Partida Rol por web

Turno 702

Al fin había llegado. El momento de una nueva batalla que parecía precipitarse como la última que experimentaría Bolgo. Y como en tantos de aquellos libros que había leído de trágicos y grandiosos héroes, él moriría luchando. Y fue allí, en medio de aquel recóndito bosque cuando se dio cuenta de que la verdadera heroicidad iba mucho más allá de las hazañas logradas, y ésta podía hallarse a raudales en pequeños enfrentamientos en los que alguien miraba a la muerte a la cara y lograba espantar el miedo para plantar batalla y no desfallecer hasta que la última gota de vida abandonara su cuerpo.

Bolgo lo comprendió y aquello le dio fuerzas para seguir. Siguió las indicaciones de Gallindum, y escondido entre la maleza comenzó a girar su honda, con una piedra cargada dispuesto a matar a cuantos enemigos se pusieran a su alcance.

Turno 702

Para aliviar un poco la tensión, Oin empieza a canturrear débilmente sin apartar los ojos de las antorchas y sin dejar de mecer el martillo.

- Mas allá de las frías y brumosas montañas
a mazmorras profundas y cavernas antiguas
los pinos rugían en la cima
los vientos ululaban en medio de la noche
el fuego era rojo y llameaba extendiéndose
los árboles como antorchas de luz resplandecían...

Turno 702

Marga recosto ayudo a recostar a briniel junto a un arbol, el claro quedaba a unos veinte metros de donde estaban. A su lado Temudyin, Freagulf y e Ilidan esperaban para ser tratados, un tratamiento que debia ser rapido.

La enana se puso manos a la obra con la ayuda de Groal. Ella limpiaba las heridas y Groal las las vendaba. algunas heridas eran simples cortes leves, otros mas profundos, pero Ilidan... Ilidan tenia un gran daño en el brazo.

 Mientras Groal terminaba con Ilidan, Marga habia sacado una hoja plana y gruesa, como de un cactus. Corto en cuatro pedazos y se guardo uno. Despues quito las puas a los tres trozos restantes y se lo tendio a los heridos. - Mascar esto, rapido, cuando hayais hecho una plasta con ella, tragadla de inmediato, por mucho asco que os de - dijo la enana. Esas hojas sabian a humedad y moho, nada agradable. No disponia de muchos mas remedios, no al menos efectivos de inmediato, necesitaba llegar a un herbolario o ponerse a buscar algunas plantas, no era el momento.

- Groal, guarda tu poder, con este cactus se recuperaran rapidamente. Lo guardaba para un caso extremo, y temo este lo sea. - Le dijo al beornida

Turno 702

Durante todo el reencuentro con el grupo, así como en el posterior reposicionamiento de este ante los perseguidores sagath, Ilidan había permanecido callado. Y no lo había hecho como antes porque no los encontrarán, estaba más que claro que así sería, sino porque el dolor se le había intensificado, sobretodo el del brazo, tras pasar ya hace tiempo el fragor del combate. Se estaba quedando frio y el cansancio no hacía nada más que acrecentar el dolor.

Cuando se decidió finalmente los planes del grupo, el numenoreano no tuvo problemas, es más se sintió agradecido, de encontrarse en la retaguardia siguiendo los cuidados de Marga. No era que se tratará de un cobarde, si era necesario no dudaría en entrar en combate, pero con las heridas que sufría como iba él a poder inclinar la balanza del combate hacia el lado de sus aliados.

Turno 702

A pesar del amargo sabor de la hoja que le había echó masticar la enana, era incuestionable dudar de sus efectos curativos. La anterior planta que había ingerido le había proporcionado algo de calor, pero esta le había revitalizado por completo, a pesar de ello, y muy a su pesar, nada se podía hacer con su brazo roto a corto tiempo.

Si entraba en combate debería hacerlo sin la ayuda de su escudo, y mucho menos hacerlo a distancia con su arco, únicamente debía valerse de su espada corta, y además empuñándola con la siniestra. Por lo que si quería hacer algo en combate, debería de entrar desde la retaguardia, por sorpresa, y después intentar volver a esconderse para regresar de igual forma poco después. Acción que si no se le permitía debería cambiar por tomar una aptitud totalmente defensiva, para al menos aliviar algo de adversarios a sus aliados.

Turno 702

Fréagulf masticó el trozo de cactus sin mucha convicción, sabía a rayos y se le estaba formando una plasta nada agradable en la boca. Tenía una textura tan desagradable que casi le produce una arcada. Finalmente el rohir hizo de tripas corazón y tragó aquella repugnante masilla que se había formado en su boca con una mueca en el rostro que delataba lo asquerosa que era.

No confiaba en que su efecto fuera mucho mejor que las hierbas que le había dado Temüdyin pero sin embargo el efecto fue increíble. Poco después de tragar aquella asquerosidad se encontraba perfectamente. Hacía días que no se encontraba tan bien. Sin duda aquello le había recompuesto. Ahora se sentía capaz de enfrentarse el solo a todo el ejercito sagath.

-Increible... -logro murmurar mirando sus brazos sorprendido.

TURNO  702:

Al parecer, su entrada, por sorpresa, pilló desprevenido al enano de la barba rojiza que, siguiendo su comportamiento de líder, enseguida intentó recomponer el orden establecido avasallando a Temüdyin a preguntas. En cierto modo era lo esperado: al fin y al cabo a mayor información más sencillo es mantener bajo control una situación. Sin ella, es imposible lograrlo. Sin ningún inconveniente, se dispuso a contestar mientras seguía ayudando a la mujer.

- "Maesse enano, perrmita que me prressente. Chaka me pusso mi madrrre al abandonarr su vientrre y assí ess como puede llamarrme. En una trribu der bossque nassí perrro en el lejano orriente me crrié. Amigo suyo fuí hassta guerra empessar. Entonses solo esspía me llamarron. Grran errorr han cometido..."    

Temüdyin apretó los dientes con fuerza, tanta que sus encías se tornaron blancas, casi tanto como sus dientes.

- "En cuanto a cuantosss son, no sabrría decirr. Solo de lejos loss oí, perrro si de todo el contingente se trrata.....ssimplemente, muchos máss de loss que podemoss hasser frrrente. No obsstannte, ssi ssolo sse trata de un grrupo de explorasión, lo norrmal ess que ssean de diess a quinse hombrress. Encomiéndate a tu dioss parra que assí sssea." 

Sin esperar más se dirigió a la conocida como Marga. Al parecer aquella especie de enana podía dar solución al primero de los problemas que debía afrontar. Si así era, y lograba recuperarse, un abanico de nuevas posibilidades se abría ante el ojo sano del tuerto. 

TURNO 702(II):

Acababan de cruzar el riachuelo. A sus espaldas, a unos veinte metros, el claro donde había empezado todo, el claro que podía ser testigo del final de la escapada. Allí, en semicírculo, los enanos esperaban a los sagath. ¿Cuántos eran? Temüdyin no lo sabía con exactitud pero esperaba que solo se tratase de uno de sus grupos de exploración. Solo de ese modo cabía una posibilidad de salir con vida de aquel montón de mierda en el que se encontraba metido hasta las cejas.

Por lo menos, según parecía, iba a tener la curación prometida. Era lo mínimo que cabía esperar, en aquel estado ni él ni Fréagulf valían para nada.

El tuerto, acomodado en el tronco de un árbol mientras las grandes y peludas manos de aquel insólito curandero lo vendaba, repasaba mentalmente la situación. Era una costumbre adquirida, casi una función automática de su cerebro, después de tantos años en aquellas tesituras. Sin ella, su historia habría dejado de escribirse hace muchísimo tiempo.

Primero observó a la gente que tenía más cerca. La enana, reparando algún mejunje raro extraído, seguramente, de alguna sucia y mohosa caverna, y que, al parecer, funcionaba, siempre basándose en la cara y la expresión del ailgratha que acababa de tomársela. Allí estaba, Fréagulf, su cita a ciegas, su extraña pareja, su....

"De momento mi aliado y, a la vez, el hombre que me ha llevado a esta situación." - pensó después de meditar unos instantes. Había sentimientos contrapuestos cada vez que miraba al explorador. Él había sido el que había retrasado su marcha si bien era cierto que poco podía haber hecho el propio eótheód para remediarlo...., hasta ese instante. No necesitaba estudiar mucho al hombre para comprender que había recuperado toda la fuerza.

Sin pensarlo dos veces, y más después de ver los resultados, Temüdyin ingirió con avidez aquella especie de cactus que le tendió la enana. Solo unos instantes después de que la pasta entrara en su estomago lo notó, y aquella sensación lo llenó de satisfacción. Odiaba sentirse indefenso, odiaba no poderse defender, ni valerse por si mismo. Ahora, en plenitud física, no dependía de nadie, podía jugar su propio juego: volvía a ser "el mejor acero."

A su lado, el encapuchado, sin duda un hombre afortunado. "De no ser por la irrupción de sus compañeros ya estaría muerto. ¿Quién sabe?" Como ellos, había tomado aquel vomitivo vegetal, y había recuperado su fuerza. Pero por muy potente que fuese el remedio, este no iba a soldarle el hueso. "Solo con un poco más de precisión le hubiese arrancado el brazo de cuajo..." Se relamía solo con pensarlo. Apartó aquella agradable sensación de la cabeza ya que, en aquel momento, no era la correcta para poder adoptar la actitud adecuada.

Los demás, los demás eran simples comerciantes y, intuyó, políticos. Aparte de la bola de pelo y la fealdad hecha enano,   que si eran imprescindibles para después de un combate, los demás se intuían inútiles para lo que tenía que llegar. Porque delante suyo, a solo unos metros, se encontraban unos enanos intentando engañar a un grupo de sagath. Se hubiese reído de no haber tenido claro que eran lo único que les separaba de los orientales.

Conocía a aquellos hombres desde siempre, no personalmente, pero si sus métodos, tácticas y manera de pensar. Si habían dado con el campamento habrían deducido, más o menos, el número de personas que había en él. No iban a tragarse el señuelo: jamás se creerían que solo seguían el rastro de cinco enanos. Iban a actuar con prudencia: mandarían a algunos hombres pero otros rodearían al grupo por la vegetación para hostigarles y sorprenderles en medio del combate. Lo mismo que ellos, ni más ni menos. Aquello significaba que podían dar con el hobbit o a cualquiera de los que esperaban entre la maleza.  Si, sin duda intuirían aquel ardid pero....

Se incorporó y movió su brazo arriba y abajo mientras se dirigía a Fréagulf: estaba perfecto.

- "Frréagulf, conossco a los sssagath, no sse van a trragarr el engaño. Van a rrodearr a loss enanoss por la vegetasión parra sorrprrenderrlos. Y junto con elloss, ssorrprrenderrán a loss demáss. Va a serr una massacrre perrro...podemoss volverr esso en ssu contrra."

Decía aquello con la seguridad del que intuye lo que va a suceder. Con aplomo, sin adornos. Hablaba con el ailgratha pero esperaba que todos lo oyeran.

- "Elloss vienen hasia aquí, dirrrectamente ssiguiendo rasstrro, ssus antorrchass los delatan. En ves de volverr al clarrro,  tenemoss que rodearrless y colocarrnoss a ssu esspalda. Entrretenidoss esstarrán con los enanoss. Ussando mi orriental, y el subterrfugio, cassarloss podemoss de uno en uno a loss que se queden en la retaguarrdia."

Descansó un momento, esperando a que sus compañeros asimilaran la idea.

- "No ssse ssi saldrrá bien perrro, cuanto menosss, una disstraccisión podemoss crrearr parra dividirrlos y entrretenerrloss. Difíssil serrá haserlo ssolo, máss fássil si vamosss juntoss perro, tiene que sserr rápido, lass lusses se asercan. ¿Qué dessis?"

RESOLUCION TURNO 702

Se dispusieron al fin, tras un poco de chachara. Los enanos formaban un terrible semicírculo, cuya abertura se abria directamente en la dirección por donde vendría el enemigo. En el flanco derecho, un poco mas adelantado, Coralak aguardaba escondido entre la maleza para soprender a los sagaths desde allí, esperaría el momento adecuado para salir. Gelion y Bolgo estaban algo mas retrasados, también escondidos, en la medida de lo posible. El mago aguardaba completamente absorto, a tan solo un par de metros del mediano que sobrealia un poco por la maleza para poder girar su honda. En vanguardia esperaban impacientes, Oin canturreaba, Gallindum daba las ultimas ordenes y los nervios comenzaban a aflorar. No eran nervios de miedo, si no de esos que preparan tu cuerpo para el combate, esa sensación tensa que hay auntes de cualquier confrontación.

Por detrás, a algo menos de veinte metros, Marga y Groal se apresuraban a taponar heridas, aplicar ungüentos y colocar vendajes. Ilidan era otra cosa, estaba malherido, su brazo roto le impediría luchar, al menos con todo el empeño posible. Quizas pudiera dar algún espadazo, pero lo haría con la izquierda, y sin poder llevar escudo alguno. Aun asi, se interno en el bosque, buscando rodear a todos sus compañeros, escondiéndose, buscando un lugar desde el que atacar por la retaguardia al enemigo. Todos habían tomado una hoja carnosa de cactus, no sabían como se llamaba, Marga tampoco lo revelo. Pero lo que si sabían es que ese bendito vegetal reanimaba a cualquiera, devolvía las fuerzas y la vitalidad.

Pasaron varios minutos, los vendajes y cuidados requerían un cierto tiempo. El enemigo ya se acercaba, no estaban lejos, apenas a diez metros. Ahora todos oian sus pasos. No veian con total claridad, pero si contaban las luces que desprendían las antorchas, cuatro en total, y las cuatro se dirirgian en abanico hacia el claro. El enemigo, fueran los que fueran, avanzaban en una  formación abierta, no iban hacia el embudo que formaban los enanos. Seguian el rastro, por supuesto, pero no lo hacían en fila india, no era lógico.

Temudyin, o Chaka, como el mismo se había presentado, una vez cuarado, fue junto a Gallindum para alertarle de algo. El conocía a los sagath, eran una tribu vecina, conocía sus tácticas, sus maneras de luchar, podría decirse que no diferían mucho de las suyas. El tuerto aseguraba que no llegarían todos al claro, que tratarían de rodearlos, sorprenderlos. Lo que hubiese sido una emboscada, en la que todos se hubieran escondido para, al paso del enemigo, lanzarse al ataque, se había convertido en una recepción, un comité de bienvenida enana. Era una táctica directa, mas propia de los naugrim. Freagulf lo había acompañado hasta el lugar donde esperaban lo enanos.

Era tarde, ya los habían visto, ahora ocho orientales los observaban iban en parejas de a dos, en los que uno de ellos llevaba la antorcha. Se detuvieron de inmediato. Realmente no sabían cuantos eran, lo que buscaban, ni de quienes se trataban, pero si que finalmente habían dado con las personas que habían matado a sus congéneres, habían huido, y finalmente abandonado el campamento. La mirada de resentimiento era calara en sus rasgados ojos. Un momento de tensión seguido del grito de uno de ellos - ¡כלים פ אי כניסה דת ארץ, צעד המח! שבתיאטר… ון מה. ולחבר  -, el que parecía llevar el mando.

Los ocho portaban sendos yelmos de alas abiertas, de cuero rigido, al igual que su armadura.

El que no llevaba antorcha tenia un escudo ovalado de madera repujada en cuero. Grabados de peleas, luchas y masacres había en sus escudos, que encarados protegían a los portadores. En la otra mano una lanza de madera, con la punta de acero brillante que refulgía a la luz de las antorchas.

Los que si llevaban antorchas, transportaban un arco montado en la otra mano, a la espalda sobresalían los penachos rojizos de sus saetas. Todos llevaban en el cinto una espada corta, algo curva, un aspecto poco fiero pero que seguro eran hábiles en las manos adecuadas.

Tras el grito una contestación - ¡תיאטרון מה ¡כלים!  -, no muy lejana, apenas diez o veinte metros al este de donde estaban, al parecer había mas, y estaban cerca.

La noche era negra, mas aun al aguardo de los arboles. Alli, en el pequeño claro, la luz de las estrellas penetraba tenuemente. Ahora, alumbrados por las antorchas, todo estaba mas claro. El viento frio golpeaba con ráfagas, una de ellas hizo crepitar las teas que ardían en manos de los sagaths. Muchos de sus ojos se clavaron en Temudyin, la ira creció en ellos.

Tension, eso era lo que había en el ambiente, también frio y la promesa de nuevas heridas, quizás la muerte…

Turno 703

Escucho atento las palabras del humano.

- Me alegro de veros recuperados tan rápido. - comento a los dos humanos. Coged posiciones. Cortadles la retirada junto a Coralak. Disparadles en cuanto os sea posible.

- Primero sus arqueros y luego los otros. - digo sin dirigirme a nadie en particular con la esperanza de que Bolgo, Gelion, Ilidan y nuestros nuevos compañeros entiendan lo que espero de ellos.

Llegó el momento de la verdad. Espero no contar con ninguna baja en nuestro bando. Con ese pensamiento me preparo para el inminente combate.

Turno 703

Gelion estaba a punto de cerrar los ojos, casi parecía caer de sueño y sin embargo levantó el brazo junto con la varita. El murmullo de su voz que cantaba letanías extrañas fue aumentando hasta ser claramente audible. El arte reclamaba su cuerpo y le envaraba y abrió unos ojos en los que las pupilas parecían haber desaparecido y envió su voz llena de sosiego y paz y cansancio y sopor. Evocaba una placida hoguera en la noche de campamento, con los grillos acunando y una cálida brisa recordando mantas y calidez. Envió su voluntad hacia sus enemigos pero algo sucedió, algo estaba yendo mal.

Turno 703

Ilidan ya había comprendido antes de que se lo dijera Gallindum el papel que debía de jugar en aquella contienda, pero saber que el jefe de la escolta compartía sus idea lo aliviaba y le daba confianza en que estaba haciendo lo correcto.

Ya iba amparado por la oscuridad de la noche y camuflándose entre la frondosidad del bosque a la retaguardia del enemigo. Debería de dar un gran rodeo si no quería encontrarse con el segundo grupo, pero así además le daría tiempo a que estos llegaran y saber de cuantos individuos se conformaba el bando rival. No debía de precipitarse, debía de seguir oculto y esperar el momento oportuno para asestar un golpe contundente en el enemigo.

Turno 703

Oin, se fija en los arcos, los malditos arcos, y de nuevo, vuelve a echar de menos su ballesta. Se mantiene impertérrito ante los orientales con el escudo delante de él y el brazo relajado pero con el martillo sujeto. Va a hablar, pero prefiere que sea Gallindum el que lo haga porque está seguro que él meterá la pata si abre la boca. 

"Tan sólo tenemos una ventaja sobre ellos... la oscuridad"

- В фонариках ... без света, будет проще для нас.

La verdad es que no piensa en sus compañeros humanos y en cómo les afectará.

- Las antorchas... sin luz, será más fácil para nosotros..

Turno 703

Bolgo escuchó las palabras de Gallindum antes de que llegaran los orientales. Cuando estos lo hicieron, el mediano hizo caso del enano y fijó su mirada en el arquero que tenía más cerca. Aumentó la potencia de giro de su honda para finalmente soltarla con precisión y disparar la piedra hacia él.

Siguió la trayectoria de la piedra con la mirada esperando a ver el resultado de su lanzamiento. Había asumido que moriría allí, aquella noche, pero sentía el intenso deseo de llevarse consigo a unos cuantos orientales y darle una oportunidad a sus amigos de salir victoriosos de aquel combate.

Turno 703

Sin pensarmelo 2 veces agarro el Martillo con la mano del Escudo y aferro la Daga que llevo al Cinto y la arrojo sobre el portador de antorcha más cercano a mi (al número 3).

Justo en el momento en que la Daga sale de mi mano oigo un golpe sordo. Sin duda Bolgo ya está haciendo de las suyas con la honda.

- Bien Maese Bolgo. Seguid así. - pienso mientras vuelvo a aferrar el Martillo.

Turno 703

Los sagaths, como si algo habitual se tratara y sin apenas hablarse, formaron. Los cuatro guerreros que habia delante formaron una muralla con sus escudos en una posicion semiagachada. Colocaron sus lanzas en una posicion elevada de manera que las puntas sobresalian por encima de los escudos, quedaban preparadas para un ataque en caso de que alguien se acercase. Detras los arqueros se preparaban.

Dos de los arqueros que habia atras, lanzaron sus antorchas por encima de sus compañeros, quedando estas en el suelo a apenas un metro de los escudos. Asi alumbraban la zona y liberaban las manos. Los otros dos dejaron caer las antorchas a un lado y tambien prepararon sus arcos.

Rapidamente, y segun las teas salieron de sus manos, cogieron una flecha y la colocaron en la cuerda del arco, tensaron y soltaron los proyectiles sin pensarlo en direccion a los enanos. Las flechas silvarian por encima de las cabezas de su compañeros.