3), lo que gustes, pero has de elegir que habilidad usas, solo una. El que cura también hace la tirada de recuperación. Si todo esto falla narro lo que encuentras por las cercanías y el coche.

   Luego de ubicarme geográficamente en el lugar, me percato de ese líquido que abraza la parte frontal del auto, lo que me lleva a pensar que será un poco de gasolina tal vez. Si fuese otra cosa, está lejos de mis limitados conocimientos y no le doy demasiada importacia, ya que me apremia el hecho de estar en un lugar nuevo, con dos desconocidos, luego de un espectacular accidente. Sentía que estaba viva de suerte y esperaba que así se mantuviese por un buen tiempo, pues uno nunca sabe lo que llega a suceder en lugares raros como este.

   Escucho el pedido de Arturo a lo que respondo -De acuerdo, buscaré algo.- con un tono de disgusto, ya que no me gustaba que prácticamente me trataran con tal rudeza. Al menos podrías haber dicho "por favor".. Levanto una ceja y, dándoles la espalda, camino hasta perderme entre medio de las casas y edificios del lugar.

Voy a la parte de atrás del coche. La lluvia es más intensa, o al menos eso me parece, pues ando completamente empapado. De oídas la voz de Adrianna parece salir de algún lado. Parece que ya se ponía en camino. El ruido era amortiguado por la letanía de la lluvia, incesante. Me acerco por detrás a lo que fue el coche y abro como puedo el maletero, más o menos en condiciones. Dentro hay un botiquín. Recordaba vagamente haberlo guardado, pues hombre precavido vale por dos. Suspiro ligeramente, y saco como puedo el botiquín, que al parecer, pervive sin muchos daños. Miro al cielo un instante. Tenía la chaqueta mojada, y el sombrero...el sombrero a saber donde andaba.

Me acerco lentamente a la parte delantera, pero Emeterio se había marchado. Un rápido vistazo y lo encuentro en una acera, sentado. El otro coche tiene manchas que se disuelven en el agua, y me hacen pensar lo peor. Niego con la cabeza, y acelero el paso para ir hacia donde está Emeterio. Mira, hemos tenido suerte. Intentaré hacer algo con eso, es bastante feo, aunque quiero que sepas que no soy médico ni nada de eso. Le hablo con un tono elevado, pues la lluvia mitiga mi suave voz. Abro el botiquín, veo la herida...y no sé que hacer. Me encojo de hombros, impotente.

Esperemos a Adrianna. No tengo ni idea de qué hacer con esa herida. Parece que te has llevado la peor parte, aunque el hecho de que estés consciente implica que, por supuesto, pudo ser mucho peor.

 El golpeteo de la lluvia y el frío que tengo me empiezan a adormecer, entro en una especie de trance en el que recuerdo a ver visto como el coche sin sentido ninguno chocó contra nosotros. ¿Por qué se le apagaron las luces?¿por qué venía tan rápido? Son preguntas que me hago una y otra vez.

Ensimismado en la contemplación de los restos del accidente no me doy cuenta de que Arturo viene hacía mi con un botiquín en la mano. Me observa la herida y vuelve a contemplar el botiquín. Parece que no tiene ni idea de como usarlo y instantes después me lo confirma el mismo. En voz baja ya que el mero hecho de hablar me produce dolor le digo a Arturo:

- Bueno, con el frío no noto casi el dolor ya, pero no me vendría mal una aspirina o algún calmante. ¿Sabes algo del ocupante del otro coche?Porque llevamos aquí ya un rato y ni ha salido del vehículo.

Le dejo allí el botiquín. Sí, parecía algo mejor, aunque quizá no fuesen más que imaginaciones. El tiempo pasaba lentamente, o eso me parecía. Miro a ambos lados de la carretera, vacía, oscura. Todo en penumbras. Era de lo mejor que podía habernos pasado, me lamento en voz baja. Con un mascullido, fijo de nuevo la mirada en Emeterio. Vale. Busca una aspirina o algo por aquí, seguro que hay algo de eso, o al menos, eso espero...la realidad era que no tenía ni idea. Me incorporo con lentitud. Estaba calado.

Voy a ir un momento a ver si veo algo en el otro coche, aunque creo saber que le ha pasado al ocupante. Digo con acierto recordando esa mancha roja, ese olor a óxido. No era muy dado a hacer este tipo de cosas, pero era lo mejor. Comienzo a acercarme lentamente al otro coche, y cuando estoy lo suficientemente cerca, lo observo todo con atención, para después, intentar abrir la puerta que da al conductor. Sí, podía decir que todo ello aceleraba mi pulso tremendamente, que tenía miedo, pero era necesario ¿no? Al menos, eso me repetía constantemente mientras mi mano accionaba el picaporte, mientras tragaba una saliva que no tenía y mientras la lluvia arreciaba con fuerza.

 Cita:

 eso es una buena pregunta

Cita:

 Hombre, tenia una gran mancha roja en el destrozado parabrisas y algo parecido a sangre se colaba por la puerta del conductor...

 Cita:

 era color óxido, por ahora no huele a nada. Antes dijo Emeterio que le olió a gasolina, pero eso debió ser que estaba atolondrado por el impacto y olió lo que no había.

 Cita:

 estáis rodeados de farolas, de hecho la luz ilumina la herida de Emeterio

 Cita:

 en las cercanías hay lo de antes, edificios con alguna luz encendida y algún curioso asomándose, farolas y Adrianna que desaparece en la lejanía.

 Cita:

 Ahora me pongo con ello.

 Abro el botiquín y veo muchas vendas y unas tijeras y cosas que no sé para que valen. Nunca antes había tenido que curar a nadie, y menos a mi mismo. No me gustan los actos con violencia, lo mío es más la sutileza y la palabra, el engañar a la gente para que haga lo que yo quiero o distraerles mientras un compañero les inspecciona los bolsillos.

Después de mucho buscar y de sorprenderme con las cosas que puede llevar un botiquín encuentro algo que me suena a que es un calmante, no me fío mucho pero como me duele la cabeza me arriesgo a probar. Me lo pongo en la boca y aprovechando que llueve lo mojo un poco para poder tragarlo.

Glup

Me quedo un rato esperando a ver si se me pasa el dolor de cabeza o si por el contrario he tomado lo que no debía y lo he aumentado