Partida Rol por web

¿Podéis acompañarme? dije alzando la voz sobre aquel bullicio que me rodeaba, y con un tono de voz que asemejara un poco de cordialidad.No es necesario asustar a estas personas pensé con rapidez, y en un intento de controlar lo que hubiera sido una respuesta que por mi parte habría resultado poco extraña en un Centro comercial No desenfundes tu pistola. No hasta que sea necesariamente precisa me repetía. Mientras, mi mano derecha seguía sobre la culata de la pistola, levemente presionada pero en una situación en la que fuese más facil extraerla.

Quise mirar a Alex con el intento de hacerla ver de que no corría peligro. O almenos que intentaría defenderla por ensima de todo; pero no podía evitar estar pendiente de aquellas personas que tan extrañas se presentaban en el lugar.

-¿Más dudas? ¡Maldita sea! ¡Tráeme de una vez a quien te pague y dejémonos de dudas!- Fue lo último que dijo antes de que la hermosa mujer saliera de la estancia, dejando atrás un chirrido y el sonido de las tintineantes cadenas, ya que Fenris volvió a pegar un tirón de ellas, pero esta vez, mucho mas fuerte.

Tras dar un par de fuertes gritos y forcejear en vano contra algo que ni siquiera sabía lo que era, consiguió relajarse, tras haber contemplado el cielo por la pequeña ventana. Se echó en la cama, cruzó los pies, y pensaba, a pesar de no tener en qué hacerlo y no acordarse de nada.

Después de que unos extraños sonidos penetrasen en su subsconciente, abrió los ojos, ya que por unos instantes, había consegido quedarse dormido. Lo único que podía hacer, era limpiarse el incómodo sudor que se había apoderado de su frente, mientras se retuerce disimuladamente por el dolor que siente en numerosos puntos de su cuerpo.

Unos instantes despues, se incorpora sentado en el borde de la cama, donde entierra el semblante entre sus manos, simplemente a la espera de algo.

Los gustos de ambas jóvenes eran tan distintos como la noche del día, y pese a que sabía de antemano que no iba a ponerse nada de lo que tuviera (o eso creía) le dio como respuesta una cálida sonrisa. Así era ella, una mezcla de exquisita educación inglesa y un encanto natural.

Finalmente salieron de aeropuerto, hasta que llegaron al coche donde estaba David. Pese que Kira es una joven muy educada una mueca de extrañeza asomó a su rostro. Ella no estaba acostumbrada a las modas juveniles, y aquel coche era todo un paradigma de lo que era la juventud en aquellos tiempos. Obviamente nada tenía que ver con ella, aunque no significara que estuviera dispuesta a aprender.

- ¿Ya sois pareja? –comentó con un toque de ingenua malicia a Marisa debido a la muestra de cariño al besarlo.

- Encantada David –respondió ruborizada ante aquel beso, puesto que no era habitual para ella- Tienes un coche muy... ehh... cool –fue lo primero que le vino a la cabeza- El viaje ha sido estupendo, todo lo corto y agradable que esperaba –respondió a su pregunta- Tengo muchas ganas de ver el piso de Marisa y la ciudad.

Acto seguido metió las maletas en el coche y se acomodó en el asiento trasero.

- ... ehm.. pues... vamos a por algo sexy!

- Chris! tú qué? eras tú quién te querías meter aquí...

Las horas se hacían eternas en aquel lugar, aunque habías conseguido conciliar el sueño, no tanto ni tan bien como quisieras, pero lo habías conseguido ya que no había nada mejor que hacer.

Por la calle suenan pasos que se paran delante de la ventanita, escuchas una conversación entre un hombre y una mujer.

- ... está en la habitación un poco más calmado, pero creo que pronto empezará. - dijo una voz que te era familiar.

- Esta bien, mañana sin falta hablaré con él pero ahora tengo que coger ese taxi, ¿no querrás que llegue tarde? - esta era una voz que nunca antes habías escuchado, era una voz profunda. Su acento al igual que la mujer era francés.

- Creo que tendrá hambre - dijo y después se marchan cada uno en una dirección.

Poco tiempo después, la puerta vuelve a abrirse y la mujer misteriosa emerge de nuevo, con un gesto indica a un hombre de aspecto grotesco que traiga la mercancia.

Se trataba de algo alargado envuelto en sábanas o algo por el estilo, que solo dejaba entrever lo que en principio parecía un cilindro que por el centro era más grueso que por las puntas.

- Espero que disfrutes... - el tono de la mujer sono irónico.

Tu mirada hizo que Alex se tranquilizara, pero sentía miedo por ti.
Los extraños levantaron las manos confusos, no entendían bien el idioma.
Miraban a todos lados nerviosos, tu compañero de turno Unax se acerca para echarte una mano.

- Bueno hagan caso de lo que le decimos y no pasará nada - dice mientras agarra a uno de los presuntos atracadores. Este sin oponer resistencia le acompaña y el otro sin necesidad de nada también le acompaña.

El tercero es reacio a obedecer las ordenes, se acerca a ti corriendo, te pega un puñetazo en el estomago y se escapa. Alex se acerca para ayudarte y tu compañero se da media vuelta para ver lo ocurrido y corre detrás, pero no consigue cogerle. Los otros dos salen corriendo al ver que no están vigilados.

Intentas levantarte pero Alex se niega a que hagas esfuerzos y vuelve a tumbarte en el suelo.

Al poco rato empiezas a sentirte mejor, pero aun te duele el estomago y estás un poco triste porque no te lo esperabas y tendrías que haber sabido reaccionar a tiempo, con las tonterías de Alex te animas un poco.

Mario también se preocupa por ti.

Uno de los jefes viene a verte, cuando comprueba que solo a sido un golpe y nada más grave intenta tranquilizar al bullicio y te manda a casa a reposar.

Tu obedeces y te vas a casa.

Marisa se ruborizó ante la idea y David hizo oidos sordos.

Se montaron en el coche, apenas podías oir tan siquiera el sonido del motor de tan fuerte que estaban los subwoofer. El camino a casa se te hizo muy corto y más a la velocidad de David, incluso con sus pequeños atascos... Marisa y tu subisteis al piso, lo normal en la cuidad, un piso de diez o doce plantas, ella estaba en la sexta, mientras David cogía las maletas y las subía por el ascensor.

El piso es acogedor y más o menos bien dcorado, la suerte es que el piso pertenecía a la madre de Marisa y estaba adornado a su gusto, los pisos de esas características suelen ser antiguos y su decoración similar.

Tu amiga te enseña la casa, que termina pronto de enseñarte. Y por último tu cuarto, como iba a ser para ti te lo decoró con fotos de pianos, de ella y tuyas pero todas estaban recogidas en un tablon de corcho. La habitación tenía una cama pegada a la pared, un escritorio y un armario.

David soltó las maletas en el suelo para dejar a las chicas que se organizaran y se fue al salón para ver la televisión. Marisa dejó que te pusieras comoda y que te instalaras, mientras ella fue a mirar posibles prendas para la gran noche del viernes.

La chica mostró todas las últimas tendencias en sueters que tenían y al final escogieron uno para cada prenda que llevaban. Después se dispusieron a pagar.

Tu le cobraste. Todos se fueron marchardo uno a uno, porque era hora de cerrar. Todas tus compañeras y tu recogisteis y os marchásteis a casa después de un largo y duro día de trabajo aguantando gente.

Por fin llegarías a casa y te darías una ducha para relajarte y después te embadurnarías de esos potingues que tanto te gustan. Te pondrías tu ropa limpia y te maquillarías, peinarías y te hecharías perfume; todo esto antes de que viniese tu novio a casa.

Tendrías de tiempo unas dos o tres horas para tu ritual.

De camino vas conversando con Alicia, que vive cerca de tu piso. Os despediís en la misma esquina que todos los días y continúas tu camino a casa.

Chris estaba abrumada por todas las cosas que había en su tienda favorita, al final pidio una prenda más normalita. La dependienta mostró todo un sinfin de sueters al final os decidisteis por unos muy lindos y los pagasteis. Al marchaos de la tienda te queda un buen sabor de boca, te encanta comprar, gastar dinero en cosas para tí.

Pasais por el precioso parque Guell, que os muestra toda su hermosura arquitectónica. Os quedáis embobadas con él. Siempre te das largos paseos por la ciudad para ver sus maravillas pero de esta nunca te cansarás.

Al llegar a casa sacas las prendas de la bolsa y las colocas en tu armario, colocas después las de Chris, mientras ella cocina hoy le toca a ella. Comeis juntas y veis la televisión. Te quedas dormida en el sofá y cuando está anocheciendo despiertas.

Es viernes por la tarde-noche y no tienes listo nada para salir. Sales corriendo a la ducha, cuando has terminado te pones tu ropa nueva y te maquillas un poco. Vas al salón donde está Chris, para decirle que ya puede comenzar ella pero tu mejor amiga tiene los apuntes sobre la mesa.

Llegó a la puerta de mi casa algo preocupado. En su cabeza se encontraban las imágenes de aquel momento en el cual cayó trás el golpe. Tendría que haberlo esquivado- pensaba. Y si hubiera llevaba una navaja... Esos pensamientos le hacían extremecerse...

Aparcó el coche y se quitó el cinturón. Por un momento cerró los ojos, quería llegar bíen a su casa, descansar esos días y que nada invadiera su mente. Pero el extraño suceso le había marcado considerablemente.

Recogió sus cosas que se encontraban en el asiento de atrás y cuando iba a salir el movil calló tras el suyo. Al cogerlo y mirar la hora, le vino a la cabeza el hecho de mandarle un sms a su compañera Alex para darle las gracias por lo que había hecho por él.

Entró en la bandeja de entrada y buscó algun sms reciente. Cuando lo encontró, pulsó la opción de responder y escribió:

Muxas grasias x tod. Spero k lo k a pasado oi no te preocupe muxo. Stoy bn; 1poco trist x lo ocurrid. Hasta prnto.1Bso

Después tomó aire y salió del coche sin poder evitar llevarse la mano al estómago. Se adelantó hacia la puerta de su casa. Buscó rapidamente la llave, y la quiso introducir en la cerradura; pero el pulso le temblaba. No ves-pensaba algo gracioso- Si parece que estoy borracho.

Este pensamiento produjo una sonrisa que pronto se dibujó en su rostro. Abrió definitivamente la puerta y entró en la sombría casa.

No había nadie, ninguna luz encendida. Un rato que puedo estar sólo- la idea le producía una extraña sensación de felicidad pero dentró de sí necesitaba compañía. Se acercó a una estantería tras dejar sus cosas en el sillón y cogió un libro: Sobre los Ángeles de Alberti.
Lo abrió por una página cualquiera, y sentado una vez en el sofá empezó a leer lentamente el poema que tenía ante sí:

¡Nostalgia de los arcángeles!
Yo era...
Miradme.

Vestido como en el mundo,
ya no se me ven las alas.
Nadie sabe cómo fui.
No me conocen.
...
Al poco rato de leer el libro calló de sus manos y se quedó profundamente dormido..

- Pero tíaaaaaa!!!!!

Grito horrorizada.

- Qué es esto? Apuntes? Si hoy es viernes! Anda, quita todo esto, y prepárate. Que para algo te habrás comprado las ropas nuevas. No te lo vas a probar? Desde luego.. No tienes remedio...

Empiezo a ordenar los apuntes de la mesa.

Observé la habitación con talante curioso y crítico. la cama era amplia y la ventana iluminaba el escritorio. El panel de corcho llamó mi atención... Marisa había puesto fotos y dibujos, pero también había dejado hueco para que pudiera poner mis cosas.

Abrí el armario y mentalmente organicé mi ropa en aquel espacio, intentando aprovecharlo al máximo. Luego cogí de la maleta lo más delicado y lo colgué en perchas tal y como había pensado, el resto de cosas las doblé en las lejas y cajones, por orden como siempre hacía.

Después cogí mis partituras y mis cosas personales y las dejé sobre el escritorio, con tranquilidad y organizando de forma práctica y ordenada.

Oía el ruido de la tele y a Marisa hablando de fondo, aunque no se oía suficientemente bien como para entenderla.

Después de sacar todo lo de la maleta y guardarlo, puse la maleta bajo la cama y me tumbé sobre ella unos instantes... Cerré los ojos y pensé en mi nueva vida. Escuché los nuevos sonidos y aprecié los nuevos olores de mi nuevo cuarto.

Después fui en busca de Marisa, tenía miedo de lo que pretendía que me pusiera, pero decidí que si nada me gustaba, tenía una camisa negra que con vaqueros estaría bien, aunque sosa pero podría servirme para ir a la discoteca.

Marisa??!!?! saqué la cabeza por el pasillo a ver de dónde venía su contestación.

Bea tenía muchos planes para aquella noche. Estaba muy inquieta por la situación que tenía con Breck, por lo que estaba dispuesta a seguirlo si era necesario. No había un plan de por medio, simplemente le llamaría y se prepararía para salir con él; si aceptaba lo seguiría después y si no era así lo buscaría. Estaba tan nerviosa por todo aquello que ya suponía que la estaba engañando, y eso la enfurecía.

Caminó hacia casa tras despedirse de Alicia. Se llevaba bien con ella pero ni por asomo tenía la misma confianza que con María, su querida amiga. Aquel pensamiento hizo que recordara que debía llamar a María cuando llegara a casa. Cuando llegó, lo primero que hizo fue dejar su bolso sobre la mesa e ir a la habitación para quitarse la ropa y ponerse la bata; la había comprado Breck para ella, una de seda color violeta que le quedaba estupendamente. Cogió el móvil y marcó el número de María para continuar la conversación.

- Hola María... antes no te pregunté que tal te ha ido el día –esperó la respuesta- Cari, estoy desesperada. Me gusta demasiado y me dolería que me la estuviera pegando. Voy a llamarlo para quedar y ver que pasa...

.

Fenris dirigió una última y agresiva mirada antes de que desapareciese tras la puerta. Esperó un poco a que se alejara, y se tendió en la cama.
Al rato, cuando vio que no podía dormir, se levantó, para dirigirse al extraño paquete que había dejado la mujer.

Ni siquiera tenía hambre, pero sentía una profunda curiosidad por saber algo sobre cualquier cosa. No sabía exactamente quién era, ni como había llegado a aquella habitación. Tampoco sabía quien era esa mujer, y mucho menos que demonios le había traído ahora.

Cuando estuvo cerca, empezó a tocarlo pausadamente con la punta del pie, sin ni siquiera agacharse, a fín de poder adivinar de que coño se trataba aquello. -Al menos, estos hijos de puta parece que son generosos, si pretenden que me coma todo esto.- dice pensando aún en la conversación que había escuchado a escondidas.

El sonido de gentilicio y tráfico resuenan de fondo, como si de un hilo musical en un centro comercial se tratase, las húmedas calles de las que tienes una escasa visión se empapan con la lluvia que comenzó de nuevo. Ese ruido te era familiar... pero en tus recuerdos el ambiente olía diferente más seco y cargado.

En el silencio de la sala el enorme bulto que pretenden que cenes empieza a moverse y de su interior emergen pequeños quejidos.

- ¡humm... arg... jacame! - dice casi inteligiblemente.

Cuando estabas al teléfono te diste cuenta de que en el salón se escuchaba el sonido de unas hojas como de libro y la lampara estaba encendida, no era algo normal, ya que Breck llegaba más tarde, también consigues oír el crujido de algún mueble y los pasos de alguien.

- Bueno, no pasa nada, un lapsus lo tiene cualquiera, jeje. Mi día... lo mismo que siempre, mal, jejeje, espero que el tuyo haya ido mejor. - escucha el resto de conversación de Bea y continúa - Lo siento guapa, espero que todo sea un pequeño malentendido... ¿ocurre algo? - Mari cambia el tono divertido a preocupación.

En la soledad que te rodea el silencio inunda el cuarto, algo hace que dejes de sentir la paz que hasta el momento disfrutabas, la puerta de la calle se escucha y los pasos llegan hasta la habitación en donde Bea y tu compartís cama.

Cuando te dispones a investigar tu movil vibra en tu bolsillo, tienes un mensaje de Alex:

- Siento no aber cont ants, no ay dq, tu as sio mu valiente, cuidat, BSOS! -