Partida Rol por web

La planta baja de la torre de Rudesindus es la planta de acceso más habitual del edificio (teniendo en cuenta los extraños y blasfemos tratos de vuestro amo, no es la única). Se accede a través de un puente levadizo que, la mayoría de las veces, permanece levantado. A través de un distribuidor se sube al piso superior y a las habitaciones laterales: por un lado, el izquierdo, a la sala de la trampa y a vuestra habitación y, al otro lado, el derecho, a la sala del diezmo y al almacén.

La escalera es una escalera de caracol bastante empinada a través de la cual aconstumbrais a subir reconstándoos los unos con los otros.

Un saltito. Las dos manos agarran bien fuerte el borde del siguiente escalón. Los menudos pies retrepan con agilidad por la piedra y termina de rodillas en él. Se pone de pie, mira con desolación lo poco que ha avanzado y vuelve a empezar.

Empiezo a subir los escalones con bastante facilad. Incluso puedo permitirme el lujo de subirlos a base de pequeños saltitos. Cuando llego arriba, contemplo como el resto aún llega por la mitad de la escalera, intetando subir como pueden.

A este paso, no llegaremos nunca a por el grano. Si al final, el amo vendrá antes de que hayamos terminado las tareas... -Susurro para mí, de forma casi inaudible, pensando en voz alta...

Se queda el último, y va mirando a los demás con cara de pena intentando que le ayuden. Es agotador subir y bajar escaleras, no le apetece nada hacerlo. No obstante, cuando se da cuenta que Karabás y Condemorl han tomado la delantera y que sólo queda Trolop a su lado... Se obliga con todas sus fuerzas a subir las escaleras, y hacerlo rápido. Sólo por si acaso. Después de subir el primer escalón está lleno de sudor, pero prefiere eso a sangre o veteasaberqué.

Trolop comenzó a subir los escalones con alegría y frenesí.

-Un, dos, un, dos, un, dos... iba diciendo a medida que ejecutaba los movimientos necesarios para trepar cada uno de los escalones. Esto está genial, chicos tonifica los músculos de las piernas y los tentáculos, y endurecemos las nalgas. Con este trabajo voy a trabajarme un pompis del que no se resistirá ni una sola diablilla, jejeje.. ¡Cuidado! Ese escalón de ahí siempre se rompe y es un peligro. Avisó a sus compañeros adelantados, señalando el escalón.

-Uyuyuyuyuyuyuy. - dice con el pie en el aire, a punto de pisar el escalón de marras.

Yéndose hacia uno de los extremos de la escalera, pegado al muro, donde los escalones suelen ser más fuertes, reanuda la maniobra de penoso ascenso.

-La puerta tras la que se guarda la alfombra no estará cerrada con llave, ¿verdad? - pregunta al veterano Trolop.

Esquivais con precaución el escalón que os ha señalado Trolop... a pesar que su aspecto os parece perfectamente normal. Al llegar a lo alto de la escalera observais una distribución similar a la de la planta baja pues veis una habitación central a la que se abre un total de tres puertas: una en cada pared lateral y otra enfrente vuestro.

La escalera de caracol, eso sí, sigue subiendo a la siguiente planta.

Sin darle mayor importancia al hecho de ser el último de la escalera, Trolop sigue subiendo dando pequeños saltos y esquivando el escalón maldito.

-Bueno, bueno, bueno, que bien nos lo vamos a pasar. Dice mientras sube. La puerta no debería estar cerrada, pero en todo caso, hay que seguir subiendo y ese gato tan gracioso puede aparecer por cualquier lado. Hasta que lleguemos a la segunda planta no encontraremos la alfombra, así que ala, todos para arriba, jeje.

Cuando llegó arriba, se le iluminó la cara.

-Eeeey... ¿Y si aprovechamos la alfombra para jugársela a Lucifer? Preguntó con cara maliciosa que no auguraba nada bueno.

-Siiiiiiiiiii... - dice con una sonrisa de oreja a oreja y frotándose las manos.

Apenas lleva unas horas en la torre y ya le ha cogido manía al gato. Esa bola de pelo taimada y hambrienta parece inmune a su dominio de las bestias. Bueno, como casi todas ellas.

Imaginándose ya subido a alfombra, melena al viento, saca fuerzas de flaqueza y ataca el siguiente tramo de escalera.

-Aiaiaiaiaiai, que al final voy a tener más emoción de la que querría...- pero a pesar de todo pone una sonrisa enorme y asiente enérgicamente a la propuesta de Trolop. Al final y al cabo, si quieren hacer algo malo al gato tampoco lo va a evitar. Después de el maldito escalón, sigue a Trolop y Karabás todo el rato, asegurándose de poner los pies justo donde lo han puesto ellos.

-Espero que no falte mucho...- murmura por lo bajo.

Si eso no nos lleva mucho tiempo... Pero el que juega con fuego, se acaba quemando, vosotros veréis. Yo solo quiero saber dónde está el grano. Aunque si queréis que ese gato os coma, no seré yo el que diga que no lo hagáis. Seguro que es muy divertido de ver...

Yo permanezco tranquilo mientras los demás traman sus planes malévolos contra el gato. Total, soy igual de grande que el gato, no podrá comerme...

-¿El grano? En la sala del diezmo, en la planta baja. De todos modos, podemos bajar a recogerlo con la alfombra. Será coser y cantar. - dice entusiasmado, confiando en la docilidad que le presupone al artefacto mágico.

-¡Hop! - otro escalón.

-¡Hop! - otro más.

"Daga" parece dormitar sobre su hombro, inmune a los zarandeos.

El ánimo de Karabás hace que tome la delantera y con brio suba escalón tras escalón. El resto de compañeros le siguen con esfuerzo hasta que llegado a un punto...

Animado por la proximidad del final de la escalera casi ni te has dado cuenta... pero casualmete te paras un momento a tomar aire y te das cuenta que el siguiente escalón está roto. Si pasas con cuidado no pasará nada, pero si no te hubieras dado cuenta estarías rodando escaleras abajo.