Partida Rol por web

Turno 1103 (y tres)

Tras cenar, el pequeño hobbit se disponía a ir hacia su habitación con su equipo y el de sus compañeros que se lo hayan dejado en custodia cuando Ilidan le comentó que iba a hacer lo mismo y que se ofrecía a ayudarle. 

-¡Oh!, ¡muchas gracias mi buen Ilidan!, tu ayuda es muy bien recibida. Voy a hacer lo que me sugieres, estoy muy cansado y en mi actual estado no sirvo de mucho. Necesito dormir al menos una noche en una buena cama, o al menos bajo un buen techo como el de esta posada. Estoy en esa habitación -la señalo-, y lo mismo te digo, ahí me tienes para cualquier cosa que necesites.

Turno 1103

El posadero había ido recogiendo las monedas de cada uno por adelantado. Cerveza, vino caliente, el guiso y una habitación para cada uno. Eran un total de cuarenta monedas de estaño por cada uno, un precio algo elevado quizás, pero bien pagado en esos momentos. A cambio dispondrían de una buena habitación con una cama individual, con cerrojo interior, un colchón de lana y sabanas y mantas limpias. Podían además disponer de la bañera  que había en el piso superior, pues dentro de cada habitación estaba la llave que daba acceso a esta sala privada.

- Gracias pequeño - dijo sin malicia - El guiso tiene un par de días, pero como dicen por aquí, es el tiempo perfecto para que la carne suelte todo el gusto, y este bien tierna - dijo como justificándose por no servir el guiso del día, razón no le faltaba, estaba mejor que el primer día.

- Oh, si, usted busca sin duda a Ercis, ella es la única que podría tener lo que busca. - comenzó diciendo al mago - Es un poco rara, regenta una vieja librería en el Hueco de los Místicos, al otro lado de la ciudad. Incluso dicen que ve el futuro, atrae mucha clientela con gente que quiere escuchar lo que ella dice, aunque yo creo que es una farsante.

Tras ello subió a disponer las habitaciones, un total de seis.

RESOLUCION TURNO 1103
 

El guiso estaba delicioso, carne de calidad, patatas, verduras varias y algo de tocino y chorizo, hacían de aquel guiso algo delicioso. El hecho de llevar  un par de días hecho, no hacia si no intensificar los sabores y conseguir que la carne estuviese más blanda y tierna. Regaron todo con el vino caliente, que sentó estupendamente a todos, su sabor era agradable, sazonado como estaba con canela y flores de azahar. Cuando terminaron también bebieron algo de cerveza mientras se calentaban al fuego.

El posadero y su impoluta posada, eran las cosas más limpias que jamás habían visto. No había polvo por ningún lado, el olor era agradable, cuando en la mayoría de posadas el olor a alcohol y mugre lo ocupaba todo.

Draupner y Oin, pretendían enterarse de lo ocurrido en el norte, según el tabernero, ningún ailgratha había sobrevivido, y por tanto Agranil y los suyos, tampoco. Los enanos querían saber, de primera mano y haciendo caso al hombre de la posada, lo ocurrido. Para ello irían al castillo para enterarse de lo que realmente había pasado. Junto a ellos salió Groal, que lo que realmente quería era ir a ver el pueblo, ver a sus gentes, conocer las costumbres, el no estaba acostumbrado a las grandes urbes, su poblado no se parecía en nada a aquello. Por otro lado, Gelion, quiso saber dónde comprar material de escritura, a lo que el posadero le indico el lugar idóneo, al parecer una vieja librería regentada por una tal Ercis, esta se encontraba en el lado noroeste de la ciudad, en un lugar llamado el Hueco de los Misticos.

Asi salieron los cuatro, dejando allí a Bolgo y a Ilidan, que visiblemente mas cansados, aprovecharían para dormir un rato.

Bolgo e Ilidan
RESOLUCION TURNO 1103

Ilidan y Bolgo subieron a las habitaciones, indicándose donde dormiría cada uno por si necesitaban algo el uno del otro. Las habitaciones parecían bastante cómodas. Disponían de una ventana al fondo, donde entraba bastante luz ahora que el día comenzaba. Afortunadamente dos postigos podían cerrarse para que no entrase la mayoría de esa luz. Había una cama con las sabanas recién cambiadas y un par de mantas dobladas sobre ella. Al lado había  una mesita sencilla con un candelabro y una vela. A los pies de la cama un gran arcón con la llave puesta estaba dispuesto para guardar en el los enseres de los viajeros. Cuatro perchas en la pared servían para dejar la ropa. La puerta, recia, tenía la llave puesta por dentro, a disposición del cliente, por si incluso quería dejarla cerrada si marchaba, o cerrarse por dentro.

Tanto Ilidan como Bolgo no tardaron en acomodarse, dejar sus bártulos y meterse entre las sabanas, previamente vestidas con las mantas. Las habitaciones no tenían chimenea y hacia algo de frio, pero las dos mantas de piel, abrigaban perfectamente. Ya estaba listos para disfrutar de un merecido descanso…

RESOLUCION TURNO 1103

Salieron de la posada sin saber bien a donde ir, tampoco era difícil, pues esa posada era la primera del pueblo, si se entraba desde el este siguiendo el Men-i-Romen. Así pues, se encaminaron hacia el oeste, lugar donde se alzaba la ciudad. Los dos enanos, Gelion y el beornida, caminaban animados por la luz del sol que les daba en la cara, aun había esperanza, o eso querían pensar.

Cuando llegaron al comienzo de la ciudad, El caballo enojado estaba ligeramente retirado, vieron la magnificencia de la misma. A los pies de los acantilados, incluso sobre ellos y colgadas en las paredes del mismo, se edificaban casas y negocios. Las calles serpenteaban siguiendo los huecos y gargantas formadas miles de años atrás. Era un espectáculo ver todo aquello.

Tuvieron que preguntar a algunos transeúntes, que gustosos les indicaron. Arriba en lo alto de uno de las elevaciones, estaba el castillo, de piedra, magnifico visto desde abajo. Incluso le dijeron como podían subir a través de una larga escalinata horadada en la roca que subía hasta lo alto del Talath Harroch. También le indicaron a Gelion como llegar hasta el Hueco de los Misticos, solo tenía que seguir calle adelante hasta la pared que cerraba la ciudad por el oeste, y subir al norte, cogiendo todas las calles principales que iban a la derecha, no había perdida.

Groal, el más interesado, pero también los demás, no vieron la actividad habitual del pueblo. Las casas estaban cerradas, los negocios estaban siendo tapiados, la gente iba acelerada de aquí para allá, dándose prisa para poner a salvo sus pocas posesiones. Se veían cargar carros para la huida, aunque muchos lo habían hecho ya. Ninguno de los cuatro sabían hacia donde lo hacían, si tan mal estaba el panorama, quizás buscasen la protección del bosque, era una incógnita.

Era el momento de separarse, Gelion iría por un lado, los enanos por otro, y Groal no tenia aun claro que quería hacer, si acompañar a los naugrim al castillo o simplemente pasear por la ciudad.

Turno 1104

-¡Por fin una cama!-pensó Bolgo-pero antes creo que me vendrá bien asearme un poco, el posadero dijo algo de un baño en el piso superior, así que iré a asearme un poco y luego me iré a dormir, o mejor, primero dormiré y luego me asearé un poco.

Dicho y hecho, el pequeño hobbit cerró su habitación por dentro. Comprobó las ventanas, miró al exterior para ver si todo estaba en orden y tras hacerlo (1), se tiró a la cama, dejando al lado de la misma su bastón de viaje y su escudo. Dadas las últimas noticias no estaba muy tranquilo y tener esos objetos cerca le tranquilizaban. Tras esto se dispuso a dormir.

Turno 1104

Bolgo dejó unas palabras en el aire justo cuando esta por salir por la puerta a las que no quiso dejar de contestar. - Encárgate de todo de la forma que mejor consideres. Confío plenamente en tu criterio. -

Tras sus palabras salió, esta vez sí, de la posada en dirección a la fortaleza de los humanos.

Turno 1104

Aunque su preocupación más acuciante era alcanzar el castillo para confirmar las noticias obtenidas en la posada, no era ajeno a la arquitectura de las edificaciones y al aprovechamiento que aquellos humanos habían hecho de aquella pequeña colina en su trayecto y no podía por menos que ir negando con la cabeza. 

Aquí y allí, se observaban imprecisiones e imperfecciones imperdonables en el trabajo de la piedra y eso que él no era un experto entre los de su raza, pero ni siquiera así destrozaría el entorno de aquella manera. Era increíble ver la forma en la que se desaprovechaban los espacios, las defensas naturales, cómo se habían valido de vigas de madera cuando una correcta excavación hubiera permitido cúpulas de piedra soportando la estructura...

Avanzaba mirando también los puntos fuertes y débiles a nivel defensivo, tratando de encontrar aquellas zonas en los que se pudiera entorpecer el avance enemigo, aquellas donde con pocos recursos pudiera causarle muchas bajas, la posibilidad de generar desprendimientos, dividir las fuerzas enemigas mediante el incendio de determinadas zonas, aprovechando los materiales inflamables de muchas de las casas. Igualmente se fijaba en que aquellas zonas que necesitaban de refuerzo, que podían servir de parapeto para los ataques con proyectiles desde el casitlllo, que permitirían un rápido avance...

Silencioso subía por las diferentes cuestas, ansioso por que llegara el momento en el que alcanzar su destino y resolver, para bien o para mal, sus sospechas, para de ese modo decidir una vía de actuación acorde con la situación real a la que se enfrentara.

Llegó un momento en el que el camino de Gelión y el suyo divergía, así que llegado el momento de la separación se limitó a recordarle lo que ya había comentado instantes antes en la taberna, - En un par de horas o tres nos volvemos a ver en la posada. -

Tras la rápida despedida aceleró el paso, pues había estado siendo condescendiente con el mago, si bien sentía casi la necesidad de correr con tal de disipar las sombras de las dudas que todavía se alojaban en su mente.

Oin acompaña a Draupner, el conjurador y el humano-oso en su camino hacia los diversos destinos. Aquí y allá se puede observar una ciudad embriagada por el miedo. Los ciudadanos no se han entretenido en preparar barricadas u obstáculos y se han conformado con ceder el terreno al enemigo, algo que los Naugrim nunca harían. Esos cerdos orientales y sus apestosas flechas serían casi inalcanzables en terreno abierto pero aquí en este laberinto de rocas y casas, unos pocos y anegados defensores podrían contenerlos e incluso derrotarlos. A cada ratillo, observa a Draupner negar aquí y allí con la cabeza y se sonríe para sí mismo.

La verdad es que hubiese preferido dormir a pata suelta pero no puede dejar al enano sólo en su labor, así que se mantiene al paso de su compañero de armas. Por fin llega la encrucijada en la que deben separarse del conjurado y Draupner le despide prestamente. 

- Ten cuidao... conjurador... - le apostilla antes de separarse

Luego, sigue a su compañero en la medio-carrera hacia el castillo.

Turno 1104

El cansancio y las preocupaciones hicieron que Ilidan no pudiera conciliar el sueño de forma tan inmediata como esperaba. Agranil y el resto de comerciantes podían estar muertos, y a la vez una guerra estaba a las puertas de la ciudad. Podría quedarse y combatir, y si sucedía el peor caso posible morir de forma gloriosa, algo que le honraría a ojos de Aulë. Sin embargo, algo le separaba de aquella idea, era por supuesto su misión personal, encontrar a Gondimel. No era hora de ser egoísta, pero tenía un problema.

Seguramente Gondimel hubiera salido de la ciudad con los no combatientes huyendo apresuradamente de la guerra, si no se hubiera encontrado con tanta fatiga crónica tras los días pasados quizás lo hubiera alcanzado en un par de días si hubiera salido inmediatamente tras él, pero aquello ya era imposible. Y ahora, la solución que le quedaba para afrontar un viaje que sino podría eternizarse y acabar definitivamente con su precaria riqueza a pesar de buscarse su sustento con las artes aprendidas por Gondagal, era hacerse con un montura. Aunque esa misma falta de dinero, era lo que le impedía en aquel momento e incluso aunque los comerciantes estuvieran vivos y le pagaran lo que le debían, hacerse con una.

El futuro se le antojaba irónico,  la guerra que le indicaba que tenía que salir cuanto antes tras Gondimel, era la misma que le brindaba la oportunidad  de obtener una montura enemiga si conseguía sobrevivir. Estaba ofuscado con la idea de que camino emprender: quedarse o huir. Sabiendo que nunca llegaría a una conclusión completamente idónea, intento librarse de aquellos pensamientos permitiendo sumirse en aquel sueño reparador que tanto necesitaba.- Mañana será otro día. Entonces tomaré una decisión- Se decía, aun a sabiendas que cual elegir no sería algo tan sencillo si es que al siguiente día no se levantaba con la ciudad bajo asedio, sin escapatoria.

Casi prefiero lo más barato respondió Gelion a Bolgo. Pero lo dejo a tu criterio. Creo que tienes buen juicio, tal como ha dicho el jefe.

Revisó sus escasas posesiones asegurándose de que no dejaba nada y acomodó todo en su mochila como bien pudo.

Nos vemos en un rato. Y despidiéndose con un gesto se marchó con los otros. 

Gelion descansó sus nervios paseando entre la gente con la curiosidad que le caracterizaba. No era especialmente cosmopolita pero el hecho de haber pasado gran parte de su vida viajando le hacía comparar las formas de vivir de unos y otros. Veía las diferencias que había entre aquel lugar y la ciudad blanca, era curioso ver cómo la cultura de un sitio y otro difería y los arreglos de los edificios, las calles, la forma de vestir.

Por más que aquel momento fuese de gran apuro las gentes tenían sus propias costumbres y se aferraban a ellas reaccionando así ante las dificultades. Mientras iba acompañado de los otros no prestó especial atención al camino, pues no tenía miedo de perderse aunque memorizó con cuidado el nombre de la posada para poder preguntar por ella si luego a la vuelta tenía problemas para llegar hasta allí.

Tocaba separarse y los enanos lo hicieron con su acostumbrada falta de tacto, aunque por lo menos Oin le dedicó aquella precaución que en el fondo quería decir que se preocupaba por él. Eso ya era algo. Surgió de sus labios una despedida propia de los caminos.

Volveremos a vernos antes de llegar al claro al final del camino dijo y dándose cuenta de lo solemne que había sonado la frase decidió aligerarla con una apostilla. De hecho, en un rato. Y sonrió con calidez, acompañando las palabras con un gesto de la mano, haciéndolo también con el beórnida.

Se separó y emprendió su particular recorrido. Recordó lo que le habían dicho.

Seguir al oeste hasta llegar a la pared que limita la ciudad y luego subir al norte tomando todas las calles principales a la derecha. El hueco de los místicos. 

Murmurando estas palabras para sí mismo se orientaba y seguía las calles, atento para no perderse.

Turno 1104

Groal salió al exterior y comenzó a caminar sin rumbo fijo. Por un momento se permitió el lujo de olvidar la misión y las penalidades sufridas, y se concentró en contemplar las edificaciones. Le parecían extrañas. Extrañas, pero elaboradas. En su pueblo no habían construcciones de esta magnitud, por lo que todo le parecía asombroso. ¿Cuánto demorarían en construir una ciudad así? ¿Cuánto demorarían en reconstruirla, en caso de que la guerra la destruya? ¿Cuánta gente viviría exactamente ahí?

Lamentablemente, las calles se veían relativamente vacías. Su objetivo era conocer no sólo la ciudad, sino ver las costumbres urbanas de sus habitantes. Era una pena, pero no parecía ser la mejor ocasión para tales investigaciones. De cualquier forma, Groal no cejó, y continuó recorriendo la ciudad, buscando ciudadanos con los que charlar, a quienes observar, o incluso ayuda que prestar.

RESOLUCION TURNO 1104
 

Los cuatro se despidieron de sus compañeros, ellos necesitaban descansar. Juntos avanzaron hacia la ciudad. Una ciudad encaramada en la roca, donde vigas de madera y piedra se adentraban en las paredes para poder construir sobre ellas. Casas colgadas, negocios a pie de calle, un sinfín de calles y callejones que se perdían entre altas elevaciones de piedra, sobre las que en ocasiones se habían edificado algunas construcciones. Era el caso del castillo, que se situaba en lo mas alto de una aguja de piedra que crecia desde su base ancha y permanecia asi hasta su cúspide, donde se alzaban lo muros de un castillo impactante. Fue el lugar donde se separaron. Oin y Draupner se dirigieron hacia el lugar donde les habían indidcado, una serpenteante y angosta esclaera que ascendia entre tuneles y precipicios hasta lo mas alto del Talath harroch.

Gelion por su parte, siguiendo las indicaciones del posadero, dejo al grupo para dirigirse al oeste, tenia que ir hasta la pared mas occidental y desde allí subir hasta llegar al Hueco de los misticos, lugar donde era debería estar esa mujer que le habían mencionado.

Groal por su parte, se fue hacia el norte, siguiendo la ancha calle, casi desierta para adentrarse en los callejones, ansiaba aprender las costumbres, estaba maravillado de ver una ciudad como aquella, no estaba acostumbrado mas que a la sencilleza de su aldea. Burh Waldlaes no era como las que habia visto hasta ahora, era distinta, por supuesto no era la enana Barukkizdin, pero aun asi era espectacular.

Se separaron con un breve saludo y quedando en verse mas tarde.

RESOLUCION TURNO 1104
 

Siguiendo  las indicaciones, Gelion tomo dirección oeste. Las calles se abrían hacia el norte, quedando a su derecha, después comenzó a internarse por una calle por la que atravesaba un pequeño rio. Siguió su curso hacia el norte hasta llegar a un vado. Fue preguntando a los pocos que se encontraba en su camino, le decían que debía seguir hasta la pared, e ir al norte, cruzar la marca de los carpinteros y estaría muy cerca.

Así lo hizo, fue siguiendo paso a paso las indicaciones hasta llegar a lo que suponía era el Hueco de los místicos. Un curiosos paso con una veintena de edificios, muchos de ellos de doble altura, que se encaramaban a la pared por un lado, y a un alto risco por otro. Se adentro en el.

Allí no parecía haber mucha gente, de hecho paseo durante un rato él solo, sin saber bien donde dirigirse. Fue al cabo de un buen rato de buscar y dar vueltas, cuando vio lo que buscaba.

Allí la tenía ante sus ojos, la librería de Ercis. Claramente su nombre bajo un libro, todo ello tallado en madera sobre la puerta, eran una certeza. Gelion sonrió y se dispuso a entrar.

Toco dos veces la puerta, estaba abierta, pero quería ser educado. Nadie respondió. Había ido hasta allí, y no pretendía irse sin al menos intentar conseguir lo que quería. Por lo tanto, empujo la puerta y entro.

El interior de la pequeña edificación engañaba, pues no ocupaba lo que se veía desde fuera, si no que se adentraba en la roca. Por todas las paredes, estanterías repletas de libros, era como un paraíso para el erudito. Montones de libros aun por ordenar de acumulaban en mesas y sillas. No pudo evitar ojear un poco algún volumen. Tratados de agricultura, de prácticas vitícolas, historias pasadas, cuentos irreales… había de todo allí dentro. Gelion se sentía cómodo allí dentro. El olor a papel y pergamino, a la piel de las cubiertas, al polvo de los libros más viejos, todo evocaba a su felicidad.

Absorto entre tanto volumen, no vio llegar a Ercis, que llego por detrás suyo, apenas había hecho ruido y provocó un susto al mago, que se giro de inmediato.

Era una mujer joven, algunos dirían que incluso una niña, aparentemente rondaba la treintena y su cuerpo estaba bien formado, era una mujer bella, de cuerpo deseable y un rostro delicado. Muchos la hubieran imaginado como una vieja librera que vive encerrada entre los tomos, pero no era así, era una mujer que cualquier hombre quisiera para sí.

RESOLUCION TURNO 1104
 

Tras separarse, Groal siguió al norte siguiendo lo que, luego supo, era llamado el mercado de esclavistas. No es que hubiera esclavos allí, pero seguro que hubo un tiempo en que si se comerciaba allí con ese tipo de género. En general las calles estaban vacías, se veía a gente muy atareada, los dueños de los negocios sobre todo, que se afanaban en tapiar puertas y ventanas, sabían lo que se les venía encima. No vio a ningún niño, seguramente estarian todos escondidos. Tampoco vio a muchas mujeres, y las que vio, portaban extrañamente armaduras de cuero y lanzas. ¿Acaso las mujeres de aquella ciudad eran guerreras?, no lo parecían, pues a pesar de la apariencia se las veía delicadas y torpes.

Continuo caminando, giro a la derecha para poder seguir al norte, atravesó El camino d elos cantantes, o al menos asi lo llamo algún atareado hombre que no quiso dar mucha conversación. Siguio ensimismado, miraba edificios, miraba los negocios cerrados que en ellos habia, obserbvaba el ir y venir de las pocas gente con las que se cruzaba. Asi, llego a la calle de la jarra, llamada asi por una razón obvia, habia numerosas tabernas y cantinas en el, aun quedaban algunas abiertas. El resto eran casas. Le llamo la atención un puente colgante que pendía a gran altura y que unia las dos elevaciones que habia a ambos lados de la calle.

RESOLUCION TURNO 1104
 

El castillo  se situaba en lo alto de uno de los montículos, y allí estaban también los soldados y guardias de la ciudad. Era un edificio grande que ocupaba casi toda la cima. Solo había un sitio por el que acceder al castillo, su entrada principal. Era un puente de piedra que colgaba a cerca de treinta metros de altura y que conectaba con la parte superior del barranco.

Afortunadamente para los enanos, que iban a pie, había sido tallada en la roca una escalinata que subía hasta el inicio de ese puente. No era una escalera de gran hechura, como lo podría haber hecho cualquier maestro enano, pero eran escalones bastante cómodos, aunque entrañaban cierto peligro al carecer de barandilla. Podían cruzarse dos personas sin problema, pero el hecho de que una de ellas se viese obligada a soltar la cuerda que acompañaba todo el trayecto, y que anclada a la pared ofrecía toda una ayuda, hacia que no fuera muy usada. La mejor manera para ir al castillo, era a caballo, subiendo por las rampas del norte, que discurrían junto al rio.

Los enanos subieron sin problemas, y sin cruzarse con nadie. Una vez arriba, llegaron a la puertas de entrada. Una torre custodiada por soldados que se asomaban entre las almenas y una puerta que cruzaba la torre. Estaba cerrada.

Frente a las puertas, toda una compañía de jinetes estaba bien dispuesta. Cerca de doscientos guerreros, con sus monturas, escuchaban las palabras alentadoras del que parecía comandarles. Alli estaban todos correctamente organizados, separados por destacamentos. Enfrente algunos oficiales y el comandante que hablaban, nadie se dio ni cuenta de que allí estaban, salvo los guardias de la puerta, que se les quedaron mirando sin temor.

No alcanzaban a entender las palabras de aquel hombre, ni tampoco lo intentaron, iban en busca de información. Fue entonces cuando vieron a Freagulf, a Alian, a Temudyin y a Yves-ashe. Todos ellos también en la formación, bien engalanados con armaduras pulcras y ropas limpias.

Ilidan bolgo
RESOLUCION TURNO 1104
 

Descansaba ya tranquilamente sobre su camastro, le faltaba quizás el calor de un buen fuego, pero las mantas eran suficientes. No tardo en conciliar el sueño, durmiendo a pierna suelta. Estaba solo en la habitación, la puerta cerrada, sus enseres a buen recaudo y tremendamente agotado.

Pasaban las horas, los sueños y poco a poco el cansancio iba desapareciendo, pero no paso mucho mas de una hora hasta que alguien llamo a la puerta. Era el posadero, que sin esperar contestación, les comunico que debía de marcharse y cerrar la posada. Se marcho sin respuesta ninguna, aunque sabía que seguía abajo por el ruido que hacía, martillaba algo contra la pared.

Ilidan bolgo
RESOLUCION TURNO 1104
 

Descansaba ya tranquilamente sobre su camastro, le faltaba quizás el calor de un buen fuego, pero las mantas eran suficientes. No tardo en conciliar el sueño, durmiendo a pierna suelta. Estaba solo en la habitación, la puerta cerrada, sus enseres a buen recaudo y tremendamente agotado.

Pasaban las horas, los sueños y poco a poco el cansancio iba desapareciendo, pero no paso mucho mas de una hora hasta que alguien llamo a la puerta. Era el posadero, que sin esperar contestación, les comunico que debía de marcharse y cerrar la posada. Se marcho sin respuesta ninguna, aunque sabía que seguía abajo por el ruido que hacía, martillaba algo contra la pared.

Turno 1105

- ¿Quien va? - dijo uno de los soldados desde la almena en la que estaba - ¿Qué se les ofrece a dos enanos por estas tierras? - quiso saber con otra pregunta…