Partida Rol por web

Barco - Sala de entrenamiento

- Arioch, deja algo para los demas. Cambaral, sin duda no he conocido a nadie tan fanfarrón y estupido. No durarías ni tres días en las montañas.

Me dirigo también hacia la zona de las armas, dejo la mochila con mis pocas pertenencias y busco un hacha que se amolde a mis características, las observo todas, y al final me decido por dos que están perfectamente equilibradas. Cojo una en mi mano y la otra me la guardo en el cinturón. Me coloco a la espera de que comienze la pelea.

[Biblioteca- escaleras 4ª a 5ª planta]

Estaba mirando el libro cuando escuche las palabras de Fistandantilus, algo extrañada decidi seguirle a ver que era lo que sucedia, Xeniff estaba algo inquieto mientras caminaba tras mi compañero de clase, no podia ser, estabamos caminando hacia la 5ª planta, me apresure a decirle a Fistandantilus que no se podia entrar ahi, cuando le vi formular un hechizo de sueño, al fijarme bien pude ver como varios alumnos de cursos inferiores intentan entrar en la planta, eso no podia permitirse, asi que desde la misma escalera me concentre.

En mi mente comenzo a formarse la imagen del corredor, en el estaban los alumnos pequeños que trataban de entrar en la planta prohibida, comence a mover mi baculo hacia arriba mientras en susurros pronunciaba unas palabras arcanas, notaba como la magia me rodeaba, era una sensacion agradable, una sensacion tantas veces sentida, una sensacion de la misma esencia del mundo y el poder de la magia que me embriagaba, Xeniff parecia concentrado tambien, se habia movido del baculo a justo mi hombro izquierdo, notaba como su poder y el mio se hacian uno, continue proonunciando en susurros el hechizo y me parecio escuchaar que Xeniff hacia lo mismo al mismo tiempo que yo, cuando termine de pronunciar el hechizo movi brucamente mi baculo hacia delante apuntando hacia el frente esperando que la imagen que habia surgido en mi mente si hiciese realidad, la imagen de un poderoso muro bloqueandoles el paso para que no puedan avanzar mas alla.

De pronto me había quedado sola en la biblioteca. No tenía demasiado claro a dónde se habían ido todos de golpe, pero tampoco quería ponerme a perseguir a nadie. No era ninguna cotilla.

Así que, escogiendo un sillón, me acomodo en él y comienzo a leer un libro sobre la historia reciente de nuestro mundo.

Llegué a mi dormitorio y me senté recordando el primer día que subí a ese barco. Debia mejorar, había sido patético y necesitaba hacerme mas fuerte y mas sabio. A mi mente vino el quinto piso... Era muy extraño, pero decidí que no lo pisaría, de momento. Quería hablar con Ikki, el también había estado allí y también con la princesa, debían confiar en mi porque no creía que lo que fuera que estaba allí sirviera para decorar.
Nosotros no eramos solo alumnos, somos futuros guerreros, compañeros de batalla, somos camaradas, todos iguales.
Me senté en la cama con las piernas cruzadas, cerré los ojos y me centre en mí y en Bunta recordando aquella sensación de unión. Expadí mi mente fijandome en cada ser viviente que podía notar... Que quería notar... Debía intentarlo y mejorar.

[Escaleras del 4º-5º piso]

Miré la escena que se había formado a mi alrededor. De la nada, dos chicos de tercero aparecieron, y estaban lo que parecía ser... ¿hechizando a los otros dos? "Vale, no está bien que suban al 5º piso, pero no es nada justo que les hagan eso por la espalda...", me dije frunciendo el ceño. Luego les dirigí una sonrisa, y estiré los brazos. Tenía que actuar rápido; lo que quisiera que hicieran parecía costarles, así que algo sencillo pero eficaz sería suficiente. El caso era, ¿a quién debía lanzárselo? Ella parecía más concentrada... Cerré los ojos con fuerza, sintiendo mi propio poder fluír. Después sentí a Akamaru que, como cuando me cede su calor desde el interior de mi chaqueta, me cedía su propio poder, para mezclarse con el mio y poder llegar a hacerlo efectivo...

Me concentré, pero no podía perder el tiempo. En cuanto creí era suficiente, intenté un hechizo de confusión mental hacia la chica de mi curso que se encontraba justo en frente de mí, esperando haberlo lanzado a tiempo.

"¿Por qué estoy ayudando de nuevo a los demás? Realmente, ¿es así como quiero ser? Hay algo que me llena, que me alegra cuando lo hago...". Sonreí con ese pensamiento.

| Biblioteca |

Me sentía bastante enfadado con aquel impresentable de Ikki, no me apetecía nada verle o sería peor. Dejé aquello en manos de Farilynn. Yo mientras tanto me fuí a la biblioteca, no para leer simplemente para poder estar en un sitio tranquilo y sin mucho ruido. Antes de entrar allí ya dejé a mi águila vigilando los cielos.
Una vez dentro de la biblioteca solo ví a una chica sentada mientras leía. Yo me fuí al lado más oscuro de la sala y me senté en un comodo sillón. Ya tenía ganas de ver a Farilynn y que me contara que pasaba con aquel estúpido de Ikki.

|EVALUACIÓN DE JUGADAS|

Sirius y Cambaral deciden aventurarse y acudir inmediatamente al quinto piso, sin darse cuenta que detrás de ellos, también había una larga cola de muchachos curiosos que querían investigar más sobre la razón de por qué estaba prohibida aquella planta. O quizá imprudentes...
La segunda puerta empezando por la derecha, tenía en su pomo un color brillante violeta, que llamó la atención de los presentes.
Kith estaba agachado, vigilando desde allí al hechicero y al humano pirata, pero Fistandantilus intenta formular un hechizo de sueño para derribar a Sirius y llamar la atención de Cambaral. Pero por desgracia, lo hace con tan poco sigilo que a Sirius le da tiempo de esquivarlo, por lo que ni siquiera le provoca un bostezo.

Isabella, realiza correctamente todos los pasos antes de lanzar el hechizo y consigue que surta efecto, pero no quizá lo deseado. Lo único que consigue, es que se alce delante de ellos un muro que les llega por la cintura, así que no es lo suficientemente alto como para detenerles.

Vana, acomodada en el sillón leyendo el libro que había escogido para leer, empieza a pasar páginas y encuentra una página donde se cuentan cosas que ella jamás había oído.
" Dos mujeres... Bellísimas, pero con diferentes personalidades... Una fría, otra más calurosa que el sol de mediodía... Se complementan, no serían ellas si faltara la otra... Dos gemelas, sin duda, aclamadas por sus habilidades en el campo de la adivinación y grandes maestras de esa materia. Los cientos de años que llevan viviendo no les pasa factura y nadie sabe por qué. Se dice que es un viejo truco de magia ancestral y otros dicen que, simplemente, han sido tocadas por la varita mágica de los dioses. Sin duda, es un gran misterio lo que envuelve a estas dos mujeres, llamadas El Oráculo..."

Cathan, pese a su intento de querer notar cualquier sentimiento o sensación que le rodeara, apenas consiguió detectar furia y nerviosismo, pues se encontraba en una planta intermedia del barco-castillo y podía notar algún que otro sentimiento de algunas plantas cercanas.

Seguidamente, Kith intenta un hechizo de confusión mental hacia Isabella, y gracias a su gran concentración y a que ésta estaba bastante decepcionada por el poco éxito de su encantamiento, el hechizo del joven Kith le da de lleno, provocando que olvidara por un par de horas sus propósitos en el quinto piso.

Conjunta: Ikki Bowhack & Princesa Farilynn
[Habitación de Ikki]

Princesa Farilynn: -¡Escúchame! No tienes razón para estar así... La que debería estar enfadada soy yo, por entrar con esos modales a mis aposentos... ¡Lo mínimo que podías hacer es tocar a la puerta! Pero sólo se me ocurre una razón para que hayas hecho eso... Me estabas espiando, ¿verdad?- le pregunté, empezando a enfurecerme. Se comportaba como una víctima cuando no lo estaba siendo-. ¿Por qué te comportas así conmigo? ¿Qué te he hecho yo para merecer ese trato por tu parte?- le pregunté, cogiéndole suavemente del rostro.

Ikki: Seguí mirando al suelo. "¿Espiándola yo...? Ahora soy un vulgar espía... Bueno, qué más me da lo que piense".

-Tú...-pese a no importarme lo que pensara, no era capaz de soltarlo. Era algo íntimo, no le incumbía. Aún así seguiría insistiendo hasta que se lo dijera- no quiero tus consejos o lamentaciones, sólo te lo digo para que me dejes en paz-le solté, justo antes de que, de golpe, al fin soltara lo que ella quería saber-. Tú me rompiste el corazón.

Levanté la cabeza y la volví a mirar a los ojos, pero esta vez con odio. Quería desahogarme por todo lo que había visto y sentido, que ella lo pagara. Pero no podía, y eso me enfurecía aún más. Apreté los puños, y me quité su mano de la cara. Eso era lo que me pasaba; ahora, yo... la odiaba, y odiaba que me hubiera hecho odiarla. Era la primera persona a la que había logrado odiar en mi vida... una mala influencia, alguien a quien ahora veía como malvada.

Princesa Farilynn: Sus palabras resonaron en mi cabeza como si estuviéramos en una cueva donde se produjera eco.
- Ikki... -logré susurrar, después de que se mostrara tan enfadado y me apartara las manos de su cara-. Yo... Lo siento, no tenía ni idea de eso... En ningún momento imaginé que tú... ¿Cómo iba yo a saberlo?- le pregunté, agarrándole fuertemente de la mano-. Perdóname... No me di cuenta... ¿Por qué te enfadas tanto conmigo? Si lo hubiera sabido, podría haberlo evitado...-.

Ikki: Abrí los ojos de par en par.

-¿Quieres decir que no lo habrías hecho si te lo hubiera dicho? ¿O sólo es para que me haga ilusiones? o quizás sólo he vuelto a malinterpretar lo que has dicho, ya me estoy acostumbrando...

Que me diera esperanzas en vano me irritaba más. Empezaban a dolerme las mano de apretar tanto, pero no me importaba. Prefería el dolor físico.

-Eso ya no importa. Es muy tarde; si me vas a decir que no se lo cuente a nadie, no me importa, ¿crees que tengo ganas de contárselo a alguien? Da igual, vete. Quiero estar sólo, deja de hacer que me arrepienta y que sufra más. Vete-repetí girando la cara, recobrando la inexpresividad.

Princesa Farilynn: - Quiero decir que no sé si es culpa mia lo que sientes... No sé si alguna vez te dije algo que malinterpretaste... Lo siento si es mi culpa...- le dije, mientras escuchaba como me pedía que me fuera-. Por favor, Ikki... Eres un buen luchador y un gran hechicero... Mi gran preocupación no es que lo cuentes, puedes hacer lo que te plazca. Lo que me preocupa es que descuides tu entrenamiento... No lo hagas, por favor... Me iré y te dejaré sólo si es eso lo que quieres... No pienso tomar ningún tipo de medida por entrar de esa manera en mis aposentos ni tampoco se lo comunicaré al director... Sólo te pido que me perdones...- le dije, mientras me levantaba, esperando su última palabra.

Ikki: Para variar, la había malinterpretado. Sólo le preocupaba nuestro entrenamiento, ¿sólo me quería para usarme? Ya me daba bastante igual. Esperé en silencio, sin mirarla, a que se fuera. Jamás volvería a verla igual. Lo único que necesitaba era estar solo, y ella era la compañía que menos me convenía.

-"Ikki..."-comenzó Inuki mentalmente, pero con un movimiento de mi cabeza lo hice callar.

Finalmente la volví a mirar, esperano que entendiera que no la quería ver, y devolví la mirada al otro punto, dejándome caer sentado contra la pared de nuevo.

Princesa Farilynn: Entendí que se comportara de aquella manera, quizá lo mejor era dejar el tiempo pasar y que se olvidara un poco de lo sucedido. Tendríamos que vernos muy amenudo, pero intentaría evitarlo para que se pudiera olvidar de lo que sentía por mi.
Salí de su habitación, con la cabeza agachada, dirigiéndome hacia la cubierta del barco.

Ikki: Sonreí cuando se fue. Sin motivo ninguno, no estaba feliz, pero sonreí. Aflojé al fin los puños, dejando resbalar un par de gotas de sangre que fueron a caer al suelo. Escondí de nuevo la cabeza entre los brazos, y me quedé en esa postura, mientras los dos lobos me observaban.

EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE CAMBARAL como osas dejar plantado a un enano al inicio de un duelo, como no vuelvas ahora mismo te voy a rebanar las rodillas a base de martillazos.

Te has comportado como un estupido Elfo, nunca esperaria ese comportamiento de un humano, lo pagaras con creces Cambaral LO PAGARAS.

Ante mi cabreo lanzó el hacha contra la pared que tengo delante dejandolo totalmente clavado, despues me apresuro a por el y farfullando, resoplando y respierando fuerte empiezo andar por los pasillos del barco.

En ese momento estaba en un estado un poco inestable, cualquier situación podría desatar mi furia.

Veo que de pronto Sirius se hace a un lado, y casi a la vez un pequeño muro se alza ante nosotros. Cojo del brazo a mi compañero y le hago saltar conmigo al otro lado del muro, usándolo como protección. "¿Nos habrán pillado los profesores? ¿Será que esto esta protegido de alguna manera?" mi cabeza trabaja deprisa, mientras intento ver de dónde ha venido el ataque... y entonces veo a Isabela y Fistandantilus.

-¿¿¡¡Es que sois idiotas!!?? - no hablo muy alto, por si algún profesor nos descubre, pero la ira se ve en mis ojos y mi voz - ¿¿Qué os creéis que estáis haciendo?? ¡¡Malditos metomentodo!! - les señalo amenazante con el dedo - No metáis las narices donde nadie os llama, si no queréis perderlas. Os lo advierto. Y dad gracias que lo hago, generalmente prefiero dar las explicaciones después de utilizar la espada. ¡Largáos!

Entonces reparo en Kith, y olvidando un poco mi cabreo, le sonrío, haciéndole un gesto con la mano para que se una a nosotros si quiere - ¡Eh, tú! Gracias, hermano. - Luego me giro hacia Sirius - ¿Estás bien? ¿No te habrán dado? - pero mi atención se desvía rápidamente a una de las puertas, la del pomo más llamativo. Sin poder controlarme (y sin ninguna gana de hacerlo), me acerco hacia ella e intento abrirla...

[Escaleras a 5 planta]

¿Que hago ahi? como es ue he ido a la quinta planta, entonces escucho a Cambaral amenazarme, a esto le respondo gritandole para que se entere:

- ¿Te atreves a amenazarme?

Esa amenaza no me ha sentado nada bien y no me gusta que nadie me amenace, no soy una persona violenta, pero cuando me amenazan no puedo evitar enfadarme de una forma increible, Xeniff parece decirme que no haga nada, sin embargo no puedo controlar mi ira, noto como me rodea, noto el calor de la magia mezclandose con mi ira, maldito idiota como se atreve a amenazarme a mi, a Isabella Wingsgate Reigburg, sera imbecil.

No recuerdo porque estoy ahi, pero me da igual, ese tipo me ha amenazado y es algo que odio a muerte, asi pues estiro mi baculo y lo apunto hacia el mientras pronuncio las palabras necesarias para lanzar una bola de fuego contra aquel idiota, tras el hechizo sin mas comienzo a bajar las escaleras a los aposentos de los profesores.

Un chico de tercero había entrado en la biblioteca. Me había limitado a saludarle con un gesto de cabeza, respetando el silencio del lugar, y él había desaparecido en una zona más apartada de la sala.

Y entonces retomé la lectura. El Oráculo... sonaba a leyenda. Cerré el libro manteniendo un dedo en la página que hablaba de ellas, y miré la portada extrañada. No parecía un libro de fantasía. Se suponía que era un libro de historia. De historia real. Auténtica.

Aquello me extrañó enormemente. Miré el resto de libros en la estantería. Seguro que en ellos había algo más. Pero quizás hubiese una forma más rápida de averiguar algo... Miré a Walgior, y sin soltar el libro, avancé hacia él. Cuando estuve a su lado, le hablé en susurros. Aunque estábamos solos, no me gustaba alzar la voz en las bibliotecas...

-Perdona, siento molestarte. Si te incomodo dímelo, pero quería preguntarte una cosa. Como eres un año mayor que yo... he pensado que quizás sepas algo sobre El Oráculo - señalé el libro - Aquí habla sobre él...o bueno, ellas. Y me ha intrigado el tema.

Siento como un rayo de energía mágica se acerca rápidamente hacia mi espalda, proveniente de las escaleras y en el momento exacto que iba a golpearme, realizo una voltereta hacia atrás, dejando que el hechizo pase unos centímetros por arriba de mi cabeza. En ese momento, veo con detenimiento como un muro de piedra de casi un metro de alto aparece delante nuestro.

Cambaral reacciona mucho más rápido que yo, y cogiendome de una de las mangas de mi túnica, me empuja hacia el otro lado del muro, para utilizarlo como protección. Al parecer, alguien se ha dado cuenta de nuestra presencia en la quinta planta. Tan sólo espero que no sean los profesores.

Me asomo rápidamente por encima del pequeño muro, y allí observo a Fistandantilus y a otro personaje que desconozco, agazapado en el rellano. Está claro que el mago de tercer curso no quiere que veamos nada de lo que aquí se esconde, sin embargo, nuestro otro compañero nos ha protegido lanzando un hechizo hacia otro de nuestros perseguidores, el cual no aparece en mi campo de visión.

Desde donde me encuentro, veo como Cambaral comienza a dirigirse a una de las puertas del pasillo, una que tiene un pomo de brillante color violeta. No tengo ni idea de que nos puede deparar el destino una vez abierta esa puerta, por lo tanto, comienzo a concentrarme en las energías que pueblan el lugar, intentanto crear un campo de fuerza que nos proteja a mí y a mi compañero de cualquier peligro que se encuentre tras esa puerta.

Mis manos comienzan a trazar formas extrañas en el aire, mientras que la energía empieza a concentrarse a nuestro alrededor. Con unas pocas palabras, intento darle forma a esa energía, para que nos rodee y nos protega de cualquier cosa. Mis labios se mueven deprisa, cada vez más rápido, repitiendo palabras arcanas una y otra vez.

Cambaral ya se encuentra frente a la puerta con el pomo violeta entre sus dedos. Miro desde mi posición como lentamente comienza a girar el pomo...

[Escaleras 4º-5º piso - 5º piso]

Sonreí al humano, mientras observaba de nuevo un hechizo procedente de la chica. "Creo que será mejor no intentar entrometerme esta vez...", me dije apartándome por los efectos que pudiera tener su hechizo, y sin ver más me dirigí escaleras arriba. La chica ya estaba bajando, y era bastante obvio el motivo. Dirigí una última mirada al elfo que seguía allí, esperando que lo entendiera y no me intentara detener, y corrí a cuatro patas saltando de golpe el muro.

La verdad, era emocionante, pero si nos habían dicho que no lo hicieramos... ¿por qué no obedecían y punto? Mi mente no lograba comprender ese comportamiento, la desobediencia hacia la persona que nos acogía y enseñaba. Quizás no conocían la gratitud.

Me encogí de hombros, y me acerqué sin intentar entrar, sólo desde fuera, a la puerta que estaban a punto de abrir. Quizás ya había subido a aquel piso, pero no llegaría al punto de entrar en una de las habitaciones; yo sí era agradecido.

-Oye... Es posible que os haya ayudado, pero sólo lo hice por atacaros por la espalda. Aún tengo un par de cosas que deciros...-comencé mientras el chico giraba el pomo. Entonces me quedé boquiabierto, emocionado, deseoso por saber lo que había allí dentro. La curiosidad era uno de mis puntos débiles.

|EVALUACIÓN DE JUGADAS|

El hechizo de Isabella sólo consigue que a Cambaral se le chamusque un poco la chaqueta que llevaba.

El intento de Sirius por protegerse a él y al pirata, puede que resulte efectivo o puede que no... Eso podrán comprobarlo en el momento que sean atacados o si están al borde de un grave peligro.

Mientras tanto, un dragón enorme se posaba en la cubierta, y sobre él iban dos personas: una chica llamada Marian y el joven Frank, Jefe del Consejo Élfico.
- Creo que debió perderse en el internado y no logró llegar al barco, aquí se la traigo, Farilynn- dijo el jefe del consejo, mientras se volvía a marchar en su dragón.

tras haber realizado el viaje en aquel dragon me sentia algo mareada, asi que decidi ir a mi cuarto por lo que me dijeron se situaba en la 3º planta, y alli no podian pasar lo chicos. -que pensa...- pense.

Al llegar a mi cuarto deje todas mis pertenencias y me tumbe en la came pensando en lu sucedido, en realidad no me habia perdido en el internado si no que me daba miedo viajar en barco. Bueno ya estaba aqui y no podia echarme atras, asi que decidi cambiarme de ropa, me puse una falda corta de color azul claro y una camisa de manga corta del mismo color, me peine mis preciosos cabellos, deje en mi cuarto a mi pequeña gata kitty, y decidi ir a cubierta a tomar el aire.

|JUGADA MASTER|

|En el barco-castillo|

La conversación que la Princesa Farilynn había tenido con Ikki no había salido como ella hubiera esperado... La joven se encontraba aún en la cubierta y, después de saludar a la muchacha recién llegada (Marian) y darle la bienvenida, volvió dentro del castillo para subir a sus aposentos...
Se sentó en la cama, aún pensando en la carta de Markwolf... Jamás pensó que su madre, la reina elfa Hanless, fuera capaz de permitir eso y estar de acuerdo con él en llevar a cabo su plan. Sin duda, ella se lo tomaba como una traición a la sangre, pero no podían enterarse el resto de elfos... Sería un arrebato de la corona y le sería entregada de inmediato a Farilynn.
Apretó los puños contra el colchón, apretando además los dientes, esforzándose por echar fuera de su cuerpo toda furia y malicia.
Para colmo, lo sucedido con Ikki no ayudaba demasiado... Dejó asomar por sus ojos unas brillantes lágrimas, lágrimas de rabia y decepción. Tenía que hacer algo para evitar los planes de Markwolf.

Mientras tanto, una planta más arriba, se encontraban varios jóvenes curiosos intentando descubrir por qué aquella planta estaba prohibida.
Cambaral fue el primero en tomar la inciativa y giró el pomo violeta de una de las puertas.
Cuando estaban preparados para recibir algún ataque o preparados para recibir alguna sorpresa que les deparara un peligro de muerte inminente, pudieron suspirar tranquilos, pues nada de eso sucedió.
Sin embargo, tampoco conseguían ver nada del interior de aquella estancia, pues estaba completamente a oscuras.
¿Sería tan grande la curiosidad de los muchachos como para entrar en la estancia e intentar ver algo?

|En la casa lúgubre...|

Todo estaba aparentemente tranquilo. La cena ya estaba servida y Markwolf había hecho llamar a todos los aprendices de siervos que, en esos momentos, estarían descansando de un duro día de entrenamiento.
En el comedor estaba también Hanless, la reina elfa, vestida con otro de los vestidos provocativos que Markwolf tenía siempre a su disposición para ocasiones como esa.
- Bueno, queridos servidores- comenzó a decir Markwolf, una vez que todos se sentaron a la mesa-. Hoy debemos brindar porque mañana será un gran día... Llevo varios días anunciándolo pero hoy es cuando disfrutaremos de verdad de la victoria... Queridos amigos, mañana estrecharemos lazos con nuestros amigos los elfos- dijo el señor oscuro, creando un ambiente de tensión, pues todos querían saber ya de qué se trataba todo aquello-. Mañana me convertiré en rey de todos los elfos gracias a la colaboración de nuestra querida Hanless... Que ha accedido amablemente a casarse conmigo a cambio de no atacar a su hija Farilynn... Es un acto muy bondadoso, sí señor, digno de una madre y de una reina... Pero lo que ella no sabe es que su hija está invitada a la boda- dijo, mientras la cogía bruscamente de la cara y le plantaba un beso, mostrándole a la reina su experiencia con la lengua, a lo que la reina contestó apartándole la cara y frunciendo el ceño-. Así que, queridos mios, ¡esta noche estamos de fiesta!-.
Dicho esto, muchas viejas y viejos más aparecieron para servir bebida y todo tipo de tentempiés. Todos eran igual de mugrientos e iban encorvados, dejando ver una pequeña chepa.
Sin duda aquello parecía la fiesta de despedida de solteros, tanto para Hanless como para Markwolf.
- Querida Hanless, si no te portas como es debido... Esta misma noche atacaremos a tu hija y esa panda de mojigatos y dejaré que cualquiera de mis siervos jueguen un rato contigo- le susurró al oído cuando se levantaba para brindar con algunos de sus encapuchados.

sali de mi habitación pensando en Naida como llevaba todo ese dia, no podia quitarmela de la cabeza, pretendia dirigirme a la 1º planta, hacia la sala de entrenamiendo. -Me vendra bien hacer algo de ejercicio-. Pense.

Estaba saliendo de mi habitacion cuando vi a una chica muy guapa bajar las escaleras, era mari.. mari... no, no consegui recordar su nombre, solo sabia que estaba en mi clase, pero como asta ese dia no le habia prestado atención a los demas nunca me fije en ella, me quede embobado mirandola, me habia olvidado de naida por completo. cuando por fin consegui responder, le salude con la mano y dije:

-hola-. Consegi decir. -como pude estar en su clase y no fijarme en ella- pense

[5º piso]

Contemplé desilusionado la habitación oscura. Sin duda, lo que buscaban era que entráramos a investigar... pero pensar no era lo mío. Igualmente, había decidido no entrar, y no lo haría.

-Está bien, echais un vistazo desde fuera y nos vamos, ¿vale?-sugerí, no muy seguro de que me fueran a hacer caso- Mago-le dije-, tú y yo conjuraremos dos esferas de luz. Si una falla, la otra servirá, y aunque funcionen las dos... ¡cuanta más luz mejor!-comencé a concentrarme, pero me detuve- Eso sí, teneis que prometerme no entrar ahí...-acaricié a Akamaru un momento, que seguía impaciente en el interior de mi chaqueta- ¿Estás cansado?

Por cómo me miró, pude notar que no era así. Al fin y al cabo, sólo habíamos lanzado un conjuro. Asentí con la cabeza, y mi perro me imitó. Después volví a concentrarme cerrando los ojos, sintiendo de nuevo la energía de Akamaru; una sensación igual a la de cuando me cedía su calor, como siempre pensaba. Junté mis manos en forma de cuenco, y concentré mi energía en forma de luz, una pequeña pero luminosa esfera de luz... ¿Lo habríamos hecho bien alguno de los dos?

Conjunta Sirius y Cambaral

[5º Piso]

Sirius:Veo como la puerta se abre, gracias a Cambaral, pero dentro sólo logro divisar negrura y oscuridad. Con un ademán de mi mano, le pido a Cambaral que se aparte y sosteniendo mi varita delante, lanzo un hechizo de luz para poder ver mejor donde nos vamos a adentrar.

Cambaral: Me hago a un lado, pero enseguida intento asomarme por encima de su hombro, intentando ver algo. - Me parece que vamos a tener que entrar. No vamos a conformarnos con esto habiendo llegado hasta aquí ¿no? - Miro a Kith que está detrás nuestro - Puedes seguirnos si quieres, chaval - Doy un empujoncito simbólico a Sirius - ¡Al abordaje, amigo!

Sirius: Siento como Cambaral se asoma por encima de mi hombro, y con un suave empujoncito, me envía hacia dentro de la habitación. El chico que nos ayudo hace un rato, también viene con nosotros. Creo que la curiosidad puede más que unas reglas impuestas a la fuerza. Lentamente comienzo a avanzar, varita en mano, y rogando a todos los dioses que el hechizo de protección esté activo. Poco a poco, paso a paso, me voy adentrando en la oscuridad seguido de mis compañeros de aventuras.

Cambaral: En cuanto cruzamos el umbral de la puerta y hay espacio suficiente, me pongo al lado de Sirius. No me gusta quedarme en un segundo plano, y si ocurre algo malo, lo justo es que estemos los dos juntos para ayudarnos... o para sufrir as consecuencias. Sostengo con firmeza mi alfanje, y mantengo todos mis sentidos a alerta y los músculos en tensión, listos para reaccionar ante la más mínima amenaza. Intento vislumbrar algo entre las profundas sombras...