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Turno 720 - Asalto 18

Dwalin no era un guerrero. Pero se batía como los bravos cuando era necesario. Gelion tampoco lo era y sus esfuerzos habían únicamente estorbado en el combate que se desarrolló. Gracias a los valar sus compañeros eran verdaderos héroes que habían desequilibrado la balanza a su favor. Oin y Draupner demostraban que un enano motivado valía por muchos enemigos.

Bolgo una vez más era un eficiente combatiente a larga distancia y lo demostró impactando contra el enemigo. Él no había sido de ayuda y ahora estaba vacío y hostigado por el enemigo. Sólo albergaba una última chispa de fuerza. La canción en él se apagaba y cada vez más la negrura del sueño le tentaba y acosaba incluso en aquellos tensos momentos en los que se jugaba la vida.

Agarrado a las ramas del árbol y encogido intentando ocultarse de sus enemigos no se hacía ilusiones respecto a su destino. Si había sobrevivido esta última vez había sido por un tris, por un verdadero suspiro. Casi podía ver las muescas del arma de su enemigo dirigiéndose a su cara. Además no cabía duda de que el arquero, empeñado en encontrarle se iría acercando hasta descubrirle para asaetarlo como a un maniquí.

Vio a Draupner echar a correr hacia el arquero para su alivio. Albergó un rayo de esperanza y se preguntó donde estaban los demás. Recompuesto en cierto modo, todos estos pensamientos cruzaron su mente en apenas segundos y se decidió a gastar su último recurso. Volvió a concentrarse.

Turno 720

-Mierda.- El sagath era más listo de lo que parecía, había reculado paso a paso hasta arrastrarlos sin querer al claro donde estaban los demás, no podía culparle, él hubiera hecho lo mismo en su lugar. -Al menos lo alejo de Chaka...- El claro estaba tan oscuro como una noche sin luna y la penumbra lo engullía todo, lo que hacía que el nombre de claro resultase totalmente irónico.

Mientras lanzaba su espada una y otra vez contra el oriental no pudo sino sentir admiración por la fiereza y habilidad que demostraban estos para el combate, aún luchando en inferioridad contra dos oponentes resistían y eran duros como la roca.

Fréagulf hizo bailar su espada de nuevo contra aquel mal bicho. No le gustaba el aspecto que tenía lo que ocurría detrás del sagath, vio caer al enano de reojo y no quiso imaginar la suerte que estarían corriendo los demás.

-Al menos moriré luchando. - Se dijo en un vano y torpe consuelo.

Turno 720 - Asalto 18

Oin, viendo caer a su enemigo, asiente a las palabras de Draupner con un gruñido y se gira raudo. Echa a correr siguiendo el gesto de Draupner hacia el herrero. A fin de cuentas, es su misión defender a ese enano y su carga. Corre pasando tras el arquero sagath para caer por la espalda del sagath que acosa a Dwalin. Sólo espera (y confía) en que Draupner moleste lo suficiente al sagath (#6) para que no le asaete por la espalda. 

- Подождите, Dwalin ... ! - comenta mientras carga sobre el sagath por la espalda. No es honorable, pero él no lo es en combate... deja el honor para Draupner.

¡Aguanta, Dwalin...!

Turno 720

El arquero no era capaz de ver a Gelion, al que suponia escondido entre la maleza, mientras su compañero maldecia. Entonces Oin paso como una exhalacion por delante suyo y el tirador (#6) no dudo en descargar su arco contra el en cuanto hubo pasado por delante. No tenia ni idea de lo que se le venia encima. Se giro levemente apuntando a Oin y solto sin pararse a recapacitar, si no lo detenia su jefe estaria vendido, en su mano estaba.

Ese jefe (#10) habia herido a Dwalin, y ahora se disponia a acabar con el sin miramientos. Con fuerza alzo su lanza para dar el puntazo que acabaria con la vida del herrero, por supeusto este no estaba completamente indefenso y se defenderia con uñas y dientes hasa la llegada de la ayuda.

Mientras, el soldado con la pierna rota (#8) se arrastraba entre dolores. habia dejado su arma a un lado e iba en idreccion al claro.

TURNO 720

- Briniel… ¿Muerta? – Groal se acercó tímidamente al cuerpo inerte de la dama, entre los sollozos incontrolables de su esposo y la mirada de sus familiares y amigos…

- Pero… Valdir dio su vida por ella… - a medida que se aproximaba, los sonidos alrededor parecían disminuir su intensidad… el mundo de Groal se sumía lentamente en un extraño y peligroso silencio…

- Maese Gallindum, Gelion, Bolgo… todos están fuera arriesgando y sacrificando sus vidas para protegerla… ¿y ella… está muerta? – Tomó la mano derecha del cuerpo, buscando el calor de la vida, un calor que se escapaba para dejar solo el frío inmisericorde de la muerte…

     Pero no todo era frío. Groal, sin percatarse en un principio, comenzaba a sentir un calor extraño. Un calor que nunca antes había sentido. Un calor que brotaba de su vientre y se desparramaba por su cuerpo como un fuego, cada vez más voraz.

- ¿Pero qué…? ¿Podrá ser…? ¿Bilis roja? – Un escalofrío recorrió su espalda cuando ese pensamiento acudió a su memoria.

- Groal – decía su padre, con esa voz profunda y llena de sabiduría que lo caracterizaba – Nuestra raza es privilegiada, dentro de todas las castas de humanos que pisan esta tierra. Y nuestro linaje, noble y honorable, es especial dentro de ella. El Gran Oso nos ha dotado de un poder enorme, pero a la vez peligroso. Un poder que usado con sabiduría, está destinado a ser usado para proteger y defender a sus crías del peligro. Pero que si no se logra controlar, trae muerte y destrucción.

- ¿A qué te refieres, padre?

- La sangre que recorre nuestras venas es la misma sangre del Oso, hijo mío. Tú, yo, todo nuestro linaje somos uno con el Gran Oso. Nuestra sangre encarna la esencia del Oso en la tierra. Es por eso que, en caso de peligro, el Oso puede cohabitar con nosotros en nuestro mismo cuerpo, dándonos su fuerza y fiereza- La alegría que el joven Groal sintió tras escuchar esas palabras rápidamente se disipó, pues su padre no había terminado – Pero ¡Cuidado! Este don es uno muy difícil de controlar. Si no mantienes un dominio férreo sobre ti mismo, el Gran Espíritu del Oso abrumará a tu propio yo, tu identidad se confundirá con la del Espíritu del Oso, y su lado más violento y sanguinario se liberará y tomará control de tu cuerpo. Groal  - concluyó su padre, mientras se inclinaba y le tomaba del hombro – Nunca trates de usar este don antes de dominarlo a la perfección. Pero, por sobre todo, no sucumbas nunca a la Bilis Roja.

- ¿Bilis Roja?

- Sí hijo… la Bilis Roja… el Calor de la Sangre.

-¿Así que esto es la Bilis Roja?- La advertencia de su padre cobró un sentido que nunca antes había tenido para Groal
-Urr… Marga… - Groal luchaba por contener esta marejada de sensaciones y emociones que amenazaban con desbordarlo – La pobre Briniel merece ser tratada con… uuurrgghh… con la dignidad propia de su condición. Hemos de prepararla para su entierro.

Groal sabía que lo que pedía era algo que debía hacerse, pero también era consciente de que comenzar los preparativos para un funeral en esas condiciones –en medio de una batalla, donde sus amigos pueden estar perdiendo la vida- no era lo más sensato. Se adelantó a cualquier protesta que pudiera surgir.

- Dadme un segundo… voy a echar un vistazo… - Groal comenzó a alejarse en dirección a donde suponía que se debían encontrar luchando sus amigos, para poder ver mejor- cuando regrese, decidiremos qué hacer; si quedarnos aquí esperando, o huir de esta masacre para poder enterrar a la dama Briniel - Pero Groal sabía que había algo más. Su intención no solo era investigar. La Bilis Roja empezaba a abrirse paso y había una intención oculta que lo hacía desear ver la batalla. Groal avanzaba a paso lento, bajo la mirada confusa de su compañía que lo veía sufrir y debatirse por un mal que desconocían, mientras él luchaba como mejor podía contra esta extraña y confusa sensación. Solo cabía esperar que tuviera éxito.

El sagath que estaba acosando a Gelion (#3), salio corriendo dando por imposible alcanzar con su espada al bosquimano.

Se giro y entonces vio como se acercaba un compañero suyo (#2) por el flanco derecho. Estaba siendo acosado por dos enemigos (Ilidan y Freagulf) y no dudo en correr en su ayuda. En cuanto llego ataco a Freagulf con fuerza, alzando su espada descargo contra el ailgratha que completamente centrado en acabar son su enemigo, no lo vio llegar.

Turno 720

Se notaba que Ilidan estaba herido y sus movimientos estaban restringidos por el dolor que pudiera sufrir, que repercutía en un ataque mas lento, y podría situarle así ante su enemigo en una situación de contraataque. Por ello sus golpes se veían mermados en la fluidez y potencia habituales.            

Pero los fallos no se debían totalmente a su culpa, a pesar de estar en inferioridad, aquel sagath estaba luchando fieramente y con cabeza ademas, como demostraba que hubiera reculado para acercarse a sus compañeros en busca de ayuda. Aun así ni mucho menos iba a perder la confianza en que junto con el rohir acabaría con él, y sobretodo ahora que esta acción debía de desempeñarse con la máxima presteza, puesto que a escasos metros de su posición Dwalin se encontraba en apuros tras trastabillar.                         

Con prestarle la máxima ayuda posible al enano en mente, el numenoreano avanzo decidido a acabar con su enemigo. Se acerco algo, intentando aprovechar la ventaja del rango de ataque de la lanza en su contra, y evitando así ya el ataque por parte de su oponente salvo que realizara un movimiento no natural, que lo alertaría con suficiente antelación como para poder esquivarlo fácilmente sin problemas.                           

Ahora solo se interponia entre el y su esquiva presa, un escudo, el cual pretendio superar, dando un paso mas rapidamente hacia delante en el momento preciso que se distraia con una acometida de Freagulf, para colocarse en su flanco y sin pausa alguna lanzar un espadazo con gran recorrido de derecha a izquierda, buscando la nuca, de su esperaba, próxima nueva pieza.

RESOLUCION TURNO 720

Gelion estaba encaramado con fuerza al árbol, no se movia, permanecia fuera de alcance como si la propia corteza del pino fuese. Aseguro su posición y comenzo a susurrar en voz baja ratazos aprendidos de antiguos textos. Asi se quedo, inmóvil, dejando que la gracia de los valar entrase en su corazón. Abajo el sagath (#3) que casi lo rebana lo miraba con odio, comprendía que no podía llegar hasta allí sin subirse al árbol y que no podía hacerlo en ese momento. Se giro y salió corriendo, dejando via libre a Gelion.

Atrás Bolgo giraba con fuerza su honda, tomo el ultimo impulso y dejo escapar la piedra con toda la fuerza de la que disponía. Su objetivo era el arquero (#6) que a unos 9 metros de el, encaraba a Dwalin al ver como se aproximaba alguien por el flanco derecho. En ese instante Draupner y Oin salieron corriendo, el primero también a por el arquero (#6), el segundo directo a por el oriental que habia herido a Dwalin (#10).

Cuando Oin paso junto al arquero este se disponía a disparar su flecha contra el enano, cuando la piedra de Bolgo golpeo con ferocidad la pierna del saetero. Esta crujió de forma escandalosa, el sagath grito de dolor y la flecha se le escapo. Cayo junto a él acompañada del restallido de una cuerda de arco que se destensa vacia. Oin se la habia jugado, y mucho, de no ser por Bolgo seguramente ahora estaría muerto, con una flecha atravesada en su dura cabeza. El arquero comenzo a caer con todo su cuerpo hacia a un lado. Habia muerto cuando llego Draupner que, mientras caia ya sin vida, le asesto un fuerte martillazo en la garganta, hundiéndole la nuez y destrozando el cuello.

El guerrero (#10) habia alzado su lanza y con fuerza habia logrado lacerar con un profundo corte el antebrazo derecho del herrero, después con un rápido movimiento circular golpeo de nuevo la pantorrilla de Dwalin para después dar un paso atrás en busca de hueco para continuar con su ataque. Entonces llego Oin, mientras Draupner golpeaba al otro sagath. Oin golpeo con saña por detrás al jefe de los orientales y cuando este se giro para encararse al enano, este le propino un duro golpe en un lateral de la cadera, lo justo para desequibrarle y poder hundir su martillo en la garganta del infeliz. Cayo al suelo, tremendamente dolorido, sin voz alguna. Sus manos se fueron al cuello, no podía respirar y se avixiaba sin nada que poder hacer, tenia la laringe completamente cerrada y rebosandte de sangre. Moriría pronto.

En el flanco derecho, como ya se habían fijado muchos, aparecieron tres hombres. Uno de ellos era un sagath (#2) que estoicamente aguantaba los golpes de Ilidan y Freagulf, que lanzaban continuos ataques. Los espadazos golpeaban una y otra vez contra el escudo del oriental, o eran repelidos por su lanza, que nerviosa hacia mil volteretas, sin duda sabia usar aquel arma, aunque fuera solo para defenderse. Solo Ilidan logro impactar con su filo una vez, en un costado, mientras el oriental repelia un espadazo de Freagulf. La armadura absorvio el poco daño que causo. Despues intento abrirse en busca del flanco enememigo, separándose de Freagulf y abriendo un hueco entre ellos. El soldado se vio obligado a meterse en el arroyo, cosa que dificultaba sus movimientos. Pero Ilidan, sin pensarlo, se vio también metido en el barro que se habia formado en el claro, un barro que hacia que mantener el equilibrio fuera mas difícil.

El soldado que habia intentado herir a Gelion (#3) corria hacia su compañero, que estaba siendo agasajado por el numenoreano y Freagulf. Cuando llego en plena carrera, solto un fuerte lanzazo contra el ailgratha. Este, sin problemas, detuvo el golpe con su escudo, ese y los sucesivos que el maldito salvaje se empeñaba en clavar en la carne de Freagulf.

RESOLUCION TURNO 720

Marga asistió antes las palabras de Groal. Efectivamente la dama merecía un buen descanso, una ceremonia digna de su clase y todos los repetos del que ha sufrido en vida. Groal fue a echar un vistazo o al menos eso era lo que les dijo a los demas. Todos apenados no profirieron palabra alguna. Solo habia lagrimas en los ojos de los hombres, la enana mas pragmática y acostumbrada a la muerte no lloraba, aunque si denotaba su pena en las facciones de su fea cara.

Groal en realidad tenia que marcharse de allí. Sentia algo en su interior, algo que empujaba, la bestia que tenia dentro quería salir. No podía ser, su padre le hablo de ello, pero en ningún momento de su vida habia sentido aquello, la “bilis roja”, como el la conocía. Un poder de sus antepasados que ahora al fin, impulsada por el miedo, el dolor y la tristeza, afloraba en contra de su voluntad. Si lo que le habían contado era cierto, tenia que alejarse.

Despacio fue a echar un vistazo a lo que ocurria delante, pero no llego a verlo. Estaba oscuro, una oscuridad terrible, poco natural, que envolvía todo. La luz de la luna poco alumbraba bajo los arboles, pero allí donde las copas no eran tan densas, ligeros rayos iluminaban lo que se encontraba delante. Alcanzo a ver a varios hombres luchando, no sabia bien quienes eran. Entonces ocurrió.

 Entre dolores cayo al suelo, se acurruco, se hizo un ovillo. Sus musculos incontrolados temblaban a placer. El pelo, como por arte de magia, comenzaba a crecerle. Pronto comenzo a cambiar, no podi acreerlo. Entonces perdió la consciencia, dejo su ser, su alma, para convertirse en otra cosa. Incontrolada, salvaje peligrosa…

Groal ya no era Groal. Crecia, sus musculos se trasnformaban, sus manos engrandecían. Todo su cuerpo se transformaba agigantándose. Las ropas se le desgarraron reventando todo lo que llevaba encima. Su capa cedió, el cierre cedió y el pedazo de tela cayo junto a ser que llegaba. Su armadura parecía estar apunto de estallar, pero en este caso, estaba todo previsto. La armadura de Groal consistía en dos piezas, una delantera y una trasera, que se unian entre ellas con cordones de cuero. Esos cordones se partieron, pero serian fáciles de reemplazar.

Al cabo de unos interminables segundos, Groal habia dejado este mundo para dar paso a la bestia, el oso. Su deidad, el Gran Osos lo poseía ahora, y tenia el aspecto del animal. Un magnifico ejemplar de piel parda, de gran envergadura y grandes garras. Sus dientes asomaban temibles y sus ojos inyectados de furia miraban alrededor.

Entonces vio a varios hombres que se batian a algunos metros de allí. La sed de sangre lanzo al animal a por ellos.

El combate parecía empezar a decantarse a su favor, pero muchas eran las bajas recibidas como para permitirse alguna más. Había que acabar con esto rápido antes de que alguna de aquellas puntiagudas lanzas volviera a clavarse en alguno de ellos.

Dawlin se había librado del último ataque, pero no había que permitir que siguiera exponiéndose, así que con su oponente muerto bajo sus pies, se encaminó hacia el siguiente blanco, tratando de buscarle la espalda, de tal modo que además, no pudiera conseguir la distancia necesaria para manejar la lanza.

- Oín, conmigo. - Le dijo a su amigo para caer los dos sobre el mismo enemigo.

- Bolgo sigue así, vigila al que hemos dejado detrás, no le dejes acercarse. - añadió. No le había gustado dejar a alguien a su espalda, pero la situación lo requería, de todos modos con el mediano por la zona confiaba que pudiera mantenerlo  alejado de ellos si llegara a acercarse.

Turno 721

- Amenaza – la bestia percibió la sangre. El olor lo envolvía y aceleraba sus sentidos. Estaba alerta.

- Peligro – El hedor de la muerte era poderoso y llenaba sus fosas nasales. Se acercó.

- Enemigos – Entonces los vio. Un pequeño grupo de bípedos enfrascados en una escaramuza.

Podía sentir la intención de muerte que despedían los bípedos. Sus deseos de matar. Eran peligrosos. Eran una amenaza. Había que eliminar la amenaza. Lo único que la bestia podía hacer era destruirlos. Despedazarlos. Desgarrarlos. Antes de que la amenaza se volviera contra él mismo, había que atacar. Los destruiría a todos.

- ¡No! – Algo en su interior se debatía. ¿Qué era eso? Una especie de voz surgía de su interior, resistiendo, luchando.

Se abalanzó sobre el más cercano. Corrió en sus cuatro patas y tomó velocidad, mientras rugía con una voz potente que parecía decir Aléjense. Huyan. O mueran.

Surgió de la espesura a la carrera. La sorpresa de los bípedos fue evidente. Pero nada de eso importaba. Ahora todos serían eliminados.

- ¡Detente! ¡Gran Oso, por favor! ¡Has de proteger a tus crías, no asesinarlas! – Volvía a decir la voz interior que era él mismo, pero otro a la vez.

¿Proteger? Por supuesto. El Oso debía protegerse. Protegerse de estos violentos y sanginarios bípedos. De estos seres que con tanta presteza recurren a la violencia. Eran un peligro, para la bestia y para todo otro ser de paz que habite el bosque y la tierra. Debían ser eliminados.

Cuando la distancia entre la bestia y su objetivo no era más que unos cuantos pasos, redujo su velocidad, mostró los dientes y se alzó. Sobre sus dos patas traseras, abrió los brazos en un gesto de poder imponente, alzó el hocico hacia el cielo y volvió a rugir con todas sus fuerzas. Ahora nada lo detendría. Atacó.

Turno 721

De entre los arboles, hacia el sureste, aparecio algo, un ser enorme, cubierto de pelo, que corria son importarle los arbustos, destrozando todo a su paso. Cuando solo lo separaban un par de metros de la posicion de Freagulf y su oponente (#3), cuando la distancia entre la bestia y su objetivo no era más que unos cuantos pasos, redujo su velocidad, mostró los dientes y se alzó. Era un oso, un enorme oso. Sobre sus dos patas traseras, abrió los brazos en un gesto de poder imponente, alzó el hocico hacia el cielo y volvió a rugir con todas sus fuerzas. Despues ataco. Lo hizo contra el oriental, que ahora completamente rodeado no sabia que hacer.

Lanzo un zarpazo, luego otro, enseñando los dientes. Los ojos ensangrentados de rabia, sus fauces baboseantes ansiosas de sangre fresca. No cesaria en su frenesi.

Turno 721 - Asalto 18

El bosquimano respiró tranquilo al ver que el soldado abandonaba su persecución y lo hizo incluso más al ver al arquero caer bajo las armas de su grupo. La batalla por fin se les ponía de cara. Habían sido unos momentos muy tensos los que habían pasado y era buena noticia ver que después de huir, después del cansancio y la persecución, las cosas iban algo mejor.

No pudo evitar acordarse de Gallindum. Tenía que llorar a un compañero más.

Siguió centrándose en su magia. Podían venir más enemigos en cualquier momento. No era momento para distraerse.

Turno 721

Asalto 18

Oin respira tranquilo un minuto al ver caer al Saggath y sentirse vivo aún. Por suerte el arquero está muerto y ya no es una amenaza. Pronto Draupner está a su lado.

Oin mira a Dwalin y le interroga.

- Все в порядке? -

Sin apenas esperar la respuesta del herrero, le comenta.

- Перейти в среднесрочном и запрет заклинателя ... быстро ...

Y sin más, echa a correr junto a Draupner hacia el Saggath. Si Draupner busca la espalda, Oin busca el flanco. 

- ¿Estás bien? -

- Ve con el mediano y el conjurador... rápido...

Turno 721 - Asalto 19

Bolgo sintió una cruel satisfacción al oír crujir los huesos de su objetivo. Ya no sería un peligro y los enanos se encargarían de rematarlo si es que aún seguía con vida. Azuzado por su reciente éxito sacó una nueva piedra y cargó la honda iniciando las vueltas en un movimiento que ya empezaba a dominar bastante bien.

La batalla parecía decantada a su favor pero debían andarse con ojo si no querían sufrir más bajas. Escuchó las palabras de Draupner y giró su cuello hacia el sagath que le había indicado. Él sería su próximo blanco.

Turno 201

Un nuevo oriental les vio y corrió en auxilio del que estaban atacando entre los dos, aquello era justo lo que Fréagulf quería haber evitado pero ya era tarde con lo que solo pudo colocar el escudo y tratar de evitar los fuertes golpes que le lanzaban. Uno y otro, y todos bloqueados por su escudo, ya casi no notaba el brazo del entumecimiento provocado por el combate.

-¿Por qué rayos siempre vienen a por mi?.- Pensó desconsolado, recordando nuevamente que tendría que estar ya en Buth Ailgra, no tenía que haberse metido de nuevo en la pelea, ¿cómo podía ser tan estúpido?.

Y de pronto apareció un oso de la nada, reventando arbustos y con los ojos inyectados de sangre y una ira brutal. Fréagulf ya pensaba que sería él quien recibiría el zarpazo cuando fue el sagath quien sufrió los zarpazos y descarga de la ira del animal.

Ante la aparición de aquella bestia, Fréagulf dio un paso atrás sobresaltado y miró con estupor al animal que rezumaba ira. Por su cabeza pasaron muchas cosas en apenas una fracción de segundo y un impulso le hizo echar a correr poniendo tierra de por medio.

-A la mierda. - Fue lo único que se le pasó por la cabeza, no consideró las consecuencias que suponía dejar abandonada a esa gente a su suerte ni siquiera pensó en el ataque que podía haber sufrido por parte de los sagath que todavía le acosaban. Parecía que todo el mundo quería abalanzarse sobre él, incluido el maldito oso. Aquello ya fue demasiado y su instinto de supervivencia le hizo correr, mantenerse con vida para cumplir su tarea. Como Chaka le había dicho, era una tontería morir por honor.