Partida Rol por web

No era sólo su mirada, sino todo su rostro, los que me decían que no iba desencaminada. Su expresión resultaba excitante, y parecía disfrutar al igual que lo hacía yo, lo cual me complacía enormemente. Le quería, quería todo de él, pero también que obtuviera de mí todo lo que pudiera desear, lo que incluía placer sexual.

Aun así me sentía algo insegura, ya que no sabía si podría estar a la altura de lo que él esperaba de mí. Pero no me dio mucho tiempo a pensar en esto, ya que de forma repentina comenzó a levantarse, sujetándome la cara y el trasero, manteniéndome pegada a él, haciendo que el contacto entre nuestras partes más íntimas continuara. Antes de terminar de sentarse su boca ya había alcanzado la mía y nuestras lenguas se buscaban mutuamente, dando lugar a ansiadas caricias. Una vez sentado, y sin detener sus besos, hizo que una de sus manos se perdiera entre el pelo de mi nuca, mientras la otra se introducía bajo mis bragas, sujetando mi trasero, comenzando a balancearse atrás y adelante.

Un espasmo de placer hizo que por un par de segundos detuviera el movimiento de mi lengua, para volver a retomarlo tras sujetarme a los hombros de Ben. Apretaba estos con fuerza mientras le besaba de forma cada vez más descontrolada, y es que el roce de su cuerpo contra el mío, el calor, la humedad de su lengua… Todo estaba haciendo que perdiera el control de mí misma.

Entonces separó su boca de la mía, y cuando pensaba que no podría estar más encendida, consiguió que lo estuviera aún más con aquel gemido que dejó escapar antes de preguntarme si me gustaba lo que hacíamos.

-C-Claro, que.., me, gusta… - respondí con la voz entrecortada, sujetándome aún más fuerte a él, conteniéndome para no gemir.

No sólo me daba vergüenza mostrarme de aquella manera, sino que me daba miedo que alguien pudiera escucharnos desde fuera. Pero entonces me abracé a él, rodeando su espalda con mis brazos, apretando mi pecho contra el suyo, con mi cabeza junto a la suya.

-Me gusta… Me gustas mucho…

Le susurré antes de comenzar a moverme yo también adelante y atrás, acompañando sus movimientos y aumentando así la intensidad de las caricias entre nuestros sexos. Esa vez sí, y a pesar de aferrarme a su espalda, no fui capaz de contenerme más, si bien me esforzaba por no hacer mucho ruido.

-Aah… - ahogué un gemido cerca de su oído.

Aquel fue el primero de una sucesión de ellos, pues una vez de haber empezado me resultaba difícil parar. Sólo lo conseguí al volver a situarme frente a él para robarle un inesperado beso, corto pero apasionado y fuera de control, que tuve que detener para emitir un nuevo gemido, mucho más fuerte, que no había logrado mantener bajo control.

La luz del sol entraba por la ventana, Himiko y Lia habian dormido en la misma cama, Lia habia notado que la niña habia dormido casi toda la noche y que estaba muy fria, cada vez que la tocaba sentia como si tocara algo frio, sin embargo la pequeña parecia que habia descansado bastante bien. 

Un par de veces Lia se desperto y se dio cuenta de que Himiko tenia lagrimas en los ojos, sin duda por algun sueño o algo asi. Pero por la mañana fue Himiko la primera en levantarse, la niña habia ido al servicio y estaba en esos momentos mirando por la vetana, en su mirada se veia que el sol le molestaba un poco

Al levantarse Chris puede ver que tiene un mensaje en el ordenador:

No practiques magia hoy durante la mañana, el doctor quiere verte, quiere comprobar si eres capaz de usar tu magia de forma curativa, te tratara de enseñar un conjuro, le he dejado tambien un conjuro para que te lo muestre de invocador

Janet

En el ordenador de Nyara habia un mensaje con fecha de anoche poco despues de haberse acostado:

Makoto esta despierto, he conseguido restaurarle el brazo y solo le ha quedado una pequeña cicatriz, supongo que querrias saberlo

Arturus

Se despertó y, aún con los ojos entrecerrados, se metió en el baño tomándose su tiempo para lavarse y despejar medianamente su mente. No podía ser muy tarde, de hecho, juraría que era bastante pronto. Al regresar a su cuarto miró el resplandor del ordenador que antes había ignorado para acercarse, esperando encontrar un nuevo comunicado por parte de la dirección.

Las cejas de la chica se arquearon con visible sorpresa al ver no solo la información que le remitían sino por la identidad de quien le escribía.

Después de todo el trabajo de ayer todavía se molesta en escribirme.

Ella seguramente no lo habría hecho, pero por suerte o desgracia, el doctor no era ella.

Rebuscó entre la ropa y escogió un suéter amarillo pálido quizá demasiado fino para el lugar en el que estaban pero que sin duda no le daría tanto calor como la mayoría de su ropa.

Bueno, vamos a ver cómo van las cosas en la enfermería.

Lia se revolvió en su cama y se despertó, perezosamente. Abrió los ojos y vio a Himiko con ella, a su lado. Ignoraba si a partir de ahora iba a convivir con ella, pero por el momento no le era ninguna molestia. Dejó que siguiera durmiendo y se levantó de la cama.

Estiró los brazos y sintió el cansancio en cada músculo de su cuerpo. El día anterior no había sido apacible, y lo notaba a día siguiente. Decidió ir a tomar una ducha rápida, disfrutando de cómo el agua caliente relajaba su cuerpo. Le resultaba tremendamente agradable el sonido del agua al caer, convirtiéndose en algo placentero.

Después de la ducha iría a despertar a Himiko para ir juntas a desayunar. Ignoraba si la pequeña necesitaría su tentempié personal en la enfermería, pero esperaba encontrarse con el dottore para solucionar su duda.

Himio mira a Lia y le dice:

- Buenos dias, tengo un poco de hambre, vamos a desayunar?

La niña se notaba algo adormilada y dice:

- Los...occidentales comeis muchas cosas en los desayunos no? quiero probar lo que comeis...en mi casa se desayuna arroz, pescado y sopa de miso

Lia asintió mientrad se vestía con los tejanos y la camiseta. Miró de nuevo a la pequeña con el jersey-vestido y le pareció lo más adorable. - Claro, seguro que el cocinero ha preparado un desayuno delicioso y sabroso, como siempre. ¿Andiamo? - preguntóbcom una sonrisa, ofreciéndole la mano para salir juntas.

Salgo

En la mente de todos los presentes resuena la voz del director:

- Buenos dias a todos y perdonad la intromision, pero me gustaria deciros algo que sin duda os interesara a todos. Esta tarde despues de comer he pedido a Manuel que os guie a un lugar en las afueras del castillo, un lugar que os ayudara a todos a comprender un poco mejor vuestra autentica naturaleza, nosotros lo llamamos el templo, pero son una serie de cuevas en donde podreis saber algo mas de vuestras habilidades y autentica naturaleza.

El hombre realiza una larga pausa y añade:

- Por supuesto no es obligatorio que vayais pero creo que lo mejor seria que acudierais para conocer como sois realmente, a muchos de los que han ido se les ha abierto los ojos, este lugar no solo os mostrara quienes sois en realidad sino que tambien os enseñara a controlaros a vosotros mismos. Tras la comida os esperara Manuel en la puerta principal, llevaos ropa de abrigo y provisiones que siempre es bueno ser previsor

Parpadeo ostensiblemente por múltiples molestias. La luz que se cuela por la ventana es la primera de ellas, pero no la más importante. Podría cerrar los ojos y aguantar un poco más. De hecho, es lo que por lo visto he estado haciendo, porque el sol ha salido hace rato. Pero lo peor de todo es la desagradable sensación de oír una voz ajena dentro de mi cabeza.

Manuel, templo, cuevas, comprender nuestra naturaleza... Y digo yo ¿no era mejor haber empezado por ahí en lugar de perder el tiempo estos dos días?

Lo bueno es que ha dicho que después de comer, así que parece que tenemos la mañana libre.

Tenemos...

Me doy cuenta de que no estoy sólo. Un brazo se abraza a mi pecho y una cabeza reposa en mi hombro, y cuando miro, aún adormilado, veo el rostro de Elizabeth con los ojos cerrados y el pelo surcando su frente y sus ojos. Aparto unos mechones para verla mejor, y me quedo mirándola con ternura, hasta que me viene a la memoria lo que pasó anoche, y muerto de vergüenza levanto la manta con la que estamos arropados, comprobando que, en efecto, ambos estamos en ropa interior.

Vuelvo a tapar nuestros cuerpos semidesnudos, sonrojado pero sonriente al recordar lo de anoche. No llegamos a "hacerlo", pero estuvo muy bien. Nunca había hecho algo así. Nunca había disfrutado tanto.

Me alegro tanto de que haya sido con ella...

Liz... -Susurro mientras le acaricio el pelo, dándole finalmente un tierno beso en la cabeza- Eh, Liz, dormilona... Hay que levantarse, que se hace tarde...

Llovía. Otro día más de lluvia, y otra vez Ashley me hacía esperar fuera de su casa para ir al instituto, cosa que siempre me pareció absurda, ya que al llegar nos separábamos para irnos con nuestros respectivos grupos, pero ella insistía en continuar haciéndolo. Para colmo, un coche pasó junto a mí, pisando un charco y salpicándome de lleno en las piernas, poniéndome los leotardos y la falda perdidas.

Genial, empieza un buen día, Liz.

Entonces Ashley salió corriendo de casa, perfectamente arreglada, pasando de cualquier tipo de paraguas o chubasquero y corriendo hacia mí.

-¡Adivina quién ha venido! – gritó entusiasmada.
-No es tan difícil de adivinar, Ash. Teniendo en cuenta que tu hermano se fue hace unos meses…
-¿Brad? De eso nada. – sonrió, de forma pícara, y la puerta de su casa comenzó a abrirse.
-¿Ben? – pregunté sorprendida, mientras él se acercaba hacia mí. - ¿Qué haces aquí?

Cada vez se acercaba más a mí, y Ashley desapareció de la escena. Más y más cerca, pero cuando por fin iba a alcanzarme, todo se puso negro, y escuché una voz que anunciaba las actividades de las próximas horas.

Abrí los ojos unos instantes, pero volví a cerrarlos rápido, volviendo a adormilarme. Había estado soñando, sin duda, pero la voz del director lo había interrumpido. ¿O quizás formaba parte del sueño? No estaba segura, pero pensé que de tratarse de un mensaje real ya me enteraría al despertarme.

Y pronto así lo hice, cuando otra nueva voz, pero esta vez especialmente agradable, me llama dormilona y me insta a levantarme. Me aferré a él con fuerza antes de abrir los ojos y terminar de apartar el pelo de mi cara.

-Buenos días. – le dije antes de desplazarme hacia arriba y darle un beso en la cara, momento en el que me di cuenta de que continuaba en ropa interior, y todo lo de esa noche vino a mi mente. – Y-ya voy. – dije nerviosa, levantándome de la cama sin apenas mirarle, con un marcado rubor en mis mejillas.

Caminé deprisa hacia la silla, poniéndome la sudadera que había dejado allí, y abriendo el armario para buscar algo de ropa.

-P-parece que va a hacer buen día, ¿No? – dije visiblemente inquieta, tratando de romper el hielo.