Partida Rol por web

Cuando todo este infierno se desató, los hospitales fueron los primeros en caer. Pensabais que se trataba de algún tipo nuevo de enfermedad pero los ingresados morían a una velocidad alarmante. Sin embargo, eso no fue lo peor. Lo malo fue cuando comenzaron a levantarse de nuevo...

A estas alturas, todo el mundo sabe ya lo que es un zombie. Ni rastro de la persona que un día fueron. Son lentos, torpes y si te muerden, estás jodido. Te infectas y en horas eres uno de ellos. Menuda mierda...

Rápidamente todo el personal y pacientes de tu hospital estaban infectados, aún te preguntas como pudiste escapar. Tan solo corriste y esquivaste, tan solo pensaste en sobrevivir. Te resguardaste en contenedores, tiendas, coches... Cualquier sitio servía, pensando siempre que aquel día sería el último para ti, hasta que huiste de la ciudad a la que un día llamaste hogar.

Tras mucho vagabundear, llegaste a un bar de carretera situado cerca de un famoso pueblo costero, llamado CostaBravía, al Norte de España. El bar estaba para el arrastre, había sido totalmente saqueado pero era una zona de poco transito, hasta para los zombies. Tras limpiarlo como pudiste y ciertas incursiones a pueblos cercanos, decidiste que era un buen sitio para refugiarse, al menos de momento.

Por allí pasaron varios supervivientes y siempre colaborabais entre vosotros, hasta que finalmente acababan siguiendo su camino, pero dos de ellos acabaron quedándose contigo de forma indefinida. Se trata de Luis, el cartero y María, la actriz. Buena gente que se esfuerza cada día en mejorar vuestras posibilidades de supervivencia. No lleváis demasiado juntos por lo que no os conocéis demasiado pero algo en tu interior te dice que son de fiar, y en estos tiempos que corren, eso es mucho decir...

¿Que pasó aquella noche?

EL caos se apoderó de todo y, en un momento, aquel monstruo que era aún peor que un zombie, se convirtió en el menor de vuestros problemas. No sabéis de donde salieron pero no los visteis llegar, llevaban ropas militares y la cara tapada con una mascara. Tuvisteis la suerte de reaccionar a tiempo y huir, pero vuestros compañeros... ¿Eran dardos lo que os lanzaban? Creéis que si. En todo caso, cayeron inconscientes con suma facilidad. No pudisteis hacer nada por ellos, huir era la única salida. ¿Quienes eran aquellos tipos? Necesitabais respuestas pero, mas que eso, necesitabais un refugio.

Alek se reencontró con el Sargento. Este último se sorprendió al ver que al grandullón le acompañaba una niña, llamada Clementine. Al menos a ella pudo salvarla.

Tras mucho caminar llegasteis a un bar de carretera situado cerca de un famoso pueblo costero, llamado CostaBravía. Uno de los lugares mas hermosos del Norte de España, o al menos así era antes.

En principio, parecía un buen lugar donde refugiarse...

Tres nuevas personas llegaron al bar de carretera. Se trataba de un tipo vestido de militar, un hombre de considerable tamaño y aspecto rudo y una niña.

Los recibió Melissa, que parecía que era la que mandaba allí, bajo la atenta mirada de otras dos personas.

- Mierda. Mierda puta. - Dijo el Sargento mientras escupía una parte de su puro. - Eran militares, soldado. Eran militares entrenados, pero no he podido ver a que compañía pertenecían. Los muy hijos de puta se han llevado a los demás. Se los han llevado y no pude hacer nada por evitarlo. -

El Sargento negó con la cabeza.

- Tenemos que ir a por ellos. Hay que rescatarlos. -

Miró a la mujer que estaba allí e inclinó la cabeza a modo de saludo.

- Saludos. Soy Sargento. Encantado de conocerla. -

No se esperaba encontrar con el "Sargento", de hecho esperaba morir de un momento a otro. Eso de correr con una niña en brazos no le hizo nada bien, para colmo ella aun sufria de dolor en el brazo. Pero cuando un monton de tipos se te hechan encima como chacales ante una presa, sacas fuerzas de donde no tienes. Asi que, al ver al sargento, Alek lanzó una maldicion y se resigno. Quien sabe donde demonios querria llevarles ese loco militar... pero al menos tenia un arma, lo cual siempre se agradecia.

Caminaron hasta que las ampollas de sus pies se llenaron a su vez de mas ampollas, llegando a un bar en medio de una carretera. No sabia con que se encontraria, pero mataria por una cerveza.

-Estas demente, somos tres idiotas: uno es una niña, otro es un viejo y el tercero... mejor ni hablo de ti- dijo antes de entrar al bar-. A menos que tengas un taque en ese sombrero, no podremos ayudarles- entraron al bar y Alek solo pudo pensar en una cosa-. ¿No tendran cerveza verdad?- al ver que sargento se presentó, decidio que habia que hacer lo mismo-. Alek- dijo señalandose y luego alzando ligeramente a la niña que llevaba en brazos-. Emmm... Clementine... creo...

Ho... hola - se limitó a decir, tímidamente, la pequeña.

La penumbra del bar se rasgó cuando la puerta de entrada dio paso a los tres nuevos visitantes. Hacía varios días que no se veía a nadie nuevo por los alrededores, lo cual en vista de la situación no parecía ser tan malo. Un recién llegado podía traer casi tantas cosas malas como buenas. Melissa estaba sentada en lo que antaño había sido la barra del bar, con las piernas cruzadas estilo indio. Vestía unos vaqueros desgastados, botas y una camiseta que en su mejor momento debía haber sido blanca. Ante ella, estaban dispuestas las cartas de una ajada baraja componiendo lo que parecía ser un Solitario. 

Cuando los recién llegados se acercaron y comenzaron a presentarse, se giró sobre la pulida superficie de metal y bajó al suelo de un salto, manteniendo una prudencial distancia y mirando a la niña que el grandullón portaba en brazos con cierta desconfianza. Sentía la presencia de sus otros dos compañeros en la sala por lo que se sentía mucho más tranquila que si hubiera estado sola en esos momentos.

_ ¿Qué le ha pasado? No tiene buena cara... _ dijo con brusquedad, ignorando las presentaciones.

Estoy bien... - dijo con un hilo de voz - Solo tengo hambre...

-Tiene un fuerte golpe en el brazo- dijo Alek bajando a la niña al suelo. Le alegraba mucho que esa joven se interesara en la niña, quizas podria dejarla con ella y dedicarse a salvar su propio trasero. No le iba bien salvando a los demas... de hecho tampoco se salvaba él mismo, pero habia tenido suerte hasta ahora-. Ha estado comiendo lo mismo que yo, osea casi nada... ¿no has visto nada raro ultimamente? Aparte de los zombis y todas esas mierdas claro,

Al escuchar la vocecita temblorosa de la niña su rostro suavizó su expresión. No quería asustarla, aunque no le hacía mucha gracia que aquellos dos se hubieran presentado allí y se comportaran como si fuera a aceptarles sin más ni más. Se giró un poco, mirando de reojo a la mujer que estaba tras ella, que se encogió de hombros sin más.

Cuando el viejo habló volvió a mirarle y negó con cierta desgana.

_ Si te sirve de consuelo... Sois lo más raro que he visto por aquí estos días... Mi nombre es Melissa... Y ellos son Luis y María... _ dicho esto le ofreció su mano a la niña para que la acompañara. _ Hola pequeña... ¿tienes hambre? Creo que nos queda algo rico por aquí... Y luego vamos a mirarte ese brazo...

-Que suerte tienes...- murmuró por lo bajo mirando a su alrededor, buscando una silla en la cual dejar su maltratado y cansado cuerpo. Al encontrarla, practicamente se dejo caer con un bufido, dejando que Clementine y Melissa se conocieran. Necesitaba dormir, descansar, volver a sentirse a salvo, aunque sea por unos cuantos minutos... Pero antes, debia advertirles sobre toda la mierda que se estaba desparramando por el mundo-. Cuando acaben, me gustaria contarles las "novedades". No les haré perder mucho tiempo, sere breve y conciso...- miró al Sargento, sabedor de que estaria de acuerdo en que advertir a todos los civiles era un paso logico. Y si no le gustaba podia irse a la mierda, tampoco le importaba mucho.

El sargento se sentó en un rincón, junto a una de las ventanas y se puso a limpiar su fusil con tranquilidad.

Le dió una calada a su puro, mientras trabajaba sobre su arma, dejando que los demás charlaran entre si.

No tenía mucho que decir.

Había perdido a unos buenos hombres, y los iba a rescatar cueste lo que cueste.

Tengo... tengo mucha hambre - dijo en voz baja, con timidez - y el brazo no me duele... ¡Ay! - exclamó al tocarselo.

María saludó a los tres recién llegados desde la lejanía pero no dijo nada ni mostró interés por acercarse. Eso si, no les quitaba ojo de encima...

Luis saludó con desconfianza a los nuevos y, tras ser presentado por Melissa y las palabras de Alek, se limitó a decir, mirando al grandullón:

¿Que novedades? ¿Es algo bueno para variar?

Melissa ladeó la cabeza para mirar a la niña y esbozó lo que parecía ser un amago de sonrisa ante su reacción. 

_ Seguro que no... pero vamos a asegurarnos ¿vale? 

Entraron en lo que había sido antaño probablemente una suerte de almacén del bar y la mujer aupó a la niña hasta sentarla encima de una mesa. Mientras rebuscaba algo para darle de comer preguntó casualmente:

_ ¿Y cómo te hiciste eso? ¿Ese hombre de ahí fuera es parte de tu familia? 

Sargento movió el puro de un lado al otro de su boca, y sin dejar de limpiar el arma, habló.

- ¿Alguno sabe si por aquí cerca hay una base militar? Una de esas bases secretas y extrañas de las que no salen en los mapas, pero que allí están, una de esas. Y otra cosa, ¿alguien sabe si hay una armería cerca de aquí? Necesito armas, munición, explosivos y todo lo que pueda hacer "boom" de este jodido lugar. -

El Sargento sonreía mientras hablaba.

Parecía feliz por la misión que iba a emprender.

- Tengo unos compañeros que rescatar, y no me gustaría que los maten antes de que yo pueda hacerlo. -

-¿Algo bueno?- dijo con una enorme sonrisa de dientes grandes y torcidos, casi queria reir ante esa pregunta-. Lo unico bueno que surgió de todo esto es poder darle en la cabeza a los que te caen mal... No, no hay nada bueno en lo que he visto ultimamente- bajó un poco la voz, para que la niña no les oyera-. Ya casi no hay comida en ningun lado, esta todo tal mal que en algunos pueblos cocinan lo que pueden- Alek les hizo una significativa mirada a todos-. Por otro lado, he visto varias veces al zombi mas grande y feo que puedan imaginar- rió por lo bajo moviendo la cabeza, entonces la levanto agregando-. ¡Oh si! Casi lo olvido. Los zombis empezaron a correr como cualquier maratonista en buen estado. Tambien parecen mas listos que antes. Creo que esas son todas las novedades... aparte de un grupo de militares locos cazando gente, al cual mi amigo aqui presente va a dar batalla.

Luis se quedó mudo ante las palabras de Alek y en su rostro podía reflejarse un profundo miedo.

Yo... yo me caí de un árbol... - dijo la niña a Melissa, para después responder a su siguiente pregunta - No, no... Nos conocimos hace poco... Es bueno, me salvó... - la niña no parecía tener muchas ganas de hablar y lloriqueaba levemente.