Partida Rol por web

Cuando Ashley se despierta se encuentra en una cama, el lugar no es conocido para ella, se trata de una habitacion bastante cargada en realidad, parece la habitacion de un castillo o algo similar, puede comprobar como practicamente es medio dia y frente a ella hay un armario con varias mudas y prendas de ropa.

En un escritorio hay un ordenador ultimo modelo en el cual hay un mensaje, al mirarlo puede leer:

Señorita Ashley Wellin bienvenida sea a nuestro hogar, mi nombre es Alexander Smith y soy el actual director de esta organizacion, ante todo me gustaria disculparme con usted ya que durante su viaje de traslado se produjeron una serie de anormalidades y tuvimos que dormirla por su propia seguridad.

Actualmente se encuentra en un castillo en Suiza, en el hay una serie de personas que pueden guiarle, ademas de chicos y chicas de su edad con los que puede interactuar. Si me necesita puede visitarme en mi despacho para resolverle cualquier duda, por favor sientase libre de pasear por el castillo y le invito esta tarde a realizar una pequeña salida con el resto de chicos.

Abri los ojos poco a poco notando la luz Madre mia, menudo sueño mas rar... Pero mi pensamiento se corto al ver el lugar en el que me encontré ¡¿Pero que narices!? Me levante de golpe y mire mi cuerpo tocandome como queriendo asegurarme que estaba despierta.

- Vamos no me fastidies... - Parecia que no, no había sido un sueño y cuando me acerque aquel ordenador que era lo unico moderno de la sala mis ojos se abrieron de par en par - ¡Suiza! - Sin duda estaba alucinando por completo, busque algo de ropa en aque armario que ponerme y sali de la habitacion intentando encontrar una logica a todo aquellos.

Vale, el loco del helicoptero hablo de poderes, de una organizacion... ¿Mis padres saben algo de esto? ¿Cuanto tiempo he pasado dormida? Justo antes de salirme di la vuelta viendo la hora y el dia en el ordenador y ahora si saliendo.

Veo cómo pone morritos y amenaza con dejar de besarme, antes de girarse y alejarse de mí. Levanto mi rostro con fingido gesto de dolor mientras pongo mis manos sobre el pecho izquierdo, como si me sujetara el corazón.

Esto está bien. -Respondo acercándome, cuando veo que saca la bolsa que le preparé ayer y que no llegó a aprovechar por las muchas cosas que pasaron. Se sienta en la cama y empieza a comer, y mientras tanto yo me acercó un momento a la ventana para ver que día hace. Observar el exterior hace que recuerde el accudentecde ayer y todo ese caos, así como la idea de ser asaltados, peto al elevar la mirada hacia las montañas nevadas todo eso se desvanece y viene a mi mente esa idea de ser un dragón volador, la magnifica experiencia que sería sobrevolar esos riscos y ver el mundo desde las alturas, lejos de todo, con total libertad...

Pero la conversación que comienza Liz sobre la gente recién llegada y la investigación de lo sucedido en Japón hace que me gire.

No se si el director estará dispuesto a contarnos algo sobre eso, desde luego el gilipollas del jefe de seguridad no lo está. Fue bastante claro ayer sobre eso... -El mal humor que me produce recordar mi discusión con él se refleja en mi rostro. Pero Liz me ofrece la manzana, y vuelvo a sonreír mientras la cojo y le doy un mordisco- Si no tienen a esos chicos aislados, tampoco nos van a impedir preguntar. Aunque a estas horas seguro que los demás ya les han bombardeado a preguntas, estarán un poco hartos de tanto responder... -Mastico el trozo de manzana, pensativo, mirando hacia la pared, o más bien al infinito- Pero bueno, algo terminaran contando, digo yo. Cuando cojan confianza, supongo, si la llegan a coger. En este castillo todo el mundo va un poco a su bola. -Me encojo de hombros- Al menos se supone que la excursión de esta tarde nos revelará algo más sobre nuestra naturaleza, algo es algo...

Me quedé pensando en las palabras de Ben. Puede que si, que fuera mejor preguntar directamente a los interesados, esperando que tuvieran ganas de hablar si es que estaban ya bien. Por otro lado, todo el asunto de nuestra verdadera naturaleza…

-Al menos tu ya sabes lo que eres. - ¿Pero yo? ¿Qué hay de mí? ¿Habrá algo más? – ¿Y si… - comencé a plantearle pensativa .- pasamos por la enfermería a ver si los chicos siguen allí y aprovecho para que me vea el Doctor? Al final no tuve chequeo, y a ti te ayudó bastante… - me levanté y me acerqué a él. - ¿Te parece bien?

Escucho la propuesta de Liz, percatándome del deje de angustia que parece ocultarse tras ellas. Aún no sabe gran cosa sobre su naturaleza ni lo que puede esperar de ella. Me he centrado tanto en la ilusión que me hacen las muchas posibilidades de mi condición, que se me olvida lo mucho que ella desconoce.

Lo averiguaremos, cariño. -Me acerco a ella y pongo mis manos en sus hombros, acercando mi rostro al suyo- Descubriremos esa maravillosa naturaleza tuya, y aprenderemos lo que tengamos que aprender sobre todo esto, ¿vale? No te preocupes. -Estrecho su cuerpo entre mis brazos, dándole ánimos mientras me pierdo en el aroma de su cabello, y cuando me aparto le doy un fugaz beso en los labios.

Venga, vayamos a la enfermería, a ver si el doctor descubre algo con ese escáner que usó conmigo.

Agarro su mano, lleno de energía y sonriente, y tiro de ella para que salgamos de la habitación.

-bualaaaa, eso parece complicado, por el aquel de cuadrar tiempos con el dibujito, ¿no? -dijo mientras terminaba de coger la ropa- ¡eh! ¡espérame! -y salió detrás de Rina.

Colocó de forma ordenada en su petate el pan, queso, los snacks, la fruta y el agua que había cogido del comedor.

Es bien sabido que los japoneses son gente dada a las salidas montañeras, así que buscó en los armarios de la habitación y ató el saco de dormir a la mochila, con bastante pericia. En la mochila solía llevar su navaja multiusos , una linterna y una cuerda ligera de 6 metros.

Tras ponerse su abrigo y asegurarse de llevar los guantes y el gorro se dirigió a la puerta.

En mi habitación, me apresuro a hacer el equipaje. Probablemente estén todos fuera esperándonos a la rubia y a mí.

Cojo la mochila de senderismo, la abro, y empiezo a meter la comida que he cogido del comedor, que son unos cuantos embutidos, tetabricks de zumo, pan, manzanas, plátanos...joder, he cogido más fruta que otra cosa casi. Da igual anda. meto la cantimplora, el saco de dormir, mantas, el móvil (lo apago antes, ahí tengo apuntados mis dos hechizos y no quiero que se gaste la batería), ropa de repuesto... ¿Qué más? Seguro que se me olvida algo joder.

Da igual. Procedo a ponerme ropa más abrigada, y un calzado de senderismo. Elijo el conjunto menos chillón que haya en el armario, lo que hace que al final vaya vestido con bastantes tonos marrones... Es una pena no tener una caña de pescar. Bueno, con esto será suficiente, espero.

Por último, me pongo el abrigo y la mochila, y me voy corriendo hacia la puerta.

La puerta casi le cierra en la nariz, Makoto no la había escuchado hasta ahora, que ella sujetaba la puerta que el había cerrado. Rina se colocó en la habitacíón y se colocó en la puerta, con la vista baja, si lo miraba, no sería capaz de hablar.

- Makoto, necesitamos hablar - aquella frase terrible que nadie quiere escuchar cuando se tiene una pareja, pero ella lo estaba diciendo, con su mirada baja, debía hablar sobre lo que pasaba, era justo, y debía serlo, con él, sí, sobre todo con él. Rina, suspiró,  aún sin mirarlo,  si él no quería hablarle, habría logrado el objetivo buscado, pero no deseado.

Esa voz tras la puerta que acababa de cerrar le perturbó sobremanera, no la esperaba en absoluto.

P-Pero... - Makoto tardó en reaccionar. Por un momento pensó que la voz de Rina nacía en su propia mente, pero sacudió la cabeza de lado a lado desechando esa opción de inmediato.

Se dio la vuelta y apoyó la frente en la madera de la puerta. Sentía su pulso latir acelerado.

- Claro - dijo des del otro lado acercando su mano temblorosa al pomo de la puerta. La abrió y ahí estaba ella. Esa imagen que tanto había soñado en recuperar y que ahora le hacía sentir tan y tan pequeño.

- Pasa, por favor - dejó distancia dándose la vuelta y dando unos pasos hacia su mesita de noche donde destacaba un hermoso marco tallado en madera que lucía una foto dónde Rina le abrazaba besando su mejilla con una pierna en alto y él sonreía casi ruborizado, en los jardines de otoño de Kyoto. Cogió la foto con nostalgia y sin darse la vuelta habló - ¿te acuerdas?

Una lágrima se deslizó por su mejilla. Llevaba demasiados días conteniendo esa sensación y ahora, estando ella tan cerca, no fue capaz de refrenarla. Secó su mejilla con la manga intentando que ella no lo percibiera y se deshizo de su mochila antes de sentarse en la cama.